HACIENDAS, CAMPESINOS Y CAFETALES. APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LA PRODUCCIÓN CAFETERA EN EL TOLIMA. 1860 - 2005


Por John Jairo Rincón García

 

Antecedentes generales de la caficultura: La hacienda en el Departamento del Tolima.

Diversas dinámicas contribuyeron en el departamento a la configuración de las haciendas, sobre las cuales se erigió la producción cafetera. En el caso del norte, la producción tabacalera con epicentro en Ambalema estímulo la inversión de capital por parte de inversionistas nacionales y extranjeros, incidiendo en la comercialización de las tierras, la compra de propiedades, la producción y el comercio no sólo del tabaco, sino de otros bienes a través de la Hacienda. Factores asociados a las guerras civiles, la desamortización de los bienes de la iglesia, las acciones de los Estados soberanos impulsando la colonización para proteger sus fronteras y el crédito hipotecario, fueron generando las condiciones para la transacción de las tierras en una incipiente estructura de mercado.

“En consecuencia buena parte de las propiedades de la elite terrateniente que se configuro luego de la independencia de la zona pasó a manos de empresarios vinculados al mercado y capital internacional, quienes desde entonces hicieron algunos avances en el proceso de modernización económica y social agraria del norte del Tolima”1 La concentración de los predios encuentra antecedentes en la explotación de la quina, la cual contribuyo entre muchas otras cosas a la consolidación de Girardot como centro de acopio y puerto fluvial para su comercialización en el exterior, hasta la suspensión definitiva de esta actividad en las últimas décadas del siglo XIX.2

Durante la primera mitad del siglo XIX, especialmente en el periodo 1830-1849, el movimiento comercial de la propiedad agraria en el norte y centro del departamento se caracterizó por la apropiación privada, a un bajo costo, de tierras desamortizadas a los conventos suprimidos de Mariquita e Ibagué y a las comunidades indígenas, sobre las cuales las elites de Honda y de Purificación, así como algunos comerciantes de Bogotá, formaron nuevas haciendas o consolidaron las que habían heredado, propiciando el afianzamiento en Honda, Mariquita y el norte del Tolima del poderío terrateniente.

Con la depresión del comercio exterior entre 1874 y 1878 y la guerra civil de 1876 se acentuó la tendencia de los comerciantes y hacendados de la zona de Ambalema a invertir parte del capital dinero, acumulado dentro del ciclo tabacalero en más tierras, depreciadas por la crisis y en propiedades urbanas en Bogotá. Por otra parte, luego del auge tabacalero, la inversión de empresarios extranjeros tiende a ser hecha en tierras y haciendas para la explotación de minas, el cultivo y beneficio del café, el cacao, la cría y ceba de ganado, entre otros. De nuevo la movilidad de tierra se dará tras “la constitución de sociedades comerciales en Honda, durante el periodo 1880-1899, incidiendo no sólo en una nueva mayor movilidad de la propiedad, sino, principalmente, en su nueva concentración social en la zona del norte del Tolima”3

En la zona centro occidental del departamento se venía configurando una tendencia al arrendamiento fruto de la concentración de tierras, que de cierta manera limitaba la transacción comercial de las mismas en el mercado que se empezaba a gestar. Será hasta finales del siglo XIX que vendría a generarse mayor dinámica en el mercado de tierras, sufriendo gran depreciación el valor económico de las mismas en virtud de la guerra de los mil días.4

Las haciendas hacia el sur y el oriente se consolidaron a partir de terrenos baldíos y de la ocupación de los territorios indígenas en Ortega, Chaparral, Coyaima y Natagaima. Particularmente la parcialidad indígena de Yaguara entre Chaparral y Ortega, fue objeto de presiones a lo largo de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, afectando de cierta manera la incorporación de muchos predios al mercado. La introducción de la ganadería como la compra de derechos colindantes sumada a la desamortización de los resguardos de Ortega y Natagaima por parte del Estado en 1833, promovería un inmenso mercado de tierras, del cual resultaría una notoria concentración de la propiedad por parte de los hacendados.5 A finales del siglo XVIII se contaban cerca de 22 haciendas dedicadas solamente a la ganadería extensiva y el cultivo de caña, plátano y cacao. Particularmente en el valle del rio Saldaña, los hacendados enfrentaron disputas con inversionistas caucanos y bogotanos que aspiraban a instalarse en la región, para estimular cultivos empresariales, a finales del siglo XIX. En las diversas zonas del departamento se empezaban a constituir sociedades comerciales, propietarias de muchas de las haciendas disputadas.

Él café vendría a hegemonizar las relaciones de producción hasta bien entrada la segunda mitad de la década del 70, contribuyendo a la sujeción de la región, el departamento y la nación, a un producto dependiente de las fluctuaciones de la economía mundial; circunstancia que seria fatal al configurarse la crisis financiera en 1929,6 como en años posteriores a lo largo del siglo XX.

 

La introducción de la caficultura: perspectivas del proceso social, político y económico.

La dinámica comercial establecida por Colombia en el mercado mundial y la creciente demanda del producto a nivel internacional, estimularon el cultivo del grano a gran escala desde finales del siglo XIX. Al comienzo se establecieron los cultivos en zonas distantes de las rutas comerciales que había venido perfilando el país, cuyo eje principal fue definido por el curso del río Magdalena en busca de los puertos en la Costa Atlántica. De esta manera, la ubicación de las plantaciones hacia la segunda mitad del siglo XIX, se orienta hacia aquellas regiones ubicadas cerca de las vías de comunicación, de tal suerte que faciliten la exportación del producto. Así entonces, empieza a cultivarse en los departamentos de Cundinamarca y Tolima, desconcentrando la producción de los Santanderes y Antioquia. En este proceso incidieron igualmente las dinámicas de migración inter regional propiciadas por las guerras civiles.

En 1818 se siembra el primer cafeto en Ibagué traído desde Cundinamarca7, siendo la Hacienda el marco en el cuál se expandió este cultivo hasta iniciar su incursión a escala comercial hacia 1869, atribuyéndose a don Cesáreo Rocha del Castillo esta iniciativa en la localidad de Chaparral. Sin embargo, desde 1860 se tenía conocimiento del establecimiento de plantaciones bajo la figura de sociedades o compañías comerciales en el norte del Tolima en las localidades de Fresno y Líbano. Las plantas proveían de cafetos llevados de Antioquia y Cundinamarca. Como industria se reconoce su impulso entre 1870 y 1880, fruto del esfuerzo de gentes laboriosas en distintas sub regiones del departamento, presentando particularidades diversas a lo largo y ancho del Tolima.

“En torno a los grandes cafetales, particularmente en el sur, se fueron formando amplios anillos de pequeñas plantaciones que beneficiaban el café en las grandes haciendas y les proporcionaban a éstas la fuerza de trabajo estacional. Prácticamente todos los declives de los pliegues cordilleranos del departamento, con temperaturas entre los 18 y 25 grados centígrados, se cubrieron con plantaciones de café”.8

La intensificación de la producción en el departamento, pudo estar relacionado con el incremento de precios en el mercado internacional a finales del siglo XIX, particularmente en los años de 1874-1875 y 1887-1893, ubicando al departamento del Tolima durante las décadas de 1880 y 18909 en un lugar privilegiado en cuanto hacía referencia a la producción cafetera nacional. Ya en 1880 se referencia por varios autores la conformación de grandes unidades productivas explotadas bien por fuerza de trabajo familiar, (característica esta de las pequeñas plantaciones), o bien por fuerza de trabajado provista por peones “enganchados” al cultivo a través de la Hacienda.

Las dificultades en cuanto a los medios de transporte y la carencia de vías de comunicación, propiciaron que los cultivos cumplieran con el requisito de estar cerca de las rutas de comercio, en este caso: el río Magdalena, principal vía de comunicación del país y de éste con el mundo. Sin embargo, las limitantes en el proceso de navegación y el ajuste de las empresas de transporte a los ciclos de lluvia en el río, retrazaban las exportaciones, y propiciaban el incumplimiento de contratos en el exterior, lesionando los intereses de capitalistas e incrementando aún más los fletes.10 Diferencia que se recuperaba al cancelar el salario a los peones.

Distribución de fincas por departamento

y número de cafetos 1927.

Departamentos

Fincas con más

de 60.001 cafetos

No. de

Cafetos

Porcentaje sobre el total del Depto.

Cundinamarca

118

19.864.000

50.53 %

Tolima

76

8.908.000

34.20 %

N. de Santander

50

6.810.000

25.26 %

Antioquia

25

11.442.600

18.81 %

Caldas

25

3.430.300

6.70 %

Fuente: Gaitan, Gloria. La Lucha por la Tierra en la década del 30. Pág. 21

Además de esto, se requerían zonas que garantizaran condiciones climáticas y agro ecológicas óptimas para el cultivo del grano. Las grandes plantaciones en el Norte del Tolima, particularmente, al igual que las desarrolladas en Cundinamarca, cumplían con estos requerimientos. Sin embargo, el café se expandía hacia regiones mucho más apartadas y condiciones bioclimáticas mejores que las de los primeros años, orientándose desde finales del siglo XX como producción empresarial, hacia las zonas del antiguo Caldas. El café requería venderse seco para garantizar su calidad, la cual estaba dada igualmente en directa relación con el sitio de producción. Al llegar la cosecha, debía ser recolectado en el menor tiempo o de lo contrario se corría un alto riesgo de pérdida. Para completar, los períodos de cosecha coincidían con la época de lluvias, complicando mucho más el secado del grano.

A comienzos de siglo, el área de producción nacional se dividía en 4 zonas bien definidas. Enumeradas según la importancia de la producción: Antioquia y Caldas; Cundinamarca, Tolima y Huila; Santander, Norte de Santander y Magdalena y los departamentos del Valle, Cauca y Nariño, en el sur del país.11 La actividad productiva, al igual que en otras épocas estímulo la concentración de población y el fortalecimiento de asentamientos poblacionales. En el Censo general de Población adelantado en 1912, se da cuenta de la concentración poblacional en el departamento, diferenciándola provincialmente. 12

Para el caso que nos ocupa, en torno a la actividad cafetera, varias provincias registraban una concentración significativa de población. Así entonces en el norte del Tolima la población asentada en el Líbano había alcanzado los 16.186 habitantes; Honda 8,636; San Lorenzo 3.564; Mariquita 4.552; Ambalema 6.285. Hacia el Oriente, los poblados pertenecientes a la provincia de El Guamo, concentraban la población así: Melgar 7.769 personas; Cunday 3974; Dolores 2.904; Alpujarra 3.242; Chaparral 15.332; Ortega 13.978; Natagaima 12.647; Guamo 14.595; Espinal 15.500; Purificación 15.036. En el Centro, Ibagué tenía 23.607 habitantes.13 Destacan aquellas poblaciones en las que se cuenta gran número de población Indígena a saber: Natagaima, 5.305; Ortega, 5.222; Coyaima, 5.343 y Chaparral, con 1.409 Indígenas. La mayor cantidad de población a nivel departamental la concentra la provincia de El Guamo, y en ésta, los municipios de Chaparral, Espinal, Purificación, Natagaima, Ortega y Chaparral, cuyas relaciones sociales y de producción están medidas, en la mayoría de ellos, por las haciendas.

Pero no sólo se consolidaron centros poblacionales. Para el caso del Norte del Tolima, el centro principal de comercio era la localidad de Honda.14 Entidades financieras como el banco de Bogotá, el banco de la República, el banco Alemán Antioqueño, entre otros, tenían asiento allí. Igualmente casas de comercio y exportación de café, como la Casa López, que además era entidad financiera.

Entre las compañías extranjeras exportadoras y comercializadoras de café se cuenta La Hard y Rand Inc. y la casa Steinwender Stoffregen Corporation. Encontramos también la Brever Móller y Cía. La Ultramar Corporation compañía Norteamericana, era otra de las inversionistas en la producción y procesamiento de café en la región. Se referencia también en la historia local a la SKN,15 dedicada a la producción y comercialización del grano así como la “Hanseática Alemana”, la cual se ocupaba de la comercialización y transporte por el río Magdalena en barcos de vapor como de la producción del mismo en las haciendas.; agencia marítima responsable del transporte fluvial por el río magdalena. ; así como capitales individuales, tales como los invertidos por Josué Téllez, exportador de café. Las casas exportadoras tenían relación directa con casas matrices en el exterior, las cuáles a su vez, tenían agentes compradores en los centros de producción y comercio local. Es el caso de la Hendel, casa Alemana con agentes en el Líbano. Walter Von Mellenthin era el agente comercial de esta exportadora Alemana. Igualmente, otra compañía como la administrada y representada por Juan Shartoff, compraba y procesaba el café. Empacándolo en pequeñas cajas metálicas ya tostado, quedaba listo para exportar. Situación similar acontecía en la localidad de Girardot, en Cundinamarca.

El cultivo se fue distribuyendo a lo largo y ancho del departamento, consolidándose la hacienda en el norte, oriente y sur. Las grandes plantaciones eran una característica particular de Cundinamarca y Tolima, presentando un marcado acento hacia la concentración de la propiedad, siendo importantes igualmente, por la cantidad de cafetos sembrados en sus predios y el volumen de producción generado.16

Por municipios productores, para la misma fecha, destacaban en el Norte las localidades de El Líbano y Fresno; hacia el Sur los municipios de Chaparral, Ortega, Ataco y hacia el Oriente, Cunday y Melgar. Así mismo, la capital del departamento. En 1927, el Tolima se ha consolidado como el quinto productor nacional de café, al disponer de 35.991.726 árboles de café sembrados.

En los años treinta ya se había consolidado la hacienda cafetera en todo el departamento. En el censo cafetero de 1932 se relacionan 26 haciendas con más de 60.000 árboles sembrados en el Líbano; 44 en el Sumapaz y 16 en la zona de Chaparral, y 491 fincas con más de 20.000 árboles en todo el departamento, de las cuales 93 están ubicadas en el Líbano.17

 

Número de cafetos sembrados por municipios en el Tolima. 1927

MUNICIPIOS NÚMERO DE CAFETEROS

Líbano

5.015.700

Chaparral

3.197.500

Cunday

2.249.000

Ibagué

381.000

Ataco

854.600

Icononzo

2.292.000

Ortega

607.400

Miraflores

1.202.000

Fresno

1.119.850

Melgar

1.907.000

Fuente: Gaitán, Gloria. La lucha por la tierra. Pag 23

 

El proceso de producción en la hacienda

La hacienda concentraba todo el proceso productivo del café, disponiendo la mayoría de infraestructura productiva a gran escala para el cultivo, procesamiento y comercialización del grano: ruedas hidráulicas de 15 o más metros de diámetro instaladas para mover un tren de maquinaria compuesto por despulpadores, centrifugas, ascensores, molinos, trapiches, zarandas e incluso trilladoras. Se sumaban igualmente las estufas secadoras de café, con capacidad algunas, para secar cerca de 45 sacos en 4 días.

La provisión de fuerza de trabajo competía con la demanda generada por las obras públicas entre las que se contaban la construcción de edificios gubernamentales, ferrocarriles y los cultivos comerciales que empezaban a despuntar en los valles interandinos de los rios Cauca y Magdalena. Eso sin contar el proceso migratorio generado en los años veinte hacia los centros urbanos que se estaban configurando, despoblando los campos y poniendo en apuros a los hacendados en tiempos de cosecha.

Varias de las haciendas grandes de Cundinamarca y tolima tenían más de 200 mil cafetales y la demanda de cosecheros era bastante alta, lo que fácilmente llevaba a presiones inflacionarias especialmente durante los años veinte cuando la producción cafetera creció a un ritmo sin precedente. Era difícil competir con los salarios ofrecidos, por ejemplo, en la construcción ferrovial y otras obras publicas donde la demanda de los trabajadores era grande por esta épointensa.”18

Muchas haciendas podían tener 20, 30, 40 arrendatarios permanentes, para proveer fuerza de trabajo, sin contar los peones vinculados durante la cosecha en los procesos de enganche de trabajadores. Por ejemplo la Hacienda Providencia en Chaparral, llego a sumar cerca 2500 trabajadores en cosecha. Cuando se fugaban los peones en época de cosecha, la comisión de autoridad intervenía e iba en su busca para regresarlos a la hacienda. Situación similar acontecía en las haciendas de Cundinamarca, Boyacá, Santander y el resto del departamento.

Cada hacienda según su capacidad financiera y su poder de incidencia en el mercado local o regional, disponía además de la tienda de Raya, caracterizada como un expendio de la hacienda para la venta a los trabajadores de víveres, vestidos y herramientas entre otras cosas. En ella los peones retiraban las mercancías sin cancelar su valor, el cual era anotado por el dependiente con una raya (de ahí su nombre) frente al nombre del trabajador… en otras tiendas se proveían telas, abarrotes y otros artículos de primera necesidad del patrón. Los trabajadores, desde que llegaban, tenían una cuenta abierta y semanalmente les descontaban la deuda, con precios muy altos, por encima de los de la ciudad. Cada una de las haciendas dependiendo de su fortaleza en el proceso productivo a nivel local, ordenaba la circulación de mercancías a través de su propio medio de cambio. Se tiene referencia de moneda propia para la hacienda Providencia a partir del cual se pagaban trabajadores y transacciones comerciales en Chaparral. Lo mismo acontecía para las haciendas Icarco y el Triunfo en Chaparral. 19 En Cunday se consolido a comienzos del siglo XX la Compañía Cafetera de Cunday, propiedad de la familia Sáenz Londoño.

Las haciendas organizadas en Cundinamarca y Tolima se caracterizaban por las altas condiciones técnicas para el procesamiento del grano. La maquinaria descrita en apartes anteriores marcaba gran diferencia con respecto a los pequeños y medianos productores. Mientras en éstas se disponía de un tren de maquinaria para el beneficio, los pequeños productores, descerezaban manualmente en pequeñas despulpadoras, fermentaban el grano en cajones de madera (paseras), las cuáles les permitían exponer los granos al sol para el secado, con todas las dificultades para esta etapa del beneficio, en virtud de la lluvia.

Al no disponer de condiciones de almacenamiento, estaban en la obligación de vender inmediatamente su producción para garantizar de esta manera ingresos económicos. Por el contrario la capacidad de almacenamiento en el mismo sitio de producción, le permitía a los grandes productores aguardar precios favorables en el mercado nacional e internacional. En materia de comercialización, las haciendas con gran capacidad productiva disponían de mecanismos de transporte y circuitos de comercio internacional, limitando la participación en el mercado de comerciantes no ligados a la producción directa.

 

Fincas del Tolima con más de 60 mil cafetos 1923 - 1932

MUNICIPIOS 60 mil a 100 mil Más de 100 mil
  1923 1932 1923 1932

Chaparral

4

8

3

8

Líbano

9

15

5

11

Cunday

9

7

4

11

Icononzo

5

7

8

7

Fuente: Fajardo, Darío. Op. Cit. Página 43

 

Para la década del 30, la tierra seguía concentrada en las haciendas cafeteras del departamento, reforzándose la idea de que éstas eran un problema político, social y económico. En realidad constituía un motivo de seria preocupación para las autoridades de la época, comprometidas con en el proceso de la revolución en marcha del gobierno liberal que afrontaba trabas de las relaciones semifeudales, enraizadas en el agro.20 Estas ideas habían sido expresadas a finales de la década del 20, justamente durante el proceso de constitución de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) en 1927. Sobre esto volveremos más adelante.

Con el tiempo se fueron tejiendo toda suerte de conjeturas sobre la dinámica de las haciendas, mediadas incluso por la influencia del Partido Comunista en muchas de ellas, mediante la creación de sindicatos agrarios que promovían las tomas de tierras y la reivindicación de derechos sobre los predios labrados por campesinos desposeídos. Al problema de los “brazos”, se sumaba entonces la dinámica social y política de las regiones, como el papel de la hacienda en la economía y obviamente en la política. La hacienda se constituiría en objetivo de algunos miembros que tomarían parte en la constitución de la Federación Nacional de Cafeteros, como de gobernantes modernizantes.21

 

La infraestructura de Transporte y el Mercado

Entre las primeras inversiones de envergadura efectuadas para garantizar la comercialización del café, se cuenta la adquisición de vapores para la navegación del rio Magdalena. Sin embargo, a la altura de Honda, el desnivel del lecho y la fuerte corriente dificultaban la navegación, obligando el transbordo de las mercancías. Además de ello, el régimen de lluvias o la escasez de ellas, incidían en la navegabilidad del rio, alterando la mayoría de las veces, los acuerdos de exportación suscritos por las casas comerciales a nivel nacional e internacional. Muchas de estas dificultades impulsaron la idea del ferrocarril como alternativa. Hacia el año de 1872 el Estado Soberano del Tolima, autoriza el inicio de las obras mediante decreto, otorgando esta tarea, con contrato exclusivo de explotación por treinta años a un particular. Hacia 1881, comienza la construcción del ferrocarril hacia la Dorada, finalizando en 1882. Posteriormente se extiende hasta Ambalema (1905), finalizando en 1907. Años después la línea férrea se extiende hacia el Huila. Entre tanto, otra línea conectaba el tramo ya construido con el ferrocarril del Atlántico, contratándose en 1893 los trabajos para conectar la red con Ibagué y Girardot. 22

“… la red ferroviaria, la mayor parte de la cual estaba al servicio del comercio cafetero, se duplico entre 1913 y 1929; el número de pasajeros y el volumen de carga transportados en esta líneas férreas crecieron ocho veces durante el mismo período”.23

A la vez, la construcción de vías se orientaba hacia el mercado internacional, de tal manera que la red construida en las diversas regiones se entroncaría con el eje hacia el puerto de Barranquilla en una dinámica nacional, que ligada a la producción cafetera, permitiría la ampliación de las exportaciones como del mercado nacional. Por otro lado, el esfuerzo en la inversión de infraestructura vial procuraba la articulación de Girardot, Ambalema y Honda, en tránsito hacia el puerto de Buenaventura, el cual empezaba a concentrar gran parte del comercio nacional de exportación, luego de construido el canal de Panamá en 1914. Estos desarrollos en materia de infraestructura carreteable permitían igualmente la comunicación de Bogotá con los puertos del país a la par que se solucionaban los problemas de transporte para las regiones cafeteras. Esta necesidad se hace mucho más evidente no sólo por el fortalecimiento de las exportaciones y la extensión de los cultivos de café, sino que se complementa con la identificación de zonas óptimas de producción en las cuáles se concentrará la producción cafetera del país.

Estas regiones se ubican particularmente en el antiguo Caldas. Éste departamento a finales de los años 30 presenta un área cultivada de 55.966 hectáreas, correspondientes a 73.478,040 cafetos. Estas cifras de producción lo ubicaban como primer cultivador nacional,24 de tal suerte que para la década del 30 el departamento de caldas busca salidas hacia el Magdalena en aras de conectarse con el eje vial construido en pos del mar Atlántico.

Uno de los primeros proyectos que se desarrolla en función de éste objetivo es la construcción del cable aéreo entre Manizales y Mariquita a través del cual se transportaban productos hacia Honda. Éste medio de transporte presentaba restricciones en cuanto a capacidad de carga, limitando la posibilidad de comercializar grandes cantidades de la producción agrícola de esta región. La vía establecida por el cable aéreo pretendía poner en comunicación a Manizales con la estación del ferrocarril en la Dorada. La capacidad estimada de carga era de 100 toneladas diarias en ambas direcciones, transportando 10 toneladas por viaje.25

“Esta obra tuvo su origen en una propuesta hecha por Frank A Koppel en diciembre de 1910 para establecer y explotar mediante un contrato de privilegio durante 50 años un cable entre Pereira o Manizales y un puerto del Ferrocarril de la Dorada. Las necesidades de transporte de carga entre Manizales y el Río Magdalena, favorecieron la alternativa de un teleférico. Obtenida la concesión el contrato fue traspasado a The Manizales Ropeways Limited of London que envió una comisión de ingenieros. Los trabajos comenzaron el 02.09.13 en una longitud de 73 Km. 351 mts. alcanzando su mayor altitud 3,675 mts. en el Km. 51.815”. 26

En función de la interconexión vial proyectada se pensaba la construcción de carreteras que permitieran a las regiones del norte del Tolima y Caldas articularse a la red vial nacional. Armero, Líbano y Murillo, en el Tolima; Marulanda, Manzanares, Marquetalia y Victoria en Caldas, aprovechando el trazado de las vías en estas regiones y a la vez enlazarse por medio de carreteras parciales que se articularan con la proyectada hacia Manizales, Fresno y Mariquita por un lado y con la de Dorada, Cambao y Bogotá por otro. Uno de los primeros tramos construidos, (luego del proyecto vial por Cambao), fue el de Mariquita - Manizales iniciado por el gobierno nacional en 1930 con una inversión de $130.000 y una distancia de 26 kilómetros aproximadamente. 27 Esta carretera se convertiría con el paso de los años en uno de los tramos de la vía que uniría a Manizales con el río Magdalena.

