PATRIMONIO INMATERIAL DE HONDA

 

La historia y la cultura de Honda están atadas al río Magdalena y es de ella de dónde nace su patrimonio inmaterial.

 

Lenguas y expresiones orales

Mediante palabras, gestos, señas, expresiones, dichos y refranes, nuestra familia y nuestra sociedad nos han enseñado a comunicarnos, a manifestar nuestras emociones, anhelos y sensaciones cotidianas; nos han enseñado técnicas, saberes y destrezas. Con los arrullos, rondas, trabalenguas, adivinanzas y fábulas nos han regalado sueños y sabiduría. Con los mitos, leyendas, cosmologías e historias nos han explicado el universo y nuestro lugar en él.

Por todo esto, el idioma es un valioso patrimonio inmaterial que contiene nuestra forma particular de entender el mundo, de expresar nuestras inquietudes y de percibir las ideas y mensajes de quienes nos rodean. Habita en nuestra mente, por eso, si no lo usamos, lo enriquecemos y trasmitimos, lo podemos perder. La vida de un idioma depende de sus hablantes, quienes lo transmiten oralmente o mediante la escritura.

En el caso de Honda, habitado inicialmente por los Ondamas. Sin embargo, su cultura fue totalmente extinta como lo recuerda el cronista Fray Pedro Simón quien advierte que murieron más de un millón y medio de indígenas durante las épocas de conquista y colonia.

Así, la cultura oral indígena desapareció quedando en el olvido de la historia su lengua y saberes. Pero atado al río, sobrevivió uno de los mitos más importantes del país. La historia de un hombre indígena, de cabellos largos, que fumaba tabaco y pescaba a orilla del Magdalena, se convirtió, con el paso del tiempo no sólo en una leyenda de Honda, sino de todo el río y del país.

El Mohán, muján o muan es el mito más generalizado en Colombia y está enraizado en costumbres indígenas. Se dice que era un hechicero que tuvo una visión anticipada de la llegada de los españoles y de los terrores de la conquista, por lo cual se refugió en el monte y se convirtió en el dios de los ríos. Su nombre corresponde a la voz muisca 'mojas', con que los Chibchas denominaban a sus sacerdotes o hechiceros. Para algunos es una divinidad acuática; para otros es un espíritu maléfico que causa muchos daños imperdonables.

Su descripción es la de un indio viejo de tamaño gigantesco, aspecto demoníaco y parecido a una fiera. Personaje vegetal, musgoso, su cuerpo está cubierto con una larga cabellera desgreñada, con uñas muy largas y afiladas. Parece tener cara de león a causa de la abundante melena, con tez quemada, sus ojos son desorbitados y chispeantes como brasas encendidas, su boca muy grande y con dientes de oro.

Espíritu tutelar de las aguas; vive en los pozos oscuros de los ríos y quebradas tropicales. Tiene un silbido profundo que es escuchado en todo el monte. Ha sido visto fumando tabaco, arreglando atarrayas, cantando y tocando tiple. Bogas, pescadores y lavanderas lo vieron infinidad de veces en la playa del rio, pescando, cocinando, peinándose; o bajar en una balsa bien parado, por la madre del río tocando guitarra o flauta. En noches de tempestad lo han visto pescando y riendo a carcajadas.

Es travieso, medio sátiro, andariego, aventurero, músico, libertino, juguetón y con las muchachas es enamoradizo, bastante sociable, muy obsequioso y serenatero. Pero tambien puede ser traicionero y receloso, perseguidor de muchachas, hipnotizador, embaucador y feroz.

Los pescadores se quejan de hacerles zozobrar sus embarcaciones, de raptarles los mejores bogas, ahuyentarles los peces, robarles las carnadas y los anzuelos; dicen que les enreda las redes de pescar, llegando a veces a ahogarlos, sobre todo a orillas del río Magdalena; es pues, el responsable de la muerte de los que perecen ahogados en los ríos selváticos.

Siempre que lo veían, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos, pestes, etc

Para ahuyentar al Mohán, los pescadores utilizan plomadas de cobre en sus redes y atarrayas, además de navegar corriente arriba; y como es un gran fumador, para calmarlo le dejan tabaco en las rocas cerca a los ríos.

