III

 

Conozco las historias

que rondan en tu alcoba

desde éste lado de la calle.

Como un ciego que habla el lenguaje

de las cosas,

yo también, mi pequeña Laura,

aprendí a descifrar muchos enigmas

a través de los espejos.

Sé de tu afición por atrapar escarabajos

que vienen de la montaña

en temporadas de invierno.

Sé también del día que cayó en tu

alcoba

el espinazo de la noche.

Desde entonces

no has dejado de tocar un solo día

la mandolina,

para apaciguar a los dioses.

Aún está allí el ciempiés

que un día quedó atrapado

en una de las telarañas de tu cuarto.