MONOGRAFÍA DE HONDA

 

Es urgente la necesidad de contribuir a un mejor conocimiento de nuestra historia nacional partiendo del examen de las condiciones concretas de la producción en regiones o subregiones con características socio-económicas más o menos homogéneas y con desarrollos claramente definidos espacial y temporalmente.

Honda representa no sólo uno de los puertos fluviales más importantes sobre el Magdalena sino que fue un protagonista de la historia reciente de nuestro país. Hoy, con una arquitectura dominada por los puentes que atrae un incipiente turismo, Honda sigue siendo un importante referente económico del departamento del Tolima.

 

1. INFORMACION GENERAL

Descripción Física:

Honda se encuentra al norte del departamento del Tolima, situada a la orilla occidental del río Magdalena. Su posición es de 5 grados 12’ latitud norte y 73 grados 58’ longitud oeste. Montañoso en algunas partes, se encuentran zonas extensas y planas localizadas en las cercanías del río Magdalena. Sus accidentes orográficos más emblemáticos son las cordilleras de Flor colorada, Lumbí y Reno, los cerros Cara de perro, Jardín y Perico y las cuchillas de Chunchulla, La luisa, Pitalito, Potrero, Santa Elena, Tambor y Venado. Sus mayores alturas no alcanzan 550 metros sobre el nivel del mar.

Límites del municipio:

Limita por el norte con el departamento de Caldas, por el oriente con el Río Magdalena y el departamento de Cundinamarca, por el sur con Armero-Guayabal y por el occidente con Mariquita

Extensión total: 309 Km2

Extensión área urbana: 1.50 Km2

Altitud de la cabecera municipal (metros sobre el nivel del mar): 225

Temperatura media: 25º C

Distancia de referencia: 145 Km de Ibagué

En el aspecto demográfico según el censo del DANE hecho en el año 2005, posee una población de 26.873 habitantes, hay 7.483 hogares y 201 unidades agropecuarias. Es el municipio más urbano de Colombia pues el 97% se encuentra en la ciudad.

 

2. RESEÑA HISTÓRICA

Afirma la historiadora Ana Belén L., que no existe acta de fundación de la ciudad pues a la llegada de los conquistadores españoles había ya en ella una población indígena de vieja data, habitada por indios Caribes de la parcialidad Panche, denominados los Ondamas o Hondas según los cronistas. Ni siquiera se cumplió la incorporación a la corona de esa población como era costumbre.

Tampoco se ha podido establecer la época en que se creó la viceparroquia pues Honda duró largo tiempo figurando como dependiente de la Parroquia de Mariquita.

Es curioso que en las crónicas aparezcan Jerónimo de Melo y Pedro de Lezma tratando de organizar la navegación en canoas y el puerto de embarque en 1529, si que hubieran sido reducidos los indios de la región, que pertenecían estos panches a las tribus Onimes y colindaban con los Pantágoras o Palenques, y con los Calamoinas y Chapaimas. Los Ondas u Ondamas poblaban la parte derecha del río Magdalena que llamaban Gallote, más tarde Pescaderías, y luego Puerto Bogotá, en la desembocadura del río Gualí.

Probablemente el Capitán Francisco Núñez Pedrozo visitó el lugar, e impuso en calidad de encomendero al Capitán Miguel de Otañez, residenciado n Mariquita. Este capitán murió en 1565 y, un año más tarde, la encomienda fue otorgada al mariscal Gonzalo Jiménez de Quesada.

El capitán Baltasar Maldonado en son de conquista estuvo en el puerto de Honda en 1540, en compañía del Capitán Rivera, siendo sus verdaderos conquistadores.

Afirma Josué Bedoya que los hijos del sol, precolombinos, dominaban estas tierras marginales del río Magdalena sin que nadie se atreviera a disputárselas ni siquiera los señoríos Chibchas y Sugamuxi con quienes guerreaban con frecuencia, en recios combates en los que jamás fueron vencidos.

Estos pueblos indígenas de nacionalidad Panche, eran hombres robustos, hercúleos, su tez era ligeramente pálida, ojos oblicuos, nariz aguileña, frente ancha, cabeza piramidal deformada artificialmente a la manera de los escitas y pobladores del Asia Mayor a quienes al parecer pertenecen étnicamente.

Como característica mantenían el cabello lacio y largo, amarrado en cola de caballo, sostenido por un cintillo en el que se colocaban abundantes plumas de aves de brillante colorido. Desde muy niños se entrenaban en el manejo de las armas, lanzas, flechas, macanas y hondas arrojadizas. Su valor no tuvo límites… no temían a la muerte. Los conquistadores españoles los calumniaron premeditadamente tachándolos de caníbales , porque uno de sus ritos religiosos consistía en que al morir uno de sus grandes jefes o individuos sobresalientes por sus hechos en la guerra o en el manejo social de las tribus, creían que al beberse su sangre y comérselos en ceremonia especial se les transmitían sus virtudes.

En las excavaciones de sus tumbas se han encontrados instrumentos de labor, banderas, ídolos, dentro de urnas funerarias, aunque no se han encontrados restos ahumados humanos o pruebas de canibalismo.

Cultivaban fríjoles, pepinos, plátanos y preparaban bebidas embriagantes. Preferían a la luna, pero adoraban asimismo al sol. Su dios supremo estaba representado por un ídolo de tres cabezas, seis brazos, reminiscencia de la representación de la divina trinidad de las remotas naciones asiáticas, de donde quizá provino el nombre de mohanes y chamanes dotados a sus sumos sacerdotes.

Cuando Gonzalo Jiménez de Quesada, en compañía del capitán Nicolás de Federmán y Sebastián de Belalcázar, llegaron a Honda en 1539, a mediados del mes de mayo, permanecieron en el lugar hasta principios del mes de junio siguiente, siguiendo viaje hacia Santa Marta río abajo. De ahí en adelante fue intenso el movimiento fluvial ya que se convirtió Honda en el puerto donde llegaban todos los cargamentos llegados de España, al tiempo que partían los despachos de oro y bienes que los conquistadores arrebataban a los indios durante su conquista. A fuerza de látigo y pésimamente alimentados, los bogas indígenas regresaban de la Costa Atlántica totalmente agotados y en malas condiciones de salud pues sólo les daban como alimento, para tan largo tránsito, pocas cantidades de maíz tostado al que le agregaban el pescado que podían hallar sin anzuelos y sin redes. Mes a mes morían por montañas, arrojados a las playas sin ninguna consideración, expuestos a su suerte, siendo reemplazadas por nuevas remesas de indios capturados en el interior del país, pues muy pronto se exterminaron las tribus ribereñas, hasta el extremo de, que según Fray Pedro Simón, en escaso término murieron más de un millón y medio de indígenas.

Los capitanes Alonso de Olaya y Francisco Gómez de Feria organizaron las primeras flotas de navegación, viajando a la villa de Mompox. Luego constituyeron o compraron en Santa Marta tres barcos de mediana capacidad, hasta de cien botijas cada uno, según las crónicas. En 1555, Alonso de Olaya fue nombrado Alcalde Mayor, siendo la primera autoridad del lugar.

