HISTORIA PREHISPÁNICA DEL TOLIMA


Por Álvaro Osorio Santos* y Germán Hislen Giraldo Castaño***


Evolución administrativa del Tolima y grupos humanos prehispánicos

La división político-administrativa que identifica a la Colombia de hoy corresponde a la época republicana. Después de la llegada de los españoles en 1492 y luego de que fueran sometidos los grupos indígenas que habitaban el valle alto y medio Magdalena, La Real Audiencia que ya funcionaba en Santa Fe de Bogotá desde mediados del siglo XVI, tomó la determinación de dividir las tierras que hoy hacen parte del Departamento del Tolima en los corregimientos de Mariquita y Neiva. Una vez concluidas las guerras de independencia, en 1824, estos pasaron a llamarse provincias, las que a su vez estaban conformadas por cantones. Para entonces la provincia de Mariquita que se extendía desde el río Saldaña en el sur, hasta el río Nare en el norte, y desde la Palma en Cundinamarca, hasta las altas cumbres de la cordillera central, contaba con los cantones de Honda, Mariquita, Ibagué, y La Palma. A su vez, la provincia de Neiva estaba constituida por los cantones de Purificación, La Plata y Timaná. Una ley de mayo de 1857 segregó de la provincia de Mariquita las tierras ubicadas en la margen derecha del río Magdalena. Cuatro años después, Don Tomás Cipriano de Mosquera tomó la decisión de conformar con ambas provincias el Estado Soberano del Tolima. Esta segunda división administrativa perduró hasta principios del siglo XX. En 1905 y mediante la ley 46 de ese mismo año, el recién elegido presidente Rafael Reyes, con la intención de atacar intereses regionales que se opusieran a sus medidas dictatoriales, creó el departamento del Huila con la mayor parte del territorio perteneciente a la antigua provincia de Neiva. Al final de su gobierno, mediante el Decreto Ejecutivo 763 de 1907, y con el mismo propósito, segregó de la también antigua provincia de Mariquita, el territorio ubicado entre los ríos Guarinó y la miel, el cual pasó a ser parte del departamento de Caldas, y mediante la ley 1 de 1908, desmembró el Tolima en dos departamentos, llamados de Ibagué y Honda. Un año después la ley 65 de 1909, dejó sin piso legal la ley anterior, quedando el departamento del Tolima como actualmente lo conocemos1 .

Esta área de terreno cercana a los 45.000 km2, y que evolucionó administrativamente desde la época colonial hasta principios del siglo XX, cuando se crea el actual departamento del Tolima, era habitada desde tiempos prehispánicos por múltiples grupos humanos, los cuales fueron adquiriendo a través del proceso histórico distintas formas de interrelación con el medio y disímiles niveles de desarrollo. Uno de los grupos humanos más comunes que habitó este territorio fue el de los Panche, los cuales se asentaban en ambas riberas del río Magdalena, entre el río Guarinó y Negro al norte y al sur hasta el río Fusagasuga y el Coello. Según Paúl Rivet sus principales tribus eran los Mariquitan, los Onime, los Lumbí, los Honda, los Gualí con sus dos fracciones: (los Guasquia, Guascuya, o Guasita y los Herbe), los Tocaima, los Ibagué, los Doyma, los Combaima, los Guacán, los Guataquí, los Calamoima, los Calaima, los Bocamene, los Orita, los Metaima, los Panchigua, los Chapaima, los Lutaima, los Lachimi, los Siquima, los Xaquima u Otaima, los Conchima, los Iqueima, los Anapuima y los Calandayma (Rivet: 1943: 73).

Otro grupo humano importante eran los Pijao, los cuales ocupaban en el momento de la conquista gran parte del territorio que hoy forman los departamentos del Huila y la parte sur del Tolima. Respecto a esto, Rivet afirma que los Pijao o Pinao ocupaban ambos flancos de la cordillera central en el área Quimbaya, eran vecinos meridionales de los Panche y de los Chibchas, y estaban integrados por las tribus de: los Cutiva, los Aype, los Irico, los Paloma, los Ambeima, los Amoyá, los Tumbo, los Coyaima, los Poina, los Yaporoge, los Payto, etc. (Rivet. 1943: 76).

Otro grupo de pobladores prehispánicos importante que habitó el territorio del cual se conformó posteriormente el departamento del Tolima fue el de los Pantágora o Palenques, llamados así debido a que fortificaban con palos el territorio que dominaban. Hablaban la misma lengua de los Pijao y los Panche. Según el mismo Rivet, “... el territorio de los Pantágora hubiera comprendido no solamente las faldas orientales de la cordillera Central desde el río Ite hasta el río Guarinó en la ribera izquierda del Magdalena, sino también las hoyas del Porce y el Nechí...”(Rivet: 1943: 72). ).


La influencia caribe en el poblamiento del Tolima

¿De dónde procedían estos grupos humanos que poblaron el departamento del Tolima? Posiblemente la búsqueda de nuevos territorios aptos para vivir llevó a que distintos grupos humanos buscaran adentrarse en el territorio a través del río Magdalena, durante las distintas etapas de la historia. Según Reichel Dolmatoff, quizá el pionero de los estudios arqueológicos en Colombia: “Los hombres que formaban bandas migratorias, eran portadores de una cultura material rudimentaria,...ellos eran cazadores y recolectores omnívoros, provistos de artefactos toscos de cuyo empleo eficaz dependía en gran parte su supervivencia. A través de milenios estas bandas buscaron adaptarse a las más diversas condiciones físicas del medio ambiente americano y, en el curso de este largo proceso, se modificaron sus herramientas, sus modos de sobrevivir, y así, lentamente, comenzaron a diferenciarse ciertas tradiciones culturales locales”(Dolmatoff: 1989: 29).

