LOS CUENTISTASTOLIMENSES

 

Por: Carlos Orlando Pardo

 

Existe actualmente en este sector del país un amplio conjunto de escritores representativos en el campo de la narrativa, puesto que del siglo XIX, sólo José María Samper cubre el panorama de nuestros narradores con trascendencia nacional.

Noventa son los libros de cuentos publicados hasta el año 2000 por cincuenta y tres autores tolimenses contemporáneos. En el cuadro que se anexa al final, se podrá encontrar, fuera de la ficha biobibliográfica de cada uno de los seleccionados, un detallado informe sobre el orden de aparición de sus volúmenes.

De allí puede desprenderse, en forma evidente, que son numerosos nuestros cuentistas y con presencia destacada dentro del inventario nacional de la narrativa. Podríamos verlos por sus libros publicados, por su figuración en concursos nacionales e internacionales del género, su inclusión en importantes antologías de relatos, las traducciones alcanzadas por algunos de ellos y la crítica que han logrado despertar en estudiosos de diversos niveles.

Los autores de cuentos, si realizamos un inventario detallado, son Eduardo Santa, Eutiquio Leal, Jaime Arbeláez, Cesáreo Rocha, Germán Uribe, José Pubén, Héctor Sánchez, Policarpo Varón, Roberto y Hugo Ruiz, Germán Santamaría, Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo, Alvaro Hernández, César Pérez, Camilo Pérez, Manuel Giraldo-Magil- y Libardo Vargas, agregando otros que por libros publicados, figuraciones en concursos, apariciones en suplementos literarios y revistas o en algunas antologías, conforman parte de los hacedores de este género.

Son ellos Jorge Valderrama Restrepo, Hernán Altuzarra del Campo, Juan José Arbeláez, Hernando Avila Vanegas, Hernando González Mora, César Valencia Solanilla, Carlos Kaffure, Henry Rengifo, Miryam Castillo, Ricardo Alfredo Torres y Luz Marina Henao, cerrando el ciclo los que comienzan a surgir en los últimos años, con libro editado, como Antonio Echeverry Gil, José Antonio Vergel, Jairo Restrepo Galeano, Nélson González Ortega, Jerónimo Gerlein, Julia Mercedes Castilla, Libardo Medina, Jaime Cubides, Dagoberto Páramo, Eduardo Mendoza Carmona, Oscar Becerra Combariza, Jesús Alberto Sepúlveda Grimaldo, Fernando Devis Estefan, Boris Salazar, Mapy Gutiérrez, Héctor Abril, Efrain Gutiérrez, Zambrano, Jaime Alejandro Rodríguez, Carlos Flaminio Rivera, Elías Castro Blanco, Blanca Hilda León, José Omar García, José Ignacio Marín Barón, Oscar Godoy, Alexander Prieto e Itzama Tabares.

Es excepcional en Colombia una sola antología de cuento donde pueda decirse que estén ausentes los escritores nacidos en el Tolima y seleccionados por los más dispares criterios de apreciación. De todos modos, lo que queda claro, es de qué manera, unos y otros, consideraron de importancia antologarlos como representativos del país. Pero si ampliamos las circunscripciones, el asunto va más allá cuando los rusos o los franceses, los yugoeslavos o los españoles, los gringos o los alemanes, hacen lo propio, trátese no sólo del cuento colombiano sino de la visión de América Latina. Y si de concursos en el género se trata, tenemos una amplia participación de expertos en ganarlos.

Los tres factores anteriores nos indican, aunque los nombres sean pocos y los mismos, la importancia alcanzada por los cuentistas tolimenses en el plano nacional e internacional.

No sobra advertir cómo, al decir de Luz Mery Giraldo, el artista de hoy es de su tiempo más que de su terruño y buena parte de veces se han hecho gracias a no dejarse encasillar por sus límites. Apenas queremos subrayar el trabajo de autores que nacidos en el Tolima tienen una presencia dentro del departamento, en el país o el exterior, puesto que no creemos en la existencia de una literatura tolimense sino en la de una participación de ellos en la narrativa colombiana.