Sus leyendas han alimentado la imaginación de todo el Tolima pero especialmente en las riberas del Magdalena. Honda, que reúne toda la grandeza del río grande de Colombia cuenta con esta leyenda dentro de su patrimonio inmaterial pese a que otras regiones como el sur de Bolívar también lo reclaman como suyo.

 

Conocimientos y prácticas sobre la naturaleza y el universo

¿Qué haríamos sin la experiencia de los campesinos para cultivar la tierra? Sin la herencia del conocimiento sobre el ambiente, ¿seríamos capaces de cosechar alimentos?, ¿de construir nuestras propias herramientas, artefactos y viviendas? Tendríamos que comenzar de cero.

En la naturaleza y el universo está el sustento y la inspiración de nuestra cultura, por eso el conocimiento que tenemos de ellos, la forma de conseguir los alimentos y de elaborarlos, hacen parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial, aprendido comunicándonos con la comunidad.

Para cultivar se necesita un amplio conocimiento sobre la reproducción de la plantas, la selección de las semillas, los ciclos de la luna, la calidad del suelo, la cantidad de agua necesaria para el riego, en fin. Las personas que han habitado nuestros campos son las portadoras de ese saber ancestral, sin ellas no tendríamos alimentos en las ciudades ni plantas medicinales; por esto y por muchas otras razones deben ocupar un lugar importante en nuestra sociedad.

Sin lugar a dudas, el conocimiento ancestral del río nos deja uno de los mayores patrimonios inmateriales del país en Honda: La subienda.

Atrapados, entre congolos, atarrayas, trasmallos y hasta amores todos los habitantes del Magdalena, y especialmente los de Honda, se entregan a la subienda, ese alboroto humano provocado por el largo viaje de miles de nicuros, bocachicos, capaz, bagres, blanquillos, caloches y cuchos que llegan de la Costa Atlántica a las redes de los pescadores a finales de enero, en febrero y en marzo.

Mientras los peces nadan en su ancestral paseo migratorio y reproductivo que comienza en enero y dura tres meses, los pescadores trabajan en turnos que van de dos a cuatro horas para coger tres canecadas. Este conocimiento que ha viajado desde la cultura de los indígenas se convierte en una fiesta especialmente en Honda y La Dorada.

Los sitios más visitados por los compradores son El Chorro, la avenida Pachomario, ubicada debajo del puente Luis Ignacio Andrade, La Moya de Santa Marta y Caracolí, en Honda.

Allí no solo se compra y se vende pescado sino que también hay espacio para la diversión y oportunidad para las historias de amor, muchas de las cuales terminan con un hijo de recuerdo.

Eso es lo que cuenta y sabe Hugo Granados, de 56 años y natural de Honda, lleva 48 de sus 56 años dedicados al oficio de la pesca. Tuvo dos mujeres, 7 hijos y 6 nietos, descendencia que atribuye él a los poderes del pescado. "Es que el pescado es el mejor afrodisíaco", dice Granados, quien como todos los años se pone feliz con la fiesta que se arma en el pueblo alrededor de la pesca artesanal.

Marisol González es testigo de algunas historias. Lleva más de 20 de sus 30 años laborando en el sitio llamado El chorro, con su caseta 'Los Gatos'. "Entorno al ambiente del puerto, pescadores y turistas han hecho amigos, han tejido romances y han surgido muchas anécdotas", dice.

En busca de pescados o 'sardinas', igual que Granados otros mil pescadores acostumbran llegar a Honda procedentes de Bogotá, la Costa Atlántica, Pacífica, los Santanderes, Tolima y los Llanos, entre otras regiones del país para aprovechar la 'multiplicación de los peces' y de los ingresos para sus bolsillos.

Por estos días, el precio de la yunta de pescado (15 peces) oscila entre 1.500 y 2.000 pesos y una canecada (15 yuntas) cuesta alrededor de 30.000.

El ingreso promedio de un pescador que tiene todas sus herramientas es de 35.000 pesos, libre de gastos.