El desplazamiento de estos grupos humanos a las tierras del interior del país, más concretamente de los indios Caribes, procedentes de las Antillas y la ubicación en el departamento del Tolima, es estudiado por Paúl Rivet. En su trabajo: “Influencia Carib en Colombia, parte I y II” y publicado por la Revista del Instituto Etnológico en el año 1943 y 1944 respectivamente, demuestra la existencia de costumbres caribes presentes en los Pantágora y los Pijaos, tales como provocar un crecimiento anormal de la pantorrilla, y a veces del brazo, por medio de cintas apretadas colocadas ya sea bajo la rodilla, encima del tobillo o en partes de miembros superiores. Según Rivet, esta práctica ha sido confirmada mediante el hallazgo de deformaciones similares, en fragmentos de estatuillas de barro, encontradas en urnas funerarias de la ribera izquierda y derecha del río Magdalena, sitios donde vivían los Pantágora o Palenque y los Panche (Rivet. 1943: 57).

Otro trabajo que estudia la influencia de los Caribes en el poblamiento del departamento del Tolima, es el trabajo de Carlos Cuervo Márquez titulado: Estudios arqueológicos y etnográficos”. Según este autor: el vocablo ima, originario de la Guayana fue introducido por los Caribes en el alto Magdalena, y usado profusamente por los indígenas Panche, Pijao, Coyaima, Natagaima y demás asentamientos humanos, limítrofes con la sabana de Bogotá y la cordillera Central. Esto lo corroboramos al observar la cantidad de nombres de sitios geográficos del valle del Magdalena tales como Bituima, Anolaima, Anapoima, Tocaima. Precisamente, fueron los indios Pijao los que le dieron al Nevado del Tolima su nombre, sitio en el que creían que habitaba Tulima o Tolima: divinidad protectora de su territorio (Contraloría. 1946: 18).


Aspectos geográficos

El departamento del Tolima, puede dividirse geográficamente en dos zonas bien delimitadas: La primera se extiende desde la parte plana que surca el río Magdalena hasta la altura aproximada de los 1000 metros de altura sobre el nivel del mar en ambas cadenas montañosas que se extienden a lo largo de todo el departamento. La segunda zona se extiende desde los 1500 metros aproximadamente, hasta las regiones de páramo sobre la cordillera Central y Oriental, este último de dominio Muisca a la llegada de los españoles, según se desprende de las crónicas y los hallazgos de material arqueológico, posiblemente correspondientes a grupos humanos emparentados con los de la zona plana del valle estrecho del río Magdalena.


Datos geográficos

El departamento del Tolima se encuentra ubicado en la zona central del país desde los 2º 52' 59'' hasta los 5º 19' 59'' de latitud norte y desde los 74º 24' 18'' y 76º 6' 23'' de longitud al oeste de Greenwich, con una extensión de 23582 kilómetros. Limita al norte con Caldas, por el este con Cundinamarca, al sur con Huila y Cauca y al oeste con Quindío, Risaralda y Valle del Cauca. El departamento del Tolima, cuenta actualmente con cuarenta y siete municipios, incluida su capital Ibagué.


Geomorfología

El departamento es atravesado por cuatro grandes unidades en forma longitudinal: la franja occidental, que incluye en su mayoría al batolito de Ibagué, compuesta de bloques metamórficos y presenta una serie de fallas que la traspasan de forma longitudinal y transversal, donde se destaca la falla de Ibagué; presentándose el relieve fuertemente escarpado cuando se llega a los 5000 metros sobre el nivel del mar y con vertientes profundas, que presentan erosión debido a los movimientos en masa, cuando se sobresaturan las arcillas por exceso de agua. La segunda unidad está compuesta por el piedemonte de la cordillera Central, que se encuentra constituida por vastos depósitos de origen volcánico, donde se encuentra asentada la población actualmente y se desarrolla la actividad económica del departamento. El valle del río Magdalena constituye otra unidad fisiográfica, constituida por materiales sedimentarios del terciario y del cuaternario. La última unidad, es el piedemonte de la cordillera Oriental en la parte occidental, la cual está constituida por depósitos cuaternarios de origen glaciar en la mayoría de los casos.


Hidrografía

El río Magdalena que surca el departamento de sur a norte, es el eje y la cuenca hidrográfica más importante del Tolima. Las otras cuencas en orden de importancia son la de los ríos Saldaña, Coello y Totare, Gualí, Sabandija, Recio, Lagunilla, Opia, Anchique, Chenche y Atá, entre otros, la mayoría de los cuales nacen en los picos nevados de la cordillera Central y vierten sus aguas al Magdalena. En la vertiente occidental de la cordillera Oriental, mencionamos las cuencas de los ríos Cabrera, Cunday y Prado, que nacen en el páramo de Sumapaz, que conforman la represa del río Prado.


Clima

El departamento tiene cuatro zonas climáticas bien diferenciadas: 1. Una zona semihúmeda ubicada en las partes altas de las cordilleras Central y Oriental con precipitaciones superiores a los 2000 mm anuales. La zona 2, que se extiende de oeste a suroeste, es un área reducida definida como ligeramente húmeda y con una precipitación anual que va desde los 1500 hasta los 2000 mm anuales, abarcando además los dos piedemontes de forma longitudinal; la última zona, se ubica sobre el valle del río Magdalena con temperaturas promedio superiores a 24º C y una precipitación que va de 1000 a 1500 mm anuales. Además, el departamento del Tolima comparte con Caldas, Quindío y Risaralda jurisdicción sobre el Parque Nacional Natural de los Nevados, con el Huila, el Parque Nacional Natural Nevado del Huila y con el Valle del Cauca, que también tiene jurisdicción sobre el Páramo de las Hermosas.


Población

Su mayoría es mestiza, con bastante raíz indígena, especialmente el sur del departamento donde se encuentran los resguardos de los grupos étnicos Páez y Tinajas, estos últimos descendientes de los Pijaos. Al noroccidente, hay una alta influencia de la colonización antioqueña y al oriente cundinamarqués, lugar este donde se establecieron lazos de intercambio desde tiempos prehispánicos. La población en general está asentada sobre los piedemontes de las cordilleras y en el valle del Magdalena.


