AL FINAL DEL SIGLO

Por Carlos Orlando Pardo Viña

 

Lágrimas de emoción y abrazos surgieron por la noticia recibida el 16 de junio de 1983 acerca del reconocimiento del Conservatorio como instituto a nivel universitario que hizo el ICFES mediante acuerdo 132 de ese año y por el cual se aprobaba el estudio de factibilidad para la creación del Conservatorio de Música del Tolima como institución de Educación Superior. El programa de Licenciatura en Música, cuenta, en 1997, con 4 semestres.

Todo era parte del camino que el Conservatorio había iniciado cuando abriera su kinder musical y luego el bachillerato, compuesto por ocho años de estudio, en la década del 60. Y ahora todos los esfuerzos se veían recompensados. El Concurso Polifónico Internacional "Ciudad de Ibagué", creado como ya vimos por resolución 50 de 1969 y que se venía realizando con éxito cada dos años desde 1977 hasta este momento, llegando a su cuarta versión, se constituía en la solidificación de la gran carrera de las masas corales alrededor del mundo.

"Entusiasmada por la hermandad y la comprensión de los representantes de los diferentes países del mundo que asistieron en 1969 al Concurso Internacional de Coros que organiza Arezzo en la legendaria Italia, admirada por esa confraternidad, acicateada por el amor a mi tierra, Ibagué, y haciendo paradigma de esa acogedora ciudad deArezzo, surgió en mi mente la posibilidad de que Ibagué, con sus paisajes y su amor por la música, bien podría realizar un certamen de esa magnitud. Pensamos en nuestro Conservatorio, en los planes del maestro Castilla, en las cualidades intrínsecas que ha hecho de Ibagué la capital musical, pero más que todo la necesidad de proyectar esta Villa de San Bonifacio ante Colombia y ante el mundo como ciudad culta, me impulsé aún más y llegué a concretar la idea de que Ibagué debía realizar un concurso internacional de coros...". Así se expresaba doña Amina Melendro de Pulecio, creadora de la idea que en 1983 cumplía 14 años.

Desafortunadamente, la quinta edición bienal del concurso tuvo que aplazarse debido a la catástrofe de Armero ocurrida el 13 de noviembre de 1985, un mes antes de iniciarse el evento. Coros de Italia, Grecia, Austria, Argentina, Honduras y Venezuela habían confirmado su visita. El teatro Tolima, la Catedral y, naturalmente, la sala Castilla, además de iglesias en diferentes barrios y la Concha Acústica, serían testigos de esta versión dos años después, cuando se realizara una de las más grandes fiestas del Conservatorio: la conmemoración del cincuentenario de la muerte del maestro Alberto Castilla.

Fue esta la mejor disculpa para realizar, además, el Primer Encuentro del Coro del Tolima. El sábado 13 de junio de 1987 en el parque Manuel Murillo Toro, miles de personas cantaron junto a los coros, El Runde del maestro, recordándole a las nuevas generaciones la tarea infatigable de este hombre que soñó con encumbrar la música en el Tolima.

Fue un momento de comunión donde la emoción del reencuentro y la nostalgia de la ausencia fueron matizadas con el recuerdo de tantas notas curiosas que acompañaron las masas corales alrededor del mundo. Los amores que se iniciaron en el coro y terminaron sólo con la muerte. El encuentro de júbilo y música sirvió como pretexto para ofrecer un homenaje a doña Amina, esta extraordinaria mujer que llegó más allá de lo que el maestro había soñado, logrando inmortalizar el nombre de un bogotano que hizo del Tolima su única y real casa.

El evento fue organizado por Clara Castilla de Fajardo, esposa del pintor Julio Fajardo, Ligia Bonilla de Bárrelo, Luz Alba Triana e Inés Duque quien se convirtió, al pasar los años, en la memoria viva no sólo de los coros sino del Conservatorio hasta 1996, luego de haber ingresado en 1948 y haber cumplido una labor ardua y fructífera.

En el Concurso Polifónico de este año, coros de Italia, Colombia, Venezuela y Honduras, se destacaron en las finales del evento que había sido postergado dos años antes pero que se solidificaba ahora luego que jurados de Argentina, Italia, Colombia y un representante de la OEA, entregaron resultados aplaudidos por la crítica, el público, y hasta los mismos coros participantes.

Un complemento indispensable del Concurso es el de composición para obras polifónicas "a capella", destinado también a incrementar el volumen mundial de obras corales, mediante el estímulo de que las obras ganadoras deben interpretarse, obligatoriamente, en el siguiente evento

Creado también por doña Amina, este concurso llamado Concurso Internacional de Composición "Ciudad de Ibagué" para obras polifónicas "A capella", se programó de manera bienal pero un año anterior a la realización del de coros.

Se inició en 1980 y más de 100 compositores de 30 países y cuatro continentes, han demostrado a lo largo de su existencia el hondo calado de la iniciativa y la posición cultural que alcanzó el país a través del Conservatorio, sus coros y concursos

La feliz idea de la señora Amina Melendro de Pulecio, en el sentido de organizar el Primer Encuentro de Coros ganadores de los concursos del 77, 79, 81, 83 y 87, se llevó a cabo con éxito.