Cinco son las antologías de Cuento Colombiano que han estado conformadas integralmente por autores del Tolima. La Violencia Diez Veces Contada, de Germán Vargas Cantillo, con dos ediciones; El Tolima Cuenta, Trece Nuevos Cuentistas Colombianos, Cuentistas Tolimenses, y El Líbano cuenta de Carlos Orlando Pardo; y En Esta Esquina del Taller Literario El Mohan.

Dentro de los cien autores de todos los tiempos que publicó la editorial Oveja Negra en su Colección de Literatura Colombiana, se encuentran seleccionados seis tolimenses, todos ellos con libros de cuentos en su producción. Se trata de Germán Santamaría, Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo, Héctor Sánchez, Policarpo Varón y Manuel Giraldo- Magil.

La antología realizada para la Editorial Plaza y Janés por el cuidadoso Maestro y crítico Eduardo Pachón Padilla sobre el Cuento Colombiano Contemporáneo, incluye a Eutiquio Leal, Germán Santamaría, Carlos Orlando Pardo, Héctor Sánchez, Policarpo Varón y Germán Uribe.

La reunida bajo el nombre de Obra en Marcha, tomos I y II por Juan Gustavo Cobo Borda para la colección de Colcultura y con el subtítulo de Nueva Literatura Colombiana, incluye a Germán Santamaría, Héctor Sánchez, Carlos Orlando Pardo, Jorge Eliécer Pardo y Policarpo Varón.

La Cámara de Comercio de Bogotá en su antología de Narrativa Colombiana Contemporánea, incluye a Jorge Eliécer Pardo, César Pérez Pinzón y César Valencia Solanilla. En la Editorial Souffles, Nouvelles en Tète, aparece una antología traducida al francés bajo el título de Cuentistas Colombianos y que además de García Márquez, Alvaro Cepeda Samudio o Manuel Mejía Vallejo, están entre otros autores nacionales los tolimenses Eutiquio Leal, Policarpo Varón, Héctor Sánchez, Germán Santamaría, Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo.

Años antes, traducidos por Peter Shultze-Kraff al alemán, estuvieron seleccionados, Policarpo Varón, Hugo Ruiz, Roberto Ruiz y Héctor Sánchez y el mismo antólogo en el año 2001 publica por Seix Barral La horrible noche, relatos de violencia y guerra en Colombia donde incluye a Policarpo Varón y Germán Santamaría. Al yugoeslavo, idioma donde se conoce la novela Sin Tierra para morir, de Eduardo Santa, es traducido un cuento de Carlos Orlando Pardo. Al portugués, Jorge Eliécer Pardo es seleccionado junto a los consagrados de la Literatura Latinoamericana.

Finalmente debemos agregar dos exitosas antologías en francés realizadas por Olver Gilberto de León que tituladas, Cuentistas Hispanoamericanos en la Sorbona, aparecieron primero en las ediciones Mascarón de Barcelona, en Montevideo, Uruguay y en la Biblioteca Luis Angel Arango, del Banco de la República en Bogotá y otra denominada A Corazón Abierto , traducción al francés.

Ellas incluyen en su orden, edición de Barcelona, a los narradores tolimenses Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo al lado de Alfredo Bryce Echenique, Poli Délano, Antonio Di Benedetto, Eduardo Galeano, Augusto Monterroso y Augusto Roa Bastos, entre otros. La del Banco de la República agrega el nombre de César Valencia Solanilla.

A Corazón Abierto tiene textos de Eutiquio Leal, Héctor Sánchez, Carlos Orlando y Jorge Eliécer Pardo, Policarpo Varón y Germán Santamaría.

