EUGENIO GIRALDO BARCO

Nadie es profeta en su tierra. Este es el caso de Eugenio Giraldo Barco, un tolimense que nace en el municipio de Herveo y se desplaza a la ciudad de Cartagena como profesor de música en el colegio Inem, de donde más tarde saldrían conjuntos y orquestas reconocidos en la zona atlántica.

Dedicado de lleno a su labor y con un estricto sentido de la responsabilidad y la organización, fundó la productora La playa con el objeto de apoyar el trabajo creativo de sus orquestas. No es gratuito entonces que, la prensa y otros medios de comunicación del litoral atlántico, le dieran el rótulo del auspiciador del gran auge de la música tropical.

Las primeras agrupaciones que se formaron en el colegio fueron El Combo y El Combito Inem, para dar paso a Los Inéditos de Colombia y el Grupo Guiro, hoy desaparecido.

En un comienzo, el espacio de cobertura de las agrupaciones fue eminentemente local, pero con el paso del tiempo se proyectaron a Barranquilla, ciudad donde en repetidas ocasiones fueron galardonadas en el festival de orquestas con el Congo de Oro.

El éxito de sus agrupaciones como Los Hijos del Sol, Bahía Bonita, Arena Caliente, Fuerza Diez y Clase Aparte, entre otras, radica en que para Giraldo, como para sus alumnos y los músicos que estuvieron bajo su batuta, como Joe Arroyo, sin disciplina y sin empeño no hay nada.

Este hombre además de empresario era ante todo un músico, que en medio de la dirección musical y el manejo comercial de sus conjuntos tenía tiempo para componer. De sus canciones figuran como rotundo éxito los temas Sonrisas y Los gozones interpretados por Los Inéditos de Colombia y Nini que se posicionó en el tope de las listas de la música tropical en la costa Atlántica, en especial en Cartagena y Barranquilla.

Sus orquestas en la ciudad amurallada fueron las primeras en introducir el manejo de coreografías y voces manejadas al unísono, al igual que el trabajo en vivo de sus temas para que no se diferenciara mucho del producto en el estudio.

A sus dotes de gran empresario con una dinámica visión, unió una extraordinaria capacidad de trabajo y nunca desmayó en sus propósitos creando nuevos grupos, ensayando, componiendo, lanzando nuevas figuras a la palestra.

Varias promociones de intérpretes y compositores se lo deben todo. Así, este hijo del Tolima que cumplió su ciclo vital y su tarea musical en la costa atlántica, es claro ejemplo de lo que puede la disciplina y el trabajo continuo.

Independientemente de su actividad como promotor musical y creador de exitosas agrupaciones, es también necesario destacar la calidad de sus obras atrás citadas y que le han asegurado un puesto de honor entre los compositores tolimenses.

El ‘’Cachaco’’, como le decían, creyó en la gente. Fraguó entre las paredes de algún salón en el Inem, los procesos que formaron generaciones de músicos que siempre lo recordarán con algo más que gratitud. Murió el 28 de enero de 1996 en un accidente automovilístico.

Su absurda muerte truncó una existencia que aún podía ofrecer muchas perspectivas tanto en el campo de la creación musical como en la actividad empresarial.