FERNANDO DEVIS ESTEFAN

 

E1 14 de septiembre de 1993, cayó finalmente, vencida por un cáncer, la vigorosa existencia del pintor y en otra hora brillante ejecutivo Fernando Devis Estefan. El notable artista tolimense tenía 54 años y en el momento de su muerte era el director de la Casa del Tolima en la capital del país donde cumplía una mística labor en pro de los intereses de su departamento. Su deceso ocurrió mientras la directora del museo de Arte Moderno, Gloria Zea, preparaba una retrospectiva de su obra y cuando el expresidente Belisario Betancur había ordenado en su editorial la publicación de uno de sus libros inéditos.

Devis había nacido en Honda el 13 de julio de 1939 y cursó su primaria en el Gimnasio Moderno, de Bogotá, culminando su bachillerato en un afamado instituto de Madrid. De regreso a Colombia se dedicó a la carrera de ingeniería en la Universidad de los Andes, especializándose posteriormente en Pittsburgh, Estados Unidos.

Antes de entregarse de lleno a la pintura, Devis fue gerente de las Empresas Públicas de Ibagué, director y uno de los fundadores de la Asociación para el Desarrollo del Tolima (A.D.T.), gerente de la Corporación Financiera de este departamento y de Cementos Diamante. Fue candidatizado en varias ocasiones a ocupar por consenso la gobernación, pero inclinado ya a realizar en serio su obra pictórica, rechazó la distinción de sus coterráneos. Lo que sí llamó su atención, al convocarse la Constituyente que reformaría las instituciones colombianas, fue la de lanzarse como candidato y para lograrlo adelantó una amplia campaña.

Como artista realizó exposiciones individuales en Hamburgo, Bruselas, Miami. Nueva York, Londres y Panamá, ciudades donde su obra se abrió camino en medio de críticas positivas. Dentro del país eran usuales sus exposiciones en Barranquilla, Medellín, Cali, Bogotá e Ibagué, capital por la que sostenía un especial afecto. Precisamente aquí, en la biblioteca Darío Echandía del Banco de la República, hizo una retrospectiva de su obra acompañándola con una conferencia que mostraba las filminas de su evolución y los conceptos que alentaron cada uno de sus procesos.

En su calidad de investigador, realizó una exposición temática sobre Mitos y Leyendas del río Magdalena, acompañada de un libro que recoge la visión antropológica y poética de la Madremonte, el Mohán, la Patasola, la Candileja y todas aquellas expresiones auténticas y representativas de las raíces tolimenses.

Un artista de su categoría exploró, con singular disciplina, los diversos modos de expresión y quedan de ello obras inéditas como las piezas teatrales Cascarones de papel secante y La deformación, así como sus ensayos En búsqueda de una estructura del arte y Arte y esquizofrenia.

En el campo de la literatura dejó inéditos el poemario La búsqueda de la náusea y las novelas El libro y La anécdota vertebrada, alcanzando a corregir las pruebas y a realizar los dibujos de su libro de cuentos Un Mohán, un trompo y un amanecer. publicado poco después de su muerte.

Casado y con dos hijos, queda la prolongación de su arte en Ana María, joven pintora que ha sido galardonada con primeros premios en varios salones regionales.

Tenía la seguridad de hacer con su obra un discurso interior que colocaba al frente para quien quisiera y él mismo encontraba en sus trabajos una buena dosis de humor. Al jugar al figurativismo con marcado interés por el hombre y sus objetos, iba dejando espacio en el conjunto de su pintura al terreno del surrealismo y al juego de lo onírico.

Su marcado interés por el dibujo, inclusive en la obra de carácter pictórico, se movió siempre entre la razón y la espontaneidad, pero dejando al hombre medido como elemento de consumo, utilizado, milimetrado y a veces ilimitado, como él mismo dijera.

De su reencuentro personal con los mitos de la infancia, quedó no sólo parte de su obra pictórica sino un bello libro -no alcanzó a ver su edición definitiva-, y todo ello fue para él una puerta maravillosa que le permitió investigar y aflorar un mundo mágico. Trabajó igualmente una obra pictórica que llenó de objetos abrumados por la sensualidad y el barroquismo.

Cuando fue candidato a la Constituyente pensó en contribuir al establecimiento de derechos olvidados, partiendo del criterio de participar en decisiones en beneficio de todos y encontrando que no era posible la felicidad en medio de la opresión y la pobreza. Avizoró un país pleno de confianza en el ser humano donde era más difícil hacer la guerra que la paz, y mantuvo siempre su decisión de defender la naturaleza, la creatividad y los sueños.

De su infancia hasta los siete años habría de recordar varias escenas para su libro de cuentos. Ahí se ve parado junto a su padre en el río Magdalena con los pescadores arrojando atarrayas o sentado a la puerta de su casona en el Alto del Carmen, de Honda, en cuya fábrica de cerveza trabajaba su padre como gerente, cruzando calles empedradas y coloniales, jugando en el patio amplio con trompos de colores, de los que tuvo una vasta colección guardada en una caja de madera. El niño que nunca murió dentro de sí, surge inmortalizado en la literatura jugando a la rayuela.



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