MANUELJOSÉ ÁLVAREZ

 

Define su vocación como "tardía" y piensa que esta circunstancia impide una más rápida evolución. "La destreza, dice, se desarrolla más fácil de joven, la imaginación es más fértil, tal hecho determina que inicie mi oficio de pintor con muchas limitaciones, pero al tiempo eso mismo hizo que le pusiera más énfasis". Habla cómodamente arrellanado ante el gran escritorio de su oficina de abogado del sexto piso del Centro Comercial Combeima, en pleno centro de Ibagué.

Una de las cosas, acaso la principal, que lo hizo asumir su vocación de pintor con mayor ahínco fue haber visto de cerca la muerte. En efecto, hacia 1980 se disponía a viajar a México, por razones de oficio y un chequeo previo diagnosticó una grave falla cardíaca. Se hizo necesaria una operación. Cerca de dos años después, ya abierta su oficina de abogado, viajó a Estados Unidos para practicarse una nueva cirugía. Iba para Houston pero en Miami optó por pedir una segunda opinión a un médico amigo suyo residenciado en Birmingham (Alabama) y allí viajó con tal fin. Su amigo, tras ver las placas, le dijo: "Tú no llegas vivo a Houston, hay que operar ya". Y como le respondiera que entonces iba a sacar algunas cosas del hotel, el médico, impaciente, exclamó: "No, es que hay que operarlo ya, pero ya" y una vez cumplida la intervención le dijo: "Mientras me hablabas yo estaba temiendo que en cualquier momento se te reventara la aorta".

Haber encarado dos veces esta posibilidad de morir en plena juventud, pues se trataba de intervenciones complicadas en el corazón, hizo que, mientras preparaban el quirófano en el hospital estatal de Birmingham, reflexionara honda y dolorosamente sobre su vida: "Comprendí que había hecho una cantidad de cosas que en realidad no quería hacer, que no las había hecho mal pero no era lo que yo deseaba y efectivamente, después de la operación, decidí dedicarle más tiempo a mis propios asuntos como pintor y a pintar todo el tiempo que me fuera posible". Manuel José Álvarez Didyme Dome (el segundo apellido le viene de un abuelo francés) nació en Ibagué en febrero de 1945. Se graduó en derecho en la Universidad Externado de Colombia en 1968, se especializó en derecho privado y administrativo, se casó en los primeros años de la década del setenta, a los veinticinco años, con la arquitecta Luz Ángela Jaramillo, ibaguereña, y de esta unión nacieron dos hijos, José Gabriel, ahora de 17 años, y María Clara, de 15. En realidad, su vocación inicial fue la arquitectura pero cuando trató de inscribirse en esta carrera no pudo hacerlo por falta de un certificado y unos amigos lo presionaron para que se matriculara en derecho. Y ahí se quedó.

Optó por la misma época por estudiar pintura pero su padre, Manuel José Álvarez Angulo, un comerciante pragmático, lo impidió. De manera que ni arquitectura ni pintura fueron posibles entonces. Sus años de universitario lo ven ejerciendo diversos empleos disfrazados: "Vendía corbatas italianas hechas en Bogotá, whisky escocés hecho en Soacha", usufructuando puestos casi ficticios de auxiliar de grabación en el Congreso de la República, un cargo modesto en la sección jurídica de la dirección de prisiones hasta cuando, de esta forma y mediante un pequeño auxilio mensual de su hermana regresa a Ibagué, ya graduado, hacia el año 1968.

En esta ciudad le da por frecuentar al grupo de pintores que trabajaba con la Facultad de Bellas Artes en la Universidad del Tolima y a sus primeros egresados. Son años de alegre y fructífera bohemia: se tocaba flauta con Jorge Elías Triana, guitarra con Ricardo Angulo, se bebía con Antonio Buraglia, Luis Eduardo Penagos, Carlos Naranjo, Manuel Hernández. Iba a verlos pintar, asistía a exposiciones, ayudaba al maestro Penagos en su horno de cerámicas. Pero su actividad propia en el terreno de la pintura se limitaba a hacer caricaturas para un periódico mural que "editaban" en la universidad. Manuel José estudió en la Universidad del Tolima.

Eran talleres libres. Los hizo con Edilberto Calderón, con Ricardo Angulo, con el maestro Naranjo. "Ahí ya me senté con cierta intensidad en el trabajo pictórico, en el aprendizaje, y entonces fue cuando invité al maestro Mario Lafont a que pintáramos y realicé con él un curso de fines de semana que duró varios meses". Pese a que el derecho ocupa buena parte de su tiempo, su hoja de vida muestra un número considerable de exposiciones tanto colectivas como individuales. Recibió cursos no sólo de los pintores ya mencionados sino también de Armando Martínez, Raél Cristancho, Fernando Devis, Martha Millán, Manuel León Cuartas, del pintor español Manuel de Montalvo y Correa en Madrid y otro de historia del arte en Salamanca. Sus muestras colectivas llegan a 17 en total, la mayoría de ellas en Ibagué pero también ha colgado obras en Espinal, en el IV Salón Anual de Manizales, en 1990, y tres veces en San José de Costa Rica, con buena acogida crítica.

Las individuales suman seis, cinco en Ibagué y una en Girardot y ahora se apresta a hacerlo en Bogotá. Este abogado de 51 años hizo un viaje a Holanda exclusivamente con el fin de ver una retrospectiva de Van Gogh. Su profesión determinó que por un tiempo se olvidara casi por completo de pintar. Pero si no la practicaba sí la estudiaba. Sus viajes le dieron la oportunidad de visitar numerosos museos. En los intervalos asistía a cuanto curso pudiera, leía mucho, dialogaba en la Universidad Nacional con Marta Traba y con pintores como Mariana Varela, Arcadio González y otros; se trasnochaba viendo diapositivas de arte y, finalmente, volvió a pintar y ya no dejará de hacerlo. Se califica como un pintor figurativo que por algún tiempo incursionó en el abstraccionismo pero que ha regresado a su etapa inicial agregándole toques surrealistas. Reconoce dos influencias decisivas: el inglés Turner, de quien viera una retrospectiva en Londres y Van Gogh, cuyo pueblo natal, Groot Zundert, visitara en Holanda y a quien ha estudiado minuciosamente.

De su obra han escrito, entre otros, Polidoro Villa, quien resalta su "intuitivo talento para capturar la transparencia de la luz en obras limpiamente elaboradas, una calificada interpretación de la perspectiva y una carga de poética nostalgia. Posteriormente vino la etapa de las flores, gran pureza de tono en los intensos colores, exquisitos contrastes y visible percepción y fidelidad pictórica al reproducir la naturaleza".