Los desarrollos tecnológicos en materia de ingeniería permiten la construcción del puente sobre el río magdalena, haciendo la comunicación entre Bogotá y el puerto de Barranquilla mucho más expedita. Igualmente, la apertura de la vía hacia Manizales por Mariquita y Fresno, redujo el tiempo de comunicación entre la capital del país, Manizales y Medellín. Éste hecho, sentenció la suerte de la carretera que seguía el curso del camino del Ruiz, así como del cable aéreo, propiciando el desplazamiento de una serie de industria metalmecánica, de fundición y de procesamiento de alimentos, hacia los nuevos puntos de intersección comercial. Con éstas hazañas se empezaba a reemplazar la mula por la rueda, proceso que se extendería hasta bien entrados los años 60. A la par del “desarrollo” vivido en las partes medias, las zonas altas se quedaron produciendo de manera tradicional, sin incorporar mayor inversión de capital en las plantaciones, excepto alguna efectuada para dotar de energía eléctrica e infraestructura productiva a algunas haciendas.


Aproximación a los conflictos sociales en la Zona Cafetera Tolimense

En el marco de los procesos de colonización, la formación de grandes propiedades no fue, como se ha supuesto, un fenómeno contradictorio. En términos reales, la noción de democratización de la propiedad a partir de la colonización, tiene poco fundamento. Entre 1850 y 1930, la adjudicación de baldíos por parte del Estado a particulares, contribuyó directamente a la consolidación de las grandes haciendas, en las regiones más productivas económicamente del país, alimentando y promoviendo los conflictos sociales en torno a la propiedad de la tierra.28 Esta tendencia generalizada, fue alimentada a través de la expulsión de población a partir de las guerras “civiles” vividas durante los siglos XIX y XX.

“Por lo general la expansión de la frontera en Colombia, se llevo a cabo en dos etapas sucesivas. Primero, familias campesinas se trasladaban a las fronteras y limpiaban y sembraban la tierra, aumentando así su valor por el trabajo que en ella habían invertido. Estos pioneros eran similares a propietarios campesinos de otras partes del país, pero con una diferencia crucial: no tenían títulos legales sobre las tierras que trabajaban. En la segunda etapa entran en escena los empresarios acomodados, empeñados en formar grandes propiedades y en transformar a los colonos originales en arrendatarios al hacer valer sus derechos de propiedad de la tierra. Este conflicto básico de intereses entre familias de colonos autónomos e inversionistas de la elite determinados a controlar la tierra y el trabajo de los colonos es característico de la experiencia Colombiana.”29

Esta realidad, da origen de manera general a una serie de conflictos generalizados en el país a nivel rural, sintetizados de la siguiente manera: la confrontación entre colonos y poseedores de títulos reales; el enfrentamiento entre colonos y adjudicatarios de baldíos por parte del Estado; Adjudicatarios de baldíos y comunidades indígenas; Colonos e indígenas enfrentados con empresarios rurales y finalmente en enfrentamiento entre Colonos expulsados de varios territorios y Comunidades Indígenas.30

Para el sur del Tolima, Ignacio Torres Giraldo reporta conflictos en Icononzo desde 1919, caracterizando la zona como un nudo de lucha entre campesinos y terratenientes, provocando el asesinato de un número indeterminado de campesinos. Hacia el año de 1920, fruto de la magnitud de los hechos, el gobierno nacional adelanta una investigación en cabeza del ministro de Gobierno. Hacia 1924 se reportan nuevos sucesos de organización campesina, convergiendo estos con las acciones adelantadas por colonos en Caicedonia y La Paz en el Valle del Cauca; Quipile en Cundinamarca y los colonos del Magdalena Medio enfrentados con la United Fruit Company.

“Por otra parte, en Chaparral, particularmente la parcialidad indígena de Yaguara, fue objeto de presiones por parte de terratenientes durante varios siglos. Hacia 1845, los terratenientes de la región, en cabeza del general Domingo Caicedo Bastidas, basado en la legislación existente, se tomo tierras en arriendo para el pastoreo de ganado. A su muerte, la familia de éste, sub arrendó a un tercero, el cual expandió una gran estancia sobre las tierras de los indígenas, argumentando su compra. Dichas tierras, logran favorabilidad para los indígenas a partir de la legislación de 1890 (ley 89) sobre la defensa de los resguardos. Sin embargo, a partir de las condiciones creadas por la guerra de los Mil días, el señor Gabriel Domínguez, reafirmo la enajenación de los predios, obligando a la comunidad a emprender una campaña de recuperación de tierras. De la reorganización del cabildo, la ampliación de cultivos y asentamientos y las acciones ante el Estado, fue encargado el comunero Pantaleón Chaguala”.

“Por su parte, el hacendado impulsa la ocupación del predio con colonos traídos específicamente para este efecto, incluyendo medidas de amedrantamiento contra los indígenas. En 1915 en hacendado y político liberal Andrés Rocha se apersono del pleito trazando una estrategia de ablandamiento contra la comunidad indígena, acompañada con represión selectiva apoyada por las autoridades de Chaparral. Varios años más tarde la lucha de las comunidades indígenas de esta zona del país, se articularía con la dinámica del naciente movimiento indígena, liderado por Manuel Quintín Lame. En el Sur del país, esta lucha se dinamiza a partir de las relaciones sociales, políticas y económicas dispuestas por la hacienda señorial y los Hacendados, haciéndose particularmente agudas entre 1914 y 1916. Quintín31, junto con José Gonzalo Sánchez, entre otros, impulsa la organización Indígena y a través de ella, la restitución de los resguardos para la población indígena de las localidades de Ortega, Coyaima y Natagaima. Quintín Lame fue encarcelado en el Tolima 108 veces por los hombres no indígenas y en ninguna de esas veces necesitó de abogado o defensor ante cuatro mil y tantos mentirosos, cohechadores y perjuros de raza blanca y mestiza unidos con los investigadores, con los jueces y alcaldes, consejos, secretarios.”32 Entre las lecciones de la experiencia que deja la lucha indígena a Quintín se cuentan las siguientes: no acudir a los abogados, desconfiar de los regalos y de los halagos, rechazar a los politiqueros y, no confesar ningún delito. 33

Hacia el centro del departamento, famoso es el caso de la hacienda Tolima, ubicada en el municipio de Ibagué. Comprada por un señor Restrepo en 1892, por la cantidad de 1000 pesos, con una extensión de tres mil hectáreas, para los años treinta reclamaba con los mismos títulos 25.000 hectáreas. “¿Cómo creció, Cómo se ensanchó esa finca? ¿ Como se alega propiedad contra los trabajadores, que son los que en realidad la han trabajado, en tanto los presuntos dueños lo único que han trabajado son los linderos en las escrituras públicas?”.34 Estas situaciones, así como el trato recibido por los colonos y en general por el campesinado y el indígena, dieron origen a una serie de acciones a lo largo y ancho del territorio nacional.

“A partir de 1928, miles de arrendatarios y otros campesinos adoptando la denominación de Colonos, invadieron muchas de las grandes propiedades que se habían formado en las regiones de frontera durante el período de crecimiento de exportaciones agrícolas. Fue entonces cuando el asunto de los baldíos se convirtió en un problema político de alcance nacional, en su lucha contra los latifundios”.35

Los campesinos se organizaban simultáneamente y aportaban de sus ingresos para la organización, apoyados por el Partido Comunista. Este proceso conduciría a fortalecer la colonia agrícola del Sumapaz. La dinámica organizativa del campesinado se extendería por el Sumapaz, Fusagasugá, Viotá, Pandi, Cunday e Icononzo, permitiéndoles a los campesinos del Tolima, movilizar apoyo desde Cundinamarca cuando se desataban acciones contra ellos en Cunday o Icononzo y viceversa. La envergadura de la dinámica organizativa impulsada por el campesinado, daría origen a una forma de “autodefensa campesina”, que incluía desde entonces un sistema de vigías ubicados sobre puntos estratégicos de la zona defendida, los cuales avisaban mediante el toque del cuerno, la presencia de extraños, principalmente funcionarios del gobierno, hacendados o sirvientes de éstos.36 Este sistema se activaba en el momento de suscitarse alguna agresión contra la comunidad por parte de agentes externos, fueran Estatales o hacendatarios.

Hacia 1928, en el marco de una jornada Nacional agenciada entre otros por el Partido Socialista Revolucionario se suceden una serie de hechos que involucran pobladores de varias regiones del país. “…Los más vigorosos levantamientos del 28 de julio tuvieron lugar en el Tolima, Santander del Sur, Cundinamarca, Boyacá y, con menos intensidad en el Valle del Cauca. En El Líbano hubo asalto a la ciudad, combate con varios muertos y numerosos heridos, y después repliegue de los sublevados a la región de Murillo, en donde empezaron a operar organizados en guerrillas. Pronto hubo también guerrillas en los distritos de Lérida, Ambalema y Armero. La revuelta conocida luego como la de los Bolcheviques del Líbano, fue liderada por un zapatero, Pedro Narváez y otros dirigentes, entre los que destacaban dirigentes campesinos, jornales y tabloneros. 37

Las haciendas no sólo se habían constituido en la piedra angular para la concentración de la tierra. También eran el núcleo dominante a nivel social, político, económico y militar en las comarcas circundantes. Se daba a las relaciones sociales un cierto carácter señorial, establecido por el hacendado.38 Era como si la hacienda concentrara también las funciones del Estado39.

Muchas de éstas dinámicas condujeron al abandono de predios por parte de los hacendados y al fortalecimiento del proceso organizativo de los campesinos en sindicatos. Reconocidos fueron el en sur del Tolima el sindicato de trabajadores de la hacienda Guatimbol, así como el de la hacienda Santa Inés. Así mismo en las colonias establecidas por los campesinos sin tierra se organizaron de la misma manera; se conoce la Federación Agrícola de la Colonia de Cunday.

Los hechos acaecidos a nivel nacional durante la década, conducen al gobierno a tomar determinaciones como la fundación de la “Colonia Agrícola del Sumapaz” con un dominio aproximado de 200.000 hectáreas entre Cundinamarca y Tolima y de otra la creación de una reserva territorial hacia el oriente y norte de Icononzo a partir de 1928, contribuyendo este hecho a la construcción de carreteras y la finalización de la articulación vial de Villarrica con Girardot. Estas últimas medidas fueron tomadas por el gobierno en virtud de los excesos de los hacendados en la recuperación de terrenos baldíos. Sin contar las acciones militares desatadas contra el campesinado por parte del Estado como de los particulares.

Al lado de este proceso se fue gestando la organización de trabajadores agrícolas ligados a la recolección de café y al trabajo en las haciendas bien como tabloneros, agregados o peones. Es conocida en el sur del tolima la huelga de trabajadores cafeteros, la cual vinculo durante los años 30 a los trabajadores de las haciendas Providencia, Toribío, angostura, Corbina entre otras, logrando involucrar cerca de 18.000 trabajadores en la sub región. 40

Al finalizar los años treinta, salen a la luz pública una serie de organizaciones campesinas. Por ejemplo, las ligas campesinas organizadas en las haciendas, acusando una efervescencia muy grande; agrupando a toda la gente ligada al movimiento de los colonos relacionados con las haciendas. Tras las ligas, naturalmente venía la organización del Partido, promoviendo manifestaciones gigantescas. El fortalecimiento de expresiones organizadas en el sur del tolima, asociadas a los procesos de tomas de tierras, posibilitan la organización en Chaparral, de la Conferencia Regional Campesina del Sur del Tolima a objeto de fomentar la sindicalización, los sindicatos de trabajadores indígenas y campesinos en las localidades de Chaparral, Coyaima, Purificación, Ataco, San Antonio, Natagaima y Ortega, fueron invitados, convocando además delegaciones de diversas zonas del departamento y el país. El evento se desarrollo en Yaguara.41 Hacia 1938, según lo señala Gonzalo Sánchez, la puja por las tierras de Yaguara seguía desarrollándose con el favor de las autoridades hacia los terratenientes, los cuales enfrentaban un movimiento campesino organizado y solidario.

Durante estos años se fortalece el aparato militar, constituyéndose además la policía política, con dos frentes de trabajo: el combate a la delincuencia común y la protección del Estado contra cualquier intento de ataque. Este último frente de trabajo, implicaba la vigilancia de las actividades sindicales, organizativas y políticas desarrolladas por la oposición política, pero además el seguimiento a paros, huelgas, marchas y reuniones desarrolladas por activistas políticos y en general la vigilancia y ataque de todas aquellas actividades que implicaran la seguridad del Estado.

La lucha por la tierra posibilito el ascenso de un sector de pequeños y medianos productores y a la vez, productores de café, consolidando a futuro la formación de una capa media de propietarios rurales, que tampoco lograron incidir en la tendencia de concentración de la tierra en la zona cafetera. Dicho proceso se facilito y extendió por el departamento gracias a la estructura organizativa provista por instrumentos como las Ligas Campesinas.

“Los acontecimientos ocurridos a partir del 9 de abril de 1948 en la región, vendrían a demostrar más nítidamente aun la oposición de la población ante la evolución económica y política del país, que expresada en el nivel local, significó no solamente el terror de la represión sino también, más profundamente aun, la quiebra y la frustración de las expectativas de muchos sectores medios en torno a un desarrollo democrático, a su entender, de su sociedad y su economía.”42

Al parecer el departamento del Tolima fue el epicentro de mayor cobertura en acciones de violencia durante el año 48, luego de la muerte de gaitan, en tanto, a lo largo y ancho se sucedieron situaciones de violencia y se constituyeron Juntas Revolucionarias. Destacan sin embargo, Líbano, Chaparral, Armero y Cunday. Luego de la conformación de las Juntas y de los disturbios generalizados en el país, el gobierno tomo la determinación de nombrar jefes militares en los cargos públicos. Para el Tolima fue nombrado como gobernador el Coronel Hernando Herrera, quien dispuso en el gobierno a dos jefes liberales y dos conservadores, tratando de respetar el acuerdo de unidad nacional generado entre los dos partidos tradicionales.43 Igualmente se establecieron puestos de mando para adelantar operaciones militares en el departamento con sedes en las localidades de Honda, para el norte; Natagaima en el Sur y Flandes en el oriente.

En Anzoátegui ya estaba para esta época ubicada la policía Chulavita. El Líbano se constituyó en la primera sede de la Unir a nivel regional, explicándose en cierta forma la reacción de la comunidad al asesinato de Gaitan. En general varias zonas del Tolima, eran señaladas como focos de inestabilidad social y política, en los cuales se reproducía el Comunismo Criollo. Entre ésta tenemos: Ataco, Chaparral, Líbano, Villarrica, Ortega y Cunday entre otros.

Al volverse cada vez más constantes las acciones de agresión militar (asesinatos y detenciones masivas) contra el campesinado por parte de los hacendados, se va constituyendo una organización armada de autodefensa, la cual fue asumida como estrategia de masas por el Partido Comunista a partir de 1949. La organización de la autodefensa estuvo acompañada por la formación de estructuras armadas que preconizando la defensa de la vida y del interés colectivo, desarrollaban acciones armadas de carácter ofensivo y defensivo contra las fuerzas armadas del ejército, como contra sectores conservadores acusados de asesinar militantes liberales. En el mismo año en la zona norte del departamento se organiza la denominada Línea Roja conformada por diversos grupos de autodefensa que operaban en la región, haciendo alusión su nombre a la filiación liberal de sus militantes como a los vínculos con el Partido Comunista y las alianzas con el Movimiento de Recuperación Liberal, MRL. 44

En este periodo se van conformando destacamentos liberales y comunistas. Famosos fueron los destacamentos Bilbao, Horizonte, La Ocasión, La Quebrada, Rioverde, La Herrera, El Agarre, El Socorro, en Rioblanco, bajo la dirección liberal; Chicalá, La Marina, Irco, Córdoba, Sucre, Calarma, en Chaparral; el Davis y Saldaña en Ataco, y Cambrín en Rioblanco, bajo la dirección Comunista.45 Cada uno de ellos se constituía en un núcleo de resistencia campesina de carácter militar y económico. En este proceso se involucro igualmente la población indígena, destacándose ampliamente el dirigente indígena Jacobo Prias Alape, natural de Natagaima. Jacobo fue conocido posteriormente como charro Negro y llego a ser Secretario del partido Comunista en el departamento, hasta su asesinato en 1960.

El fortalecimiento del proceso de autodefensa como la cualificación social y política del fenómeno, impulsan la realización hacia 1952 de la tercera conferencia guerrillera en Boyacá, a la cual asisten dirigentes guerrilleros liberales y comunistas de los Llanos orientales, Santanderes, Antioquia, Cundinamarca y Tolima. Luego de la ruptura política del liberalismo con las autodefensas campesinas y el Partido Comunista, en junio de 1953, el ejército en conjunto con destacamentos liberales, ejecutan la operación militar, preámbulo de la arremetida contra las denominadas Repúblicas Independientes. A lo largo de los años 50, el departamento se debatio entre las acciones Militares de pacificación y el ataque a diversas sub regiones entre las que se destacan Chaparral, Cunday, Villarica, Icononzo y Carmen de Apicala entre otras, siendo declaradas en 1955 zonas de operaciones militares. En medio de los Planes de pacificación propuestos por el Gobierno se proponía el desarrollo de acciones cívico militares para regular la violencia que embargaba al departamento.

El 4 de abril de 1956 se instala en Ibagué la Mesa de Paz del departamento, con la asistencia de más de 300 delegados. Hasta este momento se seguía insistiendo en que el problema eran las guerrillas comunistas y en consecuencia se formulaban los planes. Se nombra una comisión de paz cuya misión era la de recorrer el departamento, buscando solucionar las dificultades generadoras de violencia e inestabilidad. La comisión recorrió algunos lugares azotados por la violencia y se reunió con varios jefes guerrilleros para atender sus problemas. Pero por fuera de la misión estaba la capacidad de resolver los problemas: despojo de tierras, carreteras, educación, créditos, etc.

A pesar de las acciones gubernamentales, el Tolima seguía consumido por la violencia. En el oriente y sur del departamento persistía la ocupación de fincas abandonadas o vendidas bajo presión. En Cunday y Villarrica, predominaban los pájaros. En Chaparral, Planadas y Rioblanco seguían operando grupos armados liberales que bajo la careta comunista, atacaban a la población, asesinando campesinos liberales y conservadores.46 En el norte del departamento, al igual que en Sur y el Oriente, los liberales desataron persecución contra las autodefensas campesinas, generando reacciones de parte del campesinado. En estas acciones se destacó Desquite (William Aranguren), venido de las bandas de Limpios del Sur del Tolima, a solicitud de los jefes liberales. Estuvo muy apoyado por los Liberales y para ellos era la única forma de reducir la influencia comunista a través de las células del partido, como de los Frentes Democráticos. Luego apareció Jacinto Cruz Usma, Sangre Negra. Cuando entró Desquite al igual que Sangre Negra, venían en camiones militares. Ellos tenían que hacer su trabajo, especialmente en las elecciones o mejor para el plebiscito de la reforma constitucional organizado por las direcciones Liberal y Conservadora.47 El epicentro de estas acciones fue la localidad de El Líbano, siendo sometidos al flagelo de la violencia Villahermosa, Fresno y Santa Isabel. Solamente en el Líbano se calculaban en más de 75 las haciendas abandonadas por sus propietarios, las cuales sumaban cerca de 7.326 hectáreas. La población seguiría sometida a los asesinatos, los robos, la quema de infraestructura productiva de las haciendas y las detenciones masivas a lo largo de la década del 60.

En consecuencia, las acciones adelantadas por los bandoleros en contra de los habitantes a finales de 1963, así como el cambio de mandos en las fuerzas militares en la localidad, configuraban el preámbulo de la pacificación. A finales de la primera mitad de la década del 60 ingresó a la región el Coronel Matallana, desatando una persecución sin precedentes en contra de la población civil y de algunas de las bandas. A mediados del año 61, sobre la base de las directrices contenidas en el segundo plan de pacificación, se intenta un nuevo ataque a Marquetalia, implicando esta operación, serias pérdidas para las Fuerzas Militares. Ante esta situación se formula un nuevo Plan el cual incluía el cambio de táctica para combatir a los bandoleros los cuales empleaban a la fecha, métodos Castristas a juicio del gobierno. El nuevo Plan incluía la generación de facilidades de crédito para todas las actividades rurales, construcción de caminos vecinales, intensificación de las obras públicas y realización de un plan de parcelaciones en las zonas más afectadas por la violencia en el departamento, tanto en el norte y como en el oriente, pero particularmente en Cunday y Villarrica. Se acordó además un plan alimentario para ser preparado por el Ministerio de Salud y las fundaciones norteamericanas CARE y CARITAS, y financiado por el gobierno de ese país, agregando además el establecimiento de un centro de salud en Ataco, al sur del Tolima, atendido igualmente por una misión norteamericana.”48

La solución además del componente militar, incluyó la colonización dirigida. Así sucedió con la organización de la Colonia Agrícola de yaguara en el Caquetá. Indígenas y campesinos de Chaparral y Ortega fueron enviados a esa zona del país. También se ordenó la parcelación de algunas fincas, compradas por el Estado a precios exorbitantes. Cuando los bandoleros fueron incómodos, empezaron las operaciones contra ellos. Desquite murió el 17 de marzo de 1964 en Venadillo, fruto de una delación que costo 100.000 pesos. A la par de las acciones militares se desarrollaban acciones sicológicas, las cuales trataban de hacer entender al campesinado la buena labor de las tropas. Las acciones militares se extenderían hasta la segunda mitad de la década de 60.

Al igual que en otras zonas del departamento, el Estado impulso un plan de parcelación en la zona a través del Incora y la caja Agraria, incluyendo la construcción de hospitales y una red de electrificación entre Líbano y Herveo. Igual suerte corrieron Sangre Negra y Tarzán, Noel Lombana, muerto en Lérida. Después de muertos muchos de ellos, sus cuerpos fueron exhibidos ante la población, con el objetivo de acabar con los mitos. Así ocurrió en el Líbano, Armero, Ibagué, Santa Teresa y el Convenio. En otras ocasiones los cuerpos eran colgados de helicópteros y paseados por todas las poblaciones.

En 1963 se preparan las invasiones por parte de las fuerzas militares a Ataco, Coyaima y Vélez. El mismo año fueron asesinadas 16 personas cuando pescaban. Sus cabezas fueron exhibidas como trofeos por las tropas. En mayo de 1964 se inicio la operación Marquetalia, la cual comenzó con acciones militares el 1 de mayo del 64, con la participación de 16.000 soldados. Esta operación era el comienzo del ataque a las repúblicas independientes del Pato, Guayabero, Riochiquito, Sumapaz y Ariari.

