GERMÁN AUGUSTO GUTIÉRREZ

Un día del año de 1972, el profesor Vicente Sanchíz, del Conservatorio del Tolima, estaba dirigiendo el coro del Bachillerato Musical. Durante una pausa lo interpeló Germán Augusto Gutiérrez -entonces de apenas quince años de edad y alumno de octavo grado- preguntando cuándo lo dejaba dirigir el coro. El profesor Sanchíz le lanzó el reto con una serenidad abrumadora: “Si se siente capaz de hacerlo, hágalo ya”, le dijo. El que con el tiempo vino a ser talentoso director, aceptó el desafío: su batuta juvenil orientó y controló al coro durante más de media hora. Con esa pequeña prueba, se definió su destino.

Actualmente Germán Augusto Gutiérrez Upegui dirige dos instituciones en los Estados Unidos: La orquesta de la Texas Christian University y el Centro de Música Latinoamericana, ambas en Dallas. No llegó allí por casualidad sino porque “Su trabajo refleja un profundo compromiso personal con la excelencia”, según lo afirmó el profesor David Mackenzie de la Universidad de Northern, Colorado.

“El más talentoso estudiante del programa doctoral de Dirección de Orquesta”, como lo define el citado profesor, nació en Ibagué el 30 de julio de 1957, y a los veinte años exactos se graduó como maestro en música del Conservatorio del Tolima, habiendo sido alumno destacado del maestro Ettore Cavalli (violín). Sus bases de armonía, formas musicales y dirección, las obtuvo con los maestros José Ignacio Camacho Toscano y Jorge Fontela y, por supuesto, el director Vicente Sanchíz.

Ha compuesto varios arreglos para coros, sinfónica y grupos de cámara, siendo además autor de un Preludio para vientos (1982), Suite colombiana para orquesta de cuerdas y percusión (1983), de un Cuarteto para Cuerdas y otro para fagot (1985).

Sin embargo, la mayor inclinación de su talento musical es por la dirección, actividad en la que hoy se constituye en paradigma para las juventudes de su patria chica. En efecto, en 1986 obtuvo el grado honorífico Magna Cum Laude en el Primer Curso Latinoamericano de Perfeccionamiento en Dirección Coral, dictado por el profesor Marín Constantin en Ibagué.

Había sido alumno del consagrado director Blas Emilio Atehortúa y con los coros del Tolima viajó por Europa. Con estos antecedentes y su vocación indeclinable mereció ser becado para estudiar Composición y Dirección Orquestal en la Universidad de Illinois, donde fue preclaro alumno del maestro panameño Roque Cordero en 1986.

Antes de viajar, en ese año, fundó la coral Yakaira, cuyo logro musical más importante de los últimos años fue su concierto del 26 de febrero en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá.

Decantada su sensibilidad y reafirmadas sus indiscutibles habilidades musicales en el país del norte, al comenzar la década de los noventa se convirtió en Director Asistente y Concertino de la Orquesta de Cámara dirigida por el maestro Julian Dawson, del Departamento de Música de la Universidad de Illinois.

Para iniciar su consagración como director, durante la primavera del 91, en el teatro Westhoff de esa universidad, tomó la batuta frente a la Orquesta Sinfónica de la Illinois State University para presentar la ópera de Mozart Cosi Fantutte, que la prensa local destacó como un gran éxito.

La biografía de Germán Augusto Gutiérrez es algo más que el itinerario de sus triunfos. Es más bien la ordenada secuencia de una voluntad que el arte insoslayable de la música cautivó a temprana edad. No fue un consentido del destino, ni el mundo ancho y ajeno se le ofreció dócil. El mismo Germán ha admitido en público que “los cafés de Ibagué fueron su primera escuela musical” y que “mirando a los músicos callejeros aprendió a tocar guitarra”.

El capital, pues, para abonar su metódica carrera de éxitos, estaba constituido por una gran sensibilidad artística “que asimiló el ritmo y sentido de los bambucos en los paseos a los ríos tolimenses”, por su ambición y por su disciplina, con todo lo cual pudo trascender los escollos normales de las limitaciones económicas.

Por ejemplo, cuando llegó a la Universidad de Northern (Colorado), como ganador de la beca Colfuturo (1992) para estudiar Dirección de Orquesta, no tenía dinero suficiente ni los títulos académicos previos que exigía el claustro universitario, pero con su talento musical se ganó a los profesores y directivos docentes, de modo que su empecinada vocación siempre fue más dura que las rémoras.

Así resulta natural registrar uno de sus últimos éxitos: dirigir el concierto de la Orquesta Filarmónica de Bogotá como homenaje a los 500 años del descubrimiento de América en el mes de octubre de 1992. Se le encargó de la batuta en tal oportunidad por recomendación del maestro Blas Emilio Atehortúa. La obra ejecutada en estreno fue Cristóforo Colombo Opus 167, con la que Atehortúa había ganado un concurso de composición auspiciado por los reyes de España.

De esa fecha hasta hoy continúa en los Estados Unidos, siempre asumiendo la vida como un reto, en gesto de tolimense típico y aprovechando cuanto trabajo se le presente en su brillante carrera como inequívoca oportunidad de representar a Ibagué y al conservatorio del Tolima ante el país y ante el mundo.

Esta identificación con su tierra y con sus gentes ha hecho que su propia persona, su inteligencia y sus triunfos canalicen el paradigma y los valores que ansía para sí el conglomerado de su patria chica. En carta que el gran músico dirigió a Leonidas López, entonces Director de la Corporación para el Desarrollo Humano del Tolima, expresa la grande responsabilidad de dirigir con éxito el concierto de los 500 años del descubrimiento con la Orquesta Filarmónica de Bogotá, empresa que cumplió y que la prensa nacional hubo de registrar como un trabajo artístico sin precedentes en el que el nombre del Tolima brilló tanto como su talento.

Espíritu nato de artista, Germán Augusto Gutiérrez había ya expresado en 1987, en algunos artículos de la prensa ibaguereña, su posición humanística y pedagógica frente a los problemas estéticos universales de la música, en términos que enaltecen a este gran maestro y estimulan el espíritu de integración tolimense. Dijo que “(...) por suerte los tolimenses contamos con un Conservatorio donde se cultivan y desarrollan casi la totalidad de las actividades, programas y técnicas que la música exige. Todo conservatorio debe enfocar su desarrollo hacia la gran literatura musical universal, pues es allí donde se encuentra la música mejor estructurada, las mayores exigencias, la comunicación con los compositores que vuelven música todo lo que ellos absorben del exterior y de sí mismos, las distintas épocas y estilos en que la evolución de la humanidad ha dividido la historia del arte y muchas otras razones que han hecho de esta literatura musical un patrimonio nuestro y parte de nuestra vida”.

En este sencillo artículo periodístico, Germán Gutiérrez facilita el conocimiento del perfil mas audaz de su personalidad: evitar el facilismo, violar cuantas veces se pueda la ley del menor esfuerzo cuando se trate de tareas fundamentales que comprometan la legitimidad de su vocación, la imagen de las instituciones que lo formaron, el buen nombre de su patria chica.

Este acceder a fuentes musicales donde están “las mayores exigencias”, revela un formidable rasgo de voluntad que puede constituirse en ideal práctico para la identidad tolimense de estos tiempos.

Si se observa que las palabras citadas corresponden a un artículo publicado en El Derecho en mayo 19 de 1987, es necesario concluir que Germán Gutiérrez demostró a lo largo de los diez años siguientes, no con prédicas vanas sino con hechos contundentes y definitivos, que el camino correcto para la superación personal y para formar en consecuencia con la propia vida un excelente modelo, es el esfuerzo, llevado quizá hasta los límites de la extenuación.

Germán Augusto Gutiérrez Upegui es, no tanto un patrón para el orgullo terrígena, que lo es, sino un signo de lo que el Tolima quiere ser en el ámbito de las diferentes regiones de Colombia y del mundo.

Así, este tolimense que ha logrado escalar los más exigentes peldaños en su carrera musical, dice deber todo a su gran disciplina y a una especie de obsesión por imponerse metas cada vez más altas. Lejos están ya los días errabundos de su peregrinar por los cafés de Ibagué y sus contactos con los serenateros callejeros. Aclamado tanto en los Estados Unidos como en Colombia y otros países, continúa imperturbable en su tarea de componer exigentes obras y entregarse a su más preciada vocación, la dirección orquestal.

En 1998 participa en el Festival Internacional de Clarinete y Saxofón en Lima, Perú, y crea el Festival de Música Latinoamericana que logra el mayor despliegue de prensa que un director ha logrado en Estados Unidos, catalogándolo como uno de los hombres que hizo comprender a los estadounidenses la riqueza de la música clásica latinoamericana. En la actualidad y desde hace cuatro años, se encuentra como director del Centro latinoamericano de Música en Texas Christian University, en medio de cuya responsabilidad ha regresado algunas veces a Colombia y al Tolima, cumplindo compromisos como dirigir algunos conciertos de la Orquesta Sinfónica de Colombia en el tetro Colsubsidio.

Su tarea la sigue haciendo con paso firme y manteniendo siempre vigente la consigna de que el artista que no se exija todo de sí mismo, que no sepa llegar hasta el final y agotar los límites de lo posible no podrá nunca obtener resultados grandes. Por eso el facilismo, la línea del menor esfuerzo, como él mismo lo ha expresado, nunca hizo parte, ni lo hará, de su agenda

Desde el año 2000, el maestro Gutiérrez también ha sido director musical de la Orquesta Juvenil de Greater Fort Worth (YOGFW). Es director invitado habitual de orquestas profesionales en América, Europa, Asia y Oceanía. En la temporada 2008 tuvo invitaciones para llevar a cabo el Hong Kong City Chamber Orchestra, la Orquesta Sinfónica de Dallas, la Orquesta de la Academia del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, y las sinfonías nacional de Perú, Costa Rica y Colombia. En 2007, regresó a un undécimo año sin precedentes, como director invitado del Festival Hispano de la Sinfónica de Dallas. En 2006, fue invitado a dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional Checa en el histórico Smetana Hall, como parte del 110 aniversario del nacimiento de Carl Orff, donde dirigió la orquesta en una interpretación de Carmina Burana. El maestro Gutiérrez también ha aparecido con la Sinfónica de Fort Worth, Filarmónica de Auckland (Nueva Zelanda), Filarmónica de Bogotá, Puerto Rico, Sinfónica Nacional, Sinfónica del Teatro Municipal de Río de Janeiro, y la Orquesta Sinfónica de Porto Alegre (Brasil), entre otros. También hace apariciones regulares con orquestas Colombianas, como la Filarmónica de Medellín, Sinfónica del Valle y Sinfónica de Barranquilla. En 2002, el maestro Gutiérrez fue invitado a la región de Trentino y de Italia para llevar a cabo Barbero de Sevilla de Rossini para el 30 aniversario de la Pergine Spettacolo Aperto. Con la Sinfónica de TCU, el maestro Gutiérrez también ha realizado el estreno mundial de más de doce obras contemporáneas.

 

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