En 1559, los dos capitanes se asociaron con Hernando de Alcocer, habiendo obtenido permiso para comprar negros africanos, para sustituir los indios cuyo número había disminuido, dedicándolos a la faena de bogar en el río con grandes dificultades puesto que no conocían los riesgos de la navegación.

Los primeros misioneros que iniciaron el adoctrinamiento de los indígenas en Honda fueron los frailes Dominicanos, en 1572, y luego llegaron los Franciscanos en 1600 y los Jesuitas en 1620.

El puerto adquirió notables importancia, los ranchos antiguos alternaron con casas al estilo español y en menos de cien años floreció la ciudad como una de las mejores del reino.

La ciudad se fue formando a la manera de las villas andaluzas con callejuela, encrucijadas, balcones, senderos empedrados, techos de teja de barro, tiendas y comercios que brindaban artículos llegados de muchas partes lejanas del mundo.

Leyendas, historias trágicas y divertidas tejían su vida porteña. Aventureros, nuevos millonarios y extraños títulos nobiliarios se multiplicaban en su vecindarios, y era centro de virreyes, oidores, visitadores reales y toda clase de “turistas españoles”, así como de los encopetados y altivos capitanes que dirigían las expediciones de conquista.

La importancia de la ciudad de Honda en el reino de la Nueva Granada fue notable en los tiempos del descubrimiento y de la colonia, sin embargo, los designios del destino le fueron adversos. Decayó la producción de oro y plata de Mariquita, Ibagué, Sabandija y Santa Ana y la corriente comercial fue reduciéndose pasando del auge a la ruina que la completó el terremoto de 1805

Por medio de Real Cédula expedida en Madrid y puesta en ejecución por el presidente de la Real Audiencia, don Martín de Saavedra y Guzmán, se le confirió la calidad de Villa el día 5 de febrero de 1644. Su primer Alférez Real fue el capitán Bernardo Pretel, y primeros regidores como Alcaldes Ordinarios Juan Capa de Lagos y Bernardo Pretel, de la Santa Hermandad Francisco de Zúñiga.

El honor de haber sido erigida en Villa y de haberle concedido el imperio español escudo de armas, le valió un lugar que sólo había sido otorgado a Santa fé, Cartagena y Popayán.

Honda desarrolló con Mompox; puerto interno de Cartagena; una relación temprana y debido a los privilegios derivados de su posición, se convirtió inicialmente en uno de los dos principales puertos de redistribución en el Nuevo Reino de Granada y de tráfico hacia el exterior. Respecto al volumen de mercancías, se ha podido establecer que en las bodegas de Mompox se tenían hasta 2.000 botijas de vino para transportar a Honda. También llegaban otros productos como el jamón y la cera de España.

Desde sus inicios, fue asiento de españoles importantes; que se dedicaban al comercio unosy otros a la encomienda de la boga; albergó también, por supuesto mestizos, indígenas muchos de ellos forasteros, negros, mulatos, zambos y pardos, lo cual indica una actividad significativa por la presencia de un conglomerado humano tan variado. Por su carácter de puerto comercial importante, ya en aquella época fue escenario del contrabando. Por el año de 1640, se supo, por una lista accidental, que entre encomenderos, comerciantes y residentes de la ciudad con fortuna, había 37 españoles, quienes hicieron contribuciones a unas milicias que se habían creado para reprimir el tráfico ilegal de mercancías y mano de obra.

Las órdenes religiosas de Jesuitas y Franciscanos se establecieron entre 1620 y 1641; en este último año en la margen derecha del río Gualí se construían las casas de teja con su tienda, mientras que en la margen izquierda se encontraba la población indígena, y se contaba ya con juez de puertos y de canoas.

Algunos españoles de los más poderosos y con intereses comerciales en el puerto, tomaron la iniciativa de solicitar su erección en Villa independiente, administrativa y jurídicamente, de la ciudad de Mariquita. Dicha solicitud fue acompañada del ofrecimiento de 5000 pesos que fueron depositados en las cajas reales, y recibió aprobación de Felipe IV por real cédula del 4 de Marzo de 1643.

Al ejecutarse la real cédula, se designó la iglesia, la plaza, casa del Cabildo, la cárcel, se establecieron los límites de la nueva Villa, los ejidos, y se formó el Cabildo por elección.

La construcción de la ciudad continúo a pesar de que muy temprano contó con bodegas y posteriormente tiendas y hospedajes; el número de inmuebles nuevos para diferentes fines se fue incrementando. Por ser actividad económica esencialmente comercial, fue espacio de de distribución de bienes y servicios, mas no de producción; por tanto, su población tiene un perfil de comerciantes, tratantes y en general de estar de una u otra manera relacionada con el comercio y todo lo que genera en su desarrollo dicha actividad.

Por el número de la población y la actividad creciente del puerto, las comunidades religiosas se acrecentaron con la llegada de los Agustinos y los Dominicos. La Villa, por estar situada sobre la principal arteria vial de la Nueva Granada (el río Magdalena), y ser su posición geográfica un cruce de caminos, estableció diferentes redes comerciales: al Norte con Mompox, Cartagena, España, Europa; hacia el sur con Neiva, Quito y Perú, por medio del río. Por tierra con Santa Fe y Tunja, hacia el Sur y Sur Occidente Cali, Popayán, Manizales, y hacia el Noroeste la Provincia de Antioquia.

A través del siglo XVII e inicios del siglo XVIII, en la ciudad se creó un amplio círculo de abastos, de agentes compradores, de vendedores, de espacios de depósito y distribución. De España llegaban además de la cera, el vino, el jamón, los aceites, las aceitunas, bizcochos, brocados, terciopelos, mantas, calzado, espejos etc. Del nuevo Reino y Quito, el oro, la plata, cacao, añil, trigo, tejidos de algodón, bocadillos, quesos etc. Con el incremento del comercio aparejado al desarrollo de la colonización, el número de unidades de productos naturales y manufacturados en las transacciones aumentaba; se sabe de un comerciante que en un solo envío de Mompox a Honda, embarcó 150 quintales de hierro; otro, hizo transportar 100 quintales de hierro y 400 botijas de vino.

 

El siglo XVIII

Durante el siglo XVIII, al aumentar la actividad comercial, aumentó la población y por consiguiente el gremio de los comerciantes, que se constituye en una clase adinerada y poderosa, lo cual se reflejó en la arquitectura de la ciudad; casa de dos pisos con almacén o tienda, edificaciones relacionadas directamente con su actividad como las bodegas.

Por su vida típicamente comercial, también surgieron inmuebles o negocios para prestar servicios de hospedaje como las posadas, lugares de reposo o albergue a los arrieros, bogas, viajeros, comerciantes itinerantes; y en medio de estas transformaciones aparecieron también, como era de esperarse, las casas de citas. El crecimiento de la ciudad, en cuanto a la construcción, se corrobora con la presencia en ella de alarifes, carpinteros, herreros, albañiles etc. Desde el siglo XVII se tenía un inmueble destinado para prestar precariamente servicio de hospital, pero fue a mediados del siglo XVIII cuando se destinaron los recursos y se estableció formalmente el hospital, que fue administrado por los religiosos de la orden de San Juan de Dios.

También a mediados del Siglo XVIII, se remodeló la cárcel. Y se contaba con dos puentes sobre el río Gualí y la Real Fábrica de Aguardiente.

