JAIRO BARRAGAN ARIAS (NAIDE)

 

Ganar el Premio Simón Bolívar de periodismo en el género de caricatura y realizar ilustraciones para el New York Times desde hace una década, es parte del reconocimiento realizado a Jairo Arias Barragán por la categoría de su oficio. A él, como dice el periodista Mauricio Vega, se le ha ido la vida en torcer el mono lo cual significa, simplemente, acomodar su línea de dibujo hasta darle ese regusto de sincera ironía a sus caricaturas cuando aparecen en la página editorial de un periódico o en artículos humorísticos de diferentes y destacados medios.

El consagrado ilustrador y pintor nació en Ibagué el 24 de junio de 1949, pero sus padres, Julio y Sofía, con una familia de trece hijos, pronto se trasladaron a Flandes aprovechando que sus abuelos no sólo eran oriundos de ese municipio sino que vivían allí. Estudió su primaria en el colegio Americano y el bachillerato en el Santander, en Girardot, el mismo plantel en que lo hiciera Manuel Elkin Patarroyo.

Daniel Samper Pizano afirma que "la noche en que Ibagué lo recibió en u anónimo pabellón de maternidad, no alcanzó a pensar que ese bebé color marrón con bigotico incipiente (ya lo tenía) y estrepitosos reclamos lácteos, iba a ser uno de los más imaginativos humoristas gráficos que conociera Colombia en el último tercio del tercer decenio de la segunda mitad del siglo 20".

Desde sus años de primaria intentó copiar las imágenes que le gustaban de le libros de lectura y ya en el bachillerato empezó a crear e imaginar. De pronto 1 caricatura fue tomando en él fuerza y para ejercitarla tomó de blanco a le profesores. Los trabajos que sobre ellos ejecutó muestran ya el agudo sentid critico con que más tarde caricaturizará a ministros y presidentes.

Cuando termina secundaria pronto se vincula en Bogotá a una escuela d publicidad. Aspiraba, ante todo, al periodismo gráfico y la publicidad no lo llenó i le interesaba realmente.

Su ejercicio como autodidacta lo hace de manera regular en la empresa Diñen donde elaboraba carteleras. Allí, Carlos Lemmos Simonds, al observar su trabajo, le propone que ingrese al diario vespertino Eí Espacio en el que él sostenía s columna Entre La Romana y El Pasaje.

Durante dos años, cuando corría 1970, mantuvo su figuración con notorio éxito, tal como había ocurrido con sus muestras iniciales en la revista Crítica, e la que hacía portadas y en la que compartía trabajos con el escritor y periodista tolimense Hugo Ruiz Rojas.

Más tarde habría de colaborar en el medio de comunicación de la Asociación Latinoamericana de Periodistas (ALACODE) y finalmente, con mayor intensidad en la revista Alternativa.

El medio contestatario que fundaran Gabriel García Márquez, Jorge Villegas, Daniel Samper, Enrique Santos y otros destacados intelectuales colombiano; encontró en la imaginación y la particular lectura de la realidad de Naide, su mejor encarnación y el más agresivo y simpático enfoque de los hechos.

Pasados los tiempos agitacionales y ya con un nombre respetable en el oficio, la aceptación de su trabajo lo lleva a recibir ofertas como ilustrador y caricaturista en la revista Diners donde goza de plena libertad para exponer sus puntos de vista. Por su brillante desempeño en este medio, gana el premio Simón Bolívar de periodismo en 1980.

Para Naide la caricatura es un género mayor ubicado entre el arte y el periodismo. Su fina sensibilidad, su ingenio, los trazos de su pluma, lo colocaron con el tiempo a la altura de Fontanarrosa, Mingóte o Rendón, no sólo por el humor en si de los monos sino por la calidad de los textos acompañantes.

No le llegó con facilidad el éxito. Esos monos, inicialmente distorsionados, asimétricos, en los límites de lo antiestético, fueron modificándose y acomodándose, hasta que Naide encontró su línea de trabajo.