Luego del ataque indiscriminado contra Marquetalia, en zonas como el Pato y Guayabero, la autodefensa campesina, ahora guerrilla, no espero a ser atacada… en otros sectores del departamento como Chaparral y Natagaima, se organizaron frentes guerrilleros que empezaron a actuar contra el ejército y la policía. Dos años después del ataque a Marquetalia, las guerrillas celebraban la segunda conferencia del bloque sur, constituyendo en ella las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, como expresión del movimiento armado campesino, con una dirección centralizada y con el objetivo de logar la Unidad de todos los revolucionarios del país, obreros, campesinos intelectuales, estudiantes y pueblo en general para impulsar las luchas de las grandes masas hacia la insurrección y el establecimiento del poder popular.”49


Gremio y producción cafetera

Los sectores sociales afectados directamente por la agitación social, como por las políticas gubernamentales serán quienes tomaran las riendas de la política cafetera nacional en función de sus intereses de clase. El origen formal de la Federación Nacional de Cafeteros se remonta al año de 1927, durante el segundo congreso realizado del 21 al 27 de junio en la ciudad de Medellín. En palabras de Steinar Saether, su organización obedece a la unión de dos burguesías terratenientes y comerciales asentadas en Medellín y Bogotá, las cuáles se unen para reaccionar a los graves problemas sociales que ellos evidenciaban en las zonas cafeteras de Colombia, particularmente en las regiones centrales del país, buscando como gremio, en aras del interés nacional, el apoyo incondicional y entusiasta del gobierno conservador. 50 Los acontecimientos agenciados por las organizaciones sociales en las zonas cafeteras preocupaban de manera recurrente a elites locales y nacionales, mucho más cuando no eran sucesos aislados, volviéndose más frecuentes con el paso del tiempo. Por lo regular, personalidades de las elites nacionales responsabilizaban a las grandes haciendas y a los hacendados de propiciar las condiciones para los levantamientos campesinos, en virtud de la alta concentración de mano de obra además de ser propensos a la influencia Comunista. Algunos de los lugares señalados en el departamento como de dominio de los Comunistas eran: Icononzo y Cunday en el oriente; Natagaima, Ortega, Armero, Mariquita y Honda en la llanura Tolimense y Líbano en la Cordillera Central.51

“Mariano Ospina Pérez... [Y*] Alejandro López, antioqueño, sustentaba [n*] que el latifundio era la causa principal de las conmociones de las regiones cafeteras centrales y proponía[n] una reforma agraria que tendría como objeto asemejar el país al territorio paisa. Según López, en una zona dominada por las grandes haciendas el obrero se defiende, no trabaja, baja su standard de vida, vuelve a la vida salvaje, se echa en brazos del comunismo...”52

La referencia al modelo “paisa” hacía alusión a una estructura de tenencia de la tierra a la vez que a un sistema de producción apoyado en pequeñas propiedades, que permitía configurar una estructura de propietarios que a la postre, redundaría en la defensa de la propiedad y de la voluntad individual oponiéndose a principios comunistas de reforma agraria y colectividad de la producción. Esta serie de ideas pregonaban la creación de estructuras de pequeños propietarios. Se anotaba que en las regiones de Antioquia y Caldas particularmente, no se habían sucedido disturbios siquiera parecidos a los suscitados en Cundinamarca y Tolima. De como los propietarios eran más proclives al orden y al acatamiento de la autoridad, además de levantarse en pro de la defensa de la propiedad, su propiedad; principio básico del orden social capitalista. La estructuración de éste nuevo modelo permitiría además, dejar la producción en manos de los campesinos propietarios, a la vez que los grandes inversionistas de capital se ocuparían del procesamiento, la comercialización interna y el mercado internacional. Muchas otras personas, pensaban de manera similar.

En ese entonces, Alfonso Palacio Rudas, secretario de hacienda del Tolima, anotaba que la división de la tierra era el mejor mecanismo para incentivar la producción y el cultivo intenso de las mejores tierras del departamento, dedicadas a la agricultura extensiva. Para ello, se debía aplicar el principio de intervención del Estado consignado en la normatividad nacional.53 A estas proposiciones se sumaba la idea de aportar al campesinado capacitación técnica y crédito.

La producción basada en pequeños productores, no sólo obedecía a elementos de carácter político sino igualmente cultural. La formación en valores del campesinado en torno al respeto de la propiedad privada, además del acatamiento de la autoridad de la iglesia y del gobierno legalmente constituido, eran el pilar fundamental para salvaguardar el orden establecido, erigiéndose en consigna para oponerla al avance y la influencia comunista. Por otro lado, la organización de un sistema productivo basado en una estructura de pequeños productores, permitiría resolver dos cruciales problemas de la economía cafetera durante los años 30: El suministro de Fuerza de Trabajo y los procesos inflacionarios, garantizando el acceso de bienes alimentarios a los trabajadores de las regiones cafeteras y posibilitando la ampliación de las redes de consumo a nivel nacional.

Es de esperarse que los terratenientes Cundinamarqueses y Tolimenses no estuvieran de acuerdo con esta propuesta de estructura agraria ya que consideraban que la partición de las haciendas seria perjudicial para toda la industria cafetera colombiana, en tanto los pequeños productores no eran capaces de producir un café de alta calidad como para sostener el nivel de exportaciones cafeteras de Colombia. Entre las elites regionales esta idea implicaba la pérdida del dominio de los medios de producción, de la influencia social y política. En síntesis, de la condición de clase. Los hacendados al parecer no estaban de acuerdo con esta propuesta basada en minifundios.

Las condiciones productivas de los pequeños propietarios como hemos visto, no eran las mejores. Más esta situación considerada por elites nacionales, sería remediada a lo largo del tiempo bajo la supervisión, orientación y responsabilidad de la Federación Nacional de Cafeteros, con el apoyo incondicional de los diferentes gobiernos (Liberales y Conservadores). El proyecto de la Federación como gremio y del Estado como representante del interés general se conjuga bajo la dinámica productiva de la economía cafetera. Gremios privados defienden el interés de su clase, a la luz del interés general. El Estado apoya y defiende la iniciativa particular, a la luz del proyecto liberal de Estado Nacional.


Se organiza el Comité departamental de cafeteros

“El 9 de mayo de 1929 se instaló el Comité Departamental de Cafeteros en la ciudad de Ibagué y de aquella fecha para acá, la industria ha estado amparada por ese respetable organismo, integrado siempre por notables e ilustres cafeteros, que no han ahorrado esfuerzos por hacer llegar hasta las más apartadas veredas productoras la obra de la Federación Nacional de Cafeteros, por medio de sus distintas campañas”54

Entre las primeras labores del Comité Departamental se cuenta la organización de los comités municipales en los principales centros de producción local, además de la inscripción de los cultivadores. Igualmente se organizan campañas técnicas mediante visitas efectuadas por agrónomos y expertos a las diferentes fincas productoras. La inscripción de campesinos en el país cobra una dinámica importante. Para agosto de 1929 el número de federados ascendía a 1029 personas de distintos departamentos correspondiendo el mayor número de afiliados al departamento de Cundinamarca con 285, seguido de Nariño con 176, Caldas 135, y Tolima con 94. Es de anotar que en los primeros puestos se destaca la zona central del país, (exceptuando Nariño), en la cual, particularmente en Cundinamarca y Tolima predomina la gran hacienda.

La Federación se ocupa primero de sugerir mediante fuertes campañas de información los beneficios del modelo además de la disminución de costos mediante la eliminación de la mano de obra durante la recolección. Por otro lado, se ocupan igualmente de intervenir como intermediarios entre los propietarios que quieran parcelar y la Oficina de Parcelaciones de la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero.

“En el campo de la asistencia técnica, la Federación constituye entre 1930 y 1939 su propia estructura de investigación y de experimentación agrícola y empieza igualmente su labor de difusión a través de publicaciones regulares. Un laboratorio central de investigaciones, granjas experimentales en las principales regiones productoras y una comisión de expertos cafeteros ambulantes garantizan al mismo tiempo la difusión de los criterios de la institución en materia de explotación y su aceptación entre los productores”. Los esfuerzos de la Federación se centran en la concentración de las labores de comercialización interna e internacional, para lo cual es primordial el procesamiento en función del establecimiento de un patrón común de calidad compatible con el estándar internacional. Igualmente se ocupan de las estructuras del sistema crediticio en manos de los comerciantes del grano, propiciando una división del trabajo en cuanto a procesamiento, comercialización y exportación, monopolizado por una sola organización de carácter nacional que sirve a los “intereses del país”.

Entre 1930 y 1935 la Federación organiza las instituciones que van a asegurar el crédito agrícola, apareciendo claramente la necesidad del desarrollo de cooperativas destinadas especialmente a los pequeños y medianos productores. En cuanto al crédito agrícola, la FNC efectúa inversiones en la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero para de esta manera participar en la adquisición de tierras y la asignación de créditos.55

“Entre 1937 y 1947, la Federación...continúa por una parte defendiendo la aparcería como el mejor sistema de explotación y por otra lanza sobre el escenario político la idea de la necesidad de parcelación de grandes haciendas.”56


La parcelación de las haciendas

La transición productiva en las haciendas, comenzó a suceder bien entrada la década del treinta. “Hacia el año de 1937, algunas haciendas cafeteras decidieron sustituir aceleradamente el sistema de tabloneros por el de administración directa y el trabajo asalariado, como expresamente ocurrió en la hacienda La Aurora.”57

Las transformaciones serán traducidas en la forma generalizada de explotación conocida como la aparcería “en la que los aparceros tenían muy escasa libertad personal por la exigencia de tributos en producto y en trabajo, además de la sujeción a que daba lugar el monopolio de la compra de las cosechas; esto sumado a que la hacienda seguía su expansión “monopolizando la tierra y consolidando diversas formas de sujeción de la fuerza de trabajo familiar e individual de los pobladores de Tolima y los migrantes de otras regiones.58

El asentamiento de fuerza de trabajo en las haciendas en transición a partir de relaciones contractuales hacia los años 40, dependía de la lógica que se estableciera con los trabajadores: Partijero, Tablonero, arrendatario o aparcero. Cada figura, se constituía con particularidades disímiles. Además de esto se organizan dinámicas productivas, políticas y sociales mediadas por sociedades comerciales, muchas de ellas constituidas a finales del siglo XIX a lo largo y ancho del departamento, pero con mayor influencia hacia el norte del Tolima.

“Gracias a la iniciativa gubernamental y privada, bancos oficiales adquirieron una tras otra las grandes propiedades cafeteras, foco de la protesta laboral colectiva desde 1925. Sus propietarios fueron plenamente recompensados y la tierra fraccionada en pequeñas parcelas y vendida a los cultivadores de café que las trabajaban... los trabajadores se convirtieron en pequeños propietarios y al igual que la mayoría de la fuerza de trabajo cafetero en el resto del país, encontraron mejor expresadas sus aspiraciones en los valores liberales de la cultura dominante y satisfacer las necesidades a través de la dinámica clientelista de la política tradicional”59

 

Parcelaciones del Banco Agrícola Hipotecario por departamentos entre 1935 y 1943

DEPARTAMENTOS Fincas afectadas Parcelas vendidas
  Número Fanegadas Número Fanegadas

Cundinamarca

139

63.025

5.621

55.984

Tolima

18

33.542

767

30.883

Antioquia

3

36.162

79

4.651

Norte de Santander

1

540

3

540

Santander

11

8.708

261

7.963

Total del país

217

338.126

9.927

140.742

Fuente: Arango, Mariano. Café e industria. Página 203

La transición en las formas de explotación y las relaciones laborales, vieron su complemento en los procesos de parcelación y fraccionamiento de las haciendas emprendidas por el gobierno nacional a través de la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero y el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria, INCORA. Entre las décadas del 50 y 60 algunas de las grandes plantaciones empiezan a ser parceladas y entregadas bien a campesinos establecidos en ellas o a nuevos compradores: en el norte del Tolima, las haciendas de Planes, la Florida, Colón, la América y San Marino, son algunas de ellas. Las políticas de parcelación alcanzan un buen nivel a partir de la vigencia de la ley 200, expedida en 1936. Comparando la parcelación de tierras en varios departamentos, se evidencia la focalización de las políticas de parcelación en Cundinamarca y Tolima, epicentros de la producción agrícola en haciendas y de agitación política y social.

La influencia de la Federación no sólo era política sino también económica, en virtud de haber aportado recursos para la organización y funcionamiento de las entidades. En el caso del Instituto de Parcelaciones, la Federación participaba con una inversión de capital de $ 2´000.000, es decir el 20% del total del capital invertido para la constitución de esta entidad. El gobierno contribuyo con el 70% y el Banco Agrícola con el 10% restante, para un total de diez millones de pesos. A finales de la década del 50, el Tolima era catalogado como un departamento en el cual predominaba la pequeña y mediana propiedad.

“Existen tan sólo algunas pocas haciendas de alta producción, organizadas con acierto y dotadas de maquinaria adecuada para el correcto beneficio del grano. Son dignas de mención: Colón de los señores Camacho; la Montaña de Rafael Parga Cortés; la Trinidad de doña Francisca de Cortés; Planes de don Gaspar Galster; EL Placer de doña Carlota de Camacho; Santa Isabel de don Álvaro Tovar; la Hoya de don Baltasar Jaramillo; Calcuta del dr. Carlos Noriega; Escocia de don Álvaro Ricaurte; el Sosiego y La Aurora de don Jaime Piñeros. La mayor parte de las empresas cafeteras grandes desparecieron y las haciendas fueron parceladas”60.

De las once haciendas nombradas, 7 corresponden a la región del Líbano. De tal suerte que el norte del Tolima a pesar de los esfuerzos gremiales de la Federación, al finalizar la década del 50 seguía manteniendo, aunque en menor escala, una serie de grandes plantaciones, coexistiendo al lado de pequeñas y medianas unidades productivas. De esta manera mantenía una característica predominante en los años 30, en la que a pesar de existir pequeñas y medianas plantaciones, la mayor participación en la producción local estaba en manos de las grandes haciendas. En 1932, el censo cafetero anotaba como 7 plantaciones con más de 100.000 cafetos, generaban el 45.8% del total de la producción, mientras que las 136 fincas restantes apenas participaban con el 15.6% del total del café producido.61

“El INCORA intervino muchas más fincas en la zona cafetera del Líbano que en el valle del Magdalena, por ejemplo donde los aparceros fueron despojados en los años 50 por los terratenientes que iniciaban los cultivos mecanizados de algodón y de arroz. En un momento dado, casi todas las haciendas grandes y medianas del Líbano que tenían aparceros estaban afectadas por el INCORA: El Sosiego, El Reflejo, La América, La Aurora, El Pomarroso, La esperanza, La Rebambaramba, Venecia, La Trinidad y Planes. Sólo las dos últimas fueron parceladas; las restantes fueron desafectadas. Por lo tanto, la presión del INCORA no acabo con la gran propiedad, aunque sí con una de sus formas de explotación: la aparcería. Una sola cifra basta para ilustrar lo dramático de estos cambios: en 1976 no quedaban sino 83 agregados dueños de mejoras de los 2.057 que había en 1959, lo cual representa una disminución equivalente al 96%, según los datos de la oficina de catastro”(Sánchez:91,148).

La parcelación de las haciendas sólo implicó la segmentación de las tierras más alejadas del centro de producción, de tal modo que luego de las parcelaciones se conservaba el núcleo productivo de la estructura hacendataria, aunque había empezado a afectarse de manera radical sus relaciones de producción. Un ejemplo de esto fue la transición presentada para la hacienda Colon. Éstas condiciones de producción cambiarían radical y definitivamente después del período de violencia, comprendido entre 1948 y 1965; sentando las bases para la estructuración de una región en la que predomina el minifundio, así como la movilización de mano de obra hacia sectores agroindustriales asentados en el plan del departamento del Tolima.

A comienzos de la década del 60, los conflictos entre las gentes que retornaban a las poblaciones, como Villarrica y los hacendados continuaban. Por ejemplo los propietarios de la hacienda Montecarlo, Félix Isaza y Brígido cano, con oscuros títulos, enfrentaban a los campesinos. Estas contradicciones, conjugadas con las acciones de parcelación emprendidas por el gobierno en algunas zonas del departamento, cristalizaron para los terratenientes oportunidades de negocio. En esta hacienda, de 1.717 fanegadas, solo unas 120 estaban destinadas a la agricultura, produciendo una carga de café (60 kg) por hectárea. Para 1963, la reforma agraria se propuso la parcelación de 15.000 hectáreas, de las cuales la tercera parte no era aprovechable. El evento de lanzamiento se realizó en Cunday ante la asistencia de miles de campesinos y funcionarios del gobierno nacional, departamental y del Incora. En este evento fueron entregados títulos de propiedad sobre Unidades Agrícolas Familiares a cerca de un centenar de familias. Se adjudicaron más de 15.000 hectáreas de las haciendas la Victoria, El Revés, cercanas a Cunday.62

También fue parcelada la hacienda el Darién. En esta hacienda se configuro el plan piloto de parcelación del Incora. “El ánimo del gobierno llegó hasta el establecimiento de nuevos patrones de vivienda para los campesinos, de carácter nucleado y el suministro de créditos para cosechas. Las expectativas creadas entre los campesinos llevaron a que 2.750 de ello se inscribieran en el programa, y la dinámica inicial extendió la parcelación a 24 haciendas de la región. Sin embargo, la calidad de los suelos adjudicados en el darién y Varsovia, no eran aptos para la agricultura y los bajos rendimientos de cosecha comenzaron a reducir la expectativa del campesinado sobre el programa. En 1964, el incora comenzó procesos de adecuación de tierras, cercado, etc. Para mejorar las condiciones de producción. Pero la situación de guerra y el asilamiento de la región hacían más difícil la tarea. Para mediados de la década del 60, la situación no cambiaria significativamente.”63

 

Intentando comprender la realidad

El gobierno departamental a través de la Secretaria intentó comprender qué había sucedió en el departamento durante la violencia generalizada que azotó el departamento durante varias décadas, con el objetivo de formular un plan de rehabilitación. Para tal fin, efectuó un sondeo a nivel departamental sobre los efectos sociales y económicos de la violencia64. A juicio de los funcionarios a cargo de la investigación, la violencia en el departamento presentaba tres tipologías a saber: violencia política fruto de orientaciones partidistas equivocadas; violencia con finalidad económica y finalmente la violencia denominada común.65 En algún momento, la violencia política fue superada por la violencia como empresa comercial. Así concebido éste fenómeno no se resolvía exclusivamente con acciones de tipo militar, sino que se debían incorporar otro tipo de acciones, en tanto la violencia era ejercida con el objetivo de generar derechos y obligaciones sobre la propiedad y como una actividad generadora de lucro.66

A juicio del gobierno departamental si existía política en el ejercicio de la Violencia, el acuerdo suscrito entre los partidos y la constitución del Frente Nacional, debería contribuir a su finalización. Para resarcir a la población se demandaba restituir a los legítimos dueños sus propiedades, mediante la expedición de leyes que lo posibilitaran, además del fortalecimiento de la fuerza policial y la formulación de un plan de rehabilitación campesina y desarrollo económico. Paradójicamente, los departamentos de mayor dinamismo económico sufrieron las consecuencias de la violencia. A pesar de las medidas tomadas por los distintos gobiernos nacionales, en los años 50, seguían existiendo zonas afectadas por la violencia.

De la suerte de los negocios y las empresas y las actividades productivas en este período, dependían las acciones de recuperación del desarrollo económico y social en el departamento. La inestabilidad jurídica generada por la violencia, se puede evidenciar en los problemas de inestabilidad de la propiedad rural y aún urbana en las zonas azotadas, incidiendo por ejemplo en la asignación de crédito. Eso demandaba la acción del estado para restaurar el valor jurídico de la propiedad y suplir la descapitalización de la economía a partir de la violencia. En este contexto el departamento debería adoptar una serie de medidas que le permitieran solucionar los problemas creados durante la anormalidad institucional de la república. Dichas medidas deberían enmarcarse en el programa mínimo trazado en general para restituir la normalidad al país, luego de éste período. Se pensaba que la violencia podía ser erradicada mediante una acción integral y oportuna del Estado, desprovista de prejuicios y prevenciones partidistas.

“Sobre la base de una población de 754.826 habitantes como promedio para los años de 1949 y 1956, la investigación estadística arrojo que aproximadamente 321.651 personas habían sufrido el exilio en forma permanente o transitoria, durante el mismo lapso, lo cual equivale a que un 42.61% de la población del departamento había experimentado directamente la amargura del exilio. De los 23.600 kilómetros cuadrados del departamento, más de la tercera parte había sido afectado por la violencia, en forma cíclica unas regiones y de manera permanente otras.”67

Con relación a las propiedades, la investigación estadística concluía que de 93.822 propiedades rurales, pertenecientes a 75.318 propietarios, 40.176 propiedades (42.82% del total), pertenecientes a 32.400 propietarios (43.02%) habían sido abandonadas transitoria o permanentemente por causas asociadas los siguientes factores: temor 20.898, 64.5%; víctimas directas de asaltos, robo o asesinato de familiares, 6.156, 19%; despojos perpetrados por la autoridad 162; amenazas de maleantes 1.620; temor ocasionado por amenazas directas de maleantes que procedieron a despojarlos de sus bienes, 1.863; por varios motivos enunciados anteriormente, 1.701 propietarios. 68

Entre 1949 y 1957, el mayor año de desplazamiento se registró en 1955, representando el 39.75% de los desplazados durante el periodo, seguido posteriormente de los años 1956 con el 18.75% y de 1953 con el 11,25%. De todas maneras durante los 9 años evaluados en la investigación se evidencia siempre una tendencia creciente en este fenómeno.69

Luego de ejercida la violencia, produciendo desarraigo, se ejecutaba el otro paso: mantener latente el terror, con el objeto de que las familias desistieran de presuntos o reales propósitos de reintegro a la propiedad abandonada. No es explicable de otra manera el empeño sostenido y aparentemente ilógico de destruir casas e instalaciones. Se calculaba que en el Tolima, a partir de la muestra, fueron destruidas 34.304 propiedades, por valor aproximado de $106.381.350 millones. La destrucción de estas propiedades fue causada no sólo por fuerzas irregulares, sino también por las tropas de las fuerzas regulares en las campañas represivas y en las operaciones denominadas de tierra arrasada realizadas en diversas zonas. Las pérdidas en herramientas y maquinaria asociada a la producción, se estimaban en $47.934.342 millones de pesos. Sin contar la destrucción de infraestructura productiva.

A esto debemos asociar el lucro cesante, la descapitalización de las dinámicas productivas del departamento. En el caso del café, los cafetales no dejaron de producir; sus frutos, unas veces llegaban a la ciudad y a los puertos de embarque tras un proceso de clandestinidad amparado por las formas más extravagantes de encubrimiento y aprovechamiento ilícitos. Los estragos de la violencia vistos desde esta perspectiva implicaban consecuencias sociales y económicas, más no políticas, en tanto se partía de la base de un orden social recompuesto a partir del acuerdo bipartidista del Frente Nacional. Entendiendo esto se demandaba un plan de rehabilitación socio económico para retornar el desarrollo al departamento. De manera complementaria, se requería el desconocimiento por parte del Estado de las situaciones de hecho, o aún de aquellas que con apariencias jurídicas, hubieran sido originadas durante el receso institucional del país. Simultáneamente se requería el restablecimiento de servicios públicos fundamentales, permitiendo concluir que para logar la rehabilitación campesina se requería la movilización coordinada de instrumentos legales de emergencia y de apreciables recursos morales y financieros del Estado.70

Como estrategia general del plan de rehabilitación se proponía: el control de la violencia para permitir el retorno de la población campesina a sus labores; el firme cumplimiento de las autoridades civiles y militares de las normas y medidas gubernamentales; medidas políticas y administrativas concordantes con los acuerdos políticos de los partidos garantizando el acatamiento de los subalternos, política coordinada contra la criminalidad; reajuste administrativo orienta a volver eficiente la administración pública y la prestación de servicios públicos; medidas de carácter legal orientadas a desconocer las ventajas obtenidas por los traficantes y usufructuarios del estado de anormalidad general, restaurando la propiedad rural. 71 De manera amplia se pensaba en la posibilidad de otorgar al campesinado condiciones para volver a producir: crédito personal en diversas líneas entre las que se contaban la reconstrucción de vivienda e infraestructura productiva, para adquisición de herramientas y para la resolución de los costos asociados a los trámites jurídicos para la restitución de la propiedad urbana y rural. Adicionalmente el Estado debería exonerar de tributo a los propietarios afectados por los hechos de violencia y parcelar los terrenos que resultare aconsejable, bien para resolver la situación existente o para evitar fricciones entre propietarios y ocupantes.72

Todos estos aspectos se consolidarían igualmente mediante un programa de asistencia técnica que posibilitara estimular la producción empresarial en materia agropecuaria, mejorar los sistemas de explotación con la introducción de semillas, fertilizantes y nuevas tecnologías. En términos generales se proponía un programa integral de fomento a la producción agropecuaria. Sin embargo, el problema a juicio del gobierno nacional, radicaba en la creciente actividad de los bandoleros comunistas.