Buscamos con los treinta y seis autores seleccionados que fueran representativos y justificaran un poco aquel lanzamiento colectivo que hiciera el conocido crítico literario Germán Vargas Cantillo, a quien tanto debemos en su trabajo de difusión los autores tolimenses, cuando en La Violencia Diez Veces Contada, publicada en su primera edición por Pijao Editores en el año de 1976, afirmó que “frente a narradores aún de cierta nombradía, se observa en los cuentistas tolimenses una mayor profundidad en el tratamiento de los asuntos, un estudio más a fondo de los personajes, un traspasar de lo anecdótico a lo histórico, proponiendo en discusión la tesis de que el centro de la narrativa colombiana que antes estuvo en Antioquia con Tomás Carrasquilla, con Efe Gómez, con Francisco de Paula Rendón, con Alfonso Castro, y después en la Costa Atlántica con José Félix Fuenmayor, con Gabriel García Márquez, con Alvaro Cepeda Samudio, con Héctor Rojas Herazo, hoy está en el Tolima, sin que ello signifique que en otras partes del país no estén valiosísimos y meritorios autores”.

Nuestros cuentistas, desde el punto de vista temático, han recorrido los episodios y la nostalgia de sus lugares de origen, pequeños poblados donde transcurrió buena parte de su infancia y donde se enfrentaron al fenómeno de la violencia política, así como ofrecen su visión de los diversos aspectos anecdóticos y momentos que les impactaron en la adolescencia, hasta llegar, finalmente, a las orillas de los episodios de la ciudad, ya como universitarios, ya como amantes o novios ingenuos, ya como solitariedades en la mitad de la urbe con sus gentes, su música y su comportamiento, su gobierno, su burocracia, la marginalidad y siempre la violencia expresada en sus formas más temerarias. Pocos cuentan historias felices o llegan al manejo de la ironía.

Si se tratara de establecer una especie de corriente en el manejo de los temas y las formas de la literatura narrativa, cuentística, propiamente, fácil queda verificar en la lectura de los textos de qué manera, particularmente los nacidos a partir de los años cincuenta, ubican con preferencia en la ciudad a personajes, temas, acciones, argumentos, lenguajes, espacios geográficos, y tienden al elemento de la introspección llegando a una interioridad que busca la problemática del ser, las circunstancias desventajosas para el estar, siquiera con decoro.

Si nos remontamos a los orígenes del cuento en esta región del país, lo encontramos en mitos y leyendas precolombinas cuyos testimonios, por no estar escritos, salvo las referencias de los Cronistas de Indias, se perdieron para siempre con toda su riqueza. Sin embargo, la tradición oral que aún permanece en varias comunidades y poblados con sus contadores o juglares modernos, son el ancestro vivo de un sector de Colombia cuya magia lingüística sobrepasa los esquemas de la lógica tradicional. Forman ellos parte de la cultura en donde pueden rastrearse actitudes que constituyen parte de su ser cotidiano. Desde allí se palpa, fácilmente, el mito y la leyenda. Arrancados de una parentela con la magia, continúan su ruta de boca a oído, sufriendo transformaciones diversas de acuerdo a la región y a las mismas personas que los narran.

Entonces pueden observarse varias versiones alrededor del mito y la leyenda que muchos expurgan, retocan, actualizan. Sin embargo, es en el seno de grupos campesinos o pequeños poblados a orillas de los ríos donde tienen vigencia por tradición oral, aunque el camino más corto para llegar a ellos se encuentra en la lectura.

Cuentos con temas precolombinos han sido abordados con fortuna por Hernán Altuzarra del Campo, Hernando González Mora, Hernando Avila Vanegas, Juan Francisco Alarcón López y Elías Castro Blanco y los de asuntos folclóricos por Blanca Alvarez de Parra, Raquel Bocanegra de Galvis, Leonidas Lozano Galindo, Edgar Antonio Valderrama y María del Pilar Gutiérrez, Mapy.

Nos queda, finalmente agregar, que existe hoy la profesionalización del escritor, una modernización de la estructura social que arroja nuevos personajes, la búsqueda de caminos literarios y la seguridad de contar con un equipo de escritores que muestra los niveles de desarrollo y atraso de la aventura humana, un manejo del tema urbano, por encima del rural o regional, lo que ofrece a la postre la suma total del habitante, una variación argumental y la demostración de contribuir con vigor al panorama de la narrativa nacional. Es decir, El Tolima Cuenta.