Un pescador repelero, es decir aquel que no posee los instrumentos, obtiene 15.000 pesos. Los instrumentos de pesca más utilizados son: congolos y atarrayas, entre otros.

Todos bien saben que la alegría de la subienda no sería posible si los mismos pescadores no se concientizan de la importancia de conservar el recurso pesquero.

Y eso sí que lo sabe Hugo Granados, quien recomienda a sus colegas "devolver al río el pescado pequeño, que no cumple con la talla".

Carlos Julio Martínez, en la ribera del río a su paso por Honda, reconoce que "subiendas como las de hace 20 ó 30 años no volverán pues el río está acabado", dice con un dejo de tristeza, mientras al frente del cambuche levantado con palos de madera y hojas secas de palma (hay otros 20 a lo largo de 100 metros) se extingue el fogón donde preparó viudo de pescado para desayunar y almorzar.

Aunque todo tiempo pasado fue mejor, Martínez admite que esta subienda es la mejor de esta década y recuerda que hace 15 días vendió la sarta de nicuros (12 pescados) a sólo 800 pesos. Hoy, esa misma cantidad no la deja en menos de 3.000 pesos. "Estamos esperando otra 'punta' (un pico alto en la temporada de pesca)", dijo Humberto Olaya, un pescador de 65 años.

Olaya espera la 'punta' de la subienda como una oportunidad para competir mejor con los pescadores que utilizan redes de mayor capacidad, como chinchorros y trasmallos, aguas arriba de La Dorada, hacia Puerto Salgar (Cundinamarca). "Este año, en comparación con el anterior, está bajando más pescado, pero allá arriba se quedan con todo y quién les dice algo", dice.

Los pescadores de Bucamba se quejan de los chinchorros y lisos, pero algunos, sobre todo los más jóvenes, quisieran hacer parte de las 'sociedades' que llegan desde noviembre y diciembre para coger un puesto en el río.

"Las chinchorras no dejan pasar los peces grandes (bagres, mueludas o doradas) y nos dejan la polilla (peces pequeños)", comenta Martínez.

Ante esto es poco lo que el Gobierno puede hacer. El Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder), tiene un solo funcionario para el lecho del Magdalena entre Puerto Berrío (Antioquia) y Honda (Tolima) para vigilar a los pescadores, el biólogo marino José Espitia.

Según él, los chinchorros están permitidos, pero el liso (una red que puede atrapar cualquier pez) no y a pesar de esto se está utilizando a todo lo ancho del río en esta zona.

Pero la raíz del problema no está, explicó Espitia, en las redes, sobre las que siempre habrá polémica, sino en el tamaño de los 'ojos' de éstas. "Cada arte (atarraya, ralera, chinchorro...) tiene un ojo permitido, pero cuando se utiliza uno más pequeño se irrespetan las tallas mínimas", dice y a largo plazo tal vez esta práctica acabe con una tradicional fiesta.


Saberes culinarios

La sazón de la abuela está presente en nuestra memoria, nos recuerda los momentos gratos que hemos compartido con nuestra familia. De sus deliciosas recetas —producto de años de experiencia en la combinación de ingredientes y forma de cocer, ahumar, freír, asar o guisar— resulta el plato que nos gusta disfrutar con nuestros amigos.

Debido a su cercanía con el río es justamente en este donde encontramos uno de los platos que, aunque casi extinto, forma parte del patrimonio inmaterial de Honda: El viudo de cabeza de bagre.

Pese a que en Honda la cultura culinaria está atada al pescado con su viudo de capaz, bocachico y nicuro, y el sancocho de pescado, es el viudo de cabeza de bagre el que tiene una significación especial.

Hay estudios históricos que demuestran el comercio activo que tenían los Ondamas con los Chibchas y los Panches. Los indígenas pescaban el bagre, que por entonces era de mucho mayor tamaño, lo lonjeaban y secaban al sol. Dichas lonjas eran intercambiadas con los Chibchas al norte y con los Panches hacia el sur, llegando el bagre hasta Quito. Así, la única parte que no era canjeable era la cabeza y de allí nace el viudo de cabeza de bagre preparado con plátano.

Receta: Vierta dos litros de agua, tres cabezas de bagre, y el plátano pelado. Deje hervir por dos horas, luego agregue las papas, sazone y deje hervir por 30 minutos más.