Con el establecimiento del estanco del Tabaco, del Aguardiente y su administración en Honda, así como con la posterior creación de la fábrica de aguardiente, como ya se ha dicho, surgieron los cultivos de caña, venta de cacao y la reactivación de la minería, lo cual hizo que la ciudad tuviera un gran crecimiento económico, consolidándose como centro de redistribución hacia los cuatro puntos cardinales.

Al declinar el siglo XVIII, la ciudad fue perdiendo su preeminencia comercial, por la apertura de nuevos caminos.

Con el terremoto de 1805, la Villa de Honda llegó a un estado de postración inimaginable. Un anónimo dice acerca de la ciudad: "En el sitio que existe hoy el lindo pero pequeño pueblo de Honda, hubo en otro tiempo una hermosa y grande ciudad… por donde subían las mercancías que venían de la costa, sus habitantes eran en su mayoría prósperos y ricos mercaderes, pero la hermosa ciudad fue destruida…".

Todos los viajeros que por aquella época inmediata al terremoto, pasaron por la ciudad y manifestaron sus apreciaciones por escrito, coincidieron en afirmar que fue una ciudad muy importante, con una arquitectura magnífica, pero era deprimente verla en el estado de ruina en que quedó después del terremoto.

Lenta fue la recuperación de la ciudad, que estuvo liderada por la clase adinerada. Los factores que jalonaron la reactivación económica fueron varios: la navegación a vapor por el río Magdalena, el cultivo del tabaco y su exportación, las exportaciones de café, la reactivación minera, las nuevas políticas de libre cambio, junto con su posición geográfica como centro de redistribución.

En este siglo identificado como XIX, se observa de nuevo el surgimiento de una infraestructura urbanística: la construcción nueva de dos puentes sobre el río Gualí por dos destacados comerciantes y uno metálico sobre el río Magdalena; el primero en todo el trayecto de esta arteria fluvial tan importante, construido por Bernardo Navarro, habiéndosele concedido el derecho de cobrar el pontazgo; la empedrada de algunas calles, la construcción de la casa Municipal, la reconstrucción del Hospital. Se repararon las iglesias, y las bodegas; se construyó por concesión el ferrocarril que unió los puertos de Arrancaplumas y Caracolí, ambos en la misma ciudad, el uno al inicio del Bajo Magdalena, el otro al final del Alto Magdalena. Más tarde la línea férrea se extendió hasta la Dorada.

El crecimiento económico fue notable y, en consecuencia, se establecieron nuevos comerciantes e inversionistas en la ciudad. Se abrieron, incluso, consulados de países extranjeros; y aparecieron las primeras sociedades comerciales, destinadas principalmente al comercio exterior.

El florecimiento independentista tuvo a Honda como epicentro de los actos que se llevaron a cabo en todo el reino de Granada. La provincia de Mariquita no era ajena a los cambios que se presentaban. Los corregidores realistas hacían lo imposible para que la corona no sucumbiera ante los cambios sociales y políticos, y con motivo de los sucesos del 20 de julio de 1810 se conformó en Honda, capital de la provincia, la Junta Suprema de la Provincia de Mariquita que acataba órdenes de la Junta Suprema de Santafé.

El 26 de julio de 1810, llega a Honda Antonio Villavicencio, quien había sido enviado por la corona para pacificar el nuevo reino pero terminó uniéndose al fulgor independentista.

Por los problemas que se presentaron con los habitantes del cantón de Ambalema, que no querían depender de Honda, el Estado de Cundinamarca envió al capitán Manuel del Castillo y Rada como corregidor intendente quien posesionado el 1 de abril de 1811, invitó al pueblo de la provincia a anexarse al Estado de Cundinamarca al tiempo que disolvió la Junta Suprema.

En Honda se creó el Batallón de Milicias de Infantería el 18 de diciembre de 1811 al mando del teniente coronel Antonio Viana. Por disposición de Antonio Nariño, presidente de la república de Cundinamarca, se sembraron árboles de la libertad, cuyo símbolo rendía culto a los patriotas. Honda fue la primera ciudad que sembró el árbol de la libertad el 19 de abril de 1813 en la plaza de San Francisco.

Al caer en Pasto el teniente general Antonio Nariño y su ejército derrotado, decae la república de Cundinamarca, por lo que José León Armero, se reunión con la Asamblea de la provincia el 20 de diciembre de 1814, del cual salió un bando que fue firmado el 22 en donde se comunica que la provincia de Mariquita es independiente de España, Cundinamarca o de cualquier otro gobierno.

La Convención constituyente y electoral lo nombró a comienzos de enero de 1815 presidente en propiedad y uno de sus primeros decretos fue la expulsión de todos los españoles radicados, prohibiendo su entrada al territorio, además de la creación del escudo de la República de Mariquita.

La corona española inició la reconquista de la Nueva Granada, al mando del Mariscal Don Pablo Morillo, enviando por el Magdalena al coronel José Donato Ruíz de Santa Cruz. El presidente de las provincias unidas a cuyo cargo se encontraba el dictador Madrid, observó que José León Armero no era el hombre apropiado para defender la capital por lo que designó a Antonio Villavicencio quien se desplazó a Honda, con sólo 25 hombres veteranos y algunos milicianos, sin poder hacer frente a los españoles debido a la traición de Juan Lerchundia, Felipe Pua y otros realistas quienes se tomaron el cuartel el 28 de abril de 1816. José León Armero fue decapitado en la hoy plaza del Rosario de Honda el 29 de octubre de 1816,

A medida que avanzaba el siglo XIX, la actividad ascendía al punto de que casas comerciales importantes de diferentes sitios del país, abrieron sucursales en Honda, especialmente en las últimas décadas. Aparecieron los primeros bancos, como el Banco Honda, creado en 1882 y el banco Americanos. Se fundaron varias fábricas: una de chocolates, otra de hielo, varias de gaseosa, unas de cerveza y algunas de jabones.

 

Cambiando de siglo

Al finalizar el siglo XIX e iniciar el siglo XX, Honda continuó su expansión económica y social. De 1890 a 1928 se incrementó el transporte fluvial, hasta llegar a una circulación de más de 100 vapores así: 30 en 1890, 38 en 1913, 133 en 1928.

Los extranjeros siguieron llegando; ingleses, alemanes e italianos; se continuaron creando sociedades. En 1919 se creó el Mercantile National Bank; además, se abrió una sucursal del Banco Dugand, y otra del Banco Alemán Antioqueño. Se fundaron varias trilladoras y compañías de seguros; se constituyó la cervecería Honda y una fábrica de vermífugos.

También se invirtió en una infraestructura importante: en 1917 Pedro A López puso en funcionamiento una hidroeléctrica junto con la red de distribución correspondiente; al año siguiente se construyó la carretera hacia Mariquita, el Hotel América para viajeros con poder adquisitivo alto, y la plaza de mercado, hoy monumento nacional.

Con la construcción de los ferrocarriles entre los puertos de Caracolí y Arrancaplumas, que luego se extendieron a Dorada y Ambalema, se hicieron los puentes: el Negro y el Pearson sobre el río Gualí, el de Quebrada Seca, sobre la quebrada del mismo nombre. Se fueron conformando los barrios Pueblo Nuevo y Arrancaplumas.

