MANUEL ANTONIO BONILLA, “MATOÑO”

En sus propias palabras, para Manuel Antonio Bonilla, “Matoño” para sus amigos, “la medicina ha sido una obligación, el arte una devoción y la vida... una ilusión, pues los sueños, sueños son”.

Este improvisador de poemas y coplas que ha publicado ya tres libros de poesía y guarda en sus archivos otros seis más inéditos en varios géneros, algunos de ellos sobre música, ha vinculado su nombre y su tarea como compositor e intérprete de bandola al tradicional conjunto Chispazo, de gran auge en años no tan remotos y aún vigente en el corazón y el recuerdo de los tolimenses.

Hijo del ilustre humanista Manuel Antonio Bonilla, autor de numerosos libros sobre asuntos de lenguaje, literatura y crítica literaria, “Matoño”, nació en Ibagué el 6 de mayo de 1914 y murió en el año 2002.

Médico de profesión, Manuel Antonio Bonilla cursó sus estudios de primaria en el Liceo Infantil de Ibagué y el San Bartolomé de Bogotá. Con el intervalo de un año en San Simón, se graduó de bachiller en 1936 en la Escuela Nacional de Comercio, en Bogotá, y obtuvo su título en medicina en la Universidad Nacional en 1948.

Atribuye a su padre su inclinación por las bellas artes y a su madre, Sara Ramírez de Bonilla, su decidida vocación musical que se inició tocando la dulzaina cuando aún era un niño. No se habían alejado del todo aquellos días cuando acomete la ejecución de la bandola en el instrumento de su hermano mayor, Camilo, quien lo alecciona en los principios fundamentales de la armonía y en la ejecución de algunos temas de la música colombiana por los años 30.

El riguroso estudio de la medicina pudo haberlo alejado de su predilección por la música, pero en realidad sólo significó un paréntesis. No obstante, se las arregló para sacar tiempo durante esta época a fin de participar en algunos conjuntos estudiantiles en los cuales se destaca ya como hábil bandolista.

Culminado su ciclo académico regresa a Ibagué para ejercer su profesión, con énfasis en los campos sanitario y educativo. A lo largo de su vida se ha desempeñado, independientemente de su ejercicio médico, como director de la Casa del Niño, secretario municipal de salud, director de la Caja Nacional de Previsión, seccional Tolima, secretario de salud departamental y profesor de la Universidad del Tolima.

Durante algún tiempo, poco antes de regresar a Ibagué, ejerció la medicina en diversas regiones del Tolima y afirma que fue en ese peregrinaje por sectores rurales del departamento donde se empapó a fondo de la temática y las formas del folclor regional. A su regreso de este provechoso tránsito se instala de modo definitivo en Ibagué y con otros profesionales amantes de la música funda el conjunto de cuerdas Chispazo, creado en honor del compositor cartagüeño Pedro Morales Pino y cuya historia se transcribe en otra parte de esta edición.

Poco tiempo después funda la estudiantina Alberto Castilla que en 1976, al cumplir el Conservatorio 70 años de su fundación, fue la encargada de rendir homenaje al maestro con interpretaciones de obras inéditas suyas. En el certamen participaron además numerosos compositores colombianos, todos con novedoso repertorio integrado por obras inéditas de acuerdo a los reglamentos del evento. Y es en este momento, como director de Chispazo y como bandolista de mérito, cuando inicia su creación musical.

Ha compuesto los pasillos María Victoria, Saruka, Albilla, Rocío, Ayer, Retorno, Fugaz momento, Diana Catalina, Mariano Galindo, Hugo Alfonso y Leonorcita; los bambucos Gloria Patricia, A orillas del Saldaña, Orden de Pacandé, Cantalicio Rojas y Julianita, así como las danzas María Isabel, Ilusión, Sarita, el valse Sarukita, el pasodoble Matoñín y un himno a la población de Apulo.