Para ejecutar el plan se demandaba anular las interferencias políticas que pudieren afectarlo, así como la inestabilidad de la administración pública, en el marco de una política social y económica del Estado. Se proponía la creación de un organismo técnico, autónomo y apolítico, al margen de las dinámicas, prácticas y corrientes de la administración pública ordinaria. Este organismo actuaría en coordinación y cooperación con las instancias gubernamentales pertinentes. Se requería además la asignación de cuantiosos recursos financieros que no debían depender del presupuesto del departamento.

Para todas estas acciones, el gobierno departamental envió a la Junta Militar de Gobierno, un anteproyecto de decreto que contemplaba la creación de la Corporación de Rehabilitación y Desarrollo Económico del Tolima, el cual fue recibido con indudable interés y tramitado en una comisión para su estudio. La realización de este propósito no dependía del gobierno departamental, “aunque si de quienes, se encontraban preocupados por la suerte del Tolima…73

Dos años más tarde, en 1960, Álvaro Echandía, entonces secretario de Gobierno del departamento, presentó nuevas denuncias sobre el gobierno Militar, en el marco de un debate sobre orden público adelantado en la Asamblea Departamental. En dicho debate anotaba quiénes eran los verdaderos culpables de la situación en el Tolima: “si bajo este sistema de Frente Nacional se fuera a enjuiciar a los dictadores anteriores o a miembros de la junta Militar por los grandes crímenes que se les imputaban, el Frente Nacional se caería porque fallaría la base, que es la impunidad para todos ellos. A muchos les preocupaba demasiado la impunidad de Chispas, de Mariachi, de Triunfo o de Caín… pero a mí me preocupa más la impunidad de los generales Rafael Navas Pardo y Ordóñez, ex miembros de la Junta Militar, y la impunidad de los Coroneles Villate – responsable del genocidio de Santo Domingo, en Chaparral, impune porque Navas Pardo paralizó la investigación-, Cuellar Valencia – quien a la sombra del toque de queda y el terror robó en Chaparral más de 1.500 cabezas de ganado-, Forero Gómez – responsable de muertes y torturas en el campo de concentración de Cunday- y tantos otros. 74

Otro aspecto resaltado por Echandía, fue el del despojo y la compraventa a presión de las tierras. Se señalaron los negocios del General Arboleda ex guerrillero Limpio al servicio de los terratenientes y en ese entonces ya rico hacendado, en cuya finca La Esmeralda, ubicada en las Hermosas Chaparral, pastoreaba ganado robado para negociarlo luego en compañía de su socio, el abogado Samuel Osorio. Este último, a su vez, según Echandía, era pariente del anterior dueño de la Esmeralda, quien la había vendido a los dos socios por $ 40.000 cuando su valor comercial era de $ 200.000. Los negocios turbios que surgían en el clima de la guerra, tales como la compra fraudulenta de tierras, el robo de ganado, cosechas, etc. se implementaban fundamentalmente a través del bandidaje. Este tema personificado en el sur tolimense por Culebrín, da cuenta de ello.75

La guerra contra el campesinado en esta etapa, se escudo en el combate contra los grupos de bandoleros comunistas. En enero de 1960 con la asistencia del presidente de la república, Alberto Lleras Camargo, se da inicio al segundo plan de pacificación para el departamento, con la instalación de un Comando Militar Autónomo con sede en Ibagué.76

Tanto en el Norte del Tolima como en el Quindío se presenta una transformación del sistema de hacienda una vez terminada la violencia. En efecto se generaliza el sistema de explotación por medio de agregados-contratistas, a los cuáles por esencia misma del contrato ya no se les permite tener mejoras. Estos cambios tienen implicaciones diferentes en las regiones. Para el caso del Tolima se atribuye esta dinámica a que los propietarios de las haciendas tratan de propiciar la suspensión de los procesos de parcelación de tierras efectuados por el Incora e impedir que los campesinos tuvieran mejoras y pudieran reclamar posesión de la propiedad trabajada.77

Pasada la violencia algunas haciendas veían reducida su producción de manera drástica. Con todo, no habían desparecido plenamente: La Aurora, disminuyó la producción de 2.000 cargas a 400; en la América de 1.000 a 150 cargas; en el Aguador de 300 cargas a 80.78 A la par se registraba otro fenómeno que iría acompañado en primer lugar de la tecnificación del cultivo y de la explotación cafetera y en segundo, la desestructuración de la hacienda como sistema de explotación.

La desaparición de las haciendas o sus procesos de transición de manera simultánea con la concentración de la propiedad, no significó en ningún momento la desaparición de éstas como algo físico. Esto explicaría en parte el aumento de las grandes extensiones de tierra durante el período comprendido entre 1954 y 1976. En otras palabras, la desaparición de las haciendas, no era literalmente, extinción de la concentración de la propiedad; significaba, la transformación de las relaciones sociales de producción gestadas en su interior; la desarticulación de las condiciones objetivas, que permitían la anidación de núcleos organizativos generadores de inestabilidad social y política, a la vez que implicaban la estructuración de un modelo productivo buscado con afán por las elites agremiadas en la Federación Nacional de Cafeteros. Personifico, la desaparición de la hacienda como sistema de explotación.

Otro elemento importante considerado por varios autores es la incidencia de la violencia en zonas de óptima producción cafetera. Contrario a los fenómenos registrados en zonas de baja producción, durante el período comprendido entre 1946 y 1957, los departamentos del Tolima y Caldas, presentan los más altos índices de muertes coincidiendo con altos volúmenes de producción. El antiguo Caldas (Risaralda, Quindío, Caldas) al igual que el departamento del Tolima, registran el más alto número de muertes atribuidas a la violencia, de la misma manera, figuran entre los tres primeros productores del grano a nivel nacional. Por el contrario, en zonas de baja producción como Cauca y Huila, el número de muertes no es tan alto comparado con estos departamentos.

Parcelas abandonadas a causa de la violencia en Colombia,

según departamento1946-66.

Departamento

Parcelas

abandonadas

Valle

98.400

Tolima

54.900

Cundinamarca

50.400

Santander (N)

38.400

Antiguo Caldas

36.800

Huila

27.100

Santander

26.600

Boyacá

26.400

Antioquia

16.200

Cauca

3.000

Todos los demás

14.680

Fuente: Bergquist. Los trabajadores... Pág. 428

“Durante el 46-66 Tolima y Valle, encabezan la lista más alta de parcelas abandonadas como resultado de la violencia... los cambios se limitan a los principales departamentos productores de café”79 Nuevamente, el departamento del Tolima aparece entre los primeros puestos, esta vez, ocupando el segundo lugar en cuanto a parcelas abandonadas durante la violencia. Si se continúa la discriminación por departamentos, tomando nuevamente como referencia el número de muertes atribuidas por la violencia pero en un período de tiempo posterior a 1957, tendremos que el departamento del Tolima ocupa el primer lugar con respecto a los otros, registrando un total de 5.251 muertes, que sumadas a las 30.912 presentadas entre 1946 y 1957, nos darían un total de 35.251, personas muertas.

Si bien el número de muertes no nos permite establecer una relación directa con respecto a la transformación de la estructura de tenencia de la tierra en la región, desde la perspectiva cuantitativa, los datos, de todas maneras, al ser combinados con el volumen de producción y otros factores de corte cualitativo, como la incidencia de bandoleros en el abandono de parcelas, la venta a menor precio de bienes inmuebles; el modo de operar en las regiones y las formas de asesinar masivamente, si nos dan elementos de juicio para tratar de fundamentar esta relación.

La posición ocupada por el departamento del Tolima en cuanto al número de muertes a partir de 1957 y hasta 1966, coincide plenamente con el desarrollo en la zona, de masacres, asesinatos, quema de viviendas y llegada de bandoleros venidos del sur del Tolima, así como con las operaciones de pacificación adelantadas por el batallón Colombia. Igualmente se relaciona de manera directa con el proceso de transición emprendido por las haciendas como estructuras productivas, a partir de la década del 30, en el cual jugaron papel fundamental los sucesos sociopolíticos de la vida nacional y local, así como las concepciones políticas acerca del papel de los propietarios en la preservación del orden y la institucionalidad expuestas por dirigentes gremiales de la Federación o altos dignatarios gubernamentales.

Es tentador pensar que a partir de la segunda mitad de la década del 40, se exalta el sentimiento de adhesión partidista en función de la transformación del modelo productivo en las zonas de producción cafetera y de la consolidación política de caciques regionales; propiciando en apariencia una serie de acciones, que en esencia encerraban la transformación de las estructuras políticas, sociales, económicas y culturales, en torno a la producción cafetera. De tal suerte que la adhesión partidista y la exaltación del sentimiento político de filiación a uno u otro partido, era en apariencia la esencia de la violencia en la región, presentándose como la contradicción principal; ocultando la verdadera síntesis del proceso en el que la economía cafetera y el modelo productivo se constituían realmente en el núcleo de unidad política entre las elites liberales o conservadoras agremiadas en la Federación de Cafeteros, siendo la filiación partidista un instrumento bien empleado para el despeje de las zonas productivas, la desaparición de las haciendas y de los hacendados como clase, agenciando las transformaciones requeridas por el modelo económico de la producción cafetera.
La producción cafetera en el Tolima para los años 70, tenia una participación porcentual en la producción nacional del 12%, con una superficie dedicada a esta actividad de 539.017 hectáreas, 11.8% de la superficie departamental de todas las fincas y el 12.7% de la superficie nacional dedicada al cultivo del café. El tamaño promedio de las fincas cafeteras era de 22.6 hectáreas. Sin embargo, la superficie dedicada exclusivamente a cafetales luego de la violencia en 1970 era apenas de 134.330 hectáreas, siendo el segundo departamento a nivel nacional.80

 

Entre 1958 y 1970, el mayor encadenamiento de la agricultura al proceso de internacionalización del capital, la localización de zonas de elevado desarrollo agrícola, la formación de mercados de mano de obra para estas áreas y las cafeteras, y la presencia articulada de unidades económicas de diferentes niveles de productividad determinan el desenvolvimiento de dicho tejido de relaciones sociales de producción.81 En especial son las condiciones de internacionalización de la producción las que harán que se transforme el modelo en donde además del café se vincularan a la exportación productos como el arroz, algodón, ajonjolí y sorgo.

“Pero no solo es la orientación de la producción sino también la constitución de los mercados de mano de obra los que se transforman, ya que “la población trabajadora del Tolima rompió definitivamente sus nexos como vecindario de la gran hacienda. Tanto los problemas de “la guerra” (la violencia) como la reactivación de la economía de las zonas planas confluyeron en la formación de verdaderos mercados de mano de obra.”82

 

Agroindustria y diversificación productiva

Las transformaciones políticas y económicas a partir de los años 40 sentaron las bases para debilitar la hacienda como modo de producción. En poder de los hacendados sufrió entonces la crisis más aguda de todas las épocas. En los años 30 fue creada la Estación Agrícola experimental de Armero, con el objetivo de estudiar y promocionar el cultivo de Algodón. El gobierno nacional a través de la gobernación del departamento aportó las semillas y la asistencia técnica, generando además una política de subsidios para el estímulo del cultivo.

Paralelo al proceso de descomposición de las haciendas en la zona cafetera y la liberación de mano de obra, en el plan del departamento se desarrollaba un gran proyecto de inversión de capital que reflejaría en parte la especialización de las regiones del país para la extracción y producción de materias primas, estructurándose la zona bananera, la zona petrolera, la zona cafetera, además de la productora de algodón y las que se dedicaron a la cría de ganado. Al finalizar la década del 50 luego de “estabilizadas las regiones” después de la violencia, la tecnificación de los cultivos y la revolución verde, son una realidad para la zona cafetera, como para la producción agrícola en general. La depresión económica, sumada a la baja de precios en el mercado internacional del café, así como la incursión en la dinámica productiva de una organización gremial dedicada a la producción cafetera, marcan las pautas para la transformación de las relaciones sociales de producción en la región.

A partir de los años treinta se impulsa el auge del Algodón en el Plan del Tolima, introduciendo la mecanización de los cultivos y la alta tecnificación en el proceso productivo, como lógicas empresariales propias de la producción comercial capitalista. Este proceso se sucede en el marco de la confrontación militar de la Segunda Guerra Mundial, presionando de cierta manera la política de sustitución de importaciones y el impulso a procesos productivos nacionales, afectando no sólo las políticas, sino también la naciente industria cafetera, al someter a los productores a los vaivenes de precios en el mercado internacional. En los años 40, el gobierno planificó y construyó infraestructura de riego en los valles de los ríos Saldaña, Coello y Recio83. Con respecto a los otros cultivos no se percibía ninguna acción oficial, distinta a la desarrollada por la Federación Nacional de Cafeteros con relación al café.

El gobernador del departamento del Tolima, Ricardo Bonilla, hacia el año de 1936, anotaba las bondades del desarrollo de la agricultura en el plan del departamento. A partir de los primeros años de la década del 30 se incrementa la inversión de capital y la adecuación tecnológica en torno no sólo en torno al algodón, sino que se impulsa también el cultivo agroindustrial de cereales como el arroz. Estos dos cultivos potenciaran al Tolima como el mayor productor de arroz y uno de los mayores de algodón en todo el país.84 Entre las adecuaciones tecnológicas tenemos el desarrollo e implementación de sistemas de riego, que fortalecieron la potencialidad de los suelos, así como su adecuación, el establecimiento de la plantación, la recolección y el desarrollo de la fumigación aérea.

Esta dinámica redundó en aumentos poblacionales para las localidades del plan del departamento. Armero en 1938 contaba con una población de 14.084, registrando un incremento de 143%, con relación al número de habitantes censados en 1918. Para 1941 se proyectaban 14.869 habitantes, manteniendo la tendencia de crecimiento. Lérida presentó un crecimiento del 78%, pasando de 5.275 habitantes en 1918 a 9.227 en 1938. Estos desarrollos, superiores a los registrados por el epicentro económico de la región durante la primera mitad del siglo XX, evidencian una tendencia mayor de concentración poblacional en las zonas de agroindustria, en detrimento de los centros de producción cafetera. El Líbano, para éste mismo año, apenas registra un crecimiento poblacional del 65.1% y una población total en 1938 de 36.740 personas. Comparado con el crecimiento poblacional de 143% en Armero, tenemos una gran diferencia, fortalecida con el paso de los años, a partir de la inversión de capital.

El desarrollo dispar de las zonas de agroindustria con respecto a las cafeteras, se evidencia en 1955: pésima cosecha cafetera, extensos cafetales abandonados… simultáneamente una cosecha de algodón con rendimientos extraordinarios, que estableció un record en el tolima entre 1950 y 1955, como resultado del proceso de tecnificación de la producción en torno a la revolución verde: maquinaria, abonos, semillas, control de plagas, etc. Para 1958, los cultivos dominantes seguían siendo los de algodón, arroz, ajonjolí y café. En éste último se apreciaba in aumento de la producción, resultante de la recuperación de algunas zonas de violencia. Para esta fecha la Federación anotaba como problemas los siguientes:

  • Deficiente organización administrativa de las fincas y desastrosas condiciones de buena parte de las plantaciones,

  • Plantas muy viejas, problemas en la semilla y la germinación: dos o tres cargas por hectárea,

  • Necesidad de introducir nuevos sistemas de cultivo probados por la Federación Nacional de Cafeteros, apoyando la plantación tecnificada, procurando el mejoramiento de las condiciones para competir en el mercado exterior.

En el norte y sur del Tolima se distinguen plenamente luego de la violencia dos zonas productoras, que fragmentan pero a la vez complementan la producción regional. Estas transformaciones propician la transición de las relaciones regionales, los flujos de intercambio, los medios de distribución y sobre todo, los centros de inversión de capital. La división regional implicó igualmente, una fragmentación del proceso productivo en el cual, la infraestructura para la transformación de la materia prima estaba en lugares diferentes a los centros de producción. En esta medida, las trilladoras y tostadoras requeridas para el procesamiento del grano fueron desplazadas a Honda e Ibagué, sitios de relevo, en los ejes viales hacia el Atlántico y el pacifico respectivamente. Fruto todo esto, la división social del trabajo y de la consolidación de relaciones propiamente capitalista como de lógicas de producción comercial en la agricultura, asociadas al café y la agroindustria.


Tecnificación del cultivo y endeudamiento crónico

Al finalizar la década del sesenta, se constituyen una serie de corporaciones financieras regionales destinadas a fortalecer los procesos de crédito productivo y comercial. Éstas fueron desarrolladas en las principales zonas productoras de café. El establecimiento de éste tipo de inversiones, le permitiría a la Federación erigirse en intermediario financiero para manejar los recursos que se pudieran invertir no solamente en el proceso productivo, sino igualmente en la comercialización y expansión de la caficultura. Éste sistema financiero de carácter gremial, le permitirá a la Federación desembolsar recursos cuantiosos para el proceso de tecnificación cafetera emprendido a partir de la segunda mitad de la década del 60. El crédito se convertirá entonces en el núcleo fundamental de la estructura productiva hacia la década del 70, constituyéndose a la vez en la piedra angular de la crisis social durante la década del 90. Pero no sólo se había organizado el financiamiento de la producción cafetera. Bien entrada la década del 60, La Federación había consolidado la estructura de comercio a nivel nacional, a través de los Almacenes Generales de Depósito Almacafé, destinados a la guarda, depósito, transporte y clasificación del café. Esta política obedecía igualmente a la necesidad de preservar la producción y su comercialización en el mercado internacional a la espera de precios favorables. La propuesta de los almacenes fue formulada en los años 30. Para 1965 esta sección de la Federación se convertía en una empresa autónoma, denominada Almacenes Generales de Depósito de Café, ALMACAFE, cuyo accionista principal era la Federación.

A mediados de la década del 70, en varios municipios del departamento las manifestaciones de éstas políticas eran evidentes: construcción de las sedes del Comité de cafeteros, así como de la Cooperativa de Caficultores, organización de un almacén de abastecimiento de productos agrícolas, manejado directamente por la Cooperativa. Por otro lado, la llegada de entidades financieras establecidas desde la segunda mitad de la década del 40, empezando por la Caja de Crédito Agrario Industrial y Minero, posteriormente los bancos de Bogotá y Colombia. Finalmente, la instalación de una sede del banco Cafetero, daban cuenta de la aplicación de las políticas de la Federación Nacional de Cafeteros en los mayores centros productores de café en el país.

Igualmente tenía definida una línea de asistencia técnica orientada al asesoramiento y formación de los productores cafeteros en las artes del cultivo, incidiendo en la tecnificación de la producción, el incremento de los rendimientos por hectárea y en la estandarización de los procesos productivos a nivel nacional, implicando la organización de centros experimentales, como de formación. Al iniciar la década del 60 ante la demanda creciente en el mercado mundial, el modelo de producción orientado por la FNC se ordenó en torno a la producción de grandes volúmenes para el mercado internacional, implicando el incremento del área sembrada como el mejoramiento de los rendimientos por hectárea y de la densidad de siembra.

Uno de los frentes pioneros de experimentación para la tecnificación del cultivo, fue establecido en el norte del Tolima y particularmente en la Localidad de El Líbano.85 Luego de la experimentación, la variedad Caturra se extendió por todo el departamento, generando diferenciaciones en cuanto relacionaba los volúmenes de producción, las áreas sembradas en café tradicional o tecnificado y sobre todo, la focalización del cultivo tecnificado hacia el norte del departamento, finalizando así un largo período de adecuación social, política y económica en el departamento, bajo la égida del café.

A partir de 1976 se generaliza la asistencia técnica por parte de la Federación en el ámbito rural, mediante la conformación de grupos de amistad, los cuáles, recibían la capacitación necesaria para el establecimiento de la plantación. La tecnificación de los cultivos y la expansión de las hectáreas sembradas, logra un mayor desarrollo durante el período comprendido entre 1977 y 1979, al alcanzar el café, en el mercado internacional un incremento en los precios, elevando las expectativas de los productores en cuanto a la rentabilidad del cultivo. Éste hecho redundó en un aumentó significativo de los ingresos económicos de los productores, aproximadamente del 80%. El aumentó de las expectativas en cuanto a la producción de café generado por la bonanza de precios en el mercado internacional, “disparó” literalmente el número de plantaciones, demandando igualmente, cuantiosas inversiones de capital, que contribuyeron a fundamentar el endeudamiento crónico de los productores.

Visto sub regionalmente, la tecnificación del cultivo implicó para la década del ochenta, una diferenciación explicita entre las zonas tecnificadas y modernizadas en su producción. Así entonces, la tecnificación se concentro en la zona norte, consolidándose a lo largo de las décadas de los ochenta y los noventa. Esta dinámica incidió no sólo en los volúmenes de producción sino también en el incremento del área sembrada. La zona norte por ejemplo, incrementa el área sembrada de 38.710 has, en 1986 a 55.992 en 1992, variando específicamente el área destinada al cultivo de café tecnificado. En 1986 el área sembrada con café tecnificado era de 24.326 has, mientras que para 1992, esta se incrementó a 43.445 hectáreas. Entre tanto en la zona sur, famosa por las haciendas y los conflictos agrarios, disminuyó el área destinada a cultivo tradicional, y se incrementó la de café tecnificado, pero significativamente como en el norte del Tolima. Igual sucedió hacia el oriente del departamento. De esta manera se sentenciaba la suerte de la caficultura en estas regiones. En las zonas planas, la disminución del cultivo obedece a la marginalidad de sus áreas de cultivo, como a la consolidación de dinámicas agroindustriales asociadas al cultivo de cereales y oleaginosas.

 

Área sembrada en Café por sub regiones, Departamento del Tolima 1896 – 1992.

Sub Región

1986

1.989

1.992

Área Has.

Área Has.

Área Has.

Total

% del Total

Tradi.

Técn.

Total

% del total

Tradi.

Técn.

Total

% del Total

Tradi.

Técn.

Montaña Norte86

38.713

30

14.387

24.326

40.613

30

8.420

32.193

55.992

37

12.547

43.445

Plana Norte

17.134

13

11.597

5.537

18.113

13

8.597

9.516

23.742

16

9.071

14.671

Montaña Oriente

25.446

19

18.869

6.577

26.099

19

16.452

9.647

21.444

14

11.329

10.115

Montaña Sur

36.785

28

28.437

8.348

36.924

27

22.687

14.237

36.861

24

16.761

20.100

Plana Sur

5.636

4

4.838

798

5.637

4

4.531

1.106

3.187

2

1.521

1.666

 Ibagué

7.290

6

5.356

1.934

7.590

6

4.322

3.268

10.551

7

4.373

6.178

Total Depto.

131.004

100

83.484

47.520

134.976

100

65.009

69.967

151.777

100

55.602

96.175

Fuente: Tabla elaborada con base en información suministrada por el Comité Departamental de Cafeteros del Tolima.

 

En materia de rendimiento por hectárea, los contrastes fueron evidentes entre las diversas sub regiones. Para el año de 1986, la zona de montaña sur, contribuye con el 29% de la producción medida por toneladas en el departamento, mientras la zona de montaña norte, concentra el 36% de la producción total del departamento. Sumando esta con el volumen de producción de la zona norte plana, asciende al 40% del total producido en el Tolima, para 1986 como para 1992. Durante este periodo de tiempo, el área sembrada como el volumen de producción se incrementan solamente en la zona norte de manera significativa, en tanto en las otras zonas tiende a descender o a mantenerse igual.

