SOFIA ÁLVAREZ

Aquella hermosa vedette latinoamericana que paseaba no sólo su belleza y sus capacidades de actriz por diversos escenarios del mundo, sino además su impactante voz, triunfó de manera notable como para convertirse en una estrella. Sus tiempos fueron de esplendor y ninguna revista o periódico de la época dejaba de registrar con grandes titulares tanto las futuras películas en las que iba a ser protagonista como sus próximas canciones. Cancioneros populares traían su imagen en las portadas y muchos admiradores conservaban sus fotos al lado de las de Pedro Infante y el mismo Mario Moreno, Cantinflas, con quienes filmó varias películas.

Esta ibaguereña falleció en Ciudad de México en 1985, a los setenta años de edad, rodeada de la admiración de quienes no sólo gozaron con sus virtudes artísticas sino que se cubrieron bajo el manto de su simpatía y su manera de ser generosa que le granjeó afectos imborrables. Pero no se extinguió su sangre tolimense porque le sobreviven sus hijos Fernando y Gustavo quienes, al igual que su nieta Sofía, se dedicaron también al cine y al teatro por vocación y gusto e igualmente con talento como para ser figuras destacadas en el territorio mexicano.

Como cantante Sofía Álvarez grabó numerosos discos, entre ellos dos larga duración con cuplés. En sencillos se recuerdan sus interpretaciones de Veracruzana, Los cocos, Óyelo bien, A La Habana me voy, Embrujo, Mi encanto, Tuya es mi serenata, El trapiche, Alma jarocha, Si no me puedes querer, Alma ranchera, Celos, Los cuatro gatos, Vino tinto con sifón, todas impresas entre 1935 y 1953. Nacida en Ibagué el 23 de mayo de 1915 en el hogar formado por Jorge Nicolás Caicedo y Carlina Álvarez, fueron sus hermanos Alejandro, Pablo, Jorge Alicia y Leonor. Sofía fue la menor pero su fulgurante y prolongado éxito en México hace que con el tiempo se los lleve a todos, padres, tíos y hermanos, a la capital del país azteca.

Tras pasar su infancia en Ibagué en el sector conocido como El llano de los Álvarez, su familia se traslada a Bogotá a inicios de la década del veinte y allí, en medio del frío de la capital de Colombia, la futura intérprete alterna sus estudios con prácticas escolares de teatro infantil. Los años transcurren semejantes unos a otros mientras Sofía va creciendo en un ambiente gris y el teatro infantil comienza a quedar atrás, apenas como un recuerdo y con algunas actitudes que se graban en su inconsciente para surgir más adelante, como en efecto ocurrió. En Bogotá contrae matrimonio con un venezolano y poco después fija su residencia en Caracas. Circunstancias de trabajo la llevan a México, pero no piensa para nada en sus representaciones infantiles de otra época ni la idea de ser actriz cruza por su mente. Labora en el Banco Nacional Monte de Piedad, pero su destino estaba aguardándola. Un día, los empleados del banco organizan una gran verbena que incluía el montaje de una zarzuela y al no presentarse la actriz principal, Sofía recuerda sus actuaciones infantiles y se lanza a reemplazarla.

Fue tal el éxito obtenido que un hermano del actor y empresario teatral Joaquín Pardavé, presente en la velada, la invita entusiasmado a vincularse a su compañía. Su indudable talento hace que gane ese mismo año el codiciado premio del Bicetiple, de mucho prestigio en el México de entonces. Empieza así para Sofía Álvarez su edad dorada. Ingresa a la famosa compañía Marcus Show, cuyo elenco estaba integrado por un actor o actriz de todos y cada uno de los países de los cinco continentes. Sofía, representando a México, recorre en 1935 diversas ciudades de los Estados Unidos como cantante y actriz. En Seattle, la Compañía embarca con destino a la India y Australia. Después iría a Europa y África. Ante el inminente estallido de la segunda guerra mundial, Marcus, el propietario de la empresa y ciudadano norteamericano, decide regresar a Nueva York. A lo largo de esta gira, la crítica señaló que por su belleza y talento, Sofía Álvarez no sólo representaba a México sino a la mujer latinoamericana.

Regresa al país azteca ya como una estrella consagrada y empieza a trabajar en prestigiosas revistas musicales, conocidas emisoras y destacados grupos de teatro. Su cartel le proporciona múltiples contratos y va a Cuba por un fin de semana, pero se queda un año. Sus canciones son grabadas por la RCA Víctor y en un rápido viaje imprime un sencillo en Bogotá.

Al iniciarse el cine sonoro, su radio de acción se amplía y participa en la primera película parlante que se rodara en México, Santa, dirigida en 1931 por Antonio Moreno con actuación de Lupita Tovar y José Martínez Casado. A esta le seguirán 28 películas más que consagrarán su nombre a nivel internacional, una de ellas, Ahí está el detalle, con Mario Moreno, Cantinflas y otra, Flor de fango, sobre la novela del autor colombiano José María Vargas Vila. Estas dos cintas fueron realizadas en 1940 y 1941, respectivamente.

Aparte de las mencionadas, su filmografía completa es la siguiente: Cantar llorando (1932), con Juan Arvizu; Una vida por otra (1932), dirigida por John H. Aceer; Martín Garatuza (1935), dirigida por Gabriel Soria; Carne de cabaret (1939), dirigida por Alfonso Patiño Gómez; El sombrero de tres picos (1943), dirigida por Juan Bustillo Oro con actuación de Joaquín Pardavé y Ángel Garraza; México de mis recuerdos (1943), con Fernando Soler; Diario de una mujer (1944); Ángeles de arrabal (1949); La reina de la opereta (1945), con Joaquín Pardavé y Fernando Soler; Lágrimas de sangre (1946); Los maderos de san Juan (1946). Al lado de Pedro Infante filmó Si me han de matar mañana (1946), La barca de oro (1947) y Soy charro de rancho grande (1947) y con Arturo de Córdova, bajo la dirección del afamado Luis Alcoriza, El ganster (1964). Otras películas suyas son La niña de mis ojos (1946), La hermana impura (1947), Un grito en la noche (1949), Un corazón en el ruedo (1949), Sentenciado a muerte (1950), A media luz los tres (1958), La ley del más rápido (1958), A tiro limpio (1958), Tres muchachas de Jalisco, con Elvira Quintana, María Duval y Carlos López Moctezuma (1959), Los dos cuatreros (1964) y la producción colombo-mexicana Un ángel de la calle, realizada en 1966.

En el año 1995 Pijao Editores la seleccionó como uno de los Protagonistas del Tolima Siglo XX


 

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