Antecedentes arqueológicos

Es importante tener en cuenta, que la ubicación geográfica del Tolima la hace una región de alto interés arqueológico. La mayoría de las investigaciones se han dirigido a los sitios ubicados en la parte plana y la zona del piedemonte, a través de las cuales se ha logrado tener un panorama bastante amplio sobre el devenir histórico de las poblaciones que allí habitaron en tiempos prehispánicos. De todas maneras, los resultados obtenidos servirán en el futuro a los investigadores para ayudar a complementar la información sobre aquellos sectores del departamento en los que aún no se ha logrado establecer una pauta de poblamiento prehispánico.

En este relato deseamos hacer un recuento panorámico del poblamiento prehispánico del departamento del Tolima. Teniendo en cuenta que con anterioridad hemos hecho la salvedad en el sentido de que la división política actual corresponde a la época republicana, es necesario destacar que la importancia de la región tolimense dentro del desarrollo prehispánico se inscribe dentro de la zona de influencia de las culturas del suroccidente colombiano, entre las que se destacan la Quimbaya, Calima, y San Agustín y las demás culturas del sector central del país siendo la más destacada la cultura Muisca.

Desde 1943, las investigaciones realizadas por Gerardo y Alicia Reichel-Dolmatoff, describen el hallazgo de urnas funerarias en el valle del Magdalena desde Tamalameque hasta Espinal, y se resaltan su dispersión y similitud a lo largo del valle, con algunas variantes locales y que pueden ser atribuidos a los grupos de filiación Karib que encontraron los españoles a su llegada a esta parte del país.

Los investigadores Reichel encontraron en la zona de Espinal, territorio que corresponde a la parcialidad Pijao, urnas funerarias de forma esférica, con representaciones de caras humanas en la parte superior, cuyas tapas eran platos sencillos, similares a las urnas, halladas por los cronistas españoles en la región de Ricaurte de filiación Panche.

En 1945, Julio Cesar Cubillos realizó excavaciones en Rioblanco cerca a Chaparral, donde encontró bastante material a una profundidad que varía desde los 1.6 hasta los 2.5 metros, con orfebrería de estilo quimbaya y cerámica de dos tipos clásicos del Magdalena medio.

Ocho años más tarde, en 1953, el mismo Cubillos en compañía de Víctor Bedoya, realizaron un trabajo de rescate arqueológico denominado “Arqueología de las riberas del río Magdalena Espinal Tolima” (Cubillos y Bedoya, 1954: 115-144) en el sitio denominado La Jabonera sobre la ribera izquierda del río Magdalena cerca al Espinal. En la excavación encontraron un basurero con tumbas de pozo con cámara lateral. Los fragmentos cerámicos encontrados tienen una notable relación tipológica con otros sitios hallados en Puerto Wilches y otras zonas del Magdalena medio, donde se hallaron urnas funerarias, con figuras antropomorfas esquematizadas en relieve cerca de la boca, tapaderas y tipos de decoración que podrían tener un contacto con los sitios del Bajo y Alto Magdalena.

Casi veinte años después el arqueólogo Gonzalo Correal efectuó una prospección arqueológica titulada “Exploraciones arqueológicas en la Costa Atlántica y en el Valle del Magdalena: sitios precerámicos y tipologías líticas” (Correal 1977: 35-111). En este extenso recorrido el arqueólogo Correal, ubicó en los departamentos de la Guajira, El Cesar, Magdalena, Bolívar, Sucre, Córdoba, Huila y la región del valle del río Magdalena, en el Tolima, 21 sitios de la época precerámica, (es decir de grupos humanos dedicados a actividades de subsistencia mediante la caza y recolección, con horticultura incipiente), y otros sitios cerámicos que ya suponen una sedentarización de quienes los produjeron. En la zona del Magdalena Medio, el investigador Correal identificó unas industrias de chopper y choppping tools2, a través de los cuales se mostró que los habitantes tenían una industria lítica la cual utilizaban para fabricar herramientas con destino a la caza, la pesca y la recolección.

Tres años después de las investigaciones de Correal, en 1980, Arnold Tovar en su tesis de grado titulada: “Investigaciones arqueológicas en el cañón del río Anaime en Cajamarca”, encontró en una terraza de vivienda, material cerámico que agrupó como de uso doméstico: ollas, cuencos, copas, cántaros, botellones y figurinas, algunas con muescas e incisiones, caracterizados por tener como motivo decorativo principal las muescas triangulares. La cerámica encontrada, en general está caracterizada por superficie sencilla, pocas formas y baja densidad decorativa. Además de lo anterior se encontraron unos fragmentos cerámicos, los cuales se encuentran relacionados con la cerámica de los períodos Yotoco y Sonso de la cordillera Occidental, lo cual permite pensar en un intercambio de estos objetos entre los grupos humanos que habitaron a ambos lados de la cordillera.3

Años después, en 1984 Arturo Cifuentes, en su tesis de grado titulada “Prospección arqueológica en la vereda Montalvo, margen izquierda del río Magdalena, Espinal, Tolima”, halló materiales cerámicos con características decorativas similares a los encontrados en la Sábana de Bogotá y ubicados temporalmente en el período Herrera. También halló en ellas relaciones estilísticas con otros sitios del Magdalena Medio como La Jabonera, en el Espinal, Honda, Guarinó y Quinini. La cerámica excavada por Cifuentes, corresponde a materiales típicos del valle del Magdalena, caracterizado por un baño rojo con diseños incisos sobre los bordes y los cuerpos de cuencos, vasijas globulares y copas. Además, se presenta una decoración de pintura negra sobre baño rojo, que fue bautizada como Pubenza rojo por la investigadora Cardale (Cifuentes, 1984: 32, Cardale, 1976:346). La cerámica de la vereda Montalvo comparte características con la de Pubenza en cuanto a manufactura, pasta, forma y rasgos estilísticos, destacándose la del baño rojo con incisión, también presentes en otros sitios del valle del Magdalena tales como Venadillo, Armero y Anolaima en la cuenca del río Bogotá. Cifuentes también encontró en el municipio del Espinal fragmentos cerámicos que al asociarlos a otros encontrados en yacimientos, de Zipacón en Cundinamarca, por Correal y Pinto en 1983, mostrarían un probable vínculo de intercambio de estas dos zonas, con materiales conocidos como Premuiscas o Periodo Herrera4, el cual se remonta al año 1320 antes de Cristo.

