HERMANOS CASALLAS

El dueto de los Hermanos Casallas no siempre ha estado integrado por los mismos. El único que permaneció fue Abel hasta su muerte y se alternó por períodos con Valentín y Adolfo, pero los tres estuvieron unidos en el sentimiento casi religioso que profesan por la música terrígena, la cual interpretaron desde muy temprana edad.

Los hermanos Casallas nacieron en el municipio de Lérida, de una familia numerosa, siete mujeres y tres hombres, optando éstos últimos por la música desde muy temprana edad cuando fueron imbuidos por los aires que interpretaban los tríos y conjuntos regionales, quienes despertaron su fervor por el aire y la cadencia de las rumbas y pasillos que se quedaron en su oídos como un enigma festivo.

Abel, el mayor, nació en 1941. Antes de terminar sus estudios primarios ya estaba frente a los músicos de su pueblo esperando que se les reventara una cuerda para que se la regalaran y él pudiera fabricarse un rudimentario instrumento atado a un trozo de guadua. A los siete años recibió un tiple de regalo de navidad y más tarde viajó al Líbano donde se encontró con el maestro José Ignacio Camacho Toscano como profesor del Instituto Tolima. Esta feliz coincidencia lo anima a formar el primer dueto bajo la mirada tutelar del maestro.

Viajó a seguir el bachillerato en el colegio San Simón donde ensayó distintas posibilidades para agruparse musicalmente y tuvo varios tríos y duetos con compañeros que muy pronto desertaron, pues no tenían el mismo deseo irrefrenable que demostraba Abel y que lo llevó a radicarse en Armero, centro musical del norte del Tolima.

En su nueva sede recibió clases de “Pachito” Alarcón, renombrado maestro de varias generaciones. Abel llegó a formar parte por una corta temporada del conjunto Lluvia de Recuerdos en el año 1969, con el cual realizó varios programas en vivo que se transmitieron por Radio Armero. Cumplida esta etapa armó su primer dueto con intenciones profesionales.

El trío Alabju fue otra experiencia edificante en su carrera. Con él participó en el famoso concurso de La hora Philips, un espacio radial que sirvió de plataforma de lanzamiento a muchos artistas colombianos en la década de los años 60 y 70. Ellos ocuparon un honroso tercer lugar en representación de Armero y lograron superar agrupaciones de varias regiones del país, las cuales estaban mejor dotadas técnicamente y eran amplios conocedores del folclor colombiano. Sin embargo hicieron respetar la supremacía de los tolimenses en el contexto nacional.

Una de las más ricas experiencias fue la de integrar el grupo musical que acompañaba a las danzas de Armero quienes tenían una gran trayectoria en la región, dirigidas por Inés Rojas y asesoradas por el folclorólogo Misael Devia. Con chuchos, bandola, tiples, guitarras y tamboras se fueron a los estudios de discos Fuentes a grabar la música que ellos bailaban.

El grupo había realizado una serie de investigaciones en el norte y en el sur del departamento por lo que tenían unas coreografías que por primera vez se sistematizaban y de ahí surgieron danzas como las de Los monos, La caña, Guabina trenzada, Los estandartes y La custodia, entre otras.

Participaron en una eliminatoria en Ibagué y se ganaron el derecho de representar al Tolima en el concurso nacional en Medellín. En el año 1972 las Danzas de Armero obtuvieron el segundo premio en el Concurso de Polímeros. Allí también recibieron una medalla de oro por sus interpretaciones. El grupo adquiere prestigio y viaja a varias ciudades como Bogotá, Manizales, Armenia, Neiva, etc., siempre con el mensaje de sensualidad y alegría del pueblo tolimense.

Abel se instaló en Bogotá para buscarse un trabajo estable mientras sus hermanos se encontraban estudiando, pero en la capital no pudo olvidar que estaba signado para sacarle gemidos a la guitarra y alcanzar el vuelo de la ensoñación. Por eso se matriculó en la Academia Luis A. Calvo y después de varios meses recibió la certificación como intérprete profesional.

Valentín Casallas, mientras tanto, adelanta estudios de bachillerato en Ibagué en el colegio Leonidas Rubio y emulando a su hermano organiza la tuna del colegio, participa en varias semanas culturales y prueba suerte con diversos conjuntos estudiantiles que le van dando la experiencia necesaria para asumir responsabilidades mayores.

En la Contraloría, Abel organiza un grupo musical con la asesoría del maestro Darío Garzón. Allí aprendió la férrea disciplina que el compositor imponía a su trabajo y tuvo igualmente la oportunidad de conocer a Pedro J. Ramos, ilustre compositor que se convirtió en su amigo y le proporcionó algunas canciones inéditas que montó con Valentín, quien ya le hacía la segunda voz para conformar así el dueto de Los Hermanos Casallas.

