LEZAMA Y PROUST BAJO LA SOMBRA
Cuando me falta el aire
pregunto si Marcel
recorre su habitación
como un refugio de silencio
y escribe en las paredes
las líneas perdidas de los sueños.
O si Lezama saca del fondo del espejo
su ahogado Narciso
del “tiempo dorado por el Nilo”
y ve caer las hojas de los árboles
como libros abiertos.
Pregunto si Nerval
busca en el fantasma de Aurelia
un plácido rumor de golondrina
y si en las noches Mozart
convoca el ajedrez de un piano
hasta que nace un réquiem o un presagio.
Veo una calle de memorias
veo un aleph
los ojos
la sombra de los nombres
veo pasajes solitarios.
Cuando me falta el aire
pregunto si en el tiempo perdido
quedó un camino de cerezos
una copa de vino derramado
algún amor al borde de la puerta
o un girasol en la ventana.
Me pregunto si los tristes arlequines de Picasso
están en la memoria persistente
y si ese dios que sueña
baja de los altares
a soplar el aliento
hasta que vuelva la vida
con su canto de ciegos
y su andar errabundo y de sorpresas.
Cuando se pierde el aire
tejo un colcha de voces
que vienen desde el día en que Ulises
hizo su viaje de vencer el miedo
y pasa por Werther
por Emma
por Alicia
por el nombre sin nombre
por la rosa
por la copla de Orfeo
por la danza
por la angustia secreta del infierno
por el paraíso perdido y sus delicias.
Y como un camaleón sobre la hierba
veo pasar las horas con el viento
y me cambia la piel
los sueños
la música es distinta
la habitación se aleja
y me trae a Marcel
a Lezama
a mi padre
a la sombra
y al cansado bufón de algún poema.