VII
Nada se ha dicho
del ala blanca
que anuncia el viaje
en los patios de los hospitales.
Tampoco de sus cuartos en fuga
-cuyas salidas dan al mar –
tapizados de conchas y algas,
donde una mujer
enciende la llama litúrgica en la noche
y cose con la hebra de agua
de la palangana sagrada
el costado herido de los hombres.
Yo escucho
el rumor ronco
que encierra el pecho de los moribundos.
Escucho sus aguas fluir hacia otro cielo,
hacia otras estrellas,
donde una noche más vasta
los espera.