NOEL CHARRY MORA

Cuando a los catorce años de edad recibió la primera clase de trompeta con su padre, quien además lo inició como arreglista, Noel Gilberto Charry Mora aún no tenía ni idea de que poseía una inmensa sensibilidad para tomar las melodías que se encuentran por ahí, por todos lados y hacer lo que quisiera con ellas.

Hijo de Carlina Mora y el músico Leoncio Charry, Noel Gilberto, al igual que sus progenitores, nació en Natagaima el 22 de agosto de 1945. La temprana vocación fue cultivada por el padre no sólo con la enseñanza sino con el ambiente musical que rodeó su infancia y con la relación con otros músicos que ayudaron a su formación como el maestro José Chávez. Los ritmos de la costa interpretados por Bovea y sus vallenatos y un trío que lo imitaba, eran la moda en Natagaima. Pero el influjo de esta novedad encontró eco en la facilidad para componer aún no manifiesta en Noel Gilberto y dio como fruto su primera obra que fue una tonada vallenata.

En 1969 hace parte de la banda municipal de Natagaima e incursiona en la música tropical, género al que dedicaría buena parte de su trabajo hasta que llegó el momento de decir “no más”, por sentirse cansado del mismo. Por ese entonces es cuando hace sus primeras transcripciones. Al llegar a Ibagué, en 1964, ingresó como integrante de la banda del batallón Jaime Rooke y es allí donde descubre, mediante el estudio de las partituras, la riqueza y la belleza de la música colombiana. En el año 1975 se presenta a concurso de trompeta para ingresar a la Banda Departamental. Desde entonces entra a formar parte de esa agrupación y conoce a los maestros Bonifacio Bautista y José Ignacio Camacho Toscano, quienes le ayudan a profundizar sus estudios de armonía.

Noel Gilberto, quien además de excelente trompetista se distingue como guitarrista y pianista, se describe a sí mismo como un clásico furibundo. Amante de George Philipp Teleman, Anton Dvorak, Wolfang A. Mozart, Georges Bizet, Antonio Vivaldi, entre otros, es un convencido de que música no hay sino una, pensamiento que le ha permitido desarrollar su trabajo en agrupaciones de requerimientos disímiles como las bandas y las orquestas de música tropical, en las que hacía las transcripciones del repertorio llegando a organizar y dirigir una de ellas. Para el grupo La conquista escribe 30 temas incluidos en tres discos de larga duración y 10 composiciones suyas en este género. Canciones como La del baggie naranja, Cariñito, El pobre Miguel, Pa´bailar la cumbia bien, Varita de pelá, El parquecito, Cómo hago pa´convencerte, Navidad Navidad, Por qué, por qué, entre otras, por su popularidad se convirtieron en parte obligada del repertorio del grupo.

Su nivel como trompetista le abrió la puerta de agrupaciones de renombre tanto nacional como internacional: Los Rivales, Los Univox, Jimmy Salcedo con la Onda Tres, Henry y su Combo, La nueva dimensión y la orquesta Los Master de Colombia de la que fue director, arreglista y trompetista. Su amor por la música colombiana le lleva a escarbar en el gran repertorio folclórico de la Banda Departamental donde encuentra verdaderos tesoros musicales del Tolima y es así como, a pedido de Pedro J. Ramos, realiza arreglos para una selección de temas suyos como Fiesta Real, Volaron los años, Ojalá no crecieras, Ortegunita, Alma y tradición y Vivirás mi Tolima.

Continuando con la línea de los compositores tolimenses viene la pequeña suite sobre temas de Leonor Buenavetura de Valencia, que comprende Tengo un amorcito, Ligia, La alfarera, Natagaima, Ibaguereña, Ibagué y La hormiguita colorada -danza, guabina, sanjuanero, bambuco, porro y miniopereta, respectivamente-. También han pasado por sus manos de artífice Soy colombiano y Tierra caliente de Rafael Godoy; El calentano de Luis Enrique Aragón Farkas, Dulce Coyaima indiana y Noches de San Juan de Miguel Ospina, Dele puel jilo, de Blanca Álvarez; La Sombrerera, de Patrocinio Ortiz, Gloria Patricia, un bambuco fiestero de Manuel Antonio Bonilla, Tupinamba, de Adolfo el “Pote” Lara y decenas de melodías, todas de artistas tolimenses.

Su trabajo como arreglista de la Banda Departamental comprende también bellas piezas musicales de otras regiones colombianas, amén de la selección Mambo sobre los éxitos de Dámaso Pérez Prado y de Los soliloquios de Belén, un mosaico sobre temas navideños para voces, coros y representación teatral cuya música es latinoamericana, y algunas obras de Tomás Latino. Escribe para la Banda composiciones como Leoncito, pasillo publicado en el álbum Partituras de compositores tolimenses que edita periódicamente la Universidad del Tolima, La nueva Armero, pasillo descriptivo de la tragedia, Tolima mítico, pasillo y Raspacanillas, sanjuanero.

Más de setenta arreglos, “todos tocados”, son el respaldo de Noel Gilberto Charry, quien a lo largo de su permanencia en la Banda Departamental, que se traduce en “toda una vida”, ha ocupado diferentes cargos, desde trompetista hasta director encargado en dos oportunidades. Su paso por esta institución musical no ha sido el de un músico más. No sólo por sus calidades relevantes y que no han pasado desapercibidas para muchos, incluidos los envidiosos que parecen no perdonarle el que no haya estudiado en el Conservatorio, sino por su modo de ser: correcto, buen compañero, de una capacidad extraordinaria y gran inteligencia. Así lo definió don Fabio García, saxofonista, cuando un grupo de estudiantes lo interrogó sobre la personalidad de Noel Charry para un trabajo universitario.

Preocupado por formarse mejor para el ejercicio de su gran pasión que es la música, recibió cursos de dirección de bandas con profesores particulares y está siempre abierto a la investigación. Este tolimense que no posa de artista y es dueño de una extraordinaria humildad, goza descubriendo la música que “anda por ahí”, se siente orgulloso (no vanidoso) de su obra y considera la música como un regalo de Dios. Desarrolla su trabajo sin aspavientos, más bien lejos del ambiente bohemio que tradicionalmente se achaca a los músicos.



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