RAFAEL GODOY LOZANO

Absolutamente ningún colombiano residente dentro o fuera del país puede negar que alguna vez no se ha estremecido o dejado escapar una lágrima que se confunde con sonrisas al escuchar el bambuco Soy colombiano, del maestro Rafael Godoy Lozano, que con el pasar de los años se convirtió en nuestro segundo Himno Nacional.

Este hijo del Tolima nació en la población de Natagaima el 24 de octubre de 1907 y desde aquellos primeros años la imagen cierta de un sol canicular que luego perpetuaría en sus canciones, sumada a la de un llano que parecía hacerse interminable en esas tardes donde sólo el sopor habitaba, le irían dando desde muy joven el ímpetu que lo acompañaría en esa larga y fructífera travesía que emprendió por el país a sus catorce años.

Godoy Lozano salió al encuentro del más amplio y variado inventario de imágenes que luego serían recuerdos y más tarde bambucos, torbellinos y valses. Dotado de una estupenda memoria, retuvo casi fotográficamente pueblos y ciudades donde se desarrollaron las historias que nos cuenta en sus canciones.

El autor de Mi compañera, pieza hecha especialmente para su esposa, doña Aura Ramírez, en sus bodas de plata; los bambucos Arrunchaditos, Mi cafetal, Pasito, Poquito a poco, Por una sonrisa, y el vals Mi despedida, entre otras composiciones, encontraría también en su rebeldía, forjada seguramente en la independencia y autonomía con la cual atravesó su camino, los motivos para que desde las organizaciones sindicales luchara por causas comunes que nunca sintió ajenas.

Para 1940, Godoy se instala en la ciudad de Barrancabermeja donde, alentado por su espíritu de solidaridad, participa como miembro activo de los sindicatos petroleros llegando a ocupar altos cargos dentro de la organización, gracias a la convicción de sus ideales y sus valiosos criterios alrededor de la condición humana y la clase trabajadora.

La ciudad petrolera de Colombia también le tendría otras sorpresas, con seguridad más gratas. Allí conoce a su esposa doña Aura Ramírez con quien tiene una hija, llamada también Aura, hoy residente en el vecino país de Venezuela.

Es al hermano país fronterizo donde iría a asilarse Godoy Lozano, para quien el clima de violencia en el país no cesaría de señalarle. No fue fácil dejarlo todo y partir. Aquí en Colombia, quedaban por encima de sus luchas, los amigos, la familia, el paisaje que quería ser sueño.

Sería en uno de esos viajes de Caracas a Medellín donde el músico tolimense compondría la pieza musical que más tarde se convertiría, por la emoción que transmite su letra, en uno de los clásicos de la música colombiana: Soy Colombiano

No es difícil imaginarlo atravesando, como tantas veces lo hizo en su primera juventud, la geografía nacional que lo llenó, como se llena una copa limpia con el nuevo vino de imágenes de otros tiempos que coronaron su nostalgia, de versos que hoy canta todo un país: A mi denme un aguardiente/ un aguardiente de caña,/ de las cañas de mis valles/ y el anís de mis montañas/.

La ruta Caracas-Medellín, Medellín-Caracas se repetiría en varias ocasiones. Observador sereno de un paisaje mutante, siempre se aprestaba, papel y lápiz en mano, a no dejar escapar las melodías que le soltaba en un acto de gracia su patria.

Godoy Lozano sin duda alguna había contribuido al enriquecimiento del folclor nacional. Había logrado unir, a pesar de las distancias, a miles de colombianos que en 1997 y por medio de la Fundación Garzón y Collazos rindieron homenaje póstumo a quien había tratado de agrupar el sentimiento colombianista en una sola canción. En Caracas, el 14 de marzo de 1973, a la edad de 66 años, murió un hijo del Tolima que hizo grande a Colombia en el corazón de un pueblo. Todos, al unísono y desde el alma, repitieron: ¡Ay!, qué orgulloso, me siento de ser un buen colombiano.



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