 

Producción subregional por tonelada de Café, Departamento del Tolima, 1986 – 1992.

Sub Región

1986

1.989

1.992

Producción Ton.

Producción Ton.

Producción Ton.

Total

% del

Total

Pro

Ton. IS

Pro.

Ton. IIS

Total

% del

total

Pro

Ton. IS

Pro.

Ton. IIS

Total

% del

Total

Pro

Ton. IS

Pro.

Ton. IIS

Montaña Norte

42.339

36

20.557

21.782

36.058

34

16.561

19.497

68.072

42

35.756

32.316

Plana Norte

5.087

4

2.419

2.668

3.943

4

1.762

2.181

7.219

4

4.363

2.856

Montaña Oriente

22.898

20

7.793

15.105

25.683

24

10.213

15.470

29.684

18

8.666

21.018

Montaña Sur

33.834

29

15.914

17.920

29.903

29

12.271

17.632

47.155

29

19.969

27.186

Plana Sur

4.127

4

1.305

2.822

3.984

4

1.601

2.383

3.387

2

1.339

2.048

 Ibagué

8.124

7

2.162

5.962

5.307

5

2.555

2.752

8.385

5

2.752

5.633

Total Depto.

116.409

100

50.150

66.259

104.878

100

44.963

59.915

163.902

100

72.845

91.057

Fuente: Tabla elaborada con base en información suministrada por el Comité Departamental de Cafeteros del Tolima.

 

Cómo resultado de estos procesos de tecnificación y sustitución de variedades, se arrasan todos los sombríos existentes en los terrenos de cultivo, se deterioran los colchones hídricos, se resecan y erosionan los suelos disminuyendo la productividad y aumentándose los costos de producción para el campesino. Los denominados sombríos no eran más que árboles frutales, cultivos de plátano, yuca, guayaba, mango y en general una serie de productos que contribuían al autoabastecimiento de la unidad productiva, permitiéndole soportar a los campesinos las épocas de crisis en la comercialización del café. Al acabar con estos productos se destruye la diversificación de cultivos existentes y se condena al pequeño productor a depender del monocultivo.

El papel jugado por la FNC en materia de asistencia técnica como por las entidades de extensión e investigación, crédito y comercialización asociados al proceso a través de la Federación, fue fundamental en éste proceso. La asistencia técnica y la dinámica organizativa se complementan con el establecimiento de fuertes políticas crediticias que garantizan el acceso de los productores a los cuantiosos recursos económicos requeridos para la tecnificación del cultivo y la modernización de la producción cafetera. Los costos de producción asociados a la tecnificación del cultivo, se incrementaron considerablemente con relación a los del café tecnificado, teniendo alto peso específico el costo de mano de obra, la tecnificación en si misma para el establecimiento de la plantación y el montaje de infraestructura productiva. Todo este proceso se financio a través de operaciones crediticias, siendo respaldado con los bienes y enseres de los productores, y sustentándose en las expectativas de rendimiento por hectárea como a nivel financiero en virtud del precio fijado por el mercado internacional, en el marco del acuerdo de cuotas firmado por los países productores desde los años 40. Este acuerdo, se rompería en 1989.


Costos de Producción y Tecnificación Cafetera: Sociedad al debe y Crisis Social Contemporánea en la zona cafetera Tolimense

El proceso de tecnificación duplicó los costos de producción en más de 50%. Como la expansión del cultivo se desarrolló en períodos de bonanza, la disponibilidad de capital fue superada entre otras formas, mediante la adquisición de créditos, sobre la base del poder adquisitivo ofrecido por los buenos precios en el mercado internacional. Al pasar las épocas de bonanza y disminuir los precios, las condiciones productivas cambiaron, debiéndose mantener los niveles de producción para no “caer en desgracia”. La implementación de la variedad caturra en la década del 70, demandó mayor cantidad de capital para el establecimiento de la plantación como para el sostenimiento y recolección de la misma. La modernización condujo como anotábamos, al incremento de la densidad de siembra por hectárea: de 1000-1300 cafetos por hectárea sembrada antes del 60, se pasa a sembrar entre 8000 y 10.000 dependiendo de la variedad. En cuanto al área cafetera, en 1970 esta era de 4.4. Millones de hectáreas, mientras que para 1997 se había reducido a 3.6 millones de hectáreas. El área cultivada con café se redujo igualmente de 1.05 millones de hectáreas a 869 mil. En el 2005, rondaba las 800.000 hectáreas.


Deudas y más Deudas: Tecnificación, Sociedad al Debe y embargo de bienes

Para acceder al crédito se exigía mostrar solvencia económica y en algunos casos, ingresos adicionales extrarurales, además de garantizar la entrega de un bien inmueble en calidad de prenda ante la entidad financiera. Si se era parcelero, se debería presentar garantía mediante la certificación de contrato en la propiedad donde se laborara; en caso de mejoras se requería la certificación de éstas, sobre la base de registros en las oficinas de catastro. Como veíamos, preferencialmente serían opcionados al crédito aquellas personas agremiadas en la Federación y organizadas en los grupos de amistad.

Las líneas de crédito establecidas cubrían desde el establecimiento de la plantación hasta los costos de sostenimiento y procesamiento básico del grano en la medida en que contemplaba recursos crediticios para la construcción o mejoramiento de infraestructura para tal fin. Así mismo, se destinan recursos económicos para la diversificación de cultivos o en otras palabras, para el cultivo de especies diferentes a la del café. La carencia de requisitos por parte de algunos productores directos, particularmente pequeños y medianos, exigidos por las entidades financieras, revive una serie de estructuras subterráneas frente al sistema financiero oficial, manejadas principalmente por comerciantes particulares que facilitan dinero al productor, sobre la base de su cosecha o de las referencias personales que acerca de él conozca.

Entre 1973 y 1975, el Líbano registra asignaciones crediticias por $13.522.898, ocupando con Fresno, los primeros lugares en cartera financiera, coincidiendo con los fuertes procesos de tecnificación del cultivo desarrollados en los años 70.87 A finales de la década del 70, la variedad caturra es atacada por la Roya. La Federación de Cafeteros logra desarrollar mediante investigaciones, la denominada Variedad Colombia, como resultado de un proceso iniciado en la década del 60. Esta variedad resiste el paloteo generado por la enfermedad.

Aparte de la asistencia técnica adelantada por la Federación de Cafeteros, se inició un nuevo proceso de sustitución del caturra con la variedad Colombia, demandando cuantiosos recursos financieros. Nuevamente la Federación, facilita los créditos y las condiciones necesarias para que los productores adecuen sus plantaciones con la nueva variedad. Los ingresos económicos esperados por los caficultores no compensaron la inversión de capital, en virtud del bajo rendimiento de la planta durante las cosechas, requiriendo además mayor inversión de capital para el control de plagas y arvenses. Desde su presentación en sociedad a finales de la década del 70, la Variedad Colombia se había sembrado continuamente durante dos décadas, alcanzando una superficie cercana a las 234.000 hectáreas, las cuáles representan el 27% del área nacional cultivada.88 Esta nueva demanda productiva, ahondo mucho más la crisis generada por el proceso de tecnificación con variedad caturra, emprendido a través de créditos en la década del 60, profundizando las bases de la crisis social de los 90s.

En los años 80 y 90, un alto porcentaje de cafetos estaba contaminado con Roya o con broca en el país. En el Tolima, de 122.807 lotes, 23, 89% (25.356,89) estaban contaminados con roya y broca; 19,77% con Broca (23.589) y 29,57% con Roya (34.060). El número de lotes sin contaminación era a penas del 26,77%. Es decir que el 73,23% de lotes en el tolima, estaban contaminados para finales de la década del noventa. Hasta el año de 1996, estaban contaminadas con broca aproximadamente 500.000 hectáreas, en todo el país. Consecuencia de lo anterior, desmejoro aún más la calidad del grano, sumándose éste hecho a la disminución del precio en el mercado internacional y a la posterior ruptura del pacto internacional del café, así cómo a la ineficiente intervención gubernamental para beneficiar a los productores del grano. La Comercialización internacional queda sometida a la voluntad de los países consumidores y de las multinacionales tostadoras de café y productoras de otros bienes cuya materia prima es el café, tales cómo Nestlé y General Foods entre otras. Entre las políticas de alivio implementadas para el control de la broca, se cuenta el establecimiento de un subsidio entregado por el gobierno nacional, compuesto por una cuota semestral89 de $ 80.000 para la adquisición de veneno.

Otro elemento fundamental es la declaratoria de “Zonas Marginales” para el cultivo del café, las cuáles, según la Federación Nacional de Cafeteros cuyas franjas de producción están ubicadas por debajo y por encima de los 1300 y 1700 m.s.n.m.90 Para éstas zonas se suspende la asistencia técnica, basada ésta determinación en la delimitación de la frontera cafetera a zonas de óptimo rendimiento para justificar la inversión que con miras a la tecnificación del cultivo se haga; además para sostener competitividad en el mercado internacional.

“ Lo que no se tuvo en cuenta es que la mayoría de las personas ubicadas en éstas regiones son pequeños y medianos productores, propietarios de pequeñas parcelas, que ante la declaratoria de zonas marginales no volvieron a recibir asistencia técnica de la Federación ni mucho menos políticas crediticias por parte del sector financiero a nivel agropecuario; fuera de esto se propone que hay que desestimular el cultivo del grano en éstas zonas, ya que se produce de menor calidad y es donde más fácil se propaga la broca” 91.

La crisis social generada por ésta política había desplazado hasta el año de 1996 cerca de 85 mil familias que antes eran productoras de café, teniendo en cuenta que de éste cultivo dependían para la década del noventa cerca de 350 mil familias en toda la zona cafetera. Sumado a esto hecho, estaba el recorte que en materia de inversión social en las zonas cafeteras había hecho la de hacer la Federación Nacional de Cafeteros. Entre 1989 y 1992 se redujo en un 50% la inversión social en los departamentos “ 92

Los costos asociados a la tecnificación, sustitución y expansión del cultivo del café, sumados a la Broca, la Roya, los problemas climáticos, el monocultivo y la inestabilidad de precios en mercado mundial, complementarían el panorama de crisis desatado en los noventa. Finalmente, la caficultura a nivel macroeconómico no era tan importante como lo fue durante la primera mitad del siglo XX. Para el año 2005, la caficultura representaba el 12.5% del PIB Agropecuario y el 1,5% del PIB Nacional. Estos sucesos se ven alimentados igualmente por una serie de procesos judiciales de embargo y cobro jurídico adelantados contra productores cafeteros en distintas regiones del país, en virtud del atraso en el pago de obligaciones financieras adquiridas “voluntariamente” para la tecnificación del cultivo.

El endeudamiento crónico de los productores cafeteros para responder a las necesidades del mercado en condiciones óptimas, sumado a la crisis generada en el mercado mundial por la ruptura del Acuerdo de Cuotas en el 89, pusieron al descubierto las debilidades del modelo agroexportador promovido en Colombia por la Federación Nacional de Cafeteros a instancias del Estado Colombiano. La ruptura del acuerdo significo para Colombia y para las entidades gremiales, la desaparición de las condiciones preferenciales y de los mecanismos de intervención en el mercado manejadas por los países productores, entre ellos Colombia. La regulación del precio y la colocación del café en los mercados internacionales empezó a ser regulada por la voluntad de los países consumidores y particularmente por oligopsonios y monopsonios encargados del procesamiento de ésta materia prima, liderado este proceso principalmente por empresas multinacionales de la industria de alimentos.

En esta medida, al entrar la década del noventa, los caficultores son sorprendidos con una serie de medidas tomadas por el gremio para garantizar los márgenes de rentabilidad y responder a las demandas del mercado Internacional. La lógica fundamental implicaba la reducción el volumen de producción y el sostenimiento de los precios en el mercado nacional. De 1.000.000 de hectáreas cultivadas en 1960, se pasa a 560.000 en el 2004. la erradicación de cultivos de café, fue una de las principales medidas tomadas por la Federación, contribuyendo este hecho a fortalecer la tendencia de las décadas del noventa y del dos mil, en la que el área cultivada como la cafetera se contraen hasta definirse la zona de óptima producción, cuyas ventajas comparativas y competitivas hagan rentable la producción de café, en el contexto del mercado mundial, influenciado fuertemente por empresas transnacionales. En el marco de la competencia impuesta por el contexto internacional, y agenciada por las elites económicas articuladas a la producción cafetera, las ventajas regionales en materia de infraestructura, disposición de recursos económicos, mano de obra, cercanía a centros de consumo, favorabilidades tributarias y oferta ambiental, dieron pie para que las crisis estructurales se agudizaran más en algunas regiones que en otras, evidenciándose hacia la mitad de la década del noventa en las diversas movilizaciones y protestas campesinas suscitadas en las zonas de producción cafetera y protagonizadas por los cultivadores del grano.

De esta manera, la labor de la Federación se fue especializando al máximo, concentrándose en aquellas regiones de óptima producción que garantizaran en términos de las ventajas comparativas, gran rentabilidad y costos racionales, prestando servicios de asistencia técnica en directa relación con la dinámica actual del mercado internacional. En esta perspectiva, regiones de producción que en otros tiempos fueron fundamentales para la economía cafetera nacional, quedaron condenadas a su suerte, luego de haber servido como epicentros de experimentación de nuevas tecnologías, “frentes pioneros de tecnificación” y significativos productores en el ámbito nacional.

El endeudamiento crónico de los propietarios cafeteros en este contexto, paso de ser un aliciente para convertirse en la trampa mortal que los llevaría incluso a la muerte física.

Propietarios de fincas que oscilaban entre 3 y 10 hectáreas enfrentaban deudas de hasta $5 y $10 millones incluidos capital e intereses; deudas que antes eran de $15 millones con los procesos de refinanciación y la crisis económica, habían ascendido a sumas de hasta $ 25 y $ 30 millones incluidos capital e intereses. La imposibilidad para cancelar las deudas, que en 1996 ascendían a $300 mil millones de pesos impedía a los caficultores acceder a nuevos créditos e invertir en nuevas cosechas. Los medianos y pequeños productores representaban para ésta época el 86% de los deudores y el 36% del total de la deuda.

Al destinar la totalidad de la producción para la cancelación de la deuda, los ingresos para el productor eran nulos. Ante ésta situación se opta por no pagar en el banco acumulándose las cuotas atrasadas, pero dejando dinero para fertilizar, desyerbar, pagar trabajadores y hacer mercado. La dinámica del sistema financiero ha permitido que el capital inicial de las deudas adquiridas por los campesinos sea incrementado de manera exorbitante, en la medida en que los intereses de mora se suman al capital inicial, siendo liquidados permanentemente cómo capital original. De ésta manera, las deudas crecen gradualmente duplicando rápidamente el capital inicial. Los intereses entonces se van sumando apareciendo cada vez cómo capital inicial, obedeciendo a lógicas de usura propias de cualquier prestamista. Para 1996 la tasa de interés era del 40% anual. En el departamento del Huila el 90% de los campesinos estaban refinanciados, es decir endeudados sobre un pagare de todas las deudas anteriores. De $5 millones en 1995, pasaron a deber $25 o $30 siendo pequeños cultivadores. 93

En el municipio del El Líbano, norte del Tolima, en 1991, la Caja de Crédito de Agrario Industrial y Minero empezó a adelantar procesos judiciales de secuestro y embargo de bienes. A mayo de éste año se adelantaban 77 procesos por deudas que oscilaban entre los $40.000 y los $3’320.000. Éste hecho se relacionaba con la suspensión de los créditos y el desembolso de recursos económicos por parte de las entidades financieras, en virtud de la contracción de la producción establecida cómo política por parte de la Federación Nacional de Cafeteros cómo estrategia de largo plazo ante la ruptura del pacto internacional del café. La tendencia al vencimiento de cuotas y a la morosidad de las deudas según la gerencia de la Caja Agraria tendía a superar el 50%.

Entre agosto y septiembre de 1992 el Gremio Cafetero Organizado del Líbano manifestaba su preocupación ante el incremento del embargo de bienes.94 El banco Cafetero para el año 95 entregó a cobro jurídico 26 procesos por un valor de $64,8 millones. En 1997 ascendían a 90 por un monto de $267 millones y en 1999 a 129, por un total de $439 millones de pesos.95 Se calculaba que entre el Banco Cafetero y la Caja Agraria, tenían más de 1000 inmuebles para embargar, solo en la localidad.

Ésta situación trató de ser enfrentada por las entidades financieras mediante el desarrollo de programas conducentes a la recuperación de cartera vencida en las denominadas zonas especiales. Hacia el mes de noviembre de 1992 se empieza a desarrollar éste programa en la localidad del Líbano por parte de la Caja Agraria. En la localidad referida el 43.1 % del total de la cartera morosa de ésta entidad ($3’803 millones), se encontraba vencida. El número de obligaciones ascendía a 4.086, de las cuáles el 44% estaban vencidas.

La “cultura del no pago” (como se denominó por parte de las entidades oficiales del sector), se volvió una característica recurrente en el grueso de los productores cafeteros, fruto de las dificultades diversas que aquejaban al sector. La acumulación de estas obligaciones en el mediano y largo plazo, derivan en el secuestro y embargo de bienes inmuebles a los agricultores asentados principalmente en aquellas regiones mas afectadas por la crisis: las denominadas zonas marginales de producción. En últimas, la fluctuación de precios en el mercado internacional, combinada con la “ cultura del no pago”, la “resistencia” de los cultivadores a la tecnificación del cultivo en virtud de su “ignorancia” y la implementación de las recomendaciones impartidas por la Federación Nacional de Cafeteros a través de su sistema de Asistencia Técnica, cifran la responsabilidad de la crisis en fenómenos ajenos a la voluntad de la dirigencia cafetera, relacionándolos de manera exclusiva con el Mercado y con la falta de compromiso por parte de los productores para la adecuación de las estructuras productivas a los requerimientos del mercado internacional.

Estas características generales del proceso productivo median la gestación de formas organizativas como el desarrollo de movilizaciones campesinas cuyos epicentros se dan en las zonas afectadas, como en las mejores épocas de los años 20. Compuestas en su mayoría por sectores sociales afectados por las políticas nacionales e internacionales que rigen la producción cafetera colombiana.

Así entonces, durante mediados de los 80 nace Unión Cafetera en el viejo Caldas, Tolima, Huila, Antioquia y Valle del Cauca, exigiendo al gobierno y la Federación, el pago de subsidios a todos los cafeteros para contribuir al control de la roya y de la broca. En el 89 ante el rompimiento del pacto internacional de cuotas, se fusionan Unión Cafetera y Aprocafe dando origen a Unidad Cafetera Nacional. En el norte del Tolima, desde finales de la década del 80, se dan expresiones organizativas que ligadas a la producción cafetera, dan cuenta del proceso de crisis que se venía gestando. Una de las primeras expresiones gremiales, la constituye la Asociación de pequeños y medianos agricultores cafeteros, APEMACAFE, constituida durante la década del 80 mediante la asociación de pequeños cultivadores y jornaleros, articulada a una organización nacional en la cual toman parte sectores sindicales entre los que se cuenta el sindicato de trabajadores de la Federación de Cafeteros SINTRAFEC. Ésta se vincula a una serie de dinámicas organizativas, mediadas por problemas urbanos y rurales referidos a la prestación de servicios públicos y el cobro de tarifas, en conjunto con la Sociedad Obrera96 y los trabajadores de las empresas públicas que tienen asiento en el municipio de El Líbano.

Sin tener propiamente un carácter gremial, Apemacafé agrupaba en gran mayoría pequeños y medianos cultivadores del grano al igual que otros productores agrícolas. Posteriormente, en la década del 90, se constituye el Gremio Cafetero Organizado del Líbano cómo expresión local de una organización departamental denominada igualmente Gremio Cafetero Organizado del Tolima. La configuración de ésta, se basa principalmente sobre los siguientes aspectos:

  1. Los abusos cometidos por los compradores particulares e incluso de la misma Federación, para el establecimiento de los precios de compra de café en el municipio, a la par de la inestabilidad en los precios de comercialización.

  2. La reducción en la inversión social por parte de la Federación Nacional de Cafeteros, así cómo en los subsidios otorgados por ésta entidad para la producción cafetera.

  3. Los procesos jurídicos y de embargo adelantados por entidades financieras cómo la Caja Agraria y el Banco Cafetero, así cómo el secuestro de bienes.

Sobre la base de estos aspectos el Gremio Cafetero Organizado convoca la realización del primer encuentro departamental de cafeteros en la ciudad de Ibagué durante los días 26 y 27 de septiembre del año 92. En conjunto con la Coordinadora Agraria del Tolima97 se dan a la tarea de invitar a campesinos, indígenas, estudiantes, trabajadores y demás sectores sociales a participar en el evento, cuyos objetivos giraran en torno a los siguientes aspectos:

  1. “Analizar la problemática afrontada por todos los municipios cafeteros, para un acuerdo departamental en defensa de nuestro gremio cafetero de los pequeños y medianos propietarios, agregados y jornaleros.

  2. Estructurar una organización departamental de cafeteros independiente de politiquerías que defiendan al caficultor, que haga funcionar los comités cafeteros y las cooperativas de caficultores.

  3. Evaluar la crisis económica y el estado de endeudamiento de los campesinos ante la Caja Agraria y el Banco Cafetero, hacer un balance de los embargos y remates a pequeños y medianos propietarios y tomar decisiones al respecto.

  4. Entrar en contacto con otras organizaciones campesinas del departamento y el país para estudiar la petición de muchos campesinos de hacer un paro nacional agrario.

  5. Evaluar a fondo la crisis cafetera; las políticas de la Federación de Cafeteros, el arranque de café, la eliminación de subsidios, el desmonte del servicio de extensión, el despido de prácticos agrícolas, el avance de la broca y otros aspectos.

  6. Estudiar una propuesta de una condonación total de la deuda y los intereses para todos los campesinos del país.”98

De esta nueva etapa surge la Asociación de Pequeños y Medianos Agricultores del Tolima, ASOPEMA, protagonista de las movilizaciones campesinas cafeteras del año 95 en el departamento del Tolima, en conjunto con Unidad Cafetera y la Asociación de Pequeños y Medianos Agricultores de Antioquia, ACA, tomando parte campesinos provenientes de los municipios de Falan, Palocabildo, Villahermosa, Casabianca, Herveo, Líbano, Lérida, Venadillo y Santa Isabel entre otros. La movilización de cafeteros se sucedió también en los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y Cundinamarca.

Las exigencias elevadas ante el gobierno nacional como a las entidades gremiales, dejaban entrever de múltiples maneras los problemas sociales, económicos y políticos que afectaban a los productores cafeteros, pero de manera más drástica a los pequeños y medianos. Condonación y asignación de subsidios para la deuda cafetera y suspensión de los procesos judiciales de embargo; formulación y adelanto de programas de sustitución de cultivos que permitieran la generación de fuentes de ingreso distintas al café; recomposición de los programas de asistencia técnica; establecimiento de líneas de fomento crediticio con facilidades de acceso para pequeños y medianos productores como de subsidios a la producción agropecuaria que posibilitaran al productor enfrentar problemas climáticos como los acontecidos durante la década del noventa; compra de tres cosechas en café verde para romper el ciclo reproductivo de la broca en las zonas con porcentaje de infestación superior al 30%; el establecimiento de políticas de seguridad social para los caficultores; y finalmente un profundo cuestionamiento a la política institucional de la Federación Nacional de Cafeteros, como al manejo e inversión de los recursos del Fondo Nacional de Café hacían parte de las reivindicaciones formuladas por el campesinado en sus movilizaciones.

Hacia el sur del departamento en municipios como San Antonio, Saldaña y Guamo - entre otros - se desarrollan hacia el mes de agosto de 1995 algunos taponamientos de vías y protestas campesinas que se suman a la convocatoria efectuada por los cafeteros del Tolima para adelantar un paro nacional agrario en procura de ganar solidaridad y de relacionar la problemática cafetera con el contexto global del agro colombiano.