El nuevo país, con las divisas generadas por el café y otros productos de exportación, fue invirtiendo en vías e interconectándose por medio de las carreteras como la de Bogotá a Cali, y fue extendiendo la red férrea hasta Picaleña, Neiva, y a Girardot por medio del puente construido en 1.929, entre Flandes y el dicho municipio de Cundinamarca.

Surgieron otros puertos, marítimos como el de Buenaventura, fluviales como Nare y Puerto Berrío. En consecuencia, los vapores del río Magdalena no volvieron más a los puertos de Honda.

 

La economía de Honda en el siglo XX

En la década de los años 30, cuando terminó la hegemonía conservadora, el país enfrentaba los estragos de la gestión de los gobernantes, hechos que se vieron precipitados por los sucesos del 29 de octubre de 1929 con la caída de la bolsa de Nueva York.

El comercio de la ciudad sufrió repercusiones de consideración debido a la reducción de la exportación, la caída de los salarios, el desempleo, la reyerta burocrática que se impuso para lograr supervivir, la postración de la agricultura y el déficit de la tesorería que pululaba en los balances fiscales.

Son embargo, pese a las dificultades económicas de la época, al finalizar la década el incremento de las empresas manufactureras se incrementó considerablemente. Entre 1920y 1930 se crearon 809 empresas, en los cinco años siguientes la cifra subió a 1041 y al terminar, había 1764 nuevas empresas manufactureras.

A raíz del comienzo de las hostilidades que desembocarían en la segunda guerra mundial, la economía del planeta se vio implicada en el conflicto con la desestabilización de las economías dependientes. El agro y la manufactura constituían incapacidad para proveer las materias primas para la producción de grasas y aceites, bebidas y gaseosas y el sector textil debía satisfacer sus necesidades con un 79% de recursos importados.

La sorpresa económica la dio el café con sus magníficos precios que colocaron a los productores en muy buenas condiciones al situar a Honda en el tercer lugar a nivel nacional por las cantidades que afluían para su comercio.

A finales de la década del cuarenta, bajo el gobierno de Lleras Restrepo, la industria colombiana toma un inusitado impulso gracias a la posibilidad de invertir en divisas que los capitalistas criollos no habían podido gastar durante la guerra, sin embargo, el inicio de la violencia de mitad de siglo desencadenaría una época triste para el puerto.

Al terminar la década de los cincuenta, las medidas oficiales tendientes al apaciguamiento de los ánimos, convivencia humana y mejoramiento de la vida de las gentes, se recibieron con especial satisfacción en todo el departamento. Las diferentes firmas comerciales obtuvieron ganancias significativas que permitieron la realización de nuevas inversiones fortaleciendo la economía nacional.

En los años próximos a finalizar la década, la situación económica empieza a decaer por la cual se ve al turismo como objetivo de progreso, dado que las empresas estatales comienzan a ser trasladada a otros municipios.

Todo su comercio ha sido liderado por la Cámara de Comercio de Honda, una de las diez primeras cámaras de comercio del país.

 

Recreación y Turismo

El Municipio posee atributos que potencialmente lo hacen un posible destino turístico nacional e internacional, siempre y cuando se canalicen los esfuerzos administrativos y económicos, pues sin haber asumido unas políticas serias para desarrollar turísticamente a Honda, este renglón es fuente de ingresos para aquellas personas que por intuición o visión, establecieron negocios de prestación de servicios turísticos para aquellos visitantes que llegan por su situación estratégica, por su arquitectura y calles que crean una poética del espacio, por sus recursos hídricos como la quebrada la Picota de aguas límpidas y bosque de galería nativo, la quebrada Bernal, los cerros circunvecinos que invitan al senderismo y la observación de flora y fauna, la incorporación del río Gualí al espacio urbano, el río Magdalena que puede ser observado desde el Malecón recién construido, la gastronomía, su clima seco cálido, un Sol pleno y un Cielo muy azul.

Mediante decreto Nacional número 1192 del 26 de Mayo de 1977 se declaró "Monumento Nacional" el centro Histórico de Honda, sector antiguo de la ciudad. Posteriormente por decreto Nacional número 1756 del 26 de Noviembre de 1996, igualmente se declaró "Monumento Nacional el Edificio del Mercado Público", inmueble de estilo Greco Romano con 120 columnas, cuatro puertas inmensas de hierro forjado, construido sobre las ruinas del Convento de San Francisco desde el año 1918 y terminado en 1935. Por último con decreto también Nacional número 936 del 10 de Mayo de 1994 se declaró "Monumento Nacional, el Puente Navarro de Honda" sobre el río Magdalena, puente metálico construido en 1898 por la San Francisco Bridge Co. El señor Bernardo Navarro mediante concesión de peaje inició la construcción en 1894 y terminó en Diciembre de 1898. Junto con las anteriores declaratorias se hizo la reglamentación del centro histórico. Puede decirse que turísticamente aun es una gema por tallar. Además de lo expuesto, se encuentra cerca de otros dos centro históricos importantes: San Sebastián de Mariquita a 12 kilómetros y

Ambalema a 45 minutos por carretera asfaltada.

El Municipio posee cuatro hoteles campestres, cuatro que les siguen en importancia dentro del casco urbano, cuatro residencias en todo el centro de la ciudad. Además hay dos clubes vacacionales y cabañas para arrendar. Se encuentra también en muy buenas condiciones el primer parque acuático construido en el país con un Hotel recién construido, con varias piscinas entre ellas la de olas. Posee un parque deportivo sobre el río Gualí de propiedad del municipio, que no utiliza adecuadamente.

 

Transporte

Tiene servicio urbano de busetas únicamente diurno, y de taxi diurno y nocturno. Intermunicipal 24 horas hacia la costa Atlántica, Medellín, Manizales y Bogotá.

 

La fiesta patronal

San Bartolomé es el patrón espiritual de Honda. Su fiesta se conmemora el 24 de agosto. San Bartolomé fue uno de los doce apóstoles, evangelizó la India y la actual república de Armenia. Los paganos no le perdonaron que predicara la doctrina de Jesús y, acusado por sus enemigos de irrespetar los dioses nativos, lo desollaron vivo y luego lo decapitaron.

En la época en que se realizó la conquista y colonización de estos territorios americanos estaba muy difundida la devoción a San Bartolomé.

Conocida durante la época colonial como Villa de San Bartolomé de Honda, la imagen del santo que se venera en el alto del Rosario, donde existe una iglesia, está rodeada de historias y leyendas. Exhibe sus carnes desgarradas por el espantoso suplicio del desollamiento. Algunos cronistas dicen que esta imagen fue hallada flotando en las aguas del río Magdalena, siendo recogida por los pescadores y los feligreses que la llevaron a la iglesia.

Por un decreto firmado por el Arzobispo Antonio Herrán y Zaldúa, la capilla del Carmen se convirtió en iglesia Viceparroquial el 24 de agosto de 1861. Su jurisdicción comprendía los territorios ubicados cruzando el río Gualí.

