ROBERTO AGUIRRE CASTILLO

Roberto Aguirre fue durante muchos años profesor de música de cuerda, interpretó el tiple, la bandola, la guitarra, el violín, el violonchelo y el contrabajo, participó como integrante de varias orquestas.

Quien iba a ser uno de los músicos, arreglistas y compositores más consagrados del norte del Tolima, nace el 27 de junio de 1904 en la población de Santa Isabel, dentro del hogar de ocho hermanos que conformaron Jesús María Aguirre y Ángela Castillo.

Tenía pocos años de edad cuando sus padres se trasladan al municipio del Líbano donde transcurre su infancia en medio de la atmósfera de un hogar sencillo y gente de trabajo, hasta cuando la adolescencia lo sorprende dedicado al oficio de la tipografía y a la pasión por la música que iría a llenar gran parte de su sensibilidad y de sus horas hasta el fin de sus días.

Después de terminada la primera guerra mundial, llegó al Líbano el judío alemán Federico Meyer, de profesión sastre, quien con sus dos hijos, Billy y Martín, este último violinista, empezaron a conformar el nuevo paisaje del municipio que desprendía su progreso tras los enfrentamientos y la violencia que se enseñoreó en sus montañas.

Allí, Roberto Aguirre vio con emoción que podría recibir orientación profesional a sus escarceos y aficiones y tuvo como profesores devotos y entusiastas a Francisco Alarcón, uno de los grandes valores del Tolima y al simpático extranjero Martín Meyer, con quienes perfeccionó sus conocimientos musicales.

Todos aquellos habitantes del Líbano que desde el ejemplo de sus fundadores estaban proclives al arte y la música, el periodismo y las batallas, tuvieron ocasión de gozar, tras largas jornadas de trabajo, intensas y gratas veladas con música terrígena y clásica, gracias particularmente al primer conjunto de cuerdas fundado en 1918 y que se denominó Sexteto Apolo, integrado por “Pachito” Alarcón, Marco Vélez, Antonio Acevedo, Arturo Vélez y Germán González.

Las oportunidades de escuchar buena música para las gentes del próspero poblado comenzaron a crecer en 1927 —la época dorada del Líbano, de acuerdo al historiador Eduardo Santa—, cuando se organiza la orquesta Rossini, integrada por Balbino Guzmán, Francisco Bustamante, Benjamín Brochero, Francisco Alarcón, Milcíades Toledo y Gregorio Clavijo.

Todos sus integrantes, de un extraordinario talento musical, no se quedaron apenas con el aplauso y el beneplácito de sus coterráneos, sino que el prestigio se pudo acrecentar en presentaciones frente a especialistas y público que, en Ibagué, por ejemplo, pudieron advertir que se trataba de un caso especial en el campo de la música. Así fue cómo, en 1936, en el marco del Congreso Nacional de la Música que organizara el maestro Alberto Castilla, actuaron con marcado éxito los jóvenes Roberto Aguirre, director del sexteto Rossini, Benjamín Brochero, Ezequiel Castaño, Arturo Arango, Gregorio Clavijo y Pachito Bustamante.

El programa que desarrollaron en la plaza de Bolívar ante un apretujado público que los aplaudió por la magnífica ejecución tanto de aires nacionales como de música clásica, dieron la pauta para conformar su bien ganado prestigio y para tener variadas presentaciones en el departamento.

El virtuoso maestro hizo parte del conjunto Líbano, la legendaria orquesta Ritmo, dirigió la estudiantina del Instituto Isidro Parra hacia 1950, e igualmente lo hizo con el grupo Cantares del Líbano en 1967.

Se ha perdido la mayor parte de la innumerable cantidad de arreglos que realizara a lo largo de su fructífera existencia, pero quedan aún sus pasillos Velotax, cuya música la realizó en conjunto con Carlos Espinel y letra de Antonio Duque, Triunfo y Satélite, que constituyen una elocuente muestra de su talento.

Vale advertir que el hermano menor de Roberto, Waldino Aguirre Castillo, fue su destacado y fiel cómplice a lo largo de muchos años, ya como alumno sobresaliente o compañero incomparable de orquesta. El había nacido en el Líbano el 17 de mayo de 1918 y estuvo vinculado a su tierra natal hasta 1951 cuando decidió irse a vivir a Girardot donde le ofrecieron clases de música en los colegios Santander, Corazón de María, Olaya Herrera y la Presentación. Interpretó el tiple, la bandola y la guitarra y con gran maestría tocaba la flauta, el clarinete, el saxofón y el flautín. Perteneció a la banda municipal de Girardot, ciudad donde falleció en 1975.