En esta medida se procura evidenciar que los problemas manifestados por ellos como sector gremial, transcienden esta condición y se relacionan de manera directa con las políticas globales que para el sector agropecuario se están desarrollando. Luego de las movilizaciones, el gobierno nacional expide la Ley 223 de 1995, introduciendo un articulado mediante el cual establece un programa de alivio y condonación de deudas, reglamentando mediante decreto 0303 de 1996.

Muchos de los problemas suscitados en la zona cafetera, a parte de expresarse en movilizaciones, también se evidenciaron a través de procesos de “patología social”, expuestos a través del Suicidio99. En 1994 de un total de 62 autopsias realizadas en medicina legal unidad local del Líbano, 15 corresponden a personas suicidadas. Técnicamente la muerte se determina por asfixia mecánica y ahogamiento, a pesar de que las victimas mueren por la ingestión oral del veneno conocido cómo Thiodan, el cual al ser ingerido, desintegra los intestinos y las paredes del estómago, produciendo asfixia al paciente e induciendo la muerte. Después de ingerirlo, no hay cura. Para 1995 fecha en que se realiza la movilización campesina de los caficultores, un periódico de circulación regional titulaba en uno de sus artículos: “Otra razón del paro cafetero... Las viudas del Café”100, haciendo referencia a dos casos en los que un comerciante y un campesino de Tierradentro habían tomado la decisión de suicidarse ante la difícil situación económica. Carlos Arturo Ocampo, campesino cultivador de café de 62 años según testimonio de su esposa, debía 37 millones de pesos y no pudo pagar la deuda ni siquiera vendiendo un ganado que tenía, pues sólo alcanzó a abonar 17 millones. 101

En el otro caso, don Pablo Emilio Martínez en la vereda Mateo, corregimiento de Tierradentro, era uno de los más reconocidos caficultores. Fue encontrado muerto en medio de un cafetal al lado de un frasco de Thiodan. La situación pareciera sin trascendencia, a pesar de ser alta la cifra de suicidios en 1994, pues sólo comprometía a algunos campesinos de pocas veredas del municipio. Sin embargo, para 1995, con Pablo Emilio y Carlos Arturo, fueron 12 personas más las que se suicidaron utilizando la misma fórmula: “cóctel Coca Cola con Thiodan”, cómo se le conocía en la región. En 1996, la cifra se reduce, pero sigue siendo significativa: 8 suicidios. En 1997 se incrementa nuevamente y alcanza las 19 víctimas, disminuyendo nuevamente en 1999 a 18. En el conjunto de muertes municipal, los suicidios ocupan un alto porcentaje, bordeando en la década del 90 un promedio de 14.8 suicidios por año, en los cuáles se ha utilizado en un 99% la misma fórmula. Es característico para las personas suicidadas en la zona rural, la utilización del Thiodan cómo elemento para el suicidio, así cómo la selección de espacios relacionados con la finca o el predio: el cafetal, la casa de la finca, el pasillo, el solar o incluso las mismas habitaciones o los comedores. Algunos de estos suicidios son “públicos” en la medida en que hay una tercera persona observando en la distancia, enterada de la potencialidad del suicidio o que sostiene previa conversación con el occiso, en la cual se entera de su estado de ánimo. A continuación presentamos algunas reseñas que nos referencian el sitio de la muerte, algunos aspectos simbólicos del hecho y nos suministran información acerca del occiso, en procura de que la información consignada de manera parcial, pueda motivar la intencionalidad de explorar en profundidad éste problema.

 

Numero de Suicidios, Descripción de Muerte, Oficio y Sitio, Líbano 1998.

Edad

Oficio

Estado

Civil

Sitio

Característica suicidio

Causa de muerte

Sexo

14

Campesina

Casada

Villahermosa

Ingiere toxico. Se suicida con su esposo.

Envenenamiento

F

15

Sin datos

Soltera

Murillo

Sin motivación aparente.

Envenenamiento

F

16

Campesino

Casado

Villahermosa

Se suicida con su esposa en la finca el Vergel. Situación económica extrema.

Envenenamiento

M

19

Estudiante

Soltera

Líbano

Casco urbano. Ingiere Thiodan. Se le encontró una nota. Problemas sentimentales, personales.

Envenenamiento

F

 

Sin datos

Sin datos

Líbano

Sin datos

Sin datos

Sin datos

21

Latonería y pintura.

Soltero

Líbano

Casco urbano. Fue encontrado en el patio de la casa. Se encontraba en estado de embriaguez. Fue visto llorando. Al parecer motivos personales.

Ahorcado

M

23

Ama de casa

Unión Libre

Santa Teresa

Ama de casa. Encontrada en la finca. Ingirió fungicida para papa.

Envenenamiento

F

27

Sin datos

Sin datos

Tierradentro

Encontrado en la Hacienda. Intoxicado con Thiodan

Envenenamiento

M

28

Agricultor

Unión Libre

Villahermosa

Sin motivo aparente

Envenenamiento

M

28

Empleado

Unión Libre

Líbano

Casco urbano. Encontrado en el ante jardín de la casa. Arma de fuego. Posible separación conyugal.

HPAF

M

29

Agricultor

Casado

San Fernando

Ingirió Thiodan. La mamá vio cómo se tomaba el veneno. Sin motivo aparente.

Envenenamiento

M

30

Agricultor

Unión Libre

San Fernando

Ingirió Thiodan. Al parecer no había motivos de ninguna índole para suicidarse.

Envenenamiento

M

31

Comerciante

Soltero

Santa Teresa

Encontrado en el cuarto en el que dormía. Arma de fuego

HPAF

M

 

Jornalero

Casado

Líbano

Su esposa estaba embarazada, tenía además dos hijos, situación económica extrema. Se había acabado el trabajo una semana antes de morir. Los hechos ocurren frente a la esposa

Envenenamiento

M

32

Agricultor

Unión Libre

Convenio

Vereda Pantanillo. Encontrado en la Finca.

Envenenamiento

M

39

Agricultor

Sin datos

Convenio

Patio de la casa en la finca. Ingirió Thiodan. La mamá vio cuando lo consumía. No había motivos aparentes

Envenenamiento

M

44

Agricultor

Casado

Santa Teresa

8 días antes de morir estuvo fumigando con Thiodan. No le presto atención la hecho, creyó que eran amibas y murió

Intoxicado Accidental

M

47

Sin datos

Sin datos

Murillo

Intoxicación

Intoxicado

M

49

Sin datos

Sin datos

Líbano

Sin datos

Intoxicado

Sin datos

62

Agente de policía

Casado

Líbano

Envenenado. Casco urbano

Envenenamiento

M

90

Sin datos

Sin datos

Líbano

Sin datos

HPAF

Sin datos

Total general

21*

  • En 1998 se registran 20 suicidios. Se totalizan 21, considerando la muerte por intoxicación con Thiodan de uno de los occisos.

  • De un total de 44 autopsias efectuadas por la Unidad Local de Medicina Legal en el Líbano para éste año, 21 corresponden a Suicidio.

 


Transformaciones en la estructura de la propiedad y la tenencia de la tierra

 

Entre 1993 y 1997 se desarrolla la encuesta nacional cafetera la cual permite reinterpretar algunas afirmaciones sobre la estructura de tenencia de tierra en las zonas cafeteras, desde los años 70, evidenciando la heterogeneidad de las unidades productivas en cuanto hace referencia al área cultivada en café y los porcentajes de especialización productiva entre muchas otras cosas. Se establece que el área promedio de las unidades es de 6.4 hectáreas y que el 24% de la superficie esta cultivada en café. Además de ello, que existen algunas diferencias regionales.

Particularmente se identifica la dispersión espacial y funcional de las unidades productivas, entre otras variables, incidiendo negativamente en los costos de producción y la competitividad de la caficultura colombiana, sin contar la edad de los cafetales y las condiciones de productividad. Se identifica además que la caficultura para la década de los noventa es una actividad que en general involucra a pequeños productores y que sus niveles de productividad como los volúmenes de cosecha, son poco significativos al conjunto de la producción, siendo menor su importancia a nivel macroeconómico. Pero por otro lado, involucran gran cantidad de mano de obra familiar y en conjunto son aproximadamente 364.000 productores, de un total de 566.000 a nivel nacional. Para el Tolima el número de cultivadores es un poco superior a los 55.000.

Del total de cultivadores a nivel nacional, el 64% son propietarios de menos de una hectárea y participan con el 15% de la producción nacional, y en conjunto suman 364.000 unidades productivas. Las unidades catalogadas como de economía campesina, son en total 172.000, y participan con el 40% del total de la producción nacional, mientras que las unidades de carácter empresarial, representan en 5% del total de cultivadores, participando con el 45% de la producción nacional. Estos datos nos permiten comprobar la transformación en la estructura de propiedad en las zonas cafeteras para la década del 2000, pero simultáneamente nos permiten evidenciar el impacto diferencial de los diversos procesos de crisis social, económica y política por el que han atravesado las familias campesinas dedicadas a la producción de café, las cuales suman en la actualidad en términos porcentuales el 95% de los cultivadores. No fue gratuito entonces que estos productores expusieran sus impresiones sobre la situación cafetera en las calles, durante la década del noventa.

 

Estratificación socio – económica de los

productores cafeteros Colombianos, 2002.

Caficultores

Rango Has.

No.

Cultivadores

%

del Total

% Produ.

Nal.

% Uso

del Suelo

en café

Minifudistas

0.5 - 3

364.000

64%

15%

11%

Economía

Cafetera Campesina

3 - 9

172.000

31%

40%

2.2%-16%

Empresarial

21 - 68

30.000

5%

45%

33% - 52%

Total Nacional

 

566.000

100%

100%

 

Fuente: El café, Capital Social Estratégico. Op. Cit. Página 50.

En términos generales las cifras de la encuesta nacional cafetera indican que entre 1970 y 1997, se consolido una tendencia que configuro una estructura de pequeña y mediana propiedad en las zonas cafeteras, disminuyó el área cafetera y se incrementó el número de productores. Pero simultáneamente quedo mucho más clara y definida la estratificación social, económica y política de la caficultura en Colombia. En cuanto al área cafetera en 1970 esta era de 4.4 millones de hectáreas, mientras que para 1997 se ha reducido a 3.6 millones de hectáreas. El área cultivada con café se reducía de 1.05 millones de hectáreas a 869 mil. De manera paralela, en el mismo lapso, el número de fincas se incrementó de manera sorprendente al pasar de 297 mil en 1970 a 668 mil en 1997. En consecuencia, el tamaño medio de las fincas cafeteras paso de 14.8 hectáreas a 5 hectáreas, mientras que el tamaño medio de los cafetales se redujo de 3.5 a 1.3 hectáreas. Estas unidades, que en 1970 participaban del 7.5% del área de las fincas cafeteras y 17% del área cafetera, actualmente ocupan respectivamente el 22% de las fincas y el 43% de estas áreas.102

Esta información confirma que las fincas más pequeñas son excesivamente dependientes del café, al ser este el cultivo predominante para uso agrícola, y por lo tanto más vulnerables ante fluctuaciones en los precios. Segundo, que al margen de algunas diferencias regionales que se observaran más adelante, el concepto de finca cafetera en los predios más grandes debe entenderse, ahora más que antes, como el de una empresa donde el café apenas representa una parte de la renta total anual. Tercero, y último, el hecho que la dinámica de cambio observado en el porcentaje de especialización difiera al que se presentó en el tamaño medio de las fincas, obliga a pensar a que este comportamiento debe obedecer a algún tipo de racionalidad.103


Por otra parte, es evidente además la ampliación de la brecha entre pequeños y grandes propietarios, existiendo incluso la posibilidad de que pocos propietarios controlen varios predios, profundizando el fenómeno de la multipropiedad, caracterizado en otros estudios. Aparentemente en 9 de los 16 departamentos cafeteros se incremento la concentración de la tierra con respecto a 1970. Sin embargo, en los departamentos de Magdalena, Norte de Santander, Quindío y Risaralda, los cambios en concentración no se dieron homogéneamente, de tal forma que las diferencias intermunicipales aumentaron. Potencialmente se ha presentado en los últimos años, un deterioro significativo en la distribución del área de la zona cafetera que poco contribuye a la reducción de la pobreza, y que más bien, puede contribuir a que se incrementen las tensiones sociales y políticas. 104

En cuanto a los cambios en la superficie de las fincas y el área cultivada con café, a excepción de la zona Atlántica donde se amplio la zona de influencia de la caficultura, se presentó una reducción generalizada como marcadas diferencias entre regiones. Así, mientras que en el área cafetera de la zona del Tolima Grande apenas se dieron cambios en términos relativos, las contracciones más fuertes ocurrieron en la zona Oriental y Santander. En la zona Central y Periférica, así como al Sur la pérdida de área en café estuvo cercana al promedio nacional. Paralelamente, en cuanto a las variaciones en el número de fincas reviste particular importancia diferenciar los cambios que se presentaron en el Gran Tolima y la Región Sur, 273% y 177% respectivamente, con respecto a las observadas en la región de Colonización Antioqueña Central, 96%. O bien, diferenciar esta última zona con la de colonización periférica, en donde el número de predios creció en el 144%.105 En pocas palabras, el incremento de predios registrado en el Tolima Grande, se asocia con la fragmentación de la pequeña y mediana propiedad, contribuyendo con esto a profundizar no sólo la dependencia por parte del productor del monocultivo, sino además a consolidar una estructura en apariencia de pequeñas y medianas unidades productivas.

Cambios en el tamaño medio de los predios cafeteros

y en el grado de especialización en café. 1970 – 1997.

Zonas cafeteras

Área Fincas

(Miles Has.)

Área en Café

(Miles Has.)

No. de Fincas (Miles)

1970

1993-97

%

Cambio

1970

1993-97

%

Cambio

1970

1993-97

%

Cambio

Central

925

672

- 27

290

254

- 12

71

139

96

Periférica

718

555

- 23

204

166

- 19

42

102

144

Oriental

600

295

- 51

127

73

- 42

62

70

14

Santander

620

560

- 10

109

70

- 36

28

61

117

Sur

505

384

- 24

96

82

- 15

54

148

177

Atlántica

190

315

66

41

42

3

4

9

145

Tolima Grande

826

841

2

184

182

- 1

37

139

273

Total Nacional

4.384

3.622

- 17

1.051

869

- 17

297

669

125

Fuente: Sistema de Información Cafetera SICA- 1993 – 1997. Citado en García Julián. Op. Cit.

 

En tal sentido, se observa como el grado de especialización en café de los predios cafeteros aumentó en 4 de las 7 zonas analizadas, de las cuales la Colonización Antioqueña Central fue la que presentó el mayor crecimiento, 20%, mientras la región Atlántica y Santander las que redujeron en mayor proporción el área cubierta con café, el 38% y 29% respectivamente. Estos resultados, inducen a pensar que las reducciones en el porcentaje de especialización se presentaron en las regiones que menos tecnificaron su producción. Se destaca, no solo los incrementos ocurridos en las zonas Sur y Oriental, sino también los de la zona Central, los cuales le permitieron continuar siendo la zona más especializada dada su aptitud natural para el cultivo del grano. 106

Así, mientras que la mayor tasa de reducción en el tamaño medio se presentó en el Tolima Grande y la región Sur, la menor se dio en la zona de Colonización Antioqueña Periférica y Central. 107 Como primera medida, indica que la producción del grano en la zona de Colonización Antioqueña Central, es en gran medida una actividad de predios grandes, - más de una tercera parte de los cafetales ubicados en predios con más de 30 hectáreas se encuentran allí -. De la misma forma, pero en menor proporción, la caficultura en la zona Atlántica es en gran medida una actividad de grandes predios. En segunda instancia, se observa como el grueso de la caficultura del Gran Tolima se ubica en predios inferiores a las 20 hectáreas, y que en la región Sur y la Oriental, el cultivo del grano es una actividad que se lleva a cabo en pequeñas unidades de producción. Finalmente, en los Santanderes y Colonización Antioqueña Periférica el café se encuentra en proporciones semejantes en todos los rangos de tamaño


La Coca y la Amapola: cultivos alternativos al café en medio de la crisis

En el Congreso cafetero efectuado en marzo de 2002 quedo claro que “... la crisis del café provocó un incremento en el número de hectáreas sembradas con coca y amapola en la zona cafetera108, las cuales se calculaban para esta fecha en 20.000, es decir un 2,2 por ciento del área total cultivada con el grano... y un 11,7% del total de los cultivos a nivel nacional calculados en aproximadamente 170.000 hectáreas. El mayor número se encontraba en Antioquia, principal productor nacional de café. También estaban en el Caldas, Risaralda, Quindio, Tolima y Huila.109

El deterioro de las condiciones de vida de los productores cafeteros y el desempleo, sumado a la mono dependencia económica derivada de la actividad cafetera, a la disminución de precios en el mercado internacional (y nacional) y a las dificultades económicas para acceder a los procesos de reconversión productiva agenciados por la Federación de cafeteros, la empresa privada y el Estado, se constituyen entre otros, en algunos de los factores que han venido agenciando la transición productiva, posibilitando establecer la sustitución en materia de ingresos, del café por la coca y la amapola. El deterioro en los niveles de ingreso a lo largo de la década del noventa afectó no solo a los productores directos sino también a todos aquellos que indirectamente dependían (y dependen) de la economía cafetera en diversas regiones del país, sintiéndose la crisis de manera más fuerte en las regiones marginales de producción, pero a la vez dejando sus huellas en las zonas óptimas para el cultivo.

Solamente en Caldas, segundo departamento productor de café se estimaban en 2000 las hectáreas destinadas a cultivos de este tipo para el año 2002. Sin embargo, la expansión de los cultivos de uso ilícito sobre el territorio nacional y específicamente en la zona cafetera, parecía no ser un fenómeno tan reciente como en apariencia se mostraba. Para el año 1993 municipios de los departamentos de Cundinamarca, Santander, Norte de Santander, Antioquia, Risaralda, Tolima y Quindío contaban con cultivos de amapola 110 sin relaconar las plantaciones de coca.

Específicamente para el departamento del Tolima, desde el año de 1985 se empiezan a registrar cultivos de amapola hacia el Sur del departamento, afectando principalmente los municipios de Planadas, Rioblanco, Chaparral y Ataco. Se calculaba que para comienzos de la década del noventa, solamente en el municipio de Planadas existían cerca de 2000 hectáreas de cultivos ilícitos, especialmente amapola. La ampliación del área a esa magnitud se asociaba con el buen precio establecido en el mercado. Al decaer nuevamente el precio por el establecimiento de cultivos en otras latitudes a nivel mundial, el área se redijo a finales de los 90, a 600 hectáreas. El establecimiento de los cultivos en la región, es multicausal, contándose principalmente factores de orden estructural asociados por una parte a la crisis cafetera y por otra, a la depresión de las actividades agrícolas a partir de la apertura económica en los noventa. Igualmente incide notablemente en este fenómeno, la confrontación militar en la región.

Las zonas cafeteras entonces, no escaparon a la política general aplicada en Colombia para los cultivos de uso ilícito: la fumigación por aspersión con glifosato. Solamente en los departamentos de mayor incidencia de cultivos de uso ilícito se pensaba por parte de organizaciones Agrarias como la Unidad Cafetera, que cerca de 750.000111 hectáreas de café se verían afectadas por la fumigación, sin contar las implicaciones para los cultivos de pan coger, el medio ambiente y la salud humana.

Así mismo, las consecuencias económicas y de mercadeo para la producción cafetera no se harían esperar, pues se verían seriamente afectados los procesos de reconversión productiva en los que el cultivo de cafés especiales y ecológicos son la piedra angular del proceso. La política de fumigación implicaba para las zonas cafeteras (y a nivel nacional), el aumento de la dosis que se venía aplicando, al incrementarse a 10 litros por hectárea la cantidad de químico arrojado sobre los cultivos, incidiendo negativamente en el nivel de toxicidad acumulado por las técnicas de cultivo cafetero, profundizando las complicaciones ambientales y sociales ya generadas en la zona cafetera.

La inversión de recursos económicos efectuada en torno a la fumigación de cultivos de uso ilícito se complementa con la aplicación de políticas focalizadas de sustitución de cultivos en algunas regiones productoras de café. En el departamento del Cauca, al igual que se proyecto en los departamentos del Tolima, Huila, Nariño, Caquetá y otros lugares del país, la siembra de cafés especiales para ser comercializados en el mercado internacional en virtud de acuerdos de preferencia arancelaria logrados con los Estados Unidos en el marco de la lucha antidrogas agenciada por esa nación.112

A partir del año 2002, el gobierno norteamericano con recursos canalizados a través de la Agencia de Cooperación para el Desarrollo de los Estados Unidos, había invertido cerca de 5 millones de dólares en Colombia “para ayudar a campesinos pobres a producir cafés especiales en vez de cultivos ilícitos”.

“El proyecto buscaba atender 5.250 hectáreas de cafés especiales, erradicar 1.300 hectáreas de cultivos ilícitos y beneficiar a 1.300 familias cafeteras... ”. 113


Desaparición de Armero y recomposición regional

El desastre de Armero no sólo significó la muerte para más de 25.000 personas en el norte del Tolima, sino también la desestabilización de una economía regional en la que éste centro de producción jugaba un papel determinante. En consecuencia, la desaparición del motor económico regional afectó de manera diferencial a las poblaciones de su zona de influencia. Con la desaparición de Armero en 1985 se produjo un cambio radical y dramático en la estructura urbano-funcional del norte del Tolima. La desaparición del referente ordenador de la región propició el desplazamiento de la inversión de capital hacia otras zonas, concentrándose particularmente en la capital del departamento y otros municipios como el Espinal, 114 agudizando el desequilibrio y la desintegración regional, propiciadas por la alta especialización de la producción agenciada desde el Estado y los sectores privados.

Luego de la tragedia, el Estado expidió la ley 44 de 1987, estimulando la asignación de recursos económicos para la inversión productiva, contribuyendo a la centralización del proceso industrial y productivo en la ciudad de Ibagué. Estos sucesos incidieron de manera drástica en la agudización de los desequilibrios regionales, propiciando una mayor concentración de los procesos económicos regionales en los denominados polos de desarrollo. Antes de 1985, Armero era el tercer municipio generador de empleo en el departamento. Ningún otro municipio del norte del Tolima, logro alcanzar la dinámica productiva y la atracción de mano de obra.115. En parte, debido a la alta especialización de la producción y las condiciones agrológicas de las tierras planas de éste municipio, así como por el proceso de inversión de capital concentrado en la zona desde la década del 40. Mientras municipios como Mariquita entre otros, destinaron sus tierras para la ganadería extensiva, en Armero la agroindustria logro un gran desarrollo.

La evaluación de los efectos económicos causados por la catástrofe de Armero estimaban que los activos perdidos superaron la cifra de los 20 mil 300 millones de pesos (construcciones, sector agropecuario y servicios) y causaron pérdidas anuales, por disminución de la capacidad productiva del orden de los 12 mil millones de pesos, partiendo del nivel del producto existente en 1986. 116

La recomposición económica sufrida en la región luego de la desaparición de Armero, agudizo las condiciones sociales y productivas del Líbano, al carecer de una fuente de empleo, que si bien giraba en torno a la agricultura al igual que la economía cafetera, disponía de las condiciones industriales con las que contó el Líbano hasta los años 50. Al llegar la crisis económica de la producción cafetera en la década del 80, fruto de la expansión de la Roya, Armero incorporo gran cantidad de mano de obra rural y urbana, propiciando un desplazamiento de población que contribuiría a explicar la tendencia al descenso que caracterizó al Líbano, luego de la década del 60.

Estas condiciones generaron el desplazamiento de los centros de prestación de bienes y servicios, que para el caso del Líbano, permitieron fortalecer el intercambio comercial preexistente entre esta población y ciudades como Bogotá e Ibagué. Pero, a pesar de que estas ciudades satisfacen en la actualidad necesidades en cuanto al suministro de bienes y servicios, no llenan el vacío en cuanto a la oferta de empleo y ocupación de mano de obra regional. Papel cumplido hasta la década del 80, por Armero.

