YESID CASTAÑO

 

Secretario de Hacienda y Alcalde encargado de Bogotá, Gobernador del Tolima, Consultor de las Naciones Unidas en Brasil, Director de la Aeronáutica Civil por cuatro años, miembro del Comité Asesor del Partido Liberal Colombiano y fundador de AIRES, empresa que por varios años fue la única aerolínea que conectaba a Ibagué con el resto del país, Yesid Castaño González ha logrado combinar su excelente sentido empresarial con una visión política integral.

Este ibaguereño, nacido el 2 de noviembre de 1947, inició sus estudios primarios en el Liceo Val para luego continuarlos en el Colegio Cooperativo Masculino fundado por Carmenza Rocha.

Bachiller del San Luis Gonzaga, luego de algunos años en el Tolimense, Castaño González fue por este tiempo tambor mayor de la banda de guerra, miembro del equipo de natación y de la academia literaria Guillermo Valencia. Cursó luego estudios de economía en el colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, de donde egresó en 1971.

Desde antes de terminar sus estudios secundarios, Yesid Castaño ya había sido tocado por el gusano de la política. Su familia materna estaba formada por liberales convencidos, y allí los avatares de la política eran comentados a diario con fervor. Comenzó así a forjarse una cultura política que, al contrario de lo que suele suceder, nunca lo motivó a intentar ser parlamentario por considerar que la misión de ejercer la política con altura estaba más allá del las gradas del Congreso.

Investigador y secretario general de CAMACOL gracias a las gestiones de su madre que era una activista política en Ibagué, Castaño aprendió a procesar y analizar estadísticas y se enamoró del tema de la construcción y el desarrollo urbano como parte de su formación económica. Fue este un interés que lo acompañó desde sus estudios universitarios hasta su tesis de grado, que trató justamente sobre reforma urbana.

Planeación Nacional fue el peldaño siguiente, aunque sólo estuvo allí por espacio de dos años como técnico en vivienda, pues consideraba que el tiempo se gastaba más en especulaciones de tipo profesional que en obtener realmente los adelantos requeridos. De todas maneras, es reconocido ya como un experto en construcción y Carlos Navia lo llama a formar parte del equipo de la Corporación de Ahorro y Vivienda COLPATRIA, donde desempeña el cargo de Vicepresidente hasta 1974, año en que Alfonso Palacio Rudas, su antiguo presidente de tesis, es nombrado Alcalde de Bogotá y le pide que lo acompañe en su gabinete como Secretario de Hacienda.

La reforma tributaria más importante de los últimos tiempos en Bogotá, se realizó mientras ocupó este cargo. Alcalde encargado durante un mes, el presidente Alfonso López Michelsen, a quien considera uno de sus maestros, lo designa Gobernador del Tolima en 1976, dignidad que ocupa hasta 1977, cuando el «excesivo santofimismo» que le señalaron algunos de sus detractores lo obligan a dejar el palacio de la gobernación. Durante su gestión se ocupó prioritariamente del problema de la electrificación rural.

Tras su retiro de la gobernación, Yesid Castaño emprende la ejecución de un viejo proyecto: lograr que una aerolínea ingresara a Ibagué. No lo había conseguido ni siquiera en su época de gobierno, cuando le pidió a SATENA que incluyera la ciudad dentro de sus planes de vuelo.

ACETEC EX-IMPORT S.A., una compañía importadora y exportadora de cuero de la cual era socio, contaba con un avión que a través de sucesivos canjes y negocios dio origen a una pequeña flota. Tal fue el inicio de AIRES, empresa donde Yesid Castaño comienza a verse involucrado en los asuntos aéreos.

Crear, promocionar, consolidar y manejar AIRES durante poco más de siete años y fundar la ATAC, que agrupaba a todas las aerolíneas del país, serían los pasos anteriores a la dirección de la Aeronáutica Civil, cargo para el cual fue designado por el presidente Virgilio Barco en 1986.

Aún hoy, quince años después de su fundación, AIRES es una empresa pujante que conserva su impulso inicial, con una excelente flota de aviones que cubre nuevos itinerarios cada cierto tiempo.