Un día visitó a Ibagué el maestro Jorge Villamil y Darío Garzón le presentó el nuevo dúo, recomendándolo por su disciplina y capacidades vocales. El le manifestó que haría contactos con Sonolux con el fin de establecer una posibilidad de grabación y además les dijo que les entregaría unas canciones inéditas para que las estudiaran.

En menos de un mes recibieron la notificación de Sonolux para que se desplazaran a grabar. De esta forma apareció el primer álbum, Así es Colombia, que se difundió por todo el país con afiches promocionales, pero en definitiva nunca supieron cuántos discos se vendieron ya que económicamente no recibieron ninguna remuneración.

A partir de esta experiencia optan por convertirse en sus propios productores y directores artísticos. Con el título de una canción de Pedro J. Ramos que obtiene el segundo premio en el Concurso Nacional del Bunde en el Espinal, ¿Qué es Macondo?, aparece su segundo larga duración en 1982 donde figuran otras canciones inéditas de compositores colombianos.

Adolfo, el otro hermano que permanecía en la penumbra y haciendo fila para irrumpir en el panorama de la región, también cumplía estrictamente con el periplo seguido por su hermano mayor. Formó tunas, dúos y tríos y se vinculó a la Secretaría de Desarrollo.

El disco Tolima mío fue el mayor éxito artístico y económico de los prensados por estos intérpretes. Se vendieron más de veinticinco mil copias gracias al apoyo que le brindó Alberto Santofimio quien se encargó de ubicarlas en las embajadas y oficinas públicas. Entidades como la Beneficencia del Tolima y la Fábrica de Licores adquirieron también muchos ejemplares y los distribuyeron en el departamento. En este disco figuran varias letras de Santofimio a las cuales Abel Casallas les colocó la música, entre ellas La Tienda de mi vecina que tuvo un relativo éxito entre los conocedores de la música tradicional del Tolima.

Con el nombre de Único amor Abel y Adolfo hicieron su último trabajo discográfico. Allí figura La chiruza, producto de una paciente labor de recopilación de la tradición oral de la zona de Armero manifestada en coplas a las cuales se les colocó el ritmo de sanjuanero que resultó muy agradable y que hace parte del trabajo que iniciara en el pasado Darío Garzón.

La inusitada actividad musical de Abel se proyecta a otros horizontes y es así como con Enrique y Nelson, dos amigos, conforman el trío Los Caballeros de la Canción y con el patrocinio de la empresa Cotoltrán lanzan un larga duración que contiene melodías del folclor latinoamericano, especialmente del sur del continente.

Con más de cuarenta y cinco años trajinando con guitarras, flautas, bandolas y tiples, Abel considera que ha logrado una modesta estabilidad gracias a la perseverancia de llevar las dos actividades paralelas, pues las serenatas y los discos no dan lo suficiente. En estos momentos Abel cuenta con una Academia en su residencia en el barrio El Jordán, Valentín ejerce la docencia y Adolfo se dedica a trabajos particulares. Sin embargo se reúnen continuamente a recordar viejos tiempos y a hablar de lo que serán sus próximos trabajos musicales, pues jamás podrán prescindir de este oficio.

A la Academia de Abel llegan los niños del barrio El Jordán para que les enseñe a tocar flauta, tiple o guitarra y él lo hace con toda la paciencia del mundo aplicando distintos métodos que resultan eficaces. No les cobra nada y aunque parezca un centro educativo informal, la diferencia es que se hace en forma gratuita, puesto que su interés es promocionar la música colombiana por todas partes. Insiste en que es completamente gratis, sólo que si alguno de los alumnos desea comprar el instrumento se le vende al mejor precio de la plaza.

Luego de haber alternado los tres hermanos, ahora piensan unirse y aparecer como el Trío Casallas en el cual incluirán algunas piezas de la inspiración de Abel, entre las cuales figura la rumba dedicada a María Tovar, La Guacharaca, un personaje típico de Ibagué que aún pervive en la memoria colectiva.

Además del aporte interpretativo que han dado los Hermanos Casallas a la música tolimense y colombiana, es necesario reseñar algunas de las composiciones que han sido llevadas al acetato y que surgieron de la versatilidad de Abel para colocarles melodía, acorde con los cánones de la tradición folclórica: Sur del Tolima, Mi bambuco, Único amor, Tu eres mi ternura, y La tienda de mi vecina, entre otras.

La familia Casallas es numerosa. Actualmente varios sobrinos siguieron los pasos de Abel y quedaron finalistas en concursos como el Mangostino de oro en Mariquita.