La cabeza de bagre también es ahumada aunque este plato también es preparado en otras regiones del magdalena.


Medicina Tradicional

El conocimiento sobre la naturaleza también nos brinda el remedio a los males del cuerpo y del alma. Las comunidades que viven en contacto más directo con la naturaleza saben que en la selva, la montaña o el monte están los remedios. Los hierbateros, curanderos, tongueros, parteras, pegahuesos, chamanes, mamos, jaibanás, payes, curacas y demás médicos tradicionales han aprendido, durante largos años de preparación con sus maestros, los secretos de la naturaleza. Algunos usan plantas como la coca, el tabaco y el yajé para comunicarse con los espíritus de las plantas, de los animales, del agua, de las piedras, de las montañas y de sus ancestros y así pedirles ayuda, bien sea, en una curación o para lograr armonía en las relaciones de su comunidad.

Sin embargo, la medicina tradicional en Honda ya no es practicada. Algunos alimentos son usados como afrodisíacos como la cabeza del bagre, pero en general, no existen medicinas o saberes medicinales que provengan del puerto.


Elaboración de objetos, instrumentos, vestuarios, construcciones y ornamentación corporal

Con el conocimiento sobre la naturaleza y sus recursos, y por medio de habilidades y procesos artesanales, podemos elaborar sombreros, ruanas, canastos, vasijas, muebles, adornos, juguetes, puentes, viviendas, instrumentos musicales y muchos otros artefactos, construcciones y ornamentos que tienen utilidad y significado en nuestra vida cotidiana. Algunos de ellos nos identifican como comunidad heredera de esas técnicas, oficios y destrezas.

Tanto el proceso de transmisión de conocimientos para obtener los recursos de la naturaleza, como la capacidad de transformarlos en objetos útiles o artísticos hacen parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial, el que renovamos con el paso del tiempo de acuerdo con nuestras necesidades y gustos.

La cultura del río nos ha entregado un proceso de transmisión de conocimiento bastante particular que, aunque no pertenecen de manera exclusiva a Honda, si lo son de todo el magdalena.

Los Ondamas eran expertos pescadores pero sus saberes acerca de la navegación y del río se extinguieron con su muerte. Sin embargo, algunos de ellos enseñaron parte de las técnicas de navegación como las canoas hechas de un solo tronco, delgadas y muy rápidas.

La fabricación de canoas es una tarea laboriosa aunque ya son muy pocos los que emprenden este ancestral trabajo. Se una un árbol grande de cedro y se lo deja en el suelo por un par de meses para que la madera se seque completamente. El tronco debe ser recto y sin defectos, de 5 a 12 metros de longitud y un mínimo de 80 cm. de diámetro. La primera tarea consiste en cortar superficialmente el tronco hasta dejarlos con una "cara" plana, la misma que es excavada con un hacha hasta una profundidad de 50 cm.

Asimismo se procede a delimitar los extremos de la canoa para luego llevar a cabo el tallado de la forma externa del tronco, manteniendo la simetría que requiere la embarcación.

Posteriormente se procede a quemarla, para impermeabilizarla, igualar la irregularidades del tallado y ensanchar la parte media de la embarcación.

Sin embargo, el ingreso de nuevas formas de transporte fluvial, y nuevas técnicas industriales de pesca, han condenado al olvido estos saberes que aún subsisten en las manos de los viejos pescadores, así como la fabricación de utensilios de pesca: chinchorros, atarrayas, etc.

Los artesanos de Honda fabrican los chinchorros y las atarrayas en una actividad a la que se dedican varias familias, pocas con máquinas tejedoras y la mayoría de manera manual. El arreglo de esos utensilios también recaen en las manos de estos pocos artesanos del puerto.

Por su poco volumen y facilidad de consecución de la materia prima los chinchorros de nylon desplazan a los de fibras naturales. Sin embargo, el proceso de tejido se sigue manteniendo desde tiempos inmemoriales y llegan a ocupar un importante lugar dentro del patrimonio inmaterial de Honda.