Bartolomé entonces, es una expresión de la religiosidad hondana. Su devoción se proyecta al siglo XXI como un acto de profunda fe, robustecida por las modernas transformaciones que para adaptarse a los tiempos ha desarrollado la iglesia católica. En este puerto sobre el Magdalena, afirma Pedro Bernardino Sosa, los sacerdotes Vicente Imperial, Pedro de Ossat y José Alitrán, de la comunidad jesuita, fundaron en 1620 un colegio, aunque también se establecieron los franciscanos, los agustinos descalzos y los religiosos de San Juan de Dios, todos llegados luego de la primera avanzada de los Dominicos.

 

Honda la amurallada

Era común en el siglo XVI y XVII construir fuertes y grandes murallas para proteger las ciudades de los ataques piratas y combatientes europeos. Sin embargo, en Honda las murallas fueron construidas para evitar las fuerzas torrenciales del río grande de la Magdalena, Gualí y Quebrada Seca. Las murallas aún subsisten. Se encuentran desde el sector colonial de El Retiro a orillas de la Quebrada Seca, bajando por la actual calle a Ambalemita, para conectar con la cuesta de las Américas (Centro Comercial Celi) y allí orilla abajo del río Gualí cerca al inicio del barrio La Delicia.

El río Magdalena, por entonces, llegaba con sus aguas hasta topar con la muralla en donde otrora fuese bodega, luego Cuartel de la Ceiba, hoy Museo del Río y de las residencias que hoy existen.

En las restauraciones que se vienen realizando de estas casonas, afirme Tiberio Murcia Godoy, se observa claramente el relleno utilizado con arena del río y cómo se iban ganando terreno para la construcción de las viviendas.

Toda esa construcción se ve claramente en la parte colonial que enmarca el centro y El Retiro a la margen derecha del río Gualí. Porque además, ya en el sector del hoy barrio El Carmen, sus casas poseen murallas; este sector va hasta el sitio conocido como Cuartel de la Popa, que otrora fuese el convento de los Agustinos Recoletos, murallas que han sido destruidas para construir o ampliar sus viviendas que dan cara a la hoy Avenida de los Estudiantes.

Las del sector colonial se conservan como huella imperdurable de las múltiples construcciones y defensas contra ataque realizado por los españoles para proteger sus ciudades. Honda era y es una de ellas.

 

Algunos lugares especiales

  • Puente Navarro

Ubicado al oriente de la ciudad de Honda entre el barrio Pueblo Nuevo y la vecina inspección de Puerto Bogotá, municipio de Guaduas, se encuentra el centenario Puente Navarro que comunica a la ciudad tolimense con Bogotá.

Con el capital de don Bernardo Navarro Bohorquez, un boyacense emprendedor, se dio inicio a esta importante empresa el 13 de junio de 1894, terminando el 24 de diciembre de 1898. Fue inaugurado el 16 de enero de 1899. El puente en sus inicios contó con la colaboración del ingeniero José María Villa en la parte de mampostería. Es de estilo Cantilever y su costó fue de cien mil pesos oro americanos, aproximadamente.

Su importancia está basada en ser el primero en Suramérica en esas condiciones y el segundo en el continente. Comunicó el norte de Colombia (a través del Magdalena) con Bogotá. Gran parte de la civilización colombiana de finales de siglo XIX y XX pasó por este puente que luego de un buen tiempo de abandono fue restaurado en 1994 y declarado Monumento Nacional.

  • La Calle de las Trampas

Una de las calles con más historia del país es la Calle de las Trampas por ser testigo mudo del acontecer de la colonia y la república hasta nuestros días. En forma de zigzag y con su empedrado en donde participaron ingenieros españoles con mano de obra esclava, la calle tiene un toque mágico.

Afirma Tiberio Murcia Godoy que la calle “fue el sector residencial del grupo social más pudiente, la edificación fue mucho mejor. Las conocidas casas altas o de dos pisos eran propiedad de los principales comerciantes. A parte de ser de calicanto, balcón y teja, hay algo que la hace particular: la carencia de azote, aunque algunos tenían balcones”.

Esta calle no es atravesada por ninguna otra. Más bien, en ella nace la calle de la Broma, la cuesta San Francisco, Mr Owen, Zaldúa, el callejón San José para terminar en la calle Real, hoy de El Retiro, lo cual hace pensar que era estratégica como fortín militar, ya que al entrar a ella tenía comunicación directa con las cuestas y callejones mencionados.

  • Parque de las Américas

Desde la colonia esta plaza ha jugado un papel importante. Observando los dibujos de la época, se ve claramente que fue utilizada por los mercaderes y comerciantes como sitios de reunión. De ahí su nombre, aunque también es conocido como José Acevedo y Gómez y, recientemente, en 1986, como Alfonso López Pumarejo con motivo del centenario de su nacimiento. Sin embargo, el pueblo le continúa llamando Plaza de las Américas.

Alrededor suyo se encuentra la alcaldía, el banco de Bogot´pa, conocido anteriormente como banco Colombo Alemán y la casa del expresidente, además del monumento al chinchorrero donado por la junta de ornato en 1943 en la conmemoración del tercer centenario de ser eregida como Villa de Honda.

La plaza ha tenido varios cambios. Primero en piedra, luego encerrada con un bello jardín, hoy en día es dominada por árboles como la ceiba y entablado lo cual le hace más caluroso. Las farolas que posee son de la época republicana. Actualmente es sitio obligado de tertulia política, de vendedores de ganado y de plaza de fiestas en el Reinado Nacional del Río.

  • Catedral de Nuestra Señora del Rosario

Esta construcción data del siglo XVII y funcionó en sus comienzos como capilla doctrinera de los jesuitas a la cual fue entregada el 24 de agosto de 1620.

Sufrió en parte en el terremoto de 1805. Poseía a su lado izquierda una torre y luego se construyó la del centro. Sus imágenes en madera, son originales de la época y cuenta con una cúpula construida en el siglo XX con tres naves y cinco grandes portones.

  • Centro Cultural Alfonso Palacio Rudas

Esta construcción del siglo XVII fue sede de los jesuitas. Funcionó allí un convento, un colegio y un hospital que luego de la expulsión de los jesuitas fue atendido hasta la década del sesenta del siglo XX por los hermanos de San Juan de Dios.

Ha tenido grandes cambios pero aún conservan en gran parte su estilo arquitectónico netamente colonial. Ha desaparecido su capilla. Este edificio poseía un túnel que comunicaba con un alto en donde hoy se encuentra la bodega de cemento de los ferrocarriles.

  • Puerto Gallote

Puerto Gallote inició su construcción a partir del año 1955, cuando el 19 de noviembre fue nombrado como alcalde mayor Alonso de Olaya, con el fin de controlar el paso de embarcaciones y personas al nuevo reino.

Aunque su nombre deriva de desenvuelto, resuelto, algunos afirman que es Galeote, forzado que remaba en la galera. Pero más allá de esas consideraciones, este puerto es el primer puerto fluvial en al Nuevo Reino de Granada, aunque ahora sólo es visitado por canoas y balsas.

 

El periodismo

Honda a dado a la nación notables hombres de letras. El primer precursor del periodismo hondano fue Próspero Pereira Gamba quien editó en 1855 El Vapor.

Hombres de letras como Gonzalo París, José María Samper, Alfonso López Pumarejo, Alfonso Palacio Rudas, Roberto Soto Agudelo, entre otros, forjaron y engrandecieron a Honda.