Para la década del 90, el desplazamiento productivo se videncia en la concentración de las actividades industriales principalmente en Ibagué, Chaparral y Espinal, siendo la capital del departamento la que concentra el 49.67% del empleo y el 6.93% de la actividad industrial. En segundo lugar, Espinal concentra apenas un 2,80% de los empleos en el departamento, contando con 1053 empleos en actividad industrial.

 

Participación empleo municipios y

concentración de la actividad económica en el Tolima

 

Municipio

Total

Empleo

Empleo Industria

Empleo

resto

Particip. % Total

Particip. %

Industria

Ibagué

53191

7426

45765

49.67

6.93

Chaparral

3002

228

2774

2.80

0.21

Espinal

6692

1053

5639

6.25

0.98

Honda

4858

593

4265

4.54

0.55

Líbano

3884

230

3654

3.63

0.21

Mariquita

2422

354

2068

2.26

0.33

Guamo

1730

112

1618

1.62

0.10

Otros Municipios

31302

4987

26315

29.23

4.66

Total

107081

14983

92098

100.00

13.99

Fuente: Iguaima. El futuro posible. Op. Cit. Pág. 134


El desplazamiento de población hacia las grandes ciudades, así como la concentración de actividades industriales en Ibagué tras la desaparición de armero, se complementa en la década en la década del 90 con el renacer de nuevas relaciones funcionales entre los municipios del Norte del Tolima y ciudades ubicadas en otros departamentos. Así mismo con la nueva especialización de la producción regional y de la inversión de capital se redefinirá el futuro de las distintas localidades en función directa de la cadena productiva, agenciando un naciente proceso de división regional del trabajo, en el que las disparejas actividades productivas, favorecerán el establecimiento de patrones de intercambio y consumo mediados por disímiles aspectos en los que la economía cafetera no será el centro de articulación.

Las facilidades de transporte como las ofertas en la prestación de servicios y el abastecimiento de necesidades de consumo, han propiciado la construcción de relaciones funcionales entre las localidades del norte tolimense y ciudades como Medellín, Bogotá y Manizales, mucho más fuertes que las existentes al interior de la misma región. En éste tránsito se han ido consolidando poblaciones como Mariquita que logran concentrar algunos niveles de comercilización en maquinaria agrícola, abasteciendo el mercado de municipios como Fresno, Palocabildo y Casabianca entre otros. Ciudades como Bogotá, Ibagué y Manizales, suministran insumos agrícolas para la producción en municipios como el Líbano, Palocabildo, Murillo y Armero Guayabal. La carencia del centro regional ha sido suplida en el caso del Líbano, mediante el fortalecimiento de relaciones de consumo con ciudades como Medellín y Bogotá, saltando incluso la capital del departamento.


Los tiempos modernos… ¿Café y conflicto? Guerra y desplazamiento… ¿una condena eterna?

“A esta región se ha acusado siempre de ser encubridora de bandoleros. Pero resulta ilógico que por esta causa haya ahora tanta persecución, cuando las primeras autoridades del orden público transitaron por aquellos senderos DE BRAZO CON EL SEÑOR Desquite y tuvieron la oportunidad de grabar su voz. Los más eminentes comerciantes y aún religiosos tuvieron contacto con las gentes en armas, a ciencia y conciencia de la fuerza pública. Entonces por qué hoy se juzga, incluso por sujetos que han pertenecido a esas fuerzas armadas del monte, a los pobres y humildes campesinos que están sometidos a la intempestiva visita de los unos y de los otros”117

El proceso de inversión y diversificación económica agenciado por organizaciones gremiales como la Federación Nacional de Cafeteros, empresas privadas e instancias gubernamentales del orden nacional, regional y local como alternativa a la crisis cafetera, se ha soportado en los últimos años, en la diversificación productiva de las zonas dedicadas antes de manera exclusiva a la caficultura o a procesos asociados a ella, así como en la generación de condiciones de productividad y competitividad de las mercancías producidas a nivel regional, entre ellas el café.

 

Sobre la producción económica y la diversificación productiva en el eje cafetero y el norte del Tolima.

El Eje cafetero se viene proyectando desde hace varios años como una dinámica región comercial y agroindustrial, con el potencial para convertirse en el centro “industrial y comercial de Colombia. Su ubicación privilegiada entre Bogotá, Calí y Medellín en el centro de las principales vías que cruzan el país, lo convierten en un punto de encuentro para los inversionistas”. 118

“Entre sus fortalezas se encuentra ser una de las zonas con mayor cubrimiento de servicios públicos en el país. Esta ubicada en la mitad del eje industrial Medellín, Calí, Bogotá. Hay unión regional. Los sectores privado y público de los tres departamentos saben trabajar en llave. Manizales es un destacado centro de investigación y universitario, con [cerca de 25.000 estudiantes en 7 universidades. Las condiciones de seguridad son superiores al promedio nacional. Ya esta adjudicada la instalación de la red de gas domiciliario. Alto potencial de recursos naturales. Si bien el café ha sido el producto central, la base productiva es diversificada, incluyendo industria y comercio”.119

Así mismo los departamentos de Caldas y Risaralda, cuentan con potencialidades productivas, atractivas para los inversionistas.

“Caldas y Risaralda son fuertes en manufactura mientras la ventaja del Quindío esta en la agroindustria. Pereira se ha convertido en un nuevo centro manufacturero de prendas de vestir del país con abundante mano de obra calificada para este sector... En los tres departamentos se están desarrollando proyectos de explotación de caucho con la financiación de la Corporación Financiera de Caldas.120 La Organización Ardila Lülle contrató con el Comité de Cafeteros de Risaralda la siembra de 150 hectáreas de mora, y Alpina desarrolla 30 hectáreas del mismo cultivo en Caldas. Cordicafé ha sido una de las principales promotoras de la agroindustria, al financiar varios proyectos para siembra de cítricos – Maracuyá, Naranja y Mora- para empresas que producen jugos.121

En materia de ecoturismo, muchos son los adelantos en infraestructura y mercadeo que se han estructurado para garantizar a los turistas una permanencia agradable en la región, constituyéndose este renglón en una de las principales fuentes de ingresos para las finanzas públicas de la zona como para los inversionistas privados. Hoy operan cerca de 400 fincas cafeteras con servicio de hospedaje lo cual confirma el gran potencial de ingresos de esta actividad, que puede atraer viajeros de Colombia y el exterior. El centro de turismo es el Parque Nacional del Café, en el Quindío.122 Una trama de redes comerciales han permitido organizar y estructurar en los tres departamentos una oferta que posibilita a los visitantes acceder a toda la región en un solo plan turístico, propiciando que en una sola semana puedan llegar entre 20.000 y 30.000 turistas, los cuales provienen en su mayoría de Cundinamarca, a través de la vía Bogotá – Guaduas – HondaMariquita – Fresno – Manizales; de Antioquia, Tolima y del mismo Eje Cafetero. Igualmente arriban personas provenientes del Valle del Cauca, Huila, y Cauca. El aseguramiento militar generado sobre la vía Fresno – Manizales por parte de los paramilitares, garantiza el flujo permanente de los turistas.

Por su condición de “frontera”, el norte del Tolima ha estado vinculado históricamente a esta región no sólo a través de la caficultura como hemos visto, sino también por haber compartido una historia social, política y económica a través de diversos sucesos con el antiguo Caldas.

En esta lógica, el norte del Tolima, caracterizado históricamente como una zona de inestabilidad política, fruto de la movilización de las comunidades rurales, pareciera haberse convertido en una amenaza para la seguridad de la región cafetera, pero a la vez para la implementación de las políticas nacionales y regionales de reconversión productiva. Si bien esta región ha contado históricamente con procesos productivos ligados a la economía cafetera que potenciaron la construcción de infraestructura y la prestación de servicios, la crisis cafetera de la última década ha profundizado una serie de necesidades sociales, económicas, culturales y políticas en las comunidades rurales y urbanas, derivando en manifestaciones de protesta nacional y regional como mecanismo último para la satisfacción de las mismas.

Las políticas de desarrollo regional implementadas para enfrentar la crisis cafetera, han derivado en la iniciativa de convertir a Caldas, Risaralda y Quindío, en una Plataforma de Exportación sobre la base de diversos proyectos y programas entre los que se cuenta la estructuración e impulso a las denominadas Zonas de Desarrollo Tecnológico, para lo cual las ventajas comparativas en materia de Educación y generación de Conocimiento ofrecidas por Manizales123, sumadas a la disponibilidad de mano de obra, las condiciones de seguridad para la inversión de capital124 y la Zona Franca proyectada en la Tebaida, (además de otros mega proyectos), garantizan su realización.

La dinámica alcanzada por el eje cafetero en cuanto a su proceso social y económico, pareciera verse amenazada por la inestabilidad de la zona norte del departamento del Tolima. Efectivamente en la sub región como en el resto del departamento hacen presencia organizaciones armadas que aspiran a regular las dinámicas locales y regionales, en función de sus aspiraciones políticas, económicas o sencillamente particulares.

En la sub región hacen presencia frentes guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC y del Ejército de Liberación Nacional ELN. Igualmente permanece en la zona la VI Brigada del Ejército Nacional, con el Batallón Patriotas y una Brigada Móvil Contraguerrilla. En los últimos años, se ha venido incrementando la presencia de unidades Paramilitares tanto en el norte del Tolima como en el eje cafetero, pertenecientes al bloque Tolima, las Autodefensas del Eje Cafetero, el Bloque Calima y las Autodefensas del Magdalena Medio. La coincidencia espacial y geográfica de unidades militares guerrilleras, paramilitares y del Ejército Nacional, han generado en el marco del conflicto armado interno, confrontaciones militares contribuyendo a la inestabilidad política de la región y a la violación sistemática de los derechos humanos. Sin embargo, la mayoría de asesinatos registrados en los últimos años involucran a personas civiles: jornaleros, campesinos, trabajadores y profesionales entre muchos otros.

Como resultado de este proceso entre 1999 y 2004 se tiene conocimiento de 528 casos125 de violación a los derechos humanos. Solamente en el Norte del Tolima, 38 víctimas perecieron por ejecución extrajudicial, 48 por desaparición forzada, 38 fueron desaparecidas y posteriormente ejecutadas extrajudicialmente, 216 fueron ejecutadas extrajudicialmente con o sin tortura. Se presentaron 121 homicidios atribuidos a grupos armados. 90 personas más fueron asesinadas bajo otras modalidades. De éstas, 300 víctimas son atribuidas a los grupos Paramilitares; 47 a la guerrilla, 27 a fuerzas del Ejército Nacional, y 154 a desconocidos.

Para el Sur del departamento, al igual que en el norte, hacen presencia fuerzas irregulares como Estatales. Durante el mismo periodo se reporta la desaparición forzada y homicidio de 82 líderes indígenas. Por otro lado, la población desplazada fruto de las acciones armadas es bastante significativa en todo en el departamento. Siendo las poblaciones mas afectadas San Antonio, Ortega, Natagaima, Coyaima y Chaparral. Entre los años 2000 y 2002 fueron desplazadas en el Tolima 33.965 personas, según los registros de la Red de Solidaridad. Los desplazamientos se produjeron a lo largo y ancho del departamento fruto de las acciones militares desatadas por los grupos guerrilleros, paramilitares y por las fuerzas regulares del Ejército Nacional.

Eje Cafetero: Desplazamiento poblacional; Principales municipios expulsores

y receptores por departamento 1995 – 2003.

Departamentos

Principales municipios

expulsores

Principales municipios

receptores

Caldas

Samaná, Pensilvania, Riosucio

Samaná, Manizales, Marquetalia

Quindio

Génova, Calarcá, Pijao

Armenia, La Tebaida, Calarcá

Risaralda

Pueblo Rico, Quinchia

Pereira, Santuario, Dosquebradas

Norte del Valle del Cauca

Tulúa, Bugalagrande, Sevilla

Tulúa, Sevilla, Bugalagrande

Norte del Tolima

Líbano, San Antonio, Chaparral, Ibagué

Ibagué, El Líbano, Cajamarca

Fuente: Toro, Zuluaga Germán. Eje cafetero Colombiano… Página 127.126


En el eje cafetero ampliado, casi todos los departamentos se han venido configurando como centros de expulsión y recepción de población, destacando algunos municipios en particular. En el caso del Tolima, resaltan como municipios expulsores Líbano, Chaparral, San Antonio e Ibagué. A la vez, Líbano, Ibagué y Cajamarca se erigen en centros de recepción poblacional cuando de desplazamiento intra municipal se trata.

Las zonas referidas tanto para el norte como para el sur del departamento, fueron sometidas a condiciones similares durante las décadas de los años 20, 30, 40, 50 y 60. En la actualidad las acciones militares son desarrolladas, al igual que ese entonces por diversos grupos armados. Sin embargo, destacan las fuerzas irregulares, las cuales han convertido en objetivo a la población no combatiente. Mediante la generación de miedo y terror y a través de la intimidación han logrado la “estabilidad de la región” que padece la crisis cafetera.

Los municipios con mayor influencia de acciones paramilitares en el norte son en su orden: Mariquita (16.41%), Líbano (16.41%), Falan (16.26%), Armero Guayabal (13.33%), Fresno (9.74%), Villahermosa (8.72%), Lérida (6.15%), Murillo (5.13%), Venadillo (3.59%), Palocabildo (3.08%) y Casabianca (2,56%).

La vinculación comercial entre Cundinamarca, Caldas y Tolima a través de la carretera Fresno – Manizales, como las acciones insurgentes desarrolladas en esta zona del departamento, podrían explicar en parte las incursiones en las distintas poblaciones del norte del Tolima, ubicadas a lo largo del recorrido y en general la participación porcentual de las acciones militares de los paramilitares en los diversos municipios. Se busca proteger potencialmente el flujo de turistas, mercancías e inversionistas entre los distintos departamentos.

Igualmente el Norte del Tolima, y particularmente la Provincia de los Nevados, es potencialmente un centro turístico y vacacional que demanda la estabilización y despeje de la región para posibilitar la inversión de recursos económicos y la recomposición económica. Así mismo se proyecta como una región para la provisión de agua, manejada bien por las multinacionales o por Aguas de Manizales, empresa nacional. En el caso específico del Parque Nacional de los Nevados el semanario El espectador anotaba que la insistencia separatista que en materia político administrativa exalta a los habitantes del norte del Tolima en la actualidad, se relaciona con este tema, enmarcandose dentro de la propuesta de Ecoregión, cuya formulación esta avanzada política, administrativa y financieramente.

“… Vientos separatistas en el Tolima Grande... el asunto tiene que ver con que el 45% del parque de los nevados corresponde a territorio norte tolimense, mas exactamente a Villahermosa, Murillo y Santa Isabel. Se sabe que hay partidas internacionales de los gobiernos de Francia y Holanda para el parque y se dice que a eso se le apunta Caldas. Aunque no lo reconozcan, desde Manizales están moviendo el tema” 127

No sería la primera vez que se plantea esta iniciativa, en la década del 60, cuando en su época el café reporto grandes dividendos para el país, se quiso exaltar la identidad cafetera para anexar los municipios del norte del departamento a Caldas.

 

¿Cómo pinta el futuro?

En el concierto de la caficultura nacional, el departamento del Tolima se ubica en el tercer lugar, contribuyendo con el 11.3% de la producción nacional medida en toneladas y el 12% del área y dedicando al cultivo 55.529 productores. Sin embargo, en materia de productividad (rendimiento por hectárea), ocupa el puesto número 9, por debajo de departamentos como Quindío, Antioquia, Caldas, Risaralda, Santander, Valle, Cauca y Nariño y por encima de Cundinamarca, Huila, N. de Santander, Boyacá, Cesar, La Guajira y Magdalena. Si tenemos en cuenta la reducción del área sembrada a nivel nacional, como las políticas de focalización de la producción en zonas de óptima producción, y que el departamento se caracteriza en el concierto nacional por una estructura productiva fundada en pequeñas y medianas unidades productivas, cuya participación porcentual en el total de la producción nacional, es apenas aproximado al 40%, la situación no es halagadora en el largo plazo.

Sumado a esto, tenemos el hecho expuesto en este ensayo, de la crisis acumulada de dificultades y problemas, entrelazando violencia, pobreza, productividad y competitividad. Situación esta que parece no haber cambiado en los tiempos recientes. Por otra parte, las políticas en materia de producción cafetera, escapan a la voluntad de los productores rurales, máxime si son pequeños y medianos cultivadores, en tanto los principales aspectos son definidos en el exterior, verbigracia, el modelo agroexportador dependiente Colombiano. En el contexto mundial, la tendencia para nuestro país, ha sido en la última década la reducción del área sembrada y el sostenimiento de los volúmenes de producción, amen de la tecnificación y la alta inversión de capital. En la actualidad el área cafetera es inferior a la cultivada en 1991.

Por otra parte, la Federación a nivel nacional, ya no es lo que era. Para el año 2001, de cada 4 personas salió una. De 40 divisiones o departamentos se proyectaba iban a quedar 20 dependencias. A la fecha habían salido gerentes, directores de división y asesores. Mientras que en 1999 los costos institucionales netos de la Federación fueron de 530 mil millones de pesos, para el año 2001 fueron rebajados a 291.600 millones y para el 2002 se esperaba que fueran de 190.900 millones de pesos. Ni Juan Valdez se había escapado de los recortes en publicidad. De 3800 empleados en 1989 a 2001 quedaban solamente 452, cuyo retiro le costo a la entidad 33 mil millones de pesos. En el 2001 hubo 12 cooperativas que se integraron en 6, lo cual trajo consigo una reducción de 70 empleados más”. 128 todo esto sin contabilizar la privatización de las entidades financieras y la venta de activos y otras entidades asociadas anteriormente a la actividad cafetera.

La Federación es quizás un 25 por ciento de lo que era la institución hace 3 o 4 años.129 Empero, este proceso de transición se dejaba sentir desde la segunda mitad de la década del noventa, proyectándose de alguna manera la transición estructural impuesta por la dinámica del mercado internacional y la crisis del modelo productivo agenciado por la Federación. Un articulo de prensa al respecto refería lo siguiente:

“El aparato de la Federación será mucho menos grande y más centrado en salvar al cafetero, en reestructurar la industria, modernizarla y volverla más competitiva. La gran mayoría de los negocios que se crearon en el pasado con la plata de los cafeteros, hoy ya no son competitivos, porque no han podido ser capitalizados130. Si tenemos que quemar hasta la última de las inversiones no cafeteras, lo vamos a hacer. La Federación tiene que concentrar esfuerzos y llamar al Estado a que preste unos servicios que ella antes prestó pero que ya no esta en capacidad de seguir manejando. Va a bajar el número de empleados y se va a reordenar. Y, de acuerdo con la nueva reforma tributaria, hasta de pronto pagamos impuestos de renta”.131

A comienzos de la década del dos mil, el gobierno nacional nombro una comisión de ajuste a la institucionalidad cafetera, encargada de fijar el rumbo para la caficultura colombiana. Entre las orientaciones principales podemos contar la reorganización de la institucionalidad cafetera y la formulación de estrategias y programas para hacer competitiva la caficultura colombiana.

Sin embargo, a pesar de las medidas en palabras del gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros, “la pasada crisis cafetera dejó a muchos países productores en la miseria. Países que dependían casi en la totalidad de los ingreso por exportaciones de café llegaron al colapso económico. La pobreza generada por la crisis incrementó los niveles de desempleo en el campo y fomentó la migración hacia las zonas urbanas, elevó los niveles de inseguridad y deterioró los indicadores sociales. 132

Lo más complejo de todo, es que “la crisis no ha terminado. Las predicciones que hablan de la fluctuación de precios y la variación en el mercado, si se cumplen, entre otras, las modestas medidas tomadas serán efímeras. Otro derrumbe en los precios significaría el colapso definitivo de las economías cafeteras, incluida la colombiana. Los caficultores están siendo castigados por las políticas fiscales y monetarias de Estados Unidos y Europa, las tendencias macroeconómicas globales nos están golpeando con un impacto doblemente negativo: precio internacional debilitado y menores ingresos de la moneda local. Igualmente el boom de los precios del petróleo esta afectando la competitividad de la caficultura al incrementar los precios de los fertilizantes, de la energía y de insumos consumidos. Por ello se debe ser cauteloso en aceptar que la crisis terminó. Pues si nos dejamos llevar por la euforia positivista, podemos acabar con los esfuerzos colectivos para enfrentar la crisis y aumentar la vulnerabilidad de los países productores”.133

A la luz de los hechos históricos, pareciera que el problema no es el mercado, ni la mano invisible de la economía. La esencia de las dificultades históricas ha sido enseñada por los ciclos y vaivenes de las economías de la quina, el tabaco y la minería extractiva entre otras, las cuales contribuyeron a forjar y enterrar comunidades enteras, no sólo a nivel local sino regional y nacionalmente. En el caso del café, la historia, aunque no ha terminado, sí está mostrando el sendero. Tal vez, la esperanza, se pueda cultivar en las fincas y veredas de las comunidades rurales que a fuerza de trabajo han salido adelante a pesar de la adversidad. Eso también lo ha mostrado la historia, esta historia cafetera.

 

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1 Clavijo Ocampo Hernán. Formación de las Elites locales en el Tolima. Fondo de Promoción de la Cultura. Banco Popular. Bogotá, 1993. T II. Página 34.

2 Fajardo Darío. Violencia y Desarrollo. Transformaciones sociales en tres regiones cafeteras del Tolima. 1936 – 1970. Fondo Editorial Suramericano, Colección Histórica. 1979. Página 11.

3 Clavijo Ocampo Hernán. Ibíd. Páginas 35 y ss.

4 “Para el distrito de Ibagué “no solo hubo un mayor movimiento comercial de la propiedad rural, sino que disminuyó la inestabilidad de la tenencia de las haciendas con una marcada tendencia a la concentración de estas” (39). Como lo señala el autor un aspecto del mercado de propiedad agraria que aparece en este periodo es el arrendamiento capitalista el que “si bien se dio esporádicamente en el siglo XVIII, solo con el desarrollo de una incipiente mentalidad mas pragmática y empresarial desde 1830 tiende a generalizarse en casos bien consolidados” Clavijo O. Ibíd. Página 41.

 

5 Clavijo. Ibíd. Páginas 52 y ss.

6 Niño Ruiz, Soledad. Desarrollo ideológico de los trabajadores en el Tolima. Op. Cit. Pagina 31.

7 Fue sembrado en la Plaza de Ibagué por orden del General Nariño en conmemoración por la Independencia. La planta se propago de manera diseminada en el seminario de Ibagué, hasta cultivarse a escala comercial. Fajardo. Op. Cit. Página 17.

8 Contraloría General de la República, Geografía Económica de Colombia, tomo VIII, Tolima, Bogotá, 1946. Citado en Fajardo Darío. Op. Cit. Página 22.

9 BERGQUIST, Charles. Café y conflicto y Colombia, 1886-1910. La guerra de los mil días, sus antecedentes y consecuencias. Edt. Fondo rotatorio de publicaciones FAES. Medellín, 1981.

10 Paris Lozano Gonzalo. Algunos Aspectos de la Industria del café en Colombia. Misceláneas No. 1291. 1924. Biblioteca Luís Ángel Arango, Bogotá. Sala Libros Raros y Manuscritos.

11 Paris. Op. Cit.

12 Los municipios se distribuían por provincias así: Ibagué: Ibagué (Capital), Anaime, Miraflores (Rovira); Valle, San Luis, Coello, Piedras. Provincia de El Guamo: Guamo (Capital), Espinal, Purificación, Natagaima, Alpujarra, Dolores, Cunday, Carmen, Santa Rosa, Prado, Ortega, Coyaima, Ataco, Chaparral. Provincia de Honda: Honda (capital), Mariquita, Santa Ana, San Lorenzo (Armero). Provincia de El Líbano: El Líbano (Capital), Villahermosa, Casabianca, Fresno, Soledad, Santa Isabel. Provincia de Ambalema: Ambalema (Capital), Caldas, Venadillo, Fuente: Censo General de Población 1912.

