AL TAMARINDO
Tamarindo vetusto de mi pueblo querido,
centinela bizarro de tupido ramaje,
tu misión en la plaza generoso has cumplido,
con tu fronda y los frutos de tu raro linaje.
Recatado testigo de Morfeo y Cupido
en las noches calladas de embrujado celaje
y en los ardientes días el patio preferido,
del señor hacendado, del labriego y del paje.
Tú conoces la infamia, la lealtad y el delito,
y hoy sabes que la vida poliforme es un mito,
pues tu copa benéfica una racha segó.
Quizá dentro de poco ya ninguno te nombra,
y arrancará tu tronco quien gozó de tu sombra,
Tamarindo, qué afines hemos sido tú y yo.