Cuando logró esto no fue necesario esperar mucho. Naide se ganó el premio Simón Bolívar de caricatura.

A la revista Diners llegaba con un maletín o cartera de contabilista, un tubo de arquitecto y esa sonrisa de timidez insolente que hacía pensar en que iba a pedir empleo o por lo menos a lagartear.

Aparecía así de pronto, pero al instante de abrir su cartera y ver los monos que de allí empezaban a salir, cualquiera podía comprender la tremenda fuerza expresiva oculta bajo su timidez y por la cual no sólo sus amigos sino sus lectores están dispuestos a quitarse el sombrero.

En Diners ilustraba los artículos de Daniel Samper, de su hermano Ernesto y otros destacados columnistas. Se vinculó luego por varios años al diario El Tiempo y simultáneamente colaboró con la revista Cromos.

Todo esto no le impedirá trabajar con el servicio de prensa que dirigía un argentino, divirtiéndose con las ilustraciones y las caricaturas que hacía para los artículos de Azriel Bibliowicz.

En 1983 la editorial Pluma publicó su libro Lo que Naide se imagina, con prólogo de Daniel Samper Pizano, sin que la empresa editora le pagara nunca sus derechos de autor.

Dos años después se fue a vivir a Nueva York y tras el conocimiento del medio comenzó a abrirse paso con su arte, iniciándose en pequeñas publicaciones hasta que en 1988 presentó sus trabajos al New York Times donde fueron aceptados con entusiasmo, así al principio no aparecieran en las grandes secciones del prestigioso diario.

Después cubrían sus páginas y los lectores neoyorkinos fueron acostumbrándose a su particular y acre sentido del humor.

Instalado con su familia en Nueva York y a pesar de la cantidad de trabajo que debía realizar, sacó el tiempo necesario para dedicarse con rigor a la pintura y se atrevió a realizar tres exposiciones individuales en importantes y exclusivas galerías de la ciudad.

Por fortuna, sus cuadros contaron con éxito de crítica y venta lo que lo alentó a continuar. Sin embargo, no deja los monos. Con ellos ha participado en colectivas de humor con Garzón y Yayo.

Así, de Ibagué a Nueva York, es el itinerario que este humorista gráfico ha cumplido con éxito. Samper Pizano describe con humor sus inicios:"No mucho tiempo después de haber nacido en Ibagué, ciudad ingrata que no alcanzó a brindarle becas ni lápices, Naide se fue a vivir en Flandes si es que vivir en Flandes es vivir. Aquí puede surgir la primera tentación al crítico que pretenda relacionarlo con los grandes pinceles flamencos: desengáñese.

En Flandes, Tolima, no se dan pintores sino viudo de pescado. Y si no fuera porque al otro lado del Magdalena está Girardot, Naide a lo mejor sería hoy un rollizo competidor de Tadeo en la confección de sanchoco de capaz. Pero, en fin, el arte lo quiso para sí y le puso a Girardot allende las aguas del Magdalena.

Allí estudió Naide, donde se distinguió durante las clases de química por su habilidad para jugar billar lejos de las aulas y fue discípulo de un connotado ingeniero a quien se debe la perforación de un túnel de mundial fama. Naide, sin embargo, no quiso estudiar topografía sino diseño gráfico, que es como estudiar trabajo social o educación preescolar".

Uno de los sindicatos de trabajadores textiles más grande que tiene la ciudad de los rascacielos, integrado especialmente por mujeres, cuenta para su medio de comunicación, MAS, con su colaboración permanente. Entre tanto, frente a la activa competencia despertada por la numerosa llegada de artistas europeos a los Estados Unidos, Naide piensa regresar a Colombia tras 10 años de permanencia exitosa allí. No hay duda de que otra vez enriquecerá las páginas de los rotativos y revistas del país.

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