En 1866 fue fundado EL PROGRESO y en 1873 AMOR PATRIO de Equino M. Treffy. En 1878 LA VOZ DEL TOLIMA de Miguel Agudelo. A partir de este momento fueron creados decenas de periódicos: INFORMACIONES, EL DIA, EL SIGLO, EL REGISTRO MUNICIPAL, UNIÓN NACIONAL, EL SALTO, LA VOZ DEL PUEBLO, EL GUALÍ, LA SERPIENTE, LA SEMANA, EL CORREO DE HONDA, EL COMERCIO, LA RAZÓN, LA SAETA, LA ÉPOCA, EL CONFESOR, LA UNIÓN, LA JOVEN TOLIMA, OMEGA, LAS BRISAS DEL GUALÍ, PRISMA, CONCILIACIÓN, PAZ, ECO DEL NORTE, PAZ Y AMOR, EL HERALDO, HONDA LITERARIA, LA LUCIÉRNAGA, EL OBRERO, INFORMACIONES, EL MOTOR, EL GLADIADOR, EL DERECHO, EL MOMENTO, LA PALABRA, RAYOS DE SOL, EL IMPARCIAL, MOSQUETERO, EL QUIJOTE, CIGALIA, COSMOS, LA VOZ DEL TOLIMA, EL ESFUERZO HONDA, MÁRMOLES, REVISTA HONDA, EL VIGÍA, EVOLUCIÓN, LA ANTORCHA, REVACHOL, REVISTA CULTURAL Y COMERCIAL, LLAMARADAS, IDEAS, TRAVESURAS, INDEPENDIENTE, RENOVACIÓN, CHANTECLER, UNIRE, EL CENTINELA, PRISMA, EL PREGONERO, EL ALCISTA, ARLEQUÍN ANTIFAZ, CARNAVAL, HERALDO DEL TOLIMA, EL SALTO, DIARIO DEL TOLIMA, TERTULIA TALIA, PROHHONDA, PALMERES, COREDUCACIÓN AL DÍA, EL RUNCHO, INDEPENDIENTE PUEBLO NUEVO, NUEVA TRIBUNA, EL CORREO DEL MAGDALENA Y COREDUCACIÓN.

 

Los personajes de Honda

Alfonso López Pumarejo es sin duda el más importante personaje que ha dado la ciudad

Político y estadista liberal, presidente de la República durante los períodos 1934-1938 y 1942-1945, nacido en Honda, Tolima, el 31 de enero de 1886, muerto en Londres, el 20 de noviembre de 1959. Alfonso López Pumarejo pasó sus primeros años en Honda, donde había venido a establecerse su padre, de origen bogotano, al servicio de la Casa Miguel Samper e Hijos; su madre era de origen costeño. Después se trasladó a Bogotá, e ingresó al Colegio San Luis Gonzaga y al Liceo Mercantil. Complementó su educación con clases particulares recibidas de personajes como Miguel Antonio Caro, Lorenzo Lleras, Juan Manuel Rudas y José Miguel Rosales. Años más tarde su padre, Pedro A. López, lo envió a Inglaterra, donde estudió finanzas en Brighton College; luego perfeccionó sus estudios en las disciplinas económicas en la Packard School de Nueva York. Regresó al país en 1904, cuando contaba con 18 años, y empezó a colaborar con su padre en la administración de la Casa López. Una vez terminado el período de educación y estudio, comenzó una ardua actividad que lo llevó por el campo de los negocios bancarios, la diplomacia, la política y el periodismo, en los cuales fue desarrollando un carácter «polémico, ardiente y decidido», aspectos que lo marcarían en todo el transcurso de su vida pública y de estadista, como dice Ignacio Arizmendi Posada. En la Casa López, que según Juan Lozano y Lozano, «no tuvo antecedentes ni ha tenido sucesores en nuestra vida económica, [pues] suscitó la creación de industrias que no se conocían, consolidó varias de aquellas que, como el café, estaban dispersas y desconcertadas, promovió la intensificación de los transportes, el progreso de la agricultura, el florecimiento de la banca»; López Pumarejo adquirió gran experiencia en el manejo de cuestiones financieras. Sin embargo, con su gran voluntad, capacidad e intuición, y una estructura intelectual más que adecuada para desempeñarse en cargos públicos, López siempre trabajó con una visión clara hacia la labor política, la que le apasionó durante toda su vida. En 1915 resultó elegido diputado a la Asamblea del Tolima. Más adelante emprendió iniciativas de gran importancia, como la fundación del Banco Mercantil Americano en 1918, la Compañía Mercantil de Ultramar, el Diario Nacional, y otras. Hacia 1924 entró definitivamente por el camino de la política y desde las páginas del Diario Nacional y La República, comenzó a luchar en favor de su partido, «con el valor civil y la prestancia intelectual de quien se sabe vocero y portador de una justa causa,>, en palabras de Carlos Perozzo. En 1925 fue elegido representante a la Cámara. A partir de este momento, López dejó entrever su fibra de conductor de pueblos, su vocación de líder y de estadista. Desde esta posición, emprendió campañas en pro de la economía nacional y, a la vez, se impuso como el opositor más aguerrido al régimen imperante. Su imagen empezó a reflejarse en el ámbito político nacional, y finalmente su empuje y vocación lo llevaron a la mesa directiva de la Dirección Nacional Liberal en 1929. López supo ver en ese momento la oportunidad del partido liberal para recuperar el poder y Llamó a la unión. Dividido el partido conservador entre los seguidores del poeta Guillermo Valencia y los del general Alfredo Vázquez Cobo, el liberalismo, unido en torno al nombre de Enrique Olaya Herrera, triunfó en las elecciones de 1930, acabando con la larga hegemonía conservadora. Como jefe único del partido liberal, López Pumarejo se encargó entonces de la organización del partido, al tiempo que colaboró activamente con las reformas económicas, tributarias y financieras que el gobierno necesitaba hacer. También desempeñó varios cargos de responsabilidad; fue presidente de la delegación colombiana a la Conferencia Panamericana de Montevideo, el 14 de diciembre de 1933, y en 1934, huésped transitorio del Consejo Directivo de Unión Panamericana.

 

