LUIS FLOREZ

 

Un sólido prestigio continental acompaña la tarea de un valor consagrado al estudio científico de la lengua. Su gran talla de investigador, de la que dan fe sus valiosos treinta libros, está inscrita en su dirección de la descomunal empresa que se resume en los seis voluminosos tomos del Atlas Lingüístico- etnográfico de Colombia, Alee.

Significativos son sus aportes como subdirector del Instituto Caro y Cuervo, entidad a la que consagró tenaz y apostólicamente más de 40 años de su vida; sus trabajos como miembro de las Academias Colombiana de la Lengua de Guatemala, Uruguay y Madrid, los que realiza como autor de diccionarios, libros, artículos y ensayos o como columnista del diario El Tiempo durante 20 años.

El incansable catedrático universitario, conferencista internacional, estudioso de Atlas Lingüísticos en Europa, candidato al Premio Miguel de Cervantes, asistente y delegado por Colombia a diversos congresos en todos los países, nunca persiguió, a lo largo del ejercicio apostólico en su productiva existencia, ningún honor distinto al trabajo y no tuvo preocupaciones que le acercaran a los territorios de la vanidad en el ambiente de lo superfluo.

Mariano Lozano Ramírez, un destacado lingüista tolimense, discípulo y compañero de labores del maestro, publicó en 1984 -dos años antes de su muerte, acaecida en Bogotá-, una noticia biográfica y bibliográfica que resume parte de la formidable labor de Luis Flórez como un magistral dialectólogo hispanoamericano, cuya extensa obra es el fruto de serias lecturas y experiencias.

De familia libanense, Luis Flórez nace accidentalmente en Armero el 5 de octubre de 1916, pero a los pocos meses es llevado a una finca en el corregimiento de Tierradentro donde transcurre su infancia. Empieza sus primeros estudios en la escuela pública y es trasladado a la cabecera municipal, el Líbano, para que los prosiga en colegios privados entre 1926 y 1930.

Jugar a las adivinanzas, memorizar retruécanos y conocer sentencias tan en boga entre los aldeanos, le lleva a desentrañar intuitivamente el hechizo del lenguaje del que quedará prendado hasta los días de su muerte, en una carrera apasionante cuyos resultados están consignados en sus libros e innumerables artículos y ensayos.

Inicia su bachillerato en 1932 en el recién fundado Instituto Isidro Parra hasta 1936 y, por no existir más cursos para entonces, pasa al Colegio Nacional San Simón de Ibagué donde obtiene su grado en 1937. En Bogotá estudia en la sección de Filología e Idiomas en la hoy desaparecida Escuela Normal Superior de Colombia que le otorga el grado de Licenciado en 1941 y el de doctor en Filología en 1950, con una tesis sobre La pronunciación del español en Bogotá, prologada por el gran fonetista Tomás Navarro y publicada en 1951 por el Instituto Caro y Cuervo.

Con una beca de la Fundación Rockefeller, Luis Flórez estudiará a partir de 1942 en Estados Unidos en las universidades de Columbia en Nueva York, Chicago y Wisconsin, y dos años más tarde, tras sus estudios de lingüística, fonética, dialectología del español y geografía lingüística bajo la orientación de eminentes profesores norteamericanos y europeos, se traslada a Ciudad de México apoyado por la misma Fundación para tomar cursos intensivos de lenguas indígenas de ese país, en la Escuela Nacional de Antropología en donde termina sus estudios de becario escribiendo un proyecto de gramática de la lengua chinanteca.

A su regreso, el primero de octubre de 1944, se vincula al naciente Instituto Caro y Cuervo donde trabaja en la selección y acopio de materiales para la continuación del Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, único trabajo en que se ocupaba inicialmente la entidad. Colabora en la citada obra de Cuervo durante varios años, al tiempo que en sus ratos libres y vacaciones, corno lo anota Mariano Lozano, realiza trabajos de dialectología del español colombiano por iniciativa y gusto propios.

La insistencia de Luis Flórez ante el Instituto redundó en la creación de una sección de dialectología a partir de 1949, fecha en la cual encargaron al maestro de su dirección con la finalidad expresa de estudiar el estado actual del castellano en diversas regiones del país y elaborar estudios de fonética, morfología, sintaxis, lexicografía y semántica, entre otros. El estudio de la lengua hablada comienza así su gran tarea y algunas obras de Flórez como La pronunciación del español en Bogotá y Habla y cultura en Antioquia, pueden considerarse como labores preliminares para el Atlas lingüístico-etnográfico de Colombia.

Como docente -sigue refiriendo Mariano Lozano Ramírez-, Luis Flórez desempeñó con éxito cátedras de español medieval, actual, gramática histórica del español y otras materias lingüísticas en la Escuela Normal Superior, la Universidad Nacional, la Javeriana y la de los Andes, desde 1951 hasta 1977 que regentó la cátedra de dialectología y geografía lingüística en el Seminario Andrés Bello del Instituto Caro y Cuervo. Cursos, charlas, conferencias, autoría de textos escolares, dirección de monografías de grado, invitaciones internacionales, cubrieron parte del trabajo de un estudioso preocupado por el Atlas Lingüístico de Colombia. Realizó así mismo disquisiciones filológicas en la Radio Nacional de la que salieron publicados volúmenes como Lengua española.