Esta red de pesca puede ser pasiva (red de cortina, red trampa), inmóvil, requiere que el pez se enrede en ella; activa (red de cerco, red de arrastre, etc), móvil. El paño o malla, y los cabos pueden ser fabricados con fibra natural como el cáñamo, el algodón o fibras sintéticas como el nylon.

 

Expresiones musicales, sonoras y dancísticas

Disfrutamos de la música gracias al conocimiento que nos permite cantar, elaborar instrumentos, afinarlos y producir sonidos con ellos. Organizamos y combinamos estos sonidos en ritmos, melodías y armonías de formas muy variadas y particulares. Todo ese conocimiento musical y sonoro lo hemos aprendido de nuestros mayores y de la gente con la que hemos compartido la vida. Es parte del patrimonio inmaterial que habita en nuestra memoria colectiva y así nos permite demostrar quiénes somos.

Sin embargo, la expresión musical y sonora de Honda ha sido completamente desplazada por la música foránea. El vallenato y la música de despecho es la única que se escucha en los bares y en las casas olvidando un pasado lleno de música colombiana que sólo se sostiene gracias a esfuerzos individuales pero que no garantizan una presencia dentro del patrimonio inmaterial del puerto.

Lo mismo ocurre con las expresiones dancísticas que no representan parte de la tradición hondana sino que forman parte del trabajo cultural de sus habitantes como una manera de acercarse a las diferentes culturas del país.

 

Expresiones rituales, escénicas, ceremoniales, actos festivos, juegos y deportes

Las fiestas y los carnavales del sitio en donde vivimos son momentos importantes de encuentro en los que celebramos fechas importantes de la historia, agradecemos a los santos y a la naturaleza por la cosecha o nos dedicamos a jugar y a volver al revés el pueblo. Para que se haga como nos gusta, se prepara con anticipación: las abuelas enseñan el secreto para que el dulce quede en su punto, los músicos ensayan el repertorio que acompañará las coreografías de baile, los artesanos muestran todo su ingenio en carrozas, máscaras y muñecos. Los vecinos se unen para inventar coplas, organizar el recorrido y hacer el sancocho.

Las fiestas y los carnavales del sitio en donde vivimos son momentos importantes de encuentro en los que celebramos fechas importantes de la historia, agradecemos a los santos y a la naturaleza por la cosecha o nos dedicamos a jugar y a volver al revés el pueblo. Para que se haga como nos gusta, se prepara con anticipación: las abuelas enseñan el secreto para que el dulce quede en su punto, los músicos ensayan el repertorio que acompañará las coreografías de baile, los artesanos muestran todo su ingenio en carrozas, máscaras y muñecos. Los vecinos se unen para inventar coplas, organizar el recorrido y hacer el sancocho.

En Honda como en el Tolima grande hay una gran influencia de las festividades del San Juan y de San Pedro, sin embargo no son sus festividades tradicionales. El Festival Nacional del Río que se realiza desde hace más de 15 años se ha convertido en el carnaval por excelencia de Honda.

El evento se realiza con la participación de delegaciones de los distintos departamentos por donde pasa el río más grande de Colombia y tiene el apoyo del ministerio de cultura.

Son cuatro días en donde se destaca el desfile de embarcaciones por el río Magdalena, los eventos deportivos de navegación además de las diferentes revistas folclóricas de los municipios participantes. Sobresale la Cumbre Cultural Homenaje en donde se discuten las obras alrededor del eje temático la cultura y el río, el río y la cultura que enmarcan todo el patrimonio cultural de Honda y del río Magdalena.

Este evento sin duda debe entrar a formar parte del patrimonio inmaterial como una muestra de la cultura que no debe olvidarse para las generaciones venideras.

 

Formas tradicionales de organización social, jurídica y política

Las formas tradicionales en que nos organizamos, resolvemos nuestros problemas y afrontamos los nuevos tiempos, asociadas a las tradiciones orales, las ceremonias y los rituales con los que damos solución a los conflictos, también hacen parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial. Son un patrimonio muy valioso, porque de él depende nuestra estancia en el mundo como seres sociales.

En Honda no existen formas tradicionales de organización social debido a la completa extinción de los grupos indígenas

 

 

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