Este hombre, que jamás aspiró a ocupar cargos públicos y sólo una voluntad de servicio lo movió a aceptarlos cuando le llegaron, se ha desempeñado más abiertamente en actividades privadas.

Está completamente convencido de que las inhabilidades son de por vida y que una persona que conoce las fortalezas y debilidades del Estado por razón de su experiencia, no debería volver a tener vínculos oficiales con el campo en que ha servido.

Hoy, dedicado a su oficina particular, sigue vinculado a su empresa de exportaciones e importaciones de cuero, y asesora el sector de petróleos gracias a una licitación. Pero el proyecto que más ocupa su tiempo es el de las telecomunicaciones.

Asociado con TELECOM para instalar quince mil líneas telefónicas en Girardot, en la actualidad promociona proyectos cobijados por la ley 1142 que tienen que ver con los servicios públicos. Considera que este es el campo de acción que más se desarrollará en el país en los próximos años.

Casado con Lucía Huertas, quien terminó enamorada de Ibagué, tiene dos hijos: Daniel y Juliana, estudiantes, respectivamente, de economía en la Universidad del Rosario y de ingeniería en Los Andes. Yesid Castaño ha logrado así una estabilidad emocional que se refleja en todas sus actividades.

Con dos haciendas en la sabana de Bogotá, los sábados y domingos los dedica completamente a su familia y a la fruticultura.

Exportador de duraznos, guanábanas y otras frutas tropicales, Yesid Castaño es un enamorado del campo y de las labores agrícolas.

Amante de la música de los años sesenta: Elvis Presley, los Beatles y Rafael, admirador de Garzón y Collazos, con quienes viajaba a distintos pueblos del Tolima cuando era Gobernador, lector incansable de temas económicos y políticos, poco amigo de los sitios nocturnos de diversión y degustador de la buena cocina, es miembro de diversas juntas directivas como la de Diners Club de Colombia. Texpinal, la Corporación Financiera del Transporte y presidente del Club Rosarista y de la Asociación de Transportadores Aéreos (ATAC).

Actualmente, Yesid Castaño ya no aspira a ningún cargo público y espera dedicarle todos sus esfuerzos a la promoción de proyectos de telecomunicaciones.

Lejanos están los tiempos en que tuvo su primer contacto real con el comportamiento social de su pueblo al ser designado guía turístico del primer festival folclórico colombiano, desempeñándose, junto a Augusto Trujillo Muñoz y Jorge Eliécer Barbosa Ospina, como uno de los activistas «pilosos» de la época.

Allí era fácil verlo con su actitud festiva como rompiendo la recia disciplina de su casa, donde su padre, Carlos Arturo Castaño Parra, un ciudadano curtido en el campo y en la tierra fría del norte del Tolima, en Villahermosa, de procedencia y militancia conservadora, le daba normas estrictas.

Su madre es la destacada educadora Susanita González de Castaño que llegó a recibir condecoraciones departamentales y nacionales, incluyendo una de la primera dama de entonces, Nidia Quintero de Turbay, quien resaltó sus virtudes de maestra cuando era directora del Instituto Técnico Femenino, entidad creada por los tiempos de la violencia de mitad de siglo para proteger a los huérfanos de aquellas guerras.

Yesid Castaño, calificado de loco por sus compañeros de adolescencia, es el mayor de cuatro hermanos, Luz Angela, educadora e investigadora, Norma Lucía y Claudia, odontólogas. Era un enamorado desde su infancia de alcanzar las alturas, subiéndose, por ejemplo, a un descomunal árbol de mango para sabotear los actos del colegio. Así mismo participó y fue ganador absoluto de competencias en carros de balineras. Este muchacho amigable y novio empedernido, había formado su propia biblioteca gracias a la disciplina de lectura inculcada en casa.

Así, este hombre vital que teme a la muerte más que todo por envidia de no continuar vivo y está firmemente convencido de que le falta mucho por entregarle al Tolima, se reúne frecuentemente con personalidades del Tolima para intentar colaborar desde la capital de la república con un pueblo que ama y a cuyo desarrollo ha contribuido en gran medida.

En los últimos años y con la gastronomía como pasión, se ha dedicado a cultivar el arte de la comida y a divulgarlo a través de sus columnas en el diario El Nuevo Día.