Pero las investigaciones arqueológicas no sólo se han realizado en la parte sur del departamento. Estas también se han efectuado desde la desembocadura del río Bogotá hasta la ciudad de Honda, en el sector del valle intercordillerano en una extensión aproximada a los 40 kilómetros, lugar éste donde desembocan los ríos Coello, Totare; las quebradas Agua Blanca, Tantan, La Pena, río Lagunilla, Quebrada Seca, y Gualí, entre otros.

Quizá los primeros que se interesaron por la arqueología de la zona fueron los esposos Reichel Dolmatoff. En el informe sobre las exploraciones realizadas en Girardot y zonas aledañas, que se incluyó en el texto “Urnas funerarias en la cuenca del Magdalena” (Reichel, G., y A.1943-44), se señala que las urnas funerarias halladas en la zona son semejantes a las encontradas en Ricaurte Cundinamarca. Igualmente plantean que el río Guarinó marcaba el límite entre los Pantágora y los Panche. En la investigación encontraron urnas funerarias con tapa de gran tamaño, de forma cilíndrica, con base redondeada y cuerpo ovoidal u ovoidal achatado. Las tapas decoradas con representaciones zoo o antropomorfas sentadas en un banquillo, comparten numerosos rasgos con otras halladas en el río La Miel en el departamento de Caldas.

Para la zona de Honda, según los cronistas, ocupada por los Panches, los Reichel-Dolmatoff encontraron en la misma investigación arqueológica: urnas funerarias en los sitios de Arrancaplumas, Pescaderías y Mesuno. Éstas son de cuerpo subglobular, de cuello corto y boca ancha. Debido a que sólo se hallaron fragmentos de las tapas se hizo difícil su definición. Es de destacar, que en el sitio Arrancaplumas se encontraron además otras formas y decoraciones en la cerámica, que no son muy habituales en otros sitios.

En la misma población de Honda., Gilberto Cadavid realizó en 1969 otro trabajo arqueológico con el cual realizó su tesis de grado titulada: “Investigaciones arqueológicas en el municipio de Honda (Tolima)”. En las excavaciones realizadas en los basureros de Calzón de Oro y San Germán cerca al río Magdalena, halló, material cerámico que clasificado en diez tipos diferentes, para lo cual tuvo en cuenta el color y textura: ellos se clasifican en honda castaña fina, honda rojiza fina, honda crema áspera, honda clara áspera, honda gris burda, honda roja bañada, honda habano burda, honda roja pintada, honda crema sencilla y honda crema arenosa, que en opinión del autor, sus características pueden extenderse a otras zonas de Antioquia y Santander, aledañas al río magdalena.

En sitios aledaños al departamento del Tolima y de influencia de los aborígenes que habitaban el territorio5 también se han realizado excavaciones. La arqueóloga Marianne Cardale en 1976 realizó exploraciones arqueológicas en el sitio Pubenza cerca de Tocaima, en Cundinamarca. El material cerámico que encontró lo clasificó en tres tipos: Pubenza rojo bañado, Pubenza polícromo e impresión de estera diferentes. Además encontró una industria lítica en chert6 y restos óseos de conejo, aves, iguanas, venados, roedores y caracoles. Dentro de los tipos cerámicos, la definida como Pubenza se ha encontrado en la sabana de Bogotá y sus alrededores. Estilísticamente estaba emparentada con la obtenida en Arrancaplumas, Honda y el Espinal. La distribución de la cerámica Pubenza se halla sobre lo que se ha definido como territorio Panche, pero esta autora no la asocia con este grupo humano debido a la antigüedad de las fechas, que van del 965 + 100 hasta el 1390 + 70 después de Cristo.

Otra de las arqueólogas que se interesó por adelantar exploraciones en la zona fue Cecilia de Hernández. Esta realizó en el año 1978 un trabajo arqueológico en el sitio La Capilla del antiguo Armero, la cual denominó “Sitio de asentamiento Panche” El material cerámico encontrado fue de ollas, cuencos y copas, algunas con incisiones y muescas, superficies poco trabajadas, con desgrasante de arena de río y abundante lítico en chert, típico de esta parte del Tolima, el cual se emparenta estilísticamente con los materiales arqueológicos pertenecientes al formativo tardío7; Este patrón decorativo se repite en otros hallazgos de la parte alta de la cordillera Central tales como poca variación de las formas, decoración sencilla y tratamiento superficial escaso.

En otro sitio aledaño a la zona norte del Tolima: Guaduero, ubicado entre la confluencia del río Guaduero y el río Negro, cerca al municipio de Guaduas en Cundinamarca, las arqueólogas Cecilia de Hernández y Carmen Cáceres, realizaron una excavación en el año 1982 y en la que identificaron cuatro tipos cerámicos: Guaduero liso, Guaduero aplicado, Guaduero pintado y Guaduero inciso. Todos los materiales pertenecientes al periodo formativo, los ubicaron temporalmente entre los siglos III y V antes y después de Cristo respectivamente, y tuvieron influencia estilística y decorativa en una vasta región del norte del Tolima y parte de Cundinamarca.

Dos años después en 1984, Carlos Castaño y Carmen Dávila realizaron la Investigación arqueológica en los sitios Colorados y Mayaca de la población de Puerto Salgar Cundinamarca en el Magdalena Medio. En el desarrollo de la investigación encontraron pisos de vivienda, basureros, talleres líticos y otros elementos, que fecharon en el siglo XII d. C. Analizando la cerámica, definen un complejo cerámico Tardío8, que denominaron Colorados, de carácter doméstico y funerario, con motivos decorativos aplicados modelados, incisa intermitente, incisa simple, excisa y digital corrugada y que se extiende sobre una extensa zona del valle del río Magdalena, en la zona norte del Tolima.

