HUMBERTO JARAMILLO GUZMÁN

En 1974 comenzó a componer bambucos este tolimense que nació en Ibagué el 18 de febrero de 1944 y fue bachiller musical del Conservatorio del Tolima en 1969. En los medios musicales se le distingue por haber compuesto unos bambucos hermosos en cuyos arreglos interviene el violín, lo que le valió sufrir un poco el fuego crítico administrado por los maestros de los aires telúricos.

Garzón y Collazos, en efecto, en más de una ocasión, con paternal actitud, desaprobaron sus composiciones completamente instrumentales, pues los consagrados maestros no estaban de acuerdo con el violín capitaneando un bambuco nativo, pero Humberto Jaramillo, aunque toca piano, guitarra y flauta dulce, durante los años de Conservatorio dedicó sus mejores horas a aprender violín con los maestros Estrada, Ferrari y Pepe Vaquero y por ello no vio oposición entre el aristocrático instrumento europeo y el típico aire colombiano.

Polemizando que el bambuco siempre ganaría universalidad con cualquier instrumento, compuso A sanjuaniar, un bambuco fiestero (1974). Luego vendría Rosalba, una danza para cuya composición se inspiró en su esposa Rosalba Gutiérrez.

Por la época de estos trabajos ya había fundado con Mario Arbeláez Martínez, Director del Instituto Municipal de Cultura de Ibagué, el Conjunto Instrumental Renacimiento, con el cual Humberto Jaramillo demostró que el violín cuidaba “la estructura musical del bambuco”, al que juzga “compatible con cualquier otro instrumento sin que se pierda la riqueza melódica”.

Un poco desafiante, compuso entonces nuevos bambucos completamente instrumentales como Adrianita y Mi bambuco (1978), que recibieron alabanzas del Maestro Francisco Cristancho por su perfección formal y escritura correcta.

La obra de mayor aceptación de Jaramillo Guzmán es Mónica, un bambuco orquestado para banda. Además de componer, su periplo vital ha transcurrido también como instrumentista de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio del Tolima y desde veinte años atrás como profesor de Historia del Arte y de Música del colegio San Simón de Ibagué.

Su vocación de compositor y arreglista que lo ha llamado desde temprana edad, lo estimula a enriquecer el bambuco con otros instrumentos musicales, aparte de los originales. Y se reafirma en ese propósito, pues dice: “El maestro Jaime Llano, por ejemplo, llevó nuestra música a los órganos electrónicos. Y al principio hubo muchas vestiduras rasgadas, pero después se comprobó que el bambuco baila al son que le toquen en estos tiempos modernos, sin que pierda autenticidad”.

Hoy la polémica parece cancelada, pues sus creaciones han contado con amplia acogida tanto en el público culto como en el tradicional y continúan sin tregua ganando adeptos. Pero fue preciso para ello una absoluta confianza en lo que se estaba haciendo, asumir el riesgo de innovar y soportar con estoica entereza las acerbas críticas que sobre su humanidad llovieron durante un buen tiempo.

Ahora, el maestro Humberto Jaramillo se siente satisfecho de que su propósito innovador haya encontrado eco y mira con aprobación pero con modestia el gran auge conque cuentan sus composiciones.

En su cátedra del colegio San Simón enseña día a día a sus alumnos el amor por la música vernácula y las inmensas posibilidades que ofrece para universalizarla, con la incorporación de arreglos e instrumentos que hasta hace poco parecían serle totalmente ajenos. Uno de sus méritos, y no el menor, consiste justamente en haber demostrado que esto podía variarse con fortuna sin que al hacerlo el bambuco, nuestro aire más tradicional, pierda su esencia y encanto.