CARMEN CASTILLO

La gran aspiración en la vida sencilla de Carmen Castillo fue encontrar eco a su pasión por la música en un familiar suyo. Por eso cuando su sobrina Fabiola dio muestras de interesarse por las melodías, volcó todo su empeño en enseñarle teoría, solfeo, escritura, gramática, sin llegar a imaginar que, muchos años después, ella continuaría su apostolado fundando el primer liceo musical de Ibagué.

Carmen Castillo nació en Ibagué el 22 de febrero de 1915. Estudió primaria y la normal en esta ciudad y muy pronto se fue a recorrer las veredas cercanas, en un periplo que sembró de alegría y cantos a esas escuelitas rurales y a los niños campesinos. Estuvo en Villa Restrepo, Pastales, San Bernardo, San Juan de la China y muchos otros lugares ejerciendo el magisterio y entusiasmando no sólo a los niños sino también a los padres en el afecto por los aires autóctonos. Organizaba veladas con la participación de la comunidad y en mitad de los jolgorios soltaba la copla chispeante que hacía sonreír a más de uno. Ella fue una virtuosa ejecutante de la bandola, instrumento que la hizo célebre en esta ciudad. También tocaba el tiple y la guitarra. Una vez ubicada en Ibagué en forma definitiva, entró al Conservatorio a estudiar música y con el tiempo se convirtió en uno de sus maestros más recordados. En esta institución participó por muchos años en los famosos Coros del Tolima, gracias a su hermosa voz de soprano primera.

Con los Coros viajó a Cuba, Nicaragua, Venezuela e Italia. En este último país ganaron el segundo puesto en Arezzo, uno de los triunfos más comentados en la historia de la agrupación. Su voz fue objeto de gran admiración no sólo por quienes asistían a los conciertos sino por reconocidos maestros.

El apostolado iniciado por Carmen Castillo en favor de la música sólo ha tenido parangón con lo que hace su sobrina. Carmen Castillo era una maestra incansable en las aulas del Conservatorio y en cualquier lugar donde se requiriera su presencia. El maestro César Augusto Zambrano la recuerda especialmente porque fue ella quien por primera vez intuyó su amor por la música y lo inició desde muy niño en la interpretación del tiple.

La rígida disciplina de las monjas de la Concepción que tienen su convento en la calle séptima de Ibagué, fue un poco flexible para permitir que Carmen Castillo ingresara a él para dictarles clases de bandola y guitarra, dispensa que muestra la importancia de esta maestra que llegó a todos los rincones de la ciudad, promocionando bambucos y pasillos como una forma de crear identidad y cariño por lo autóctono.

Hizo parte de otra gran agrupación que dejó huellas en la ciudad de Ibagué por la mitad del siglo XX. Se trata de la estudiantina Tolima Grande, un conjunto de dieciocho músicos que interpretaban los tres instrumentos básicos de cuerda, hicieron presentaciones en muchos municipios del departamento y llegaron a la televisión nacional cuando ésta recién comenzaba. Participaron en Barranquilla en el año 1955 en un carnaval y allí se ganaron el Momo de Oro. También obtuvieron el Tiple de Oro en el primer Festival Folclórico de Ibagué en un concurso patrocinado por El Tiempo.

La estudiantina Tolima Grande era dirigida por el maestro Francisco de Paula Rojas y en ella también actuaban intérpretes de la talla de don Alfonso Viña Calderón, quien tenía un recuerdo afectuoso de Carmen Castillo por la forma como interpretaba la bandola, por el tono de su voz y por la labor infatigable que desempeñaba en pro de la música.

Con Blanca Álvarez hizo un dueto muy famoso en el Ibagué de los años sesenta. Realizaban presentaciones frecuentes en la sala Alberto Castilla y otros escenarios que disfrutaron de sus interpretaciones, siempre con ritmos regionales muy bien seleccionados.

Es autora de muchos himnos a escuelas y colegios donde estuvo trabajando. Siempre optaba por dotar a la institución de una melodía que la caracterizara. Desafortunadamente, todas esas partituras se han perdido y su sobrina Fabiola sólo ha logrado rescatar cerca de cinco cuadernos donde figuran composiciones de diversos autores colombianos, especialmente del Tolima Grande, y otras partituras que no tienen autor y que, posiblemente, corresponden a sus composiciones, las que no firmaba por cierta modestia y timidez, rasgo característico de su personalidad.

Con doña Leonor Buenaventura de Valencia y Ligia de Barreto integró un conjunto de villancicos también famoso por la mitad del siglo XX. Sus presentaciones en el Conservatorio y en la Catedral de Ibagué causaban asombro y entusiasmo. Precisamente de esta época data un villancico que doña Leonor le dedicó a su compañera.

Otro que también le ofrendó una hermosa canción con su nombre fue el autor huilense Luis A. Osorio, compositor entre otras obras del famoso Río Neiva, que ha sido considerado como himno del hermano departamento. Se trata de un bambuco en el que le dice: “Dulce es tu voz como el trino de los turpiales”. Por eso en algún tiempo se llegó a hablar de Carmen Castillo como “El turpial del Tolima”.

Los coros del Tolima realizaron una grabación en Miami y allí figura Carmen Castillo como una de sus excelsas voces. Desafortunadamente, su voz como solista no figura registrada en otros discos, aunque sí en casettes caseros que guardan algunos de los integrantes de la estudiantina.

Se pensionó en el Conservatorio luego de más de treinta años de entrega a la enseñanza de la niñez y la juventud. Muchos de sus discípulos se encuentran repartidos por el mundo dando fe de sus enseñanzas y abriéndose espacio en las actuaciones. Este tal vez sea el mejor homenaje a una maestra que no escatimó ni un sólo minuto de su vida para ir sembrando en los ibaguereños el germen de la música, el mismo que fructifica permanentemente cuando las voces alcanzan las alturas y las cuerdas prorrumpen en su diálogo.