Lo anterior parece corroborarse con la excavación que realizó en 1985 el arqueólogo Fernando Ávila quien prospectó las márgenes del río Venadillo en el municipio de Venadillo al norte del departamento. En la excavación halló material cerámico con características típicas del valle del Magdalena: una cerámica con baño rojo de diseños incisos sobre los bordes y los cuerpos de cuencos, copas y vasijas globulares. Algunos fragmentos se relacionaron con la encontrada en Pubenza (Cardale, 1976), Mayaca Colorados (Castaño y Dávila, 1984), Espinal (Cifuentes, 1984) y con el horizonte de urnas funerarias del valle del Magdalena reseñado por los Reichel-Dolmatoff (1944).

Las excavaciones más recientes, adelantadas por Sandra Mendoza y Nubia Quiazua en 1990 y cuyo título es Exploraciones arqueológicas en el municipio de Tocaima Cundinamarca”, y la llevada a cabo por Germán Peña en el año 1991 cuyo título es: Exploraciones arqueológicas de la cuenca media del río Bogotá”, parecen confirman las relaciones culturales y comerciales que tuvieron los grupos humanos que habitaron el Valle del Magdalena y la sabana de Bogotá a lo largo de la cuenca del río Bogotá, durante la época prehispánica.

Durante las dos últimas décadas del siglo XX y principios del XXI, el arqueólogo Arturo Cifuentes realizó una serie de trabajos arqueológicos en las poblaciones de Honda, Espinal, Guamo y Suárez. A través de sus hallazgos logró identificar dos períodos distintos: el formativo tardío en Arrancaplumas y el río Sabandija, al norte del Tolima, con fechas del siglo I a. C. y dos grupos cerámicos: el grupo A, relacionado con el sitio Guaduero y el grupo B relacionado con la cerámica de Zambrano y Malambo en el bajo Magdalena. La segunda categoría de hallazgos realizados corresponden cronológicamente al llamado periodo Herrera (siglos IX a.C. a II d. C.) y el formativo tardío (siglos II d. C. al V d. C.). La interpretación de los trabajos arqueológicos le permite a Cifuentes aseverar que los productores de la cerámica del grupo A son gentes provenientes de la sabana de Bogotá y de las estribaciones que se desplazaron hacia el valle del Magdalena.

En épocas más recientes y debido a la implementación de proyectos de infraestructura como instalación de redes eléctricas y de hidrocarburos, apertura de vías de comunicación etc., se han intensificado los estudios de arqueología de rescate. En cumplimiento de la ley 163 de 1959, decreto 264 de 1964 y demás normas que defienden patrimonio arqueológico, el cual no puede ser afectado por obras de este tipo, Alba Gómez y Heidy Correcha, realizaron en 1995 la investigación titulada: “Evidencias de grupos cerámicos y agroalfareros en el Magdalena Medio”, como parte de la ejecución del Gasoducto Centro Oriente Km. 4 al 21. En la excavación efectuada en el sitio Pipinta II, ubicado en la confluencia del río Guarinó y el río Magdalena cerca de la población de La Dorada, Caldas, se hallaron materiales cerámicos estilística y decorativamente emparentados con los encontrados por Cifuentes en el año 1992 en Arrancaplumas, Honda, y que éste mismo relacionó con los grupos formativos A y B, fechados en el siglo VII d. C. aproximadamente y perteneciente al complejo de los Colorados.

En la misma línea de la llamada arqueología de rescate y cuando se construía una obra de infraestructura llamada “Subestación San Felipe Armero Guayabal” en las inmediaciones del municipio de Mariquita, durante el año 1997, el arqueólogo Héctor Salgado halló materiales cerámicos similares a los hallados en 1943 por Reichel-Dolmatoff y en 1992 por Cifuentes en Honda y La Dorada. Cabe destacar que en esta excavación el arqueólogo Salgado también halló material cerámico correspondientes al periodo tardío, estilística y decorativamente similar al encontrado por Álvaro Osorio y Fernando Ruiz en la cordillera Central, área perimetral del Líbano.

Los trabajos arqueológicos de Osorio, titulado: “Exploraciones arqueológicas en el Líbano” y de Ruiz: “Exploración arqueológica en el Parque de los Nevados: vertiente oriental de la Cordillera Central”, realizados en 1992 y 1994 respectivamente, hallaron materiales cerámicos correspondientes a la ocupación tardía en esta parte del departamento, muchos de los cuales son similares a los hallados en la parte plana del valle del río Magdalena y a los encontrados en el flanco occidental de la Cordillera Central, ocupada tardíamente por la cultura Quimbaya. Es interesante anotar que las tumbas de cancel9 que se encontraron en la región, corresponden a un patrón funerario que al parecer procede varios sitios del alto Magdalena desde donde ha sido reportado, pero aún faltan más investigaciones que nos permitan establecer una conexión entre estas dos zonas.

El patrón de asentamiento en tambos y cimas modificadas, encontrado por estos investigadores en la zona norte del departamento, se repite en otras partes de la vertiente Occidental de la cordillera Central (Tovar, 1985; Rodríguez, 1991; Chacín, 1995; Ramírez, 1996), y que ha sido reportado para el período Sonso en la zona Calima (Salgado, 1998). Desafortunadamente, la ampliación de la frontera agrícola y la expansión tanto del cultivo del café y caña de azúcar y de potreros para ganadería extensiva en las partes frías de ambos flancos han deteriorado la mayoría de sitios arqueológicos, incluyendo caminos y eras de cultivo, aparte de las tradicionales tumbas que han estado sometidas a labores de guaquearía por muchas generaciones.