Primer gobierno

El 6 de noviembre de 1933, López Pumarejo aceptó la candidatura presidencial para suceder a Olaya Herrera, y con la ausencia de contendor por parte del conservatismo fue elegido por casi un millón de votos. Inició su gobierno el 7 de agosto de 1934, poniendo en práctica los mecanismos en que basó su programa, y que tratarían de hacer realidad la República Liberal y ejecutar la "Revolución en Marcha", su lema, que él definió como «el deber del hombre de Estado de efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución por medios violentos». Este lema, acuñado durante la campaña, era para Gerardo Molina lo que habría de ser «el comienzo de la revolución agro-industrial, la que tenía en su favor muchos elementos para realizarse si el liberalismo se hubiera decidido». La Revolución en Marcha apuntaba hacia la modernización del país y su inmersión en el ámbito de la economía capitalista. El primer gobierno de López Pumarejo, más fecundo y de mayor proyección histórica que el segundo, según sus analistas, fue eminentemente reformista. Así, bajo los postulados del partido, que buscaba darle al país un desarrollo agrícola e industrial que le permitiera convertirse en un Estado moderno, López presentó, al final, ejecutorias como las reformas constitucional, tributaria, universitaria, judicial, laboral y de relacioñes exteriores. En cuanto a la reforma constitucional, Acto legislativo N° 1 de 1936, el gobierno de López, al decir de Jorge Mario Eastman, estableció «nuevas pautas jurídicas para la acción del Estado y otras normas de conducta política para los ciudadanos». Según Eastman, las reformas constitucional, legal y normativa de la República Liberal obedecieron a un planteamiento orgánico que buscaba el ajuste del régimen democrático a las realidades sociales y económicas de la época; las bases sobre las que López fundó sus reformas institucionales fueron: «La Revolución en Marcha, movimiento de sustentación popular de la nueva política; el partido de gobierno, promotor del cambio; y el sindicalismo, presencia organizada de los trabajadores>,. Se cambió la concepción del Estado gendarme, propia de la Constitución de 1886, por la del Estado como entidad capaz de obligar al ciudadano al cumplimiento de sus deberes sociales. Según Timoleón Moncada, senador de la época, esto significaba que el individualismo sería sustituido por la función social, que el individuo tendría la obligación de hacer lo que fuera necesario para fortalecer la sociedad y debería abstenerse de lo que pudiera debilitarla. El constituyente de 1936 definió la propiedad por su función social. Ahora el Estado intervendría en la economía del país, con la intención no sólo de racionalizarla, sino de dar al trabajador una protección, introduciendo un equilibrio entre las relaciones obrero-patronales, pero este artículo fue suprimido en la reforma constitucional de 1968. La reforma tributaria estableció el impuesto directo, y que las industrias y grandes empresas tributaran más que antes. Se elevó el impuesto a la renta; se dispuso que las rentas consolidadas por posesión de capital fueran gravadas más fuertemente que las derivadas del trabajo; se crearon los impuestos de patrimonio y exceso de utilidades; y se introdujeron cambios en los impuestos sobre la masa global hereditaria, asignaciones y donaciones. La reforma agraria aspiraba a redistribuir la tierra y ponerla en manos de quienes la trabajaban; se dictaron normas en cuanto se refería a las tierras bien explotadas, en la medida en que se debían establecer condiciones óptimas para jornaleros arrendatarios y colonos; y se suspendió la ayuda que el Estado daba al patrono en su supuesto derecho dé despedir a arrendatarios y colonos con la ayuda de la fuerza pública.

La reforma laboral, que López planteó y fundamentó teóricamente desde la primera administración, pero sólo logró concretar en su segundo gobierno, comprendía que en una economía en vías de actualización capitalista, habría que codificar la relación patrón-obrero, pues la fuerza de trabajo debía organizarse con sistemas de contratación y jurídicos más estables. Se propició, entonces, el sindicalismo, con el fin de armonizar la condición obrera con las necesidades estructurales de la industrialización, y se garantizó el derecho a la huelga. El sindicalismo fue la base de su política de construir una línea de apoyo al gobierno con el respaldo popular. Según Alvaro Tirado Mejía, «políticamente el gobierno de López logró captar y convertir en base de apoyo al movimiento obrero a través de una política de reconocimiento legal, de apoyo económico a las centrales obreras, y de arbitramento». López se preocupó por la tecnificación a todos los niveles para elevar el país a un grado decoroso de industrialización, pero también fue preocupación de su gobierno el impulso a la educación a todo nivel. En el campo educativo, López emprendió una tarea de reestructuración docente, dio definitiva conformación a la Universidad Nacional y adquirió los terrenos para construir la Ciudad Universitaria, concentrando todas las facultades e institutos, hasta entonces dispersos, en un solo espacio. Según Gerardo Molina, con este plan, expuesto en 1935, López fue «el afortunado realizador de uno de los mayores compromisos contraídos por el liberalismo con la nación en este siglo, cual fue la transformación de la Universidad. La integración de facultades e institutos, la Ciudad Universitaria, la dotación de recursos financieros suficientes, el establecimiento de las libertades académicas, la autonomía relativa, la participación de profesores y estudiantes en el manejo del claustro, la presencia de la mujer, la apertura de nuevas, carreras, el estímulo a la investigación, los servicios sociales, la extensión universitaria, fueron algunos de los aspectos en que se materializó ese vigoroso impulso». López consideraba de suma importancia estimular el desarrollo de la universidad, y cambiar las estructuras que ya eran obsoletas en un país en vías de industrialización, y que regían desde la Regeneración; veía la necesidad de establecer un mayor número de carreras, de acuerdo a las demandas de la transformación que vivía el país. Por otra parte, estableció la libertad de enseñanza, pero reservó al Estado la inspección de los institutos docentes públicos y privados. En lo que se refiere a las relaciones Iglesia-Estado, el gobierno progresista de López consagró la libertad de cultos y de conciencia. En el sector judicial, dispuso desde un principio un cambio general de magistrados de la Corte Suprema de Justicia, a donde Llegaron personas jóvenes y dinámicas, lo mismo que en otras dependencias de esta rama. Dictó medidas sobre la inembargabilidad de los salarios, los mecanismos de protección a la maternidad y el desarrollo de la vivienda urbana para trabajadores y campesinos. En cuanto a las relaciones exteriores, López preconizó la activación de relaciones entre los pueblos en iguales circunstancias económicas y sociales, como medio de oposición a los países que, basándose en su poderío, trataban de imponer sus doctrinas. López conocía la amenaza que representaba la ambición de países como Estados Unidos, por eso, en la Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz, en Buenos Aires, en 1936, propuso, a través de sus representantes, la creación de la Asociación de Naciones Americanas. Otras medidas importantes del gobierno de López fueron la supresión de la orientación confesional católica en todo el sistema educativo, dando un nuevo marco a las relaciones entre el Estado y la Iglesia; la consagración del trabajo como una obligación social de todo ciudadano, y de la asistencia social para los incapacitados; y la eliminación del voto cualitativo en la elección de los senadores. Todas estas reformas hicieron que varios sectores de la población se opusieran al gobierno de López Pumarejo. Las medidas intervencionistas chocaron contra los intereses de gremios económicos como la Federación de Cafeteros, los industriales, la política social y la reforma fiscal, y los terratenientes de ambos partidos, respaldados por banqueros e industriales, e incluso por una parte del liberalismo, crearon la Acción Patriótica Económica Nacional (APEN) para hacer contrapeso al gobierno. Pero la oposición más violenta fue la encabezada por Laureano Gómez en unión del clero, que acusaban al gobierno de López de socialista y ateo. El contragolpe histórico se revelaría en la segunda administración, 19421945, a través del intento de golpe de Estado en Pasto, el 10 de julio de 1944. La gestión presidencial de López durante este período ha sido reconocida como «el salto de la Nación al siglo XX». El mismo presidente, al finalizar su administración, se mostraba consciente de su logro gubernamental, en un mensaje al Congreso: «En cuatro años se ha modificado, para bien o para mal, la organización de la República, sus instituciones y leyes; se han provocado deslizamientos en la jerarquía de las ideas; se ha cambiado el criterio social de clases enteras; se han iniciado obras ambiciosas, se han realizado otras, y al final de ellas hay quienes aseguran que el gobierno destruyó la República, y otros que ha creado un orden nuevo».