Algunas de sus composiciones figuran en los dos álbumes que sobre autores tolimenses ha publicado, bajo la dirección del maestro César Augusto Zambrano, la Universidad del Tolima y son numerosas las ejecutadas por la Banda Departamental, la Banda Sinfónica del Tolima y su homóloga de la policía nacional en Bogotá, los coros y orquesta de cámara de la Universidad del Tolima y varios conjuntos ibaguereños.

Es un notable divulgador de la música folclórica colombiana a través de escritos en diversos medios y sobre este y otros tópicos musicales versó la columna que por muchos años mantuvo en el desaparecido diario El Cronista, Apuntes musicales, y la que sostuvo en el diario El Nuevo Día bajo el título de Rincón musical. Entre sus libros inéditos figuran dos sobre música, Equívocos musicales y Diccionario sintético de música colombiana.

Ha obtenido, en su ya vasta carrera musical, numerosas distinciones tales como la Medalla de Oro del IX Festival Folclórico de Ibagué (1969), Placa de Plata y Libro de Oro del Conservatorio de Ibagué (1976), la Orden Ciudad Musical de Colombia (1978), la Orden de Pacandé, otorgada en Natagaima (1981), Gran Cruz al Mérito Manuel Antonio Bonilla (1986), Diploma de Honor concedido por el Instituto Cultural Medellín en el marco de su concurso folclórico (1987), Placa de Plata de la Corporación Folclórica del Tolima (1987), Pergamino y Medalla de Oro otorgados por la alcaldía de Ibagué con motivo de las bodas de plata del conjunto Chispazo (1987), Pergamino y Venado de Oro como compositor dados por la alcaldía de Venadillo (1988), la Orden Cacique Calarcá de la Gobernación del Tolima (1994). La Fundación Garzón y Collazos le otorgó en 1995 y 1997, respectivamente, la medalla Ciudad Musical y la distinción de Miembro Benemérito. Igualmente se desempeñó como jurado calificador en el concurso de duetos Garzón y Collazos en 1997.

Al lado de su indeclinable vocación musical ha fluido su vena poética y de ello dan testimonio sus libros Siluetas Médicas (1970), Sonetos hipocráticos (1980) y Ecología Humana (1982), los dos primeros con varias ediciones y los inéditos que espera publicar pronto y que, además de los mencionados sobre música, llevan los títulos de Tauromaquia, Estampas amigas, Poesía Festiva y Reminiscencias de Ibagué.

Como si lo anterior no bastara, aparte de su afición por la fotografía, es también un meritorio caricaturista y ha realizado varias muestras de su obra en este campo tras haber incursionado, en su juventud, en el dibujo y la acuarela. De parte del trabajo de esta experiencia publicó el libro Perfiles de prestigio en el año 2000.

Este triple cultor de la música, las letras y la pintura o el dibujo, está casado desde hace 50 años con Alba Varón de Bonilla y de esa unión han nacido Manuel Antonio, médico ortopedista, Sarita, compositora y cantante y María Victoria, escultora.

Como puede apreciarse, la obligación que para él constituyó la medicina no cerró el campo a la devoción del arte e hizo de su vida una ilusión satisfecha, pues “los sueños, sueños son” y en este caso puede afirmarse que se trata de sueños realizados. La mejor síntesis de su vida la traza él mismo en un poema escrito a raíz de este perfil y que es buena muestra de su poesía festiva:

 

De matoño aquí a la vista,

de Ibagué musicalista,

de su vida hacen revista

y en prestigiosa Revista

entre seria y humorista

nos dan la siguiente lista:

Es médico salubrista;

también puericulturista;

en Poesía, sonetista,

música, instrumentalista

y en “Chispazo” bandolista,

de su pueblo folclorista;

en su infancia acuarelista,

en fotos, un paisajista,

en la prensa columnista

fútbol, tejo, deportista

y todo esto lo conquista

como amigo y como artista.

El poema est á firmado por Matoñista.