No hubo acontecimiento nacional o internacional de importancia en el plano de la lengua que no contara con la presencia, la ponencia o las ideas de Luis Flórez durante más de tres décadas, trátese de congresos o reuniones en Madrid, Viña del Mar, Buenos Aires, Quito, Ibagué, San Juan de Puerto Rico, Caracas, Málaga. Nápoles, El Paso, Texas y San Francisco en California. Intervino también en muchas juntas plenarias de la Real Academia Española, de la Comisión Permanente de la Asociación de Academias y algunas de la Comisión de Diccionarios de la Real Academia Española.

En 1954 habría de comenzar las tareas del Atlas Lingüístico- Etnográfico de Colombia y en 1956, luego del anteproyecto, cuestionarios preliminares, formación de jóvenes colaboradores en las encuestas, es comisionado por el Instituto a varias ciudades de Europa en donde se organizaban y dirigían trabajos similares, tales los casos de Granada, en España; París, Tolosa y Lyón en Francia; Turín, en Italia: Lovaina en Bélgica y Nueva York en los Estados Unidos. A su regreso, en diversas etapas, se llevan a cabo las encuestas programadas que son publicadas entre los primeros meses de 1982 y octubre de 1983, dando así feliz culminación a tres décadas de arduo trabajo en donde ha coordinado, realizado encuestas, escrito informes sobre ellas, revisado y dirigido esta empresa desde su iniciación hasta que salió a la luz pública. De allí la justicia del acto en que el Presidente Belisario Betancur le impone la Cruz de Boyacá por la jornada épica y constante de una causa que descubre las raíces de nuestra identidad cultural.

Advierte Mariano Lozano Ramírez que con los materiales recogidos por Flórez y demás investigadores del departamento de dialectología, en las encuestas para el Alee y con muchas otras observaciones personales en el terreno, se fueron publicando poco a poco diversos estudios sobre el español hablado en Colombia, cuestiones de pronunciación, gramática, léxico, en libros y separatas que fueron editados por el Caro y Cuervo.

Sus trabajos, primero como Miembro Correspondiente y luego como Miembro de Número desde 1955 de la Academia Colombiana de la Lengua, fueron luces que resolvieron muchas consultas sobre formas y locuciones que ahora figuran en el diccionario oficial. Colaboró en la Comisión de vocabulario técnico de dicha entidad durante cinco años y cooperó activamente en la Comisión de Lexicografía de la misma, desde 1973. Luis Flórez, además, fue miembro de número del Instituto de Cooperación Iberoamericana, miembro de la junta directiva de Ofines, Madrid, y fue correspondiente de la Academia Nacional de Letras del Uruguay, de la Academia Guatemalteca de la Lengua, de la Academia de Historia del Cauca, miembro Honorario de la Asociación de profesores de español y portugués en U.S.A.

En 1982, la junta directiva de la Academia Colombiana recomendó como candidato merecedor ante los miembros del jurado para el Premio Miguel de Cervantes, en Madrid, a un maestro consagrado que desde 1954 hasta 1975, fuera de sus obras, había publicado en Lecturas Dominicales del diario El Tiempo muchos artículos y notas correctivos de usos impropios bajo los títulos de Notas de lenguaje y Apuntes de Español que más tarde aparecieron revisados, actualizados y parcialmente aumentados con los nombres de Temas de castellano y Apuntes de español en ediciones del Caro y Cuervo.

Rafael Torres Quintero, quien fuera director del Instituto Caro y Cuervo, al referirse en el volumen en homenaje a Luis Flórez como a una obra ejemplar, señala que dos propósitos se advierten en la fecunda producción filológica del tolimense: penetrar en el conocimiento de la realidad lingüística del país, con base en la observación directa del habla popular sin ánimo correctivo y difundir entre un gran público, a través del libro y el periódico, las enseñanzas sobre el buen uso de la lengua, siempre con criterio moderno, flexible, muy lejano del purismo recalcitrante de épocas hoy en gran parte superadas. Esta posición bien definida de don Luis Flórez, sigue Torres Quintero, obedece a su formación en la ciencia del lenguaje y en especial en la hispanística.

Su trayectoria científica, sus 40 años de servicio al Instituto Caro y Cuervo, su participación en calidad de cabeza y guía de la magna obra del Atlas lingüística-etnográfico de Colombia, Alee, su incansable constancia de estudioso obsesionado y el feliz término al que llevó su tarea, lo muestran sin rubor alguno como el verdadero sucesor de Caro y de Cuervo y lo inscriben en la historia de la ciencia lingüística colombiana, junto a su equipo de colaboradores, con los honores que lograron en su campo José Celestino Mutis y los miembros de la Expedición Botánica en el siglo XVIII.