EDNA VICTORIA BOADA VALENCIA

Para Edna Victoria Bovada Valencia el piano es el rey. Desde sus primeros años, el contacto directo con su abuela, la compositora ibaguereña Leonor Buenaventura de Valencia, le daría la posibilidad de conocer buena parte de la música colombiana, de aprender a leer partitura y de hacer los primeros acercamientos al instrumento que ahora corona sus días y colma su espacio: el piano. Al tiempo que desarrolla sus estudios de bachillerato en el colegio San Luis Gonzaga de la ciudad de Ibagué, lugar donde nace el 3 de abril de 1975, Edna Victoria toma clases de piano con el maestro Néstor Guarín en la Escuela de Música del Conservatorio del Tolima.

Hacia el año de 1989 establece contacto con Mercedes Cortés, su maestra, gracias a Néstor Guarín. Desde entonces y hasta 1991, año de su grado como bachiller, Edna Victoria se desplazaba mensualmente a la ciudad de Bogotá para continuar un aprendizaje que no termina. En el pasado, pero como una huella que perdura en el tiempo, están sus participaciones en los actos culturales del colegio que hoy tienen el sabor de la anécdota y las primeras piezas que interpretó.

De la composición reconoce su grado de complejidad. Poder llegar a este sitio la lleva a pensar en prepararse más y mejor y a revisar las posibilidades de estudiar en el exterior, en países como Austria o Alemania.

Con recitales en salas tan importantes como las de la Biblioteca Luis Ángel Arango, el auditorio León De Greiff y Olav Roots de la Universidad Nacional, la Alberto Castilla de Ibagué con la Orquesta Sinfónica Juvenil del Conservatorio; el Teatro Tolima, bajo la dirección del maestro César Zambrano con la obra Fantasía Cromática, fuga de Bach sonata op 109; el Teatro Colón con la Orquesta Sinfónica de Colombia, la Academia de Artes Atenas y el Colombo Americano, esta joven ibaguereña es, sin temor a equivocarse, una de las pianistas con más proyección del departamento.

Graduada en la Universidad Nacional en piano concierto, Edna Victoria recorre el repertorio mundial de la música clásica haciendo escala en compositores como Mendelssohn, Schubert, Bizet, Bach y Beethoven, a quienes todos los días durante seis horas estudia con detenimiento y dedicación. Dentro de sus proyectos estaba la docencia como un camino donde el conocimiento adquirido se pudiera socializar y donde su aprendizaje personal pudiera enriquecerse. En 1999 lo consiguió y desde entonces se desempeña como profesora de piano. Con el apoyo incondicional, de su familia, esta mujer que no se imagina en ningún otro oficio está de regreso en su tierra y dedicada a la preparación de nuevos talentos en el conservatorio.

A pesar de los momentos difíciles con los cuales se ha encontrado a lo largo de su carrera musical, esta joven tolimense, quien se define como una mujer disciplinada y sensible, asume la soledad de su trabajo con inteligencia y amor, elementos que le han permitido la construcción con sólidas bases de una carrera musical que, aunque apenas inicia, promete grandes satisfacciones. No en vano ha sido galardonada en el primero y segundo encuentro de estudiantes de música de la Universidad Nacional.

Entre tanto, la novia de la ciudad, como denominan con justicia a su abuela, la compositora Leonor Buenaventura de Valencia, continúa con la disciplina de su piano entre el calor de Ibagué musical, mientras su nieta sigue en la endemoniada disciplina de convertirse, como en efecto ya lo es, en una de las verdaderas figuras para el siglo XXI.

Es como si se repitiera lo que usualmente ocurre en el departamento donde la música va transmitiéndose genética y ambientalmente de padres a hijos en un carrusel mágico que no deja perder la herencia y el sentimiento de estar en el carro de los pentagramas. Se da casi siempre pero en el caso de los Buenaventura asume caracteres importantes. Si ella mira hacia atrás, no sólo encuentra a sus tatarabuelos, que además de próceres de la independencia fueron músicos, sino a toda aquella descendencia que se entroniza con sencillez en el mundo de las notas.

Pero ella está ahí, mirando al frente, entendiendo que si la disciplina y la sensibilidad que la acompañan continúan con el mismo fervor, su espíritu dará mucho de qué hablar, y positivamente como hasta ahora, cosechará los aplausos que merece y no dejará que la admiración duerma tranquila porque está destinada, inevitablemente, a triunfar con su piano viajero y portentoso, inspirado y lleno del calor de los compositores y de su alma sencilla y soñadora.