En octubre de 1988, más de 400 voces de los coros juveniles del bachillerato musical del Conservatorio acompañadas por miles de gargantas ibaguereñas emocionadas, encabezaron la más grandiosa serenata que un pueblo le haya cantado a su ciudad en vísperas del aniversario de su fundación. Dirigidos por el italiano Franco Piva, director artístico del plantel, quien había iniciado la celebración un mes antes con la inauguración de un seminario sobre crítica musical al que asistieron músicos de todas partes de Colombia, la serenata obtuvo trascendencia nacional hasta el punto que los más importantes diarios del país reseñaron el acto.

El destino no es cuestión de suerte sino un asunto de elección. Iniciando la década del 90, el Conservatorio continuaba su labor. Temporada sinfónica con la orquesta de cámara y el coro del Tolima, la orquesta del bachillerato musical y la Banda Juvenil, creada en 1982 y dirigida desde entonces por el hijo del maestro José Ignacio Camacho Toscano, Germán Camacho Serrano, ganadora del XVI Festival Mono Nuñez en Ginebra, Valle, daban muestra del trabajo incesante de su directora, planta de profesores y directores artísticos, en su mayoría extranjeros, que mostraban y muestran al mundo una comunión que no termina, no obstante la falta de apoyo gubernamental.

En 1992 se inaugura el primer bloque del complejo arquitectónico, nombrado edificio Bolivariano y proyectado para las nuevas instalaciones del Conservatorio, además de servir de espacio para los estudios de licenciatura en música, aprobados por el ICFES y se inician los estudios para la restauración del viejo y clásico edificio, declarado "Monumento Nacional" . En 1995, se concretaría la remodelación gracias a un proyecto presentado por su directora ante Planeación Nacional. Durante este lustro, en 1992 y 1994, se realizarían de nuevo dos versiones del Concurso Polifónico con un éxito rotundo tanto en participación internacional como en la asistencia del público a los distintos escenarios.

En ese momento, el Conservatorio del Tolima contaba con 4 programas: El bachillerato nocturno, donde se estudian nociones de música y cuerdas típicas para formar estudiantinas y coros de adultos, además de las materias clásicas del bachillerato; la escuela de música, con un año preparatorio y cuatro audioperceptivos, elbachillerato musical y la licenciatura en música que dura cinco años.

Varios subprogramas también hacen parte del periplo actual del plantel: La escuela de música que dicta danzas modernas para adultos, aún en experimentación, y las danzas folclóricas, para niños; "Nuestra música en el campo", creada en 1994 por la rectora del Conservatorio y que busca realizar una investigación seria acerca de lo que cantan y componen nuestros niños en las áreas rurales; "Ibagué canta",que se inicia en 1997 con grupos musicales que actúan en diferentes barrios de la ciudad, realzando la imagen de Ciudad Musical de América, y "Los niños y las artes", dirigido a los niños de las diferentes escuelas de la ciudad, mostrándoles los diferentes instrumentos, sus sonidos, y pequeños conciertos para ir vinculando nuestra juventud al sueño de los acordes y las melodías.

Y es que los proyectos de doña Amina parecían no tener fin. A sus 90 años, su vitalidad se veía reflejada en la producción artística del Conservatorio: Iniciación de Orquesta bajo el programa Metodología Orff, para grados 6 y 7 del bachillerato musical, ofreciendo conciertos didácticos para niños de 5 a 7 años; coros y orquestas infantiles, con alumnos de la Escuela de Música y del grado 8 del bachillerato musical, coros y orquestas prejuveniles, alumnos de los grados 9 y 10, coro y orquestas juveniles, alumnos de 11, 12 y l3, además del Coro del Tolima que reinicia labores gracias a la llegada de un director italiano, la orquesta sinfónica del Conservatorio, la Banda Juvenil, conformada por alumnos de instrumentos de viento de los grados 9,10,11,12 y 13 del bachillerato musical y que ofrece conciertos al aire libre en diferentes sitios de la ciudad y los Grupos de Música de Cámara, conformada por los alumnos más sobresalientes, son sólo algunos de los programas que tienen el sello invaluable de la gran discípula de Castilla.

A doña Amina lo único que le hacía falta eran recursos para su planes. Ampliar las instalaciones del Conservatorio en los predios adquiridos para la construcción del Complejo Arquitectónico ya iniciado con el edificio Bolivariano, construir la plazuela de las artes en el patio central del Conservatorio, regida por una escultura diseñada por el maestro Rodrigo Arenas Betancour, lograr el funcionamiento del museo de instrumentos musicales, tradicionales y antiguos que incluye un salón de pintura de autores nacionales y extranjeros, ampliar la dotación de la musicoteca y biblioteca, renovar los instrumentos musicales, ampliar los programas de Nivel Superior, fortalecer el bachillerato musical con dotación adecuada, ampliar la escuela de música, poner en ejecución el ofrecimiento de la OEA, en el sentido de fusionar el programa musical con los países del área bolivariana, reiniciar las otrora famosas conferencias culturales, e internacionalizar completamente el plantel implementando intercambios con estudiantes de Estados Unidos, ya concretado, y Europa, son sólo algunas de las ideas que fluyen continuamente en la mente de Amina Melendro de Pulecio, quien se convirtió, junto a su maestro, Alberto Castilla, en parte fundamental del alma musical del Tolima y Colombia.

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