Las exploraciones arqueológicas en la cordillera Central han seguido avanzando. Las monografías de grado y otros proyectos de arqueología como por ejemplo los adelantados por Daniel Ramírez (1996) en la cuenca alta del río Combeima y la de Martha Barrero, Adriana Ramírez, Gloria Rivera y Norma Galeano (1997), en el sitio Martinica en los alrededores de Ibagué, han permitido hallar materiales cerámicos, estilística y decorativamente similares a los hallados en la zona de ocupación Quimbaya y denominado Quimbaya tardío10. Gracias a estas investigaciones se han podido establecer pautas y periodos de ocupación prehispánica por parte de estos últimos.

Otros arqueólogos también han desarrollado sus proyectos de investigación en la zona de la vertiente oriental de la cordillera Central, especialmente en el tramo sur. Uno de ellos es Camilo Rodríguez Ramírez quien publicó su trabajo en 1991, bajo el título: “Patrones de asentamiento de los agricultores prehispánicos en El Limón”, Municipio de Chaparral. El resultado de la excavación fue el hallazgo de cantos rodados con bordes desgastados, fragmentos de soportes de copas, platos con formas globulares, volantes de uso, buriles, núcleos, raspadores, cuchillos, vasijas típicas de la cultura Yotoco, etc. En la decoración de los fragmentos cerámicos sobresalen las formas triangulares, rectangulares, tiras de arcilla aplicadas en los bordes de las escisiones y adornos en forma de bolitas de arcilla. Según el autor los restos cerámicos y otros vestigios hallados fueron dejados por los indios Pijaos, etnia que para el momento de la conquista de América tenía allí uno de sus principales sitios de asentamiento, los cuales eran cazadores, recolectores, aspecto significativo de la agricultura de subsistencia. La presencia de vasijas típicas Yotoco en los ajuares de tumbas y la existencia de una orfebrería emparentada estilística y tecnológicamente con la clásica de la región Calima, le permiten suponer a Rodríguez que los Pijaos en esta época ya establecían redes de intercambio con los aborígenes de la región pacífica.

Las fechas de estos hallazgos según el autor corresponden a dos momentos históricos. El primero, llamado precerámico, fue calculado de una muestra de carbón hallada en la vereda El Prodigio jurisdicción del Corregimiento de El Limón en Chaparral, arrojó la fecha 3650+/- 90 años a. C. El segundo período llamado cerámico corresponde a otra muestra de carbón que fecha en 330+/-70 años a de C.

Exploraciones similares a la adelantada en Chaparral fue la que realizó en 1996, el arqueólogo Héctor Salgado en el Municipio de Roncesvalles y titulada: “Exploraciones arqueológicas en la cordillera Central Roncesvalles, Tolima”. En el estudio identificó ocupaciones humanas desde finales del Pleistoceno y Holoceno Temprano, formativo tardío y el desarrollo tardío de los siglos IX a XII después de Cristo. Además de lo anterior, definió las pautas de asentamiento en tambos y cimas de los aborígenes de la región y el establecimiento de relaciones de intercambio de material cerámico con los habitantes de la región ocupada por los Quimbayas y el Valle del Magdalena al norte del departamento del Tolima.

En otras zonas del sur del departamento del Tolima, se han logrado realizar rescates arqueológicos que han dado muy buenos resultados especialmente por los materiales obtenidos, el más destacado quizás sea el estudio adelantado por Álvaro Botiva Contreras en la hacienda Santa Marta del municipio de Suárez, ubicada en la margen derecha del río Magdalena y titulado: “Registro de una tumba prehispánica en el municipio de Suárez, Tolima”. En el sitio de la excavación se encontró una tumba de pozo con cámara lateral que contenía seis botellones de cerámicas y tres alcarrazas o cántaros con diseños de pintura negra sobre baño rojo. Dos de las nueve vasijas contenían dos colgantes de orejas, circulares, cóncavos y láminas de oro de un diámetro de 0,10 metros. Igualmente se encontraron dos cuentas de concha talladas con un orificio circular a la altura del cuello y tres collares de varias cuentas cada uno. Después de describir la importancia del río Magdalena como eje de desplazamiento, canal de intercambio comercial y de contacto interétnico prehispánico, como se evidencia en la abundancia de asentamientos a lo largo de sus riberas y terrazas aluviales y de advertir sobre la escasez de trabajos arqueológicos en el Tolima, en comparación con otras zonas del país, el autor pasa a describir la secuencia de ocupación que ha tenido el departamento del Tolima. El primer período que el autor llama precerámico y referido a grupos humanos que poblaron la cordillera Central cerca al municipio de Chaparral, hace más de 5000 años, lo han documentado los arqueólogos a partir de excavaciones realizadas en aplanamientos artificiales, sobre los cuales se han construido viviendas para asentamientos permanentes, y donde posiblemente existía ya la agricultura de tubérculos, asociada a prácticas de cacería y pesca. De igual manera el autor señala que hacía el siglo IV de nuestra era ya se registraba la presencia de grupos humanos que habitaron las regiones altas del río Saldaña al sur del departamento.

El segundo período del que habla el arqueólogo Álvaro Botiva es el Período Tardío. Desde el primer milenio de nuestra era y hasta los siglos próximos a la llegada de los españoles, los habitantes del departamento a lo largo del río Magdalena establecían sus sitios de vivienda en aterrazamientos de las riberas de los afluentes que desembocan en el río magdalena y en terrazas aluviales tales como las que se encuentran cerca al río Guarinó cerca al municipio de Honda. Esto se evidencia por la presencia en el lugar de abrigos rocosos con petroglifos que representan figuras zoomorfas y figuras geométricas, similares a las encontradas en otras zonas del magdalena Medio por Reichel Dolmatoff en 1985 y Castaño y Dávila en 1994. La subsistencia de estos grupos dependía según el autor de la agricultura de maíz, yuca, la cual complementaban con presas de caza y pescado. La cerámica de este periodo está representada en vasijas globulares de cuello corto, cuencos, copas de base anual, platos pandos y planos, vasos, etc. artefactos estos que se encuentran a uno y otro lado del río Magdalena, en sitios como Honda, Puerto Salgar, La Dorada, etc.