 

Segundo gobierno

Tan notable fue la obra de López Pumarejo en su primera administración, que no pocos de sus copartidarios pensaron nuevamente en su nombre para la elecciones presidenciales de 1942. López ganó la reelección, derrotando una coalición liberal-conservadora personificada por Carlos Arango Vélez. Subió al poder en medio de una violenta oposición de la derecha, encabezada por Laureano Gómez, a la que se unió la insegura solidaridad del liberalismo con su gobierno. El partido liberal estaba dividido, y esta división resultaba más peligrosa para la permanencia del liberalismo en el poder, que la misma oposición; además, era un obstáculo para gobernar. López convocó la unión, y ésta se hizo; sin embargo, según Gerardo Molina, «el arreglo era más aparente que efectivo, porque cada aspirante a obtener presillas para futuras situaciones estaba más interesado en la refriega que en la paz». Simultáneamente, y como otro hecho negativo contra su ánimo, López tuvo que enfrentar una difícil situación familiar causada por la enfermedad de su esposa, María Michelsen. Estos tres elementos: la oposición conservadora, la desunión del liberalismo y la precaria salud de su esposa, fueron minando su voluntad y lo condujeron finalmente a la renuncia del mando, que intentó en marzo de 1944, aduciendo motivos familiares. No obstante, un paro cívico organizado por la clase obrera para expresar su respaldo al presidente, lo obligó a reasumir el mando. Entonces, se dispuso a sacar adelante otra reforma constitucional, plasmada en 1945. Esta nueva reforma le concedió la ciudadanía a la mujer, pero sin derecho a votar; consagró la prohibición para los militares de sufragar; y disminuyó el número de debates para la aprobación de leyes, entre otras medidas. En esta segunda administración, López tuvo que afrontar una difícil situación económica, ocasionada en buena parte por la segunda Guerra Mundial, que afectó las ventas de productos colombianos en el exterior. Se impulsaron las bolsas de valores, se dictaron nuevas normas tributarias y el gobierno contó con la autorización para endeudarse con el fin de financiar diversos proyectos. Por otra parte, la industria, que tanto progreso tuvo en la primera administración, se estrelló contra la ausencia de una industria metalúrgica e intermedia. De todas maneras, López y su equipo de gobierno, entre los que se contaban hombres como Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras, Darío Echandía, Adán Arriaga Andrade y otros, lograron impulsar nuevos cambios, aunque no tan profundos como los de la primera administración. En cuanto a las relaciones internacionales, López estableció con la Unión Soviética relaciones diplomáticas, adhirió al Acta de Chapultepec sobre la solidaridad interamericana y Colombia ingresó a las Naciones Unidas. Uno de los hechos más importantes de este gobierno tuvo lugar después del llamado "Golpe de Pasto", cuando López y su ministro de Trabajo, Adán Arriaga Andrade, aprovechando el estado de sirio, expidieron el decreto legislativo 2350 de 1944, que estableció el reconocimiento del contrato de trabajo como entidad jurídica autónoma, dio al gobierno facultades para establecer modelos que sirvieran como contrato presuntivo y para fijar el salario mínimo, decretó la jornada laboral de nueve horas y el pago de horas extras, fijó la duración del contrato de trabajo en seis meses, estableció el preaviso correspondiente, limitó a seis meses el contrato de aprendizaje, y fijó en 14 años la edad límite para empezar a trabajar.

Durante esta administración, López se ausentó de la Presidencia en dos oportunidades. Entre el 9 y 19 de octubre de 1942, con ocasión de una visita a Venezuela en misión de cordialidad bolivariana, cuando lo reemplazó Carlos Lozano y Lozano; y desde el 19 de noviembre de 1943 al 16 de mayo de 1944, cuando viajó a Estados Unidos para atender la salud de su esposa, quedando en reemplazo Darío Echandía. Poco después de su regreso, el 10 de julio de 1944, tuvo lugar un intento de golpe de estado militar en Pasto, suceso que muestra el estado de ánimo que vivía el país. López había viajado a Pasto para presidir unas maniobras militares, a pesar de las advertencias de sus amigos, que presentían un suceso nefasto. En el curso de las maniobras, dos coroneles trataron de poner preso al presidente para separarlo del poder; López estuvo detenido durante dos días, pero gracias a la acción de Darío Echandía, que tomó el mando, y del ministro de Gobierno Alberto Lleras, con el respaldo de los obreros y la adhesión de los altos mandos militares, el movimiento fracasó y los sublevados entregaron al presidente. Aunque las consecuencias del frustrado golpe no fueron graves, López Pumarejo ya no era el mismo, se daba cuenta de que había llegado al límite de las posibilidades de su gestión. Ya en febrero de 1944 había dicho: «Esta batalla entre el caos y el orden, batiéndose a la defensiva, no sólo es alarmante en sí misma, y por sus consecuencias inmediatas, sino porque ha paralizado toda otra acción pública, toda tentativa de engrandecimiento, todo propósito de progreso. El gobierno liberal no puede dedicarse en todo el vigor de su iniciación, únicamente a administrar por rutina y defenderse de los ataques de la oposición. Sus iniciativas, sus grandes estímulos, sus generosos propósitos intelectuales, no están realizados sino parcialmente, y muchos confiesan el temor de haber avanzado más de la cuenta»: López había presentado dimisión ante el Congreso el 15 de mayo de 1944, pero el Congreso le solicitó que finalizara el período. La renuncia irrevocable fue anunciada en un mensaje al Congreso el 19 de julio de 1945, y presentada definitivamente el 31 de julio. El 7 de agosto siguiente, Alberto Lleras Camargo se hizo cargo de la primera magistratura. Aunque López quería dedicarse a la tranquilidad' y las preocupaciones propias de su hogar, entre 1946 y 1948 presidió la delegación de Colombia a las Naciones Unidas, y luego siempre se hizo presente en los diversos acontecimientos que agitaron al país en los años siguientes. Enemigo de la dictadura, fue protagonista del pacto entre los dos partidos que culminó con la creación del Frente Nacional. Fue presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 1948, y diez años más tarde fue elegido presidente del Comité de los 21. El 6 de mayo de 1959 la Universidad Nacional de Colombia, bajo la rectoría de Mario Laserna, le otorgó el título de doctor Honoris causa, en reconocimiento a su labor por la educación en Colombia. Poco después viajó a Londres como embajador de Colombia ante el gobierno británico. De su matrimonio con doña María Michelsen le quedaron cinco hijos: María, María Mercedes, Alfonso, Pedro y Fernando; Alfonso llegó a ser presidente de la República en 1974. Cuando enviudó, López Pumarejo se volvió a casar con doña Olga Dávila

 

Otros personajes

Otros personajes también dan nombre y prestigio al puerto del Magdalena: Pepe Cáceres, el más importante torero colombiano, Néstor Hernando Parra, gobernador del Tolima, presidente de Namibia asignado por la Organización de Naciones Unidas; Miguel Merino Gordillo, gobernador y ministro de estado; Carlos Granada, uno de los más importantes pintores tolimenses; el senador Jaime Pava Navarro; el periodista Jaime Soto y Emilio Urrea, alcalde de Bogotá, asesor presidencial, parlamentario y secretario general de su partido.

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