SOBRE LAS NOVELAS DE GUSTAVO JIMÉNEZ LOZANO

 

Por: Carlos Orlando Pardo

Gustavo Jiménez, Ibagué, 1943,-1990; con tres novelas publicadas pero de escasa circulación por ser obras de edición del autor y sin amplio interés en hacerlas circular, es, desde el punto de vista temático, un caso atípico.

Tras las ramas de pinos seculares, 1972, cuenta los aconteceres de una reclusión monacal o las aventuras y desventuras externas e internas de un seminarista. Se trata de un libro ingenuo, lineal, espontáneo, aunque intenso.

Gritos de silencio, 1977, es la definición de la soledad, de lo poco móvil, de estados con ambientes físicos y emocionales, de la soledad en los conceptos social, político, personal, de la época del desarraigo y un proceso mental específico donde existe una verdadera preocupación por la elaboración del lenguaje.

En Imprecaciones, 1979, va llegando más a una literatura hermética donde nada es fluido. Aquí están los lamparazos de recuerdos, retazos de pensamiento, proyecciones mentales, instantes. Dejó inédita Los dioses del Olimpo, una obra telegramática por la forma en que está escrita.

Gustavo Jiménez, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional, donde se desempeñó como profesor, tuvo por bisabuelo al general Tulio Varón, fue sobrino del pintor Darío Jiménez y de la parentela del poeta Germán Pardo García. Obtuvo un postgrado en California y la angustia por la escritura y por la vida lo llevaron una mañana de 1990 a terminar con su vida.