13 Censo General de Población 1912.

14 Es importante recordar, que el centro regional e incluso nacional, de mayor importancia durante el siglo XIX y anteriores, fue Ambalema. La descomposición de la economía del tabaco, así como el desplazamiento de la inversión de capital hacia el renglón de la caficultura, a la par de la modernización en las rutas de transporte, colocan a honda en una posición privilegiada, por lo menos durante la primera mitad del siglo XX, con respecto a las otras poblaciones.

15 MORENO, Hoyos Besarion. Entrevista. Líbano, Septiembre de 2000.

16 Gaitan, Gloria. La Lucha por la tierra en la década del treinta. El Ancora Editores. Bogotá, 1984. Página 21.

17 Sánchez Gonzalo. Transformación regresiva y efectos tardíos: el caso del norte del Tolima. En Guerra y Política en la Sociedad. El Ancora editores. 1991. Páginas 143 – 149.

18 Saether. Op. Cit. Páginas 142 y ss.

19 Fajardo. Ibíd. Páginas 28 y ss.

20 Fajardo Darío. OP. Cit. Página 45.

21 Al analizar los documentos constitutivos de la FNC, se observa que los delegados asistentes al II congreso cafetero no representaban a todas las regiones cafeteras del país. Por el contrario, parece que la mayoría de los participantes no sólo tenia vínculos con la industria cafetera antioqueña, sino que formaban parte del grupo de personas cercano a la familia Ospina, el partido Conservador, y la sociedad de agricultores de Antioquia. Saether. Op. Cit. Página 153.

22 Ferrocarriles Nacionales. Tolima Estadístico, 1985 – 1990.

23 Bergquist. Op. Cit. Página 352.

24 Área cultivada y número de cafetos en Colombia. Revista Cafetera de Colombia. V I. No. 1. Pág. 57

25 RAMÍREZ José Ernesto. Ingenieros Ingleses en el Norte del Tolima. Ibidem.

26 RAMÍREZ José Ernesto. Ingenieros Ingleses en el Norte del Tolima. Ponencia presentada al XI Congreso Nacional de Historia. Agosto 22 al 25 de 2000. Universidad Nacional de Colombia.

27 López Eduardo. Temas Nacionales. Turismo, Estadísticas y Directorios. Tomo III, Bogotá, 1932.

28 LeGrand Catherine. Colonización y protesta campesina en Colombia. 1850 – 1950. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1988.Página 18.

29 LeGrand. Ibidem

30 Sobre estos aspectos ver entre otros: Catherine LeGrand, texto citado; Fals Borda Orlando: Historia de la Cuestión Agraria en Colombia; Charoles Bergquist: café y Conflicto en Colombia y Absalon Machado: De la aparcería al capitalismo.

31 Quintín abrió escuelas indígenas en las veredas de ortega, pero fueron incendiadas por los blancos. “El personero José Gálviz, el Alcalde Álvaro Guzmán, la Policía de Ortega, todos estuvieron a las ordenes de los ladrones: Alcaldes, jueces Municipales, jueces ordinarios, el tribunal del Trabajo, el tribunal del poder Judicial y la Gobernación del Tolima”. El mismo alcalde, dio orde3n de quemar las tres casas grandes de Llanogrande: una vivienda, y dos escuelas una de niñas y otra de niños. Esto sucedió luego de un atentado sufrido contra Quintín y orquestado por dirigentes liberales y conservadores en el que murieron varios indígenas.

32 Quintín Lame. Op. Cit. Página 61

33 Quintín Lame. Op. Cit. Pagina 78.

34 Gaitan Gloria. Op. Cit. Página 19.

35 LeGrand Catherine. Ibidem.

36 Sánchez Gonzalo. Las Ligas Campesinas…CITAR BIEN….

37 Sánchez Gonzalo. Los Bolcheviques del Líbano: crisis mundial, transición capitalista y rebelión rural en Co1ombia. Bogotá, ediciones del Mohan. 1976.

38 Fajardo Dario. Op. Cit.

39 En Cunday, la Compañía Cafetera presentó acción de lanzamiento contra algunas personas que a juicio de la empresa, eran ocupantes de los terrenos denominados de Nuevo Mundo, hacienda de la compañía. El Alcalde decreto los lanzamientos pero éstos no pudieron efectuarse por la acción de los campesinos. Así entonces el mayor esfuerzo del gobierno departamental, el marco del gobierno nacional de la república Liberal, fue el de tratar de alejar a los campesinos y colonos de la influencia de los agitadores profesionales. A juicio del gobierno departamental el problema agrario se originaba en la falta de tierra para los campesinos, la carencia educativa obligándolos a empeñar su vida con los patrones. Los dueños de la tierra a juicio del gobierno, le hacían un gran aporte al país.

40 Dicho movimiento se gesto a partir de la intervención de dirigentes ligados al Partido Comunista, los cuales promovieron entre los trabajadores ideas de “justicia” asociadas al peso honesto y el pago justo de la recolección, entre otras cosas…. La toma de tierras se realizo por lo menos en veinticinco haciendas en el Sur del Tolima por estos años. Igualmente se desato un proceso de invasión de tierras, con cerca de 1.800 colonos en haciendas ubicadas el las riberas del rio Combeima. Dichas acciones se proyectaron a nivel nacional, en conjunto con otros acontecimientos, dando la idea de que se preparaba una huelga nacional.

 

41 Fajardo. Op. Cit. Página 64.

42 Ibidem. Página 89.

43 El Coronel, según lo dispuesto por el gobierno de Unidad nacional, dispuso en el gobierno regional dos liberales Rafael Caicedo Espinosa y Nicolás Torres Rueda y dos conservadores, Francisco Gonzáles Torres y Abel Jiménez Gómez.

44 El nombre se atribuía a la filiación partidista liberal, así como a la influencia en la zona de organizaciones de izquierda que como el Partido Comunista habían efectuado alianzas con sectores radicales del liberalismo, como el Movimiento Revolucionario Liberal Lopizta, MRL.

45 Fajardo Darío. Página 107 y ss.

46 Fajardo Darío. Op. Cit. Página 162.

47 Fajardo Dario. Op. Cit. Ibidem.

48 Fajardo Darío. Op. Cit. Página 170.

49 Fajardo Darío. Op. Cit. Pagina 187.

50 Esta tesis es expuesta por Steinar Saether en el texto: Café, conflicto y corporativismo: una hipótesis sobre la creación de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia en 1927. En Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 26. Páginas 134 – 163.

51 Por ese entonces, en los documentos circulados por el Partido Comunista (PC) en la región se sintetizaban las reivindicaciones propuestas para el campesinado de la siguiente manera: confiscación revolucionaria de la tierra, sin indemnización a los latifundistas; exención de impuestos a todos los campesinos y la supresión de contratos de trabajo forzado o gratuito y del trabajo a destajo. Fajardo. Op. Cit. Página 73.

* Nota del autor.

52 Saether. Ibidem.

53 Alfonso Palacio Rudas. Informe del Secretario de Hacienda al gobernador del Departamento. Ibagué, 1936. Citado por Fajardo Darío. Op. Cit.

54 La industria cafetera en el Tolima. Revista Cafetera de Colombia No. 135. Volumen 14, Julio de 1958. Pág. 237.

55 Errazuriz. Op. Cit. Página 100.

56 Errazuriz, Maria. Cafeteros y Cafetales del Líbano. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1984. Página 99.

57 Fajardo. Op. Cit. Página 74.

58 Niño Ruiz, Soledad. Desarrollo ideológico de los trabajadores rurales del Tolima. 1959 – 1972. Universidad de los Andes, Facultad de Artes y Ciencias. Bogotá, abril de 1980. Páginas 26 y ss.

59 Bergquist. Op. Cit. Página 400

60 VÉLEZ Jaime. La industria cafetera en el departamento del Tolima. En Revista cafetera de Colombia No. 135, Volumen 14; Julio de 1958.

61 Bejarano. Op. Cit.

62 El Tiempo. Bogotá, abril 22 de 1963. citado en Fajardo Darío. Op. Cit. Página 195.

63 Fajardo. Op. Cit.

64 El estudio fue adelantado con la dirección del Dr. Wells Allred, economista agrícola al servicio de la Organización de Estados Americanos OEA, ante la dificultad de adelantar un censo de damnificados por la violencia. Se elaboro una encuesta diligenciando 400 formularios en los municipios seleccionados. Los datos fueron recopilados por empadronadores capacitados para tal fin. Complementaron el análisis muestral con más de 1000 hojas de información personal suministrada por las víctimas de la violencia. El material así obtenido se tabuló de conformidad con los fines señalados y con las cifras estadísticas arrojadas, se construyó una imagen cercana a la realidad que daba cuenta de la magnitud de la violencia en el departamento. La investigación se realizó en 1957 y fue publicada en 1985 por la revista Tolima No. 1.

65 La Violencia política, ejercida en todo el período de anormalidad pública, fruto de planteamientos partidistas equivocados, orientada generar un reacomodamiento caprichoso y artificial de las fuerzas partidistas al interior de los municipios. “Pero este tipo de violencia constituyó a su vez, fuerza de impulsión de más proditorias consecuencias, porque ella, aún en los casos en los que utilizaba solo el temor como arma, provocaba el abandono de los campos y tras el abandono sobrevenía la miseria como consecuencia ineludible. Pronto habría de descubrirse que la miseria para la víctima era susceptible de convertirse en enriquecimiento criminal para el autor; y ese aspecto fue causa suficiente para hacer evolucionar la violencia hacia los objetivos más precisos, mas perversos, estabilizadores de la anormalidad. La violencia con finalidad económica, como empresa fria y calculada, amparada por unos y estimulada por otros, en ocasiones usufructuarios y comanditarios del crimen atroz. Su finalidad se encuentra en el aprovechamiento de las cosechas sembradas por manos ya inertes, o trémulas en el exilio. Tras el homicidio o la pira, o tras de ambos, se levantan la codicia alimentada por los cafetales sin dueño o los rebaños de ganados sin guardia. Y finalmente, la delincuencia común, formada por la resaca social, por delincuentes no ya ocasionales, sino habituales, que practican el delito mismo, o para consolidar el régimen de la apropiación indebida, para perpetuarla, en un afán de desafío permanente a la ley y la justicia… es el período de los delincuentes habituales, generalmente procedentes de otras regiones del país, que van de lugar en lugar ofreciendo su siniestra especialización criminal a ese otro tipo humano más despreciable, por más cobarde y emboscado, que ha venido a conocerse como “Guerrilleros de Notaria”. Secretaria de Agricultura del Departamento del Tolima. La Violencia en el Tolima: Observaciones sobre la Violencia. En Revista Tolima No. 1 Páginas 70 – 114.

66 Secretaria de Agricultura del Departamento del Tolima. La Violencia en el Tolima: Observaciones sobre la violencia. En Revista Tolima No. 1. Op. Cit. Ibagué, Colombia. 2-1. 1985. Páginas 75 y ss.

67 La Violencia en el Tolima… Op. Cit. Página 84.

68 La violencia en el Tolima… Op. Cit. Página 85.

69 Sobre las condiciones de vida de la población exiliada se adelantó una investigación con base en una muestra de 61 familias integradas por 442 personas desplazadas de diferentes regiones y concentradas en algo que dio en llamarse Albergue de Paz. Entre los resultados más destacados encontraron que cerca del 50% de las familias estaba integrado por menores de 10 años y el 61.5% por menores de 15. De los encuestados, el 33.80% eran propietarios de fincas rurales (24 familias); el 5.63% eran propietarios de predios urbanos; el 28.17% eran jornaleros (20 familias) y el 15.49% se dedicaba a oficios domésticos. El restante 5.6% estaba compuesto por comerciantes y propietarios de ganado. Otra clasificación indicaba que el 22.54% de las familias eran agricultores, con similar porcentaje para las familias dedicadas al jornal; el 19.72% se denominaban obreros; el 18.30% trabajadores domésticos y el 15.50% estaban desempleados.

70 La violencia en el Tolima… Op. Cit. Página 93.

71 Aquí se propone la presunción de nulidad por vicios de consentimiento en actos contractuales como compraventas, arrendamientos, permutas, cesiones de derechos y en general de todos aquellos actos que conduzcan a la enajenación de inmuebles, celebrados por propietarios de fincas rurales ubicadas en zonas batidas por la violencia y durante el lapso comprendido entre el año 1948 y la fecha del decreto cuando se dictase. Esta entre muchas otros criterios que implicaban por ejemplo, la presunción de mala fe en las transacciones comerciales de esta índole; el reconocimiento a favor de los aparceros desplazados de la validez de sus contratos suspendidos; arbitraje obligatorio para dirimir conflictos jurídicos relacionados con la propiedad inmueble en las zonas y tiempo señalados.

72 La Violencia en el Tolima. OP. Cit. Página 100.

73 La violencia en el Tolima… Op. Cit. Página 108.

74 Tribuna, Ibagué. Octubre 10 de 1960. Citada en Fajardo Darío. Op. Cit.

75 Fajardo Darío. Op. Cit. Página 119.

76 “El plan militar que se aprobó incluyó el incremento de 1.300 efectivos, sumándose a los que ya operaban en el Tolima y la adopción de otras medidas de orden público tales como: mejoramiento y construcción de cárceles y aumento de los guardianes y jueces de instrucción y, en varios cientos, personal del Servicio de Inteligencia, mejorando los sueldos de los primeros. La Iglesia Católica… también participó en el plan con el envío de 1030 misioneros de paz al Tolima, dentro de un operativo sociológico y de inteligencia.” Fajardo Darío. Op. Cit. Página 169.

77 SÁNCHEZ, Gonzalo. Bases sociales y políticas del bandolerismo. Op. Cit.

78 Sánchez, Gonzalo. Ibíd. Página 144.

79 Bergquist. Op. Cit. Página 428.

80 Salazar de Fals Maria Cristina. Op. Cit. Página 19.

81 Niño Ruiz. Op. Cit. Páginas 124 y 125.

82 Niño Ruiz. Ibíd. Página 139.

83 En 1936 se expide un decreto reglamentando el cultivo del algodón en el norte del Tolima, induciendo una serie de cambios en las prácticas agrícolas, orientado hacia la producción comercial de corte capitalista y constituyéndose en un elemento atractor para la inversión de capital. Además de ello, la zona fue provista con más de 50 equipos mecanizados para la actividad agrícola. Este proceso posibilito el auge de casas comerciales en Armero. De ésta manera se sentaban las bases institucionales y económicas en la región para la destrucción del latifundio en sus lógicas productivas, más no en la concentración de la El desarrollo de la agricultura desde comienzos de la década del 50 y aún un poco antes, elevo a este departamento a un plano destacado en la economía nacional. Dicho proceso se desarrollo a partir de procesos asociativos de carácter empresarial. Otras obras de infraestructura que empiezan a construirse son: 1951, inauguración del canal de riego de Lérida, comenzado a construir desde 1946, para irrigar las áreas de cultivo de Ambalema y Lérida, dedicadas al arroz, el ajonjolí, el algodón y el tabaco, habilitando un total de 5.200 hectáreas. Antes de terminar 1951, estaba terminado el canal del rio Saldaña, cuya construcción había sido promovida por la Caja Agraria y realizada por una firma Norteamericana. Fajardo. Op. Cit. Pagina 155.

84 FAJARDO, Darío. Violencia y Desarrollo. Op. Cit. Pág. 93.

85 El texto de Maria Errazuriz, titulado: Cafeteros y cafetales del Líbano, relata a profundidad este proceso.

86 La sub regionalización propuesta es formulada por Soledad Niño Ruiz en sus diversos trabajos, no sólo a partir de condiciones geográficas, sino también económicas y políticas. Los Municipios de la Montaña Norte son: Mariquita, Fresno, Falan, Herveo, Casabianca, Líbano, Villahermosa, Santa Isabel y Anzoátegui. La zona Plana Norte esta conformada por los municipios de Armero, Lérida, Venadillo, Alvarado. La Montaña Oriente: Melgar, Icononzo, Cunday, Villarica, Dolores, Alpujarra. La Montaña Sur: Cajamarca, Rovira, Roncesvalles, San Antonio, Ortega, Chaparral, Ataco, Rioblanco, Planadas. Y la zona Plana Sur por las localidades de Carmen de Apicalá, Suárez, Valle de san Juan, San Luís, Purificación, Prado, Coyaima, Natagaima.

87 ERRAZURIZ, María. Op. cit. Pág. 333.

88 La variedad Colombia: veinte años de adopción y comportamiento frente a nuevas razas de la roya del cafeto. CENICAFE. Gerencia técnica. Boletín técnico No. 2. Chinchiná, Caldas. 2000

89 $40.000 en julio y $40.000 en Diciembre

90 Errazuriz María. Cafeteros y cafetales del Líbano. Op. Cit.

91 SÁNCHEZ Oscar. Documento inédito acerca de la crisis cafetera. s.f.

92 ERRAZURIZ María. Crisis de la caficultura y su impacto social. En Análisis Político No. 20. Septiembre-Diciembre de 1993.

93 El Movimiento Campesino del Huila. Ibíd.

94 “Nos preocupa que en el mes de agosto y septiembre de 1992 la Caja Agraria embargó más de 50 fincas y casas urbanas, y el Banco Cafetero, embargo más de 70 propiedades y entre ambas entidades tienen más de 1000 inmuebles en lista de ser embargados en éste año en el sólo municipio del Líbano”Gremio Cafetero Organizado del Líbano. Boletín Cafetero No. 1. Líbano, Octubre 2 de 1992. Citado en Rincón García John Jairo. Op. Cit.

95 Datos suministrados por la Oficina de Cobro Jurídico del Banco Cafetero. Ibagué, Agosto de 2000. Fuente: Rincón García John Jairo. De café a Oscuro: Conflicto social y producción cafetera en el norte del Tolima. Op. Cit.

96 Expresión organizativa surgida en la Localidad de el Líbano, durante la segunda mitad de la década del 40, que agremiaba a diversas personas vinculadas a oficios, artes y labores domésticas en calidad de trabajadores asalariados.

97 Entre los objetivos de la Coordinadora Agraria del Tolima, se cuentan la búsqueda de una política agropecuaria acorde con la realidad del campo colombiano; derrotar el modelo de apertura económica; defender la integridad y funcionamiento de la Caja Agraria y del Banco Cafetero, oponiéndose a su cierre y privatización en el Tolima; detener la política de embargos, secuestros y remates impulsada por el gobierno contra los pequeños y medianos agricultores; promover la creación de una Coordinadora Agraria Nacional que organice a los agricultores del país en la búsqueda de soluciones para el campo.

98 Carta Cafetera. Gremio Cafetero Organizado del Tolima. Pág. 6-7. 1991

99 Rincón García, John Jairo. Trabajo, territorio y Política. Expresiones regionales de la crisis cafetera 1990 – 2002. Editorial La Carreta. Serie La Carreta Histórica. Medellín. 2006. Página 148 y ss.

100 Tolima 7 días. Sección Actualidad, Pág. 8. Agosto 2 de 1995.

101 Ibíd.

102 García Julián. Evolución de la distribución de las fincas cafeteras. Hacia una regionalización de la caficultura Colombiana. Centro de Estudios Regionales, Cafeteros y Empresariales CRECE. Sin información editorial.

103 García Julián. Ibidem.

104 García, Julián. Op. Cit.

105 García, Julián. Op. Cit.

106 García, Julián. Op. Cit.

107 García, Julián. Op. Cit.

108 Caldas, Risaralda y Quindío.

109 Rincón García, John Jairo. Trabajo, Territorio y Política. Ibíd.

110 Para 1993, 174 municipios de Colombia cuentan con cultivos de amapola. Los municipios productores de amapola se encuentran en los Departamentos de Huila (28), Cundinamarca (19), Boyacá (19), Cauca (19), Nariño (18), Santander (12), Tolima (11), Valle (9), Meta (7), Antioquia (6), Cesar (5), Norte de Santander (5), Risaralda (4), Caquetá (3), Quindío (3), Caldas (3), Bolívar (2) y Putumayo (1)” Presidencia de la República, Consejería para la Defensa y Seguridad Nacional, “La amapola en la tradición colombiana: Producción para la especulación, auges regionales y violencia” (Mimeo, Santafé de Bogotá, 1993, p. 70). Citado en TOKATLIAN, Juan Gabriel. Estados Unidos y los cultivos ilícitos en Colombia : los trágicos equívocos de una fumigación fútil.

111 Esta es la producción cafetera de los departamentos de Antioquia, Caldas, Cauca, Cundinamarca, Huila, Tolima y Valle, según el censo cafetero 1993 – 1997.

112 Rincón Garcia, John J. Trabajo, Territorio y Política. Op. Cit.

113 SANCHEZ, Martha. (2002) EEUU invertirá 5 mln dlr para apoyar cosechas café en Colombia. www.reuters,org.

114 Redescubriendo al Tolima. Revista Signos y Hechos. Separata Número 10.

115 Ibíd.

116 Colombia País de Regiones. Op. Cit. Pág. 350 y s.s.

117 Estrella Roja. Líbano, Noviembre 9 de 1963. Citado por Sánchez Gonzalo. Bandoleros, Gamonales y Campesinos. Pág. 78.

118 Otras características del Eje Cafetero: Eje Cafetero. Dinero, Septiembre 28 de 1998. Páginas 76-83

119 Otras características del Eje Cafetero. Ibid.

120 Constituida en un gran porcentaje con capital financiero de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.

121 Otras características del Eje Cafetero. Ibid. Páginas 76-83.

122 Otras características del Eje Cafetero. Ibid.

123 Manizales se ha convertido en los últimos años en una ciudad Universitaria en la región. Hoy, 15000 de sus 20000 universitarios, son de diferentes partes de Colombia.

124 A juicio de algunos analistas, en términos comparativos con otras regiones del país, el eje cafetero es una de las zonas más seguras, registrando el índice de secuestros mas bajos según el promedio nacional (2% del total), siendo atractiva para el establecimiento de industrias. Resalta sin embargo, el incremento de los homicidios y en general, aspectos genéricos que podrían ser catalogados como de la “cotidianidad” gestada a la luz de otros tipos de violencia.

125 Los datos fueron presentados ante el Congreso de la República, a propósito de un debate sobre la tregua de paz firmada con los grupos paramilitares y las acciones violatorias de los derechos humanos en Colombia durante el año 2006.

126 Toro Zuluaga, Germán. Eje cafetero colombiano: compleja historia de caficultura, violencia y desplazamiento. En Revista de Ciencias Humanas • UTP • No. 35 • Enero-Junio 2005. Páginas 127 – 148.

 

127 Vientos separatistas en el Tolima Grande. El Espectador Domingo. Semana del 19 al 25 de septiembre de 2004.

 

128 Rincón G. John. Trabajo, Territorio y Política, Op. Cit.

129 Yo no quería ser un obstáculo... Ibíd.

130 El hoy Bancafé, que en 1998 perdió 259.946 millones de pesos, fue recapitalizado en 1998, a pesar de la grave crisis del sector, con 263.000 millones de pesos, provenientes en su totalidad del Fondo Nacional del Café. ROBLEDO Jorge. Crisis Cafetera y Conflicto Social. En Conflictos Regionales. La Crisis del Eje Cafetero. IEPRI-FESCOL. 1999 Pág.22

131 El único recurso es Exportar. Dinero. Octubre 30 de 1998. Páginas 58-62

132 En las regiones cafeteras de Chiapas y Veracruz en México, así como en Colombia, se reportaron altos niveles de desplazamiento de campesinos y de inmigrantes ilegales hacia los Estados Unidos como efecto directo del desempleo. En el Salvador la caída de los precios dejó más de 500.000 trabajadores cafeteros sin empleo. Silva Lujan Gabriel. Que nos dejo la crisis cafetera? Discurso del gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, presentado en la II Conferencia Mundial Cafetera. Salvador de Bahia, Brasil. Septiembre de 2005. Página 7.

133 Ibidem.

 

 

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