EDILBERTOCALDERÓN

 

De niño, cuando construían la iglesia de Venadillo, su pueblo natal, cruzaba frente a la obra, de paso para la escuela, y veía a un hombre blanco de ojos azules modelando rosetones, florones, imágenes religiosas, cornisas, veía cómo, a través del bricolaje, un muro de cemento se convertía en otro de mármol y pensaba que ese hombre debía de ser un poderoso mago.

Este recuerdo de infancia se ve agravado o magnificado por su condición de acólito y como tal su vida transcurre más en la iglesia y en la casa cural que en la suya, jugando con los otros acólitos, rodeado de un ámbito religioso a todo momento, admirando a la virgen María, escuchando lo que sería una de las pasiones de su vida: la música de Schubert, particularmente el Ave María, y todos los días de las manos del demiurgo salían imágenes, íconos, retablos, serafines. El niño creció en este espacio místico y hoy piensa que su vocación de pintor y, más concretamente la parte erótica de su arte nació allí a los siete años, pero recuerda también, no sin asombro, que cuando estudiaba pintura en la universidad regresaba al pueblo y ayudaba en los oficios de la iglesia.

Nacido en 1940 en el seno de una familia de modestos recursos económicos, cursó su primaria y hasta el cuarto grado de bachillerato en el casco urbano de Venadillo. Vivió estos años con su abuela, Josefa Calderón, y una tía materna, Beatriz Calderón, a quienes concede una importancia definitiva en su vida y en su vocación. Cuando concluye cuarto de bachillerato, el grado exigido para ingresar a la Escuela de Bellas Artes de Ibagué dirigida entonces por Manuel Hernández, viaja a esa ciudad hacia 1956 y se matricula. Quería ser como el hechicero de su pueblo, el inventor de imágenes.

La Escuela de Bellas Artes sólo dictaba los primeros cursos pero mediante un convenio con la Universidad Nacional podían enviarse alumnos destacados a terminar allí la carrera. Gracias a este convenio Gloria Bustamante, Jesús Abraham Sánchez, Manuel León y Calderón terminan sus estudios completos de pintura, cinco años, en 1962. A los cuatro años recibió el grado de maestro en dibujo y un año después el de maestro en pintura.

Estando allí en Ibagué se realizó el Salón Nacional correspondiente a ese año y en él participaron todos los profesores y algunos alumnos adelantados. Calderón envió tres obras y gana el premio Julio Fajardo de escultura. Tal hecho lo hizo acreedor a que se le escogiera para terminar en Bogotá donde tiene como maestros, entre otros, a Alejandro Obregón, Jorge Elías Triana e Ignacio Gómez Jaramillo. Recuerda a Obregón como un hombre generoso y cordial que lo estimuló de mil maneras.

Cuando concluye sus estudios ya había obtenido dos premios, uno de ellos de carácter nacional en el festival de arte de Cali con Enrique Grau y Alejandro Obregón entre los jurados. El otro lo obtiene en el Salón Francisco A. Cano. Tal circunstancia hace que le ofrezcan trabajo en tres escuelas, entre ellas Ibagué y el recuerdo ahora afectuoso de las hambrunas que debió soportar en esta ciudad lo hacen optar por ella.

Realiza la escenografía para Los fusiles de la señora Carrar, de Bertold Brech, en montaje de Jorge Alí Triana, dicta sus clases, participa activamente en toda suerte de actividades culturales pero en 1977 cierran la Facultad de Bellas Artes y como participa en protestas de profesores y estudiantes es sancionado durante un año. Luego se reincorpora a la universidad como profesor de arte en diversos talleres y allí ha permanecido hasta hoy.

Sus exposiciones individuales llegan casi a treinta, las colectivas no son menos numerosas. En 1962 obtuvo el primer premio en el Salón Nacional del Folclor de Ibagué y el primer premio al año siguiente en el Salón de Artistas Tolimenses. Sus murales, de un colorido vibrante y de grandes dimensiones, iluminan espacios públicos importantes de Ibagué y otras ciudades. Ha viajado por Suramérica y Europa y en muchos países se encuentran obras suyas. De sus viajes recuerda mucho a Goya y a las culturas indigenistas de Suramérica.

Su obra, en los últimos años, ha sufrido cambios radicales. De sugerente y delicada se tornó agresiva e inquietante, apareció el tema erótico con inusitada fuerza, también el contenido social y aún político.

Dice que todos estos contenidos son de suma importancia para él y que preferiría no ser pintor si tuviera que limitarse sólo a la forma.

Ha participado en cerca de setenta exposiciones en USA, Cuba y Colombia.



“La trama constructiva de mis pinturas parte de un concepto abstracto en donde le doy preponderancia al lenguaje pictórico, compuesto por la línea, el espacio, la textura, el color. Estas obras están pensadas para que desde su interior aparezcan figuras que apenas sugieren instantes, lugares, cosas u objetos que seguramente solo están en los recuerdos o a nivel de las sensaciones del espectador.
Cuando compongo el cuadro me interesa su geometría, su arquitectura, es decir sus armonías, ritmos, formas, color, como cuerpo propio, como materia amasada contra el lienzo; la luz nace del interior del cuadro y no en particular de un objeto; la pincelada es principalmente el acto gestual, es sutil, espesa o licuada, grande o pequeña, según mi animo o la exigencia expresiva de la obra.”

Sea como fuere es innegable que ahora y desde hace ya muchos años, el demiurgo, el creador de imágenes, es él.


Galería