Según el mismo Botiva, la orfebrería que él mismo llama Tolima, y que comparte formas y técnicas de elaboración similares a la elaborada en el valle medio del río Cauca y Yotoco y en el valle alto del río Calima, está representada en colgantes de orejones circulares, cóncavas, cuentas antropomorfas y zoomorfas, pectorales acorazados sin decoración, pinzas semicirculares, pectorales, narigueras en formas de media luna, etc, halladas principalmente en el valle del río Saldaña.


Bosquejo de la evolución prehispánica del Tolima

Retomando la periodización que hace el arqueólogo Botiva, y acudiendo a lo que dice Salgado, podemos decir que el poblamiento prehispánico de lo que se conoce actualmente como el departamento del Tolima viene desde el 9650 al 5000 a. C aproximadamente. Durante este periodo de tiempo, los primeros pobladores que intervinieron el medio, lo hicieron a partir de actividades de caza y recolección o en grupos sedentarios que dejaron su huella. Desgraciadamente, los procesos erosivos de origen antrópico no permiten ubicar más sitios que arrojen más luces sobre este período.

De acuerdo a las interpretaciones hechas por los arqueólogos, la tecnología lítica empleada por estos pobladores, se caracterizó por ser sencilla, dirigida a la subsistencia mediante la manipulación de vegetales y la recolección y molienda de semillas, raíces y comestibles o una rudimentaria horticultura. A ello se agrega la cacería de presas pequeñas, que complementaban la dieta. Con esta tecnología lograron adaptarse a diversos medios ambientes, en bosques de los valles y vertientes cordilleranas.

Los diversos grupos humanos pertenecientes a este período precerámico habitaron en variadas regiones geográficas del sur occidente colombiano hasta aproximadamente el año 2.000 a.C., tiempo en el cual se da comienzo a una etapa de transición que abarca de 500 a 1000 años, y que no presenta las suficientes y necesarias evidencias arqueológicas para explicar el cambio en los sistemas socioeconómicos de bandas o grupos igualitarios a sociedades jerarquizadas (Salgado, 1998:155-116).

El siguiente período llamado formativo tardío comienza cronológicamente desde mediados del último milenio antes de Cristo. Durante este lapso de tiempo, los grupos humanos alcanzan un alto desarrollo de la alfarería y de la orfebrería. Y aunque para el Tolima las evidencias son pocas, por lo que sería prematuro hacer conclusiones extensivas a otras regiones del suroccidente colombiano, sí podemos decir que, en términos generales, la cerámica se asemeja a los estilos alfareros tempranos de San Agustín, Calima y Viejo Caldas (Salgado, 1998:116)

Según Salgado, el desarrollo cultural del clásico regional para el suroccidente colombiano se extiende desde el siglo I a. C. hasta el VIII d. C. En este lapso de tiempo, hubo un mayor desarrollo de la agricultura sedentaria, la cual se llevó a cabo a través de la ocupación de las laderas tanto de las cordilleras Central y Oriental que surcan el Tolima, y se extendió a las zonas de páramo. En lo referente a la cerámica y la orfebrería, el autor citado plantea que las diferentes culturas que ocuparon el sur occidente colombiano, tales como San Agustín, Tierradentro, Calima, Quimbaya, y los grupos humanos que habitaron el sur del departamento del Tolima, establecieron unas redes de intercambio cultural, lo cual se corrobora por el hallazgo de objetos cerámicos y metalúrgicos con similares características estilísticas y tecnológicas en estas regiones. Para corroborar lo anterior, Salgado cita las investigaciones realizadas por Rodríguez (1989) y Chacín (1991), en el municipio de Chaparral donde encontraron vasijas y fragmentos de cuencos con rasgos similares en cuanto a forma y decoración de la alfarería Yotoco de la zona Calima de la cordillera Occidental.

Otra prueba de la coincidencia de rasgos que presenta el Clásico Regional en el Tolima y las zonas aledañas del Huila y el Cauca es el hallazgo en Suárez y Espinal de tumbas de pozo con cámara lateral, con un ajuar compuesto de cerámicas con engobe rojo y diseño geométrico, pintura negativa y decoración esgrafiada, con objetos de oro, cuyos estilos coinciden con objetos similares encontrados en otras regiones del suroccidente colombiano. Para completar la información sobre la presencia del Clásico Regional en el Tolima, deben hacerse más investigaciones de campo que permitan pasar de las correlaciones estilísticas a establecer rasgos propios de una cultura o estilo Tolima, propiamente dicho (Salgado: 1998:119).

El último período de ocupación prehispánica en el Tolima se extiende aproximadamente desde el siglo VI al XVI d.C. Es también conocido como el periodo Reciente en el suroccidente colombiano. Los sitios arqueológicos en los que se han encontrado restos cerámicos y metalúrgicos que permiten destacar las características de este periodo corresponden a las zonas de Herrera, Chaparral, alrededores de Ibagué y Guamo, y en varios sitios de la Cordillera Central. Según afirma Salgado (1998), la alfarería en estas zonas se caracteriza por tener rasgos y formas estilísticas similares, con poca variabilidad, escasa decoración; lo cual es preciso apreciar en ollas y cuencos de diferentes tamaños. Técnicamente esta cerámica se caracteriza por presentar una decoración triangular en la parte superior de las vasijas.

En los años recientes, los avances en el conocimiento arqueológico del departamento, y correspondientes a la cordillera Central en su parte media y norte, se han hecho a partir de monografías de grado mencionadas arriba, y algunos rescates arqueológicos e investigaciones de campo. Los hallazgos cerámicos, permiten inferir que estas partes cordilleranas, en ambos flancos, fueron pobladas tardíamente. Las características de algunas cerámicas encontradas en estos sitios y el hallazgo de algunas tumbas de cancel, al igual que en el período anterior, bien podrían mostrar la influencia agustiniana y quimbaya tardío en la región, aunque faltarían más investigaciones que logren sustentar esta hipótesis. Como habíamos señalado más arriba, los resultados de los trabajos mencionados, permiten inferir la presencia de elementos cerámicos provenientes del valle del Magdalena y de la cordillera Oriental y nos lleva a presumir un constante intercambio durante todas las etapas prehispánicas señaladas.

Además de lo expuesto anteriormente, es necesario tener en cuenta la influencia que ha tenido el río Magdalena para el poblamiento del Tolima durante las distintas etapas de la historia. A través de él se desplazaron en diferentes épocas muchos grupos humanos que de acuerdo con el momento histórico poseían diversos grados de desarrollo cultural. Así lo han corroborado las investigaciones arqueológicas realizadas por Gonzalo Correal Urrego, sobre cazadores y recolectores y en donde se indica que algunos procesos geomorfológicos han ido desapareciendo las huellas de estos primeros pobladores de la cuenca del río Magdalena. Lo anterior ha influido de una u otra manera en la escasez de las investigaciones arqueológicas realizadas en el Magdalena Medio. Esto se expresa en los pocos datos sobre el desarrollo histórico cultural que se dio en esta amplia zona, desde las tempranas estaciones temporales de cazadores recolectores hasta el advenimiento de los cacicazgos. Esto es un limitante para el entendimiento del desarrollo cultural que se dio en las laderas andinas del valle del Magdalena y en las llanuras del Tolima y del Huila.

Pese a los inconvenientes señalados, podemos plantear que desde el segundo milenio antes de Cristo, los grupos humanos comenzaron a modificar los hábitos de subsistencia, e inician un proceso de poblamiento de las laderas andinas desde el valle del Magdalena principalmente en la parte sur del departamento. Sitios estos donde comienza el cultivo del maíz, labor que van realizando pequeños grupos que marcan a su vez una diferenciación regional y el surgimiento de los grupos humanos jerarquizados.

Debido a este proceso es que el investigador Reichel Dolmatoff, establece que los grupos humanos desde el primer milenio a.C., ubicados en las zonas cordilleranas, concibieron complejos cerámicos de avanzada tecnología y concepción estética. Entre ellos podemos ubicar los grupos ribereños que vivían en la región de Honda, Girardot, Espinal y Guamo. A este respecto, Cadavid en 1986 afirma, que estos grupos humanos en la fecha señalada por Dolmatoff estaban organizados en cacicazgos a la llegada de los españoles.

Es necesario tener en cuenta, que aún faltan exploraciones arqueológicas sobre la colonización maicera de las vertientes andinas y que para llenar este vacío cultural los arqueólogos deben realizar análisis de polen y de paleo ecología.

Para concluir, debemos decir que los estudios arqueológicos regionales son incompletos, aún hacen falta investigaciones sobre cada una de las etapas de la historia del Tolima y también de departamentos aledaños a éste; los cuales han de servir para establecer secuencias, diferencias de orden estilístico en la cerámica, la orfebrería y la industria lítica y en la evolución de los patrones de asentamiento de las distintas zonas, las cuales han de servir para establecer diferencias y similitudes en el suroccidente colombiano.


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* Antropólogo Universidad Nacional de Colombia

** Licenciado en ciencias sociales y magíster en historia de la Universidad Nacional de Colombia

*

1. CONTRALORÍA GENERAL DE LA REPUBLICA. Geografía Económica de Colombia. Tomo VII. Tolima. Editado por Gonzalo París Lozano. Publicaciones de la Contraloría General de la República. Bogotá. 1946. Pág. 135 - 141

2 Materiales líticos relacionados con la trituración de semillas, raíces y probablemente para romper huesos en busca de la médula, como complemento a la dieta alimenticia.

3 El estilo cerámicos Yotoco ubicados entre los siglos II a. C. y el siglo XIII después de Cristo, los caracteriza la decoración con pintura polícroma, las alcarrazas zoomorfas, desarrollo de la orfebrería y El estilo Sonso adquiere nuevas formas como vasijas grandes para almacenamiento, vasijas antropomorfas y en forma de calabazo, con decoración aplicada, modelada, incisión e impresión, con fechas de 1200+75 y 1580+70 después de Cristo.

4 El período Herrera según los arqueólogos debe entenderse como un complejo Formativo de la Sabana de Bogotá, caracterizado por el paso de la agricultura desarrollada, que coexistió con los patrones de subsistencia de cacería y recolección, ubicando cronológicamente esta cerámica se remonta al 3270 antes del presente, es decir, se ubica entre principios del segundo milenio antes de Cristo y primeros siglos después de Cristo.

5 Debemos recordar que las divisiones político–administrativas actuales no corresponden a las que tenían los antiguos habitantes de la región.

6 El chert es un material lítico de origen sedimentario que emplearon los antiguos habitantes del valle del Magdalena como raspadores, navajas, cuchillas, con muy buena durabilidad.

7 El formativo tardío va del 1215 al 830 antes de Cristo, donde se producen una serie de cambios en las sociedades porque apuntan a un desarrollo más complejo, con cambios en el patrón de asentamiento, en la cerámica, en la metalurgia y tendencias regionales culturales.

8 Un complejo cerámico que se refiere a una serie de rasgos que se comparten dentro de un territorio y el término tardío, se refiere básicamente a que es cercano a la llegada de los españoles e incluso sobrepasa en varias zonas este límite temporal, es decir se traslapa con la presencia europea.

9 Las tumbas de cancel se reconocen como sitios totalmente “forrados” en lajas de piedra tanto las paredes como la tapa, alcanzando diferentes dimensiones y profundidades.

10 El complejo Quimbaya Tardío, se conoce también como Cauca Medio y corresponde cronológicamente desde el 1100+80 d. C., al 1400 + o 70 d. C, caracterizado con base en el tratamiento de la superficie, son cuatro: tres colores negativo, negativo sobre rojo con decoración punteada, baño blanco grueso y negativo sobre naranja e incensarios. Las formas características son copas, vasos cónicos, ánforas, cántaros, cuencos, alcarrazas, vasos silbantes y antropomorfos.