SOBRE LAS NOVELAS DE OSCAR GODOY BARBOSA

 

Por: Carlos Orlando Pardo

 

Oscar Godoy Barbosa, Ibagué, 1970, con Duelo de miradas obtuvo el primer premio en el XVI Concurso Anual de novela “Aniversario Ciudad de Pereira” en 1999.

El autor divide su obra de ciento setenta y cinco páginas en cinco capítulos que van titulados desde domingo 6:05 a.m, 8:13 a.m, 9:07 a.m.,10:37 a.m., hasta el ddomingo 12:43 a.m.

Se trata de una historia de amor y desamor que refleja una especie de “retrato del artista adolescente”. Él es un estudiante de periodismo proveniente de la provincia, de los que viven en una habitación de casa de familia en un barrio popular, que toma cerveza los domingos en la tienda garaje de Kalimán, se aburre con las clases de universidad y su trabajo en una ferretería, pero va a cine en forma contínua, asiste a un taller de literatura y es un cuentista en ciernes con menciones en concursos.

El incansable itinerario de ir y venir en bus, de trabajar para no depender tanto de su padre que junto a su familia vive en tierra caliente, es parte de un camino en el cual se reflexiona sobre la vida y particularmente el amor, en este caso el que le despierta Claudia, una inteligente, bonita y libertina muchacha que no desea casarse sino con el placer del instante y la sensación de la piel.

La conoce en el recorrido que lo lleva a su casa y rompe con la monotonía de sus viajes y de su existencia que tiene un doble mirador: la buseta y la tienda, desde cuyos lugares, como con una cámara viajera, detalla y absorbe no sólo el mundo que está al frente sino en particular el mundo que lo habita por dentro.

El viaje en buseta y las conversaciones que real y supuestamente realiza con Kalimán, el dueño de la tienda del garaje, son entonces el espacio para ir a la aventura de sí mismo en un reconstruir incansable las minucias que han acompañado su ilusión y sus intensas experiencias eróticas en el motel Düsseldorf, donde a pesar de anteriores y pasajeras experiencias parece descubrir no sólo la magia del erotismo sino las ataduras que lo llevan a la prisión del enamoramiento.

De otra parte, en planos yuxtapuestos, surge la historia de unas adolescentes que en medio de sus naturales pilatunas comienzan igualmente a sentir el apremio de lo desconocido, a soñar el placer y a sentir el yugo de la autoridad familiar en madres o hermanos espías que les impiden el desarrollo normal hasta de sus conversaciones.

El planteamiento parece sencillo, pero el lenguaje con que está tratada la novela y la forma inteligente en que va desarrollando la anécdota, nos muestra a un autor que deja sentir su preocupación por el eficaz material verbal y que refleja un minucioso, fértil y acertado trabajo por la estructura de su libro.

Si bien es cierto al comienzo de la novela se crea la atmósfera necesaria para mostrar el viaje de interioridades frustradas todas por la autoridad patriarcal, la abundancia en el detalle tiende a crear un puente de fatiga que sólo después, como si el acelerador estuviera a fondo, logra su eficacia total en lo de apresar al lector.

Como es natural en el periplo de los autores colombianos jóvenes, aquí se muestra una historia donde son los jóvenes sus protagonistas y en donde las contradicciones de su mundo, entre la libertad y el miedo, se van forjando en medio de continuos interrogantes que sirven de punto de partida para tomar determinaciones y para desarrollar el argumento.

Fuera de lo que les importa para alcanzar a ser auténticos, para lograr sus sueños o cumplir sus caprichos, todos los personajes no ven por fuera de ellos mismos sino al enemigo.

Es ahí donde está la violencia a veces señalada por el paisaje árido de la monotonía o un tráfico insoportable de bombas que estallan o de un personaje clandestino que aparece y desaparece convirtiéndose a la manera de un fantasma. Todo es como un telón de fondo porque la verdadera violencia está en ellos mismos por la falta de libertad que les permita confesarse sin rubores, por la carencia de dinero para no ser esclavos del empleo aburrido, por ausencia del aire que les quitan en las casas.

Oscar Godoy Barbosa logra entonces en esta su primera novela mostrarnos madurez y responsabilidad, alto sentido del oficio de escribir, dominio de la técnica que selecciona, utilización de un lenguaje literario que se mide en el ritmo preciso de sus frases y unos términos que en los monólogos alcanzan cierto sentido poético.

Duelo de miradas, como bien la definen los jurados del concurso, resulta ser una “obra donde se aprecia un notable cuidado por el lenguaje, una estructura bien concebida dentro de la fragmentación de las voces narrativas, y sobre todo unos personajes bien delineados, complejos, redondos, cada uno con una visión propia del mundo y perfectamente articulados al entrame narrativo. El tema fundamental es el desamor, la soledad, la fugacidad de la vida y de la alegría, la casi imposibilidad de la plenitud existencial a través del sentimiento amoroso y el erotismo. En el trasfondo, se aprecia una dura crítica de la sociedad contemporánea”.

El hecho de ser el protagonista un escritor en ciernes y de tener al frente el obstáculo de la libertad asumida por la mujer que ama, con un final necesariamente trágico o por lo menos doloroso, parece recordarnos tantas novelas con estas características y que particularmente tuvieron su época en el siglo XIX.

Igualmente Godoy Barbosa refiere las apreciaciones sobre el oficio de escribir, la fauna y el mundo de los intelectuales, otro tema que no pasa ignorado para variadas novelas de la época contemporánea no sólo en Colombia sino en América Latina, por ejemplo en bastantes apartados de Los pandilleros salvajes del chileno Roberto Bolaño, ganadora del premio Herralde de novela en 1997.

Estos referentes no pretenden quitar mérito a la bien lograda novela de Godoy, sino que subrayan cómo existe una tendencia por ciertos temas, al fin y al cabo la literatura refleja de muchas maneras la vida, y cómo cada quién tiene su forma de tratarlo.

La ciudad y la juventud con un aire y una atmósfera que puede ser válida como escenario y como situacion para ser presenciadas en cualquier capital de América Latina, dejan aquí su testimomio de una obra contemporánea digna de ser recomendada, como ejemplo más que decoroso